CATECUMENADO 2
CRISTO VIVE ¡CONVERTIOS!
OBJETIVO CATEQUETICO
* Comunicación primera de la propia experiencia de fe:
-Cristo resucitado, sentido de la vida.
-Es preciso volverse a El (conversion).
24. El sentido de la vida no lo encontramos en superficie
V/SENTIDO: Estamos profundamente convencidos de que la vida tiene
un sentido. Pero al mismo tiempo cambiamos muchas veces de opinión
sobre este sentido. El sentido hondo de la vida no lo encontramos en la
superficie de las cosas.
25. Noticia no esperada: los ídolos caen
IDOLOS/QUE-SON: Puede ocurrir que un día descubramos con
sorpresa que aquellas cosas en que nosotros poníamos toda nuestra
confianza se nos vienen abajo. A esas cosas la Escritura las llama ídolos,
falsas imágenes de Dios, dioses falsos. Los ídolos son creación del
egoísmo humano, en los que el hombre pretende encontrar
equivocadamente la respuesta del sentido de la vida (dinero, poder,
sexo). Todos estos ídolos están destinados a caer.
26. Al descubierto las ilusiones que ocultan la verdadera situación
Al denunciar la caída de los ídolos, la Escritura no pretende dar una
mala noticia, sino poner al descubierto todas las ilusiones, que
perjudican al hombre y le ocultan su verdadera situación: la necesidad
que tiene de ponerse delante de Dios, porque sólo Dios puede salvar su
vida, dándola plenitud y verdadero sentido.
27. No hay salvación más que en Jesucristo
Por consiguiente, no hay ninguna realidad humana en la que el
hombre pueda salvarse. La verdadera salvación no es del orden de lo
meramente humano. Toda esperanza puesta en realidades mundanas
acaba por defraudarnos. La esperanza que no falla está fuera de
nuestro alcance, nos es dada; es una esperanza gratuita, regalada. El
fundamento y meta de la esperanza de salvación humana se llama
Cristo, Cristo resucitado: «Bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre
que pueda salvarnos» (Hch 4, 12).
28. Obra de Dios que no creeréis aunque os la cuenten
Sólo en el nombre de Cristo Resucitado podemos vivir sin idolos. Y con
esperanza. "Por tanto, sabedlo bien, hermanos, se os anuncia el perdón
de los pecados por medio de él, y que todo el que crea queda justificado
por su medio de todo lo que no pudisteis ser justificados por la ley de
Moisés. Cuidado con que os suceda lo que dicen los Profetas: Mirad,
burlones, desmayaos de espanto, porque en vuestros días haré una
obra tal que si os la cuentan no la creeréis» (Hch 13, 38-41).
29. No busquéis entre los muertos al que vive: Cristo ha resucitado
Cristo ha resucitado, Cristo es el Señor. Las reacciones primarias ante
el acontecimiento son de asombro, sorpresa, duda, incredulidad (Lc 24,
11.12.16.21.37.41; Hch 2, 13.15). Pero por encima de todos estos
sentimientos se impone una convicción más fuerte: "¿Por qué buscáis
entre los muertos al que vive? No está aqui. Ha resucitado" (Lc 24, 5-6).
30. Jesús es el Señor
San Pablo dice: "Os recuerdo ahora, hermanos, el Evangelio que os
proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados...
Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue
esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras.... que
se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce" (1 Co 15, 1-5; cf. Rm 10,
9; Lc 24, 34). Esta predicación es hecha por los Apóstoles no sólo como
notificación de un hecho histórico, sino sobre todo como proclamación
del acontecimiento salvador de Dios en favor de los hombres. Este
Jesús, que por nosotros murió y que ha resucitado, es reconocido como
Señor. El día de Pentecostés decía San Pedro: "Dios resucitó a este
Jesús y todos nosotros somos testigos... Por lo tanto, todo Israel esté
cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha
constituido Señor y Mesías" (Hch 2, 32. 36). Según el testimonio de los
Apóstoles, los acontecimientos posteriores a la Pascua manifiestan a
Jesús como Señor de la historia, esto es, como Dios. Los Apóstoles
proclaman acerca de Jesús de Nazaret lo que los judíos proclamaban de
Dios: es el Señor (cf. Jn 21, 7).
31. "Habiendo sido muerto, he aquí que vivo para siempre"
El Apocalipsis de San Juan pone en labios de Jesús resucitado estas
palabras: «Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y
el Fin)) (Ap 22, 13; 1, 8; 21, 6). «Al verla -dice el autor-, caí a sus pies
como muerto. El puso la mano derecha sobre mí y dijo: No temas: Yo soy
el Primero y el Ultimo, yo soy el que vive. Estaba muerto, Y ya ves, vivo
por los siglos de los siglos)) (Ap 1, 17-18). Cristo es el Señor de los que
viven y de los que mueren: «Para esto murió y resucitó Cristo: para ser
Señor de vivos y muertos» (Rm 14, 9). Nosotros somos, pues,
contemporáneos de Cristo. En adelante, vivir para Dios es vivir para
Cristo: "ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para si
mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el
Señor" (Rm 14, 7-8). Unidos por la fe a Cristo resucitado, los primeros
discipulos dieron testimonio de que Jesús vive.
32 ¿No reconocéis que Cristo está en vosotros?
Cristo ha resucitado, Cristo es el Señor. Nosotros podemos reconocer,
por la fe, en nuestra propia vida el "señorío", el dominio, el poder de
Jesús Resucitado, como los primitivos creyentes, como los creyentes de
nuestro tiempo. Es el Señor y lo manifiesta. Puedes ser testigo tú mismo.
A cualquiera de nosotros puede ir dirigida esta pregunta de Pablo:
"Poneos a la prueba, a ver si os mantenéis en la fe, someteos a examen;
¿no sois capaces de reconocer que Cristo Jesús está entre vosotros?" (2
Co 13, 5). Los cristianos podemos ser "testigos" enraizándonos en la fe
que nos han transmitido los primeros testigos y participando en los
misterios sacramentales de salvación que ellos nos han legado: los
creyentes alcanzan su seguridad acudiendo a la doctrina de los
Apóstoles y a la fracción del pan que acontecen en el seno de la
comunidad fraterna que es comunidad de oración (cf. Hch 2, 42).
33. Señorío de Cristo y conversión del hombre: aspectos inseparables
del acontecimiento cristiano
El gran acontecimiento cristiano reúne dos elementos inseparables. No
siempre caemos en la cuenta de la profunda relación de ambos. Esos
dos elementos son: 1) Cristo vive a pesar de la muerte y ha sido
constituido Señor de todo, Señor de la Historia, y en esta Historia
interviene eficazmente. 2) La aceptación por la fe de este acontecimiento
lleva consigo la propia conversión.
34. Juan Bautista, Jesús, Pedro, Pablo... destacan ambos aspectos
De hecho, no obstante la diversidad de los tiempos, de los lugares y
de los auditorios, las predicaciones de Juan Bautista, de Jesús, de Pedro
o de Pablo ofrecen todas un mismo esquema y una misma orientación:
Anunciar el acontecimiento y llamar a la conversión (cf. Mt 3, 2; 4, 17;
Hch 2, 36.38; 3, 15.19; 5, 31; 10, 40-43; 13, 30.38-39).
35. Sin conversión no llega a nosotros el Reino de Dios
El hombre pecador está alejado de la presencia de Dios. Dios no
puede acercarse al hombre para reinar en él, si el hombre no se vuelve a
El, se convierte a El. En esta conversión está en juego toda su vida.
36. Una conversión gratuita, signo de la presencia del Reino de Dios
La conversión del hombre es una obra de iniciativa gratuita y amorosa
de Dios. Por esto su anuncio es buena e inaudita noticia. El hombre, en
efecto, está sometido a señores demasiado poderosos como para que
pueda cambiar por sí mismo. Cuando el hombre se convierte y cambia,
entonces es que el Reino de Dios ha aparecido en medio de nosotros.
La fuerza de Dios se manifiesta en contraste con la debilidad del hombre.
37. Señorío del hombre y experiencia bíblica: la experiencia bíblica
conduce al encuentro de Cristo
Hay que evitar el examinar de modo abstracto tanto la conversión
propia como la presencia de Cristo en la historia. Es necesario descubrir
estas realidades de manera muy concreta. A través de la significación de
las grandes experiencias bíblicas, que son realidades concretas, el
discipulo de Jesucristo entiende vitalmente los caminos de su conversión
y de su encuentro con Dios en Cristo. Cuando los acontecimientos y las
palabras de la Sagrada Escritura son proclamados y ahondados en el
seno de la comunidad, el creyente avanza en su camino de
descubrimiento del Señor. La Escritura vivida conduce a Cristo, da
testimonio de El (Jn 5, 39).
38. La vida de fe, encuentro con Cristo en la trama de la vida
cotidiana
El hombre que se convierte, se vuelve a Dios con la totalidad de su
vivir humano. Orienta hacia Dios sus deseos, sus proyectos, su
experiencia humana. El cristiano que permanece fiel a Jesucristo, vive su
vida de relación con Dios en Jesucristo en la trama misma de la vida
cotidiana (cf. 1 Co 10, 31; 1 P 4, 10-11; Col 3, 17; Flp 2, 3-4). El cristiano
ha de seguir a Cristo en el modo como El vivió la existencia ordinaria de
los hombres (cf. Pablo Vl, EN 29, 31, 35, 47).
39. Vida de fe y experiencia humana
El cristiano, cuando actúa como creyente, lleva una vida que en
muchos aspectos es semejante a la de los demás hombres: trabajo,
esfuerzo, reflexión, diálogo, amistad, cooperación, lucha, etc. Esta vida
es también, al mismo tiempo, una experiencia de fe. No en el sentido de
que la realidad de Dios pueda ser percibida directamente por nosotros.
La realidad de Dios no puede ser percibida directamente en nuestra
actual condición, pero sí podemos entrar en contacto con Dios a través
de signos. Como dice San Pablo, ahora vemos como en un espejo,
todavía no vemos cara a cara (cf. 1 Co 13, 12). No obstante, la vida de fe
es, en un grado mayor o menor, una vida de relación consciente,
plenamente humana, con Dios Padre por medio de Jesucristo. En este
sentido, hablamos de "experiencia de fe".
Esta actitud de fe viva, consciente, del hombre que trabaja, que lucha,
que dialoga, que hace el bien, etc., proviene de la acción oculta del
Espíritu Santo en el corazón del hombre y de la libre cooperación del
hombre en el seno de la comunidad creyente que es la Iglesia. Esta
existencia humana vivida desde la fe no se reduce a situaciones
extraordinarias o excepcionales (cf. LG 41, 34, 35; cf. DCG 26, 33, 34,
72, 74, 75).
40. El Hijo de Dios "ilumina a todo hombre" (Jn 1, 9)
Cuando presentamos a los demás el mensaje evangélico no podemos
olvidar que Dios creador y salvador ha sembrado ya en el corazón de los
hombres sentimientos, actitudes, valores, reflexiones, experiencias que
les preparan para el encuentro con Cristo en la fe (cf. LG 16 y 17; Pablo
Vl, EN 53, 55, 70). El Espíritu Santo actúa ya en el alma de los que jamás
han oído hablar de Cristo, y sobre todo en la de aquéllos que están
especialmente vinculados con Cristo por el bautismo. No podemos
"deducir" la revelación divina de la experiencia humana, nuestra o ajena.
Pero, a la luz de la revelación divina que la Iglesia proclama, sí podemos
y debemos reconocer la acción de Dios en la vida de los hombres.
Iluminado por la fe, el discípulo de Cristo sabe que el Hijo de Dios ilumina
a todo hombre (Jn 1, 9).
41.Dios continúa hablando al hombre de hoy
El encuentro con Cristo en la fe de la Iglesia es fruto de la acción del
Espíritu Santo que, mediante el testimonio de fe de los cristianos y la
proclamación de la palabra de Dios, continúa suscitando hoy en el
corazón de los hombres actitudes de fe y de amor semejantes a las que
nos muestran el Antiguo y el Nuevo Testamento. Para describir este
encuentro con Cristo por la fe podemos recurrir a la experiencia de fe
que nos ofrece la Sagrada Escritura. Para nosotros, miembros de la
Iglesia en el siglo XX, los acontecimientos y palabras de la Sagrada
Escritura no se refieren sólo al pasado. Dios, que se comunicó a sus
amigos y a su pueblo en el Antiguo y en el Nuevo Testamento a través
de unos determinados acontecimientos y experiencias, se sigue
comunicando hoy -el mismo Dios- a través de nuestras experiencias
humanas actuales cuando éstas son vividas desde la fe, o bajo la acción
iluminadora del Espíritu Santo (cf. GS 11; DV . Después de constituida
definitivamente la revelación divina -concluye con la muerte del último
apóstol- no hay que esperar ya una nueva revelación pública de Dios al
hombre. Pero Dios continúa habiando al hombre, por medio de la Iglesia
(proclamación de la Palabra de Dios, testimonio de fe y de caridad, etc.)
y en el corazón de cada hombre, a través de la experiencia humana
actual, de cada uno o de la comunidad humana, interpretada la
experiencia a la luz de la fe (cf. GS 11 y DV 8; sobre la relación entre
Biblia y Tradición, cf. tema 43).
42. Las Escrituras dan testimonio de Cristo
Hoy, como ayer, el hombre, en su itinerario hacia Dios, vive en
situaciones de éxodo, de tentación, de desierto, etc. Este encuentro del
hombre con Dios en la fe de la Iglesia, a través de la experiencia humana
actual, guarda analogía y está en continuidad con la experiencia de fe
del Antiguo y del Nuevo Testamento. Cuando nos encontramos con
Cristo nos situamos en el itinerario de fe del pueblo de la Antigua Alianza,
continuando en el pueblo de la Nueva Alianza que es la Iglesia. La
reflexión cristiana sobre las experiencias de fe del Antiguo y del Nuevo
Testamento, siempre en relación con nuestra experiencia humana actual,
nos permiten un encuentro de fe más consciente con Cristo-Jesús como
clave de la historia de salvación: "Estudiáis las Escrituras pensando
encontrar en ellas vida eterna: pues ellas están dando testimonio de mí"
-dice Jesús- (Jn 5, 39; cf. Lc 24, 27; DV 14-17). Las grandes experiencias
bíblicas conducen a El, dan testimonio de El. Vamos, pues, al encuentro
de Cristo por los caminos del Dios vivo.
43. Desde la fe de la Iglesia
El cristiano, al tratar de comprender hoy su vida de fe, o el itinerario
del encuentro del hombre con Cristo, en la experiencia humana actual, lo
ha de hacer desde la fe de la Iglesia en Cristo Jesús. A veces se trata de
una fe implícita que es necesario explicitar. El creyente, porque conoce
ya a Jesucristo, por la palabra de los Apóstoles, trasmitida por la Iglesia,
sabe a la luz de esta fe, que cuando el hombre se encuentra con los que
anuncian la palabra de Dios, se encuentra con Cristo; que cuando realiza
obras de amor con los pobres se encuentra con Cristo; que cuando
padece persecución por la justicia con paciencia evangélica, está en el
camino de Cristo... Pero sobre todo sabe que el encuentro con Cristo se
realiza en la Iglesia. Cristo está presente en la proclamación de la
palabra, en la vida de la Iglesia, y de modo del todo singular en la
Eucaristía. Los demás caminos para el encuentro con Jesús, el Señor, no
tienen sentido sin la Iglesia, cuerpo de Cristo y pueblo de Dios.
44. Itinerarios del encuentro con Cristo
Vamos a tratar a continuación de algunos de estos itinerarios del
encuentro del hombre con Cristo. Se podría haber tratado de algunos
otros. Pero los que aquí se indican son suficientes. No hablamos en
estas páginas que siguen propiamente del encuentro «sacramental» con
Cristo, -aunque se alude brevemente a la Eucaristía-, sino sobre todo del
encuentro con Cristo por la fe. Por esto, las expresiones "Cristo está
presente en los pobres" y otras semejantes no deben entenderse en un
sentido "localista", aunque siempre hagan referencia a una relación real
del hombre creyente con Cristo-Jesús.
45. Las grandes experiencias bíblicas
Las grandes experiencias bíblicas que vamos a considerar son estas:
* Alianza: Encontramos a Cristo, donde los hombres reconocen a
Dios, donde los hombres se respetan y se aman.
* Exodo: Cristo está donde el hombre es liberado de los ídolos y
poderes que le asedian y esclavizan.
* Desierto: Cristo está donde los hombres experimentan las
dificultades de la liberación.
* Tentación: Nos encontramos con Cristo, cuando en las encrucijadas
de la vida aceptamos la llamada de Dios.
* Pobreza: Encontramos a Cristo en los pobres; en ellos quiere ser
servido.
* Profecía: Cristo está en los profetas enviados por Dios: En los que
llevan su palabra. Encontramos a Cristo cuando cumplimos la Palabra de
Dios.
* Actitud de Siervo: Nos encontramos con Cristo cuando hacemos
nuestra su actitud de Siervo de Yahvé, el camino de los justos
injustamente perseguidos.
* Iglesia: Cristo está en medio de los que se reúnen en su nombre.
* Alegría: Encontramos a Cristo en la paz, en la alegría; una paz que
el mundo no puede dar, una alegria que nadie nos puede quitar.
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PISTAS PARA LAS REUNIONES
1) Estamos profundamente convencidos de que la vida tiene un
sentido. Pero al mismo tiempo cambiamos muchas veces de opinión
sobre lo que constituye el sentido de la misma. Poner en común, al nivel
que cada uno quiera, las veces en que ha cambiado de opinión sobre el
sentido concreto de su vida.
2) Hay quienes dicen: "yo puedo dar sentido a mi vida, prescindiendo
de Dios". ¿Tú, qué dices?
3) Leer y comentar Génesis 3: la pretensión original del hombre, ser
como Dios prescindiendo de Dios (ver tema 24). Se trata de reconocer
como actual la tentación original del hombre.
4) La fe "nos libera de la ilusión, enraizada en el pecado, de creer que
podemos fundar nuestra existencia personal en virtud de nuestra propia
decisión" (R. BULTMANN, Jesucristo y mitología, Ed. Ariel. Esplugues de
Llobregat, Barcelona, 1970, p. 106). ¿Es esto así?
5) Los ídolos son creación del egoísmo humano en los que el hombre
pretende encontrar equivocadamente el sentido de su vida (dinero,
poder, sexo...). No es fácil reconocer los propios ídolos. Puede
ayudarnos esta pregunta: ¿qué es lo que buscamos por encima de todo?
6) «El descubrimiento que se impone al psicoterapeuta en presencia
de sus enfermos neuróticos es éste: casi todos estos enfermos sufren de
la pérdida del sentido de la existencia en general y de la suya en
particular. Su mayor sufrimiento consiste, pues, en que, a causa de la
pérdida del sentido de su existencia y a causa de la desvalorización de la
existencia en todos sus dominios, se ven imposibilitados de arraigar
verdaderamente, es decir, sin sentirse amenazados, tanto en el mundo
como en la sociedad, en la profesión o en su papel sexual, así como en
sí mismos. El estado de necesidad psíquico de la neurosis existencial
penetra más hondo en el interior del hombre que otros y debe
entenderse como la repercusión de un secreto nihilismo de la
personalidad; así, hace su aparición una nueva forma de mal, el mal del
desgarramiento existencial que divide la personalidad en una voluntad de
determinación de su último destino y una voluntad contraria de fuerza
análoga: "no quiero ser el que soy"; por lo general, esta formulación no
se expresa, pero se mueve en el fondo oscuro del hombre. La pregunta
latente en muchos hombres que no pueden componérselas con una
existencia que ha perdido el sentido para ellos es precisamente: "¿cómo
puedo arreglarme en la existencia sin un sentido? (cf. VON GEBSATTEL,
Imago hominis, Ed. Gredos, Madrid, 1969, pp. 37, 72.
7):MARXISMO/V-SENTIDO:Adam Schaff,
uno de los hombres más representativos del humanismo marxista, viene
a decir que "el marxismo no debe ser concebido en términos de felicidad;
al marxismo sólo se le puede pedir una liberación sociopolítica, una
liberación de la opresión cristalizada en las estructuras sociales. La
felicidad es un asunto puramente subjetivo y que escapa a toda
pretensión científica, pero exige que haya desaparecido todo resto de
explotación y dominación. Y a esto precisamente atiende el marxismo". El
mismo Adam Schaff confiesa que los jóvenes se le acercan preguntando
por el sentido de la vida y que el marxismo no tiene respuesta para este
interrogante fundamental. (BELDA-ALBERDI, Marxismo y cristianismo II,
CEASO, Madrid, 1973, p. 108). Comentario en grupo: ¿el Evangelio debe
ser concebido en términos de felicidad?
8) Comentar en grupo: "Bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre
que pueda salvarnos" (Hch 4, 12).
9) Cristo ha resucitado, Cristo es el Señor. Las reacciones primarias
ante el acontecimiento son de asombro, sorpresa, duda, incredulidad (Lc
24, 11. 12. 16. 21. 37. 41; Hch 2, 13. 15). Pero por encima de todos
estos sentimientos se impone una convicción más fuerte: "¿por qué
buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado" (Lc
24, 5-6). ¿Qué significa todo esto para nosotros?
10) Nosotros podemos reconocer en nuesta propia vida el señorío, el
dominio, el poder de Jesús resucitado como los primeros creyentes,
como los creyentes de nuestro tiempo. Es el Señor y lo manifiesta.
Puedes ser testigo tú mismo. A cualquiera de nosotros puede ir dirigida
la pregunta de Pablo: "Poneos a la prueba a ver si os mantenéis en la fe,
someteos a examen; ¿no sois capaces de reconocer que Cristo Jesús
está entre vosotros?" (2 Co 13, 5). Comentar en grupo.
11) Poner en común (si he llegado): ¿Cómo he llegado a reconocer a
Jesús como Señor?
12) ¿Qué definición de fe responde más a tu experiencia: «fe es creer
lo que no vimos» o "fe es llegar a ver lo que es increíble"? Comentar el
pasaje de Pablo: "... en vuestros días voy a realizar una obra que no
creeréis aunque os la cuenten" (Hch 13, 41).
13) Con el reconocimiento de Jesús como Señor, la conversión es
parte integrante de la experiencia de fe. No obstante la diversidad de
tiempos, lugares y auditorios, las predicaciones de Juan Bautista, Jesús,
Pedro o Pablo ofrecen todas un mismo esquema y una misma
orientación: anuncian la acción de Dios y llaman a la conversión. Ver y
comentar alguno de estos pasajes: Mt 3, 2; 4, 17; Hch 2, 36.38; 3, 15.19;
5, 31; 10, 40-43; 13, 30. 38-39.
14) ¿Puede el hombre cambiar? ¿Has cambiado tú alguna vez?
Comentar el pasaje de Jesús y Nicodemo (Jn 3, 1-21). Ver tema 33,
141-142.
15) CV/CATECUMENADO: Conversión primera, conversión segunda y
conversión continua: ver su distinción en el tema 22, 2.
16) Conversión inicial y conversión fundamental: ver tema 33,
150-151. Ver ME 2, pp. 219-221. Ver ICA, Doc. 2.
17) Profundizar en la conversión como proceso de la sed al agua de la
vida (Jn 4), de la ceguera a la luz (Jn 9), de la muerte a la vida (Jn 11).
Ver tema 22, 5-7.
18) Conversión inicial y justificación total. El caso del paralítico. Ver ME
2, p. 220.
19) La conversión como vuelta profunda a Dios: con todo el corazón.
Ver tema 22, 10.
20) La conversión como vuelta profunda a Cristo. Desde Cristo,
convertirse es convertirse a Cristo. Ver tema 33, 147. La conversión es
seguimiento de Cristo: "ven y sigueme". Ver Mt 4, 18-22 y paralelos.
21) La conversión como descubrimiento de los valores de Evangelio:
Mt 5, las bienaventuranzas, diseño del hombre nuevo. Visión de conjunto
de los temas 34-41.
22) La conversión y las dimensiones del hombre nuevo: dimensión
moral, dimensión comunitaria y dimensión litúrgica. Ver tema 34, 44-46.
Ver ME 2, p. 225.
23) Conversión y experiencias bíblicas. Vamos al encuentro de Cristo
por los caminos del Dios vivo. Ver tema 2, 37. 42. 44. 45. Ver ME 2, pp.
167-168 ss. Visión de conjunto de los temas 3-11.
24) La evangelización en la Iglesia primitiva. Informalidad y libertad.
Constantes: objetivo, tiempo y proceso, esquemas de evangelización. Su
significado hoy. Exposición y diálogo. Ver ICA, Doc. 2.
25) Perdón, amnistía, justificación: parte de la Buena Noticia del
Evangelio. Ver Hch 2, 38; 13, 38-39; Lc 24, 47.
26) Complejo de culpabilidad, culpa real e imagen de Dios. Ver tema
23; ver tema 19.
27) Experiencia de fe y juicio de Dios. El juicio de Dios comienza ahora.
No pesa condena alguna sobre los que están en Cristo Jesús (Rm 8, 1).
Ver tema 71.
28) Impotencia de la naturaleza y de la ley para justificar a los
hombres. Función de la ley: Rm 3, 20; Ga 3, 24. Necesidad de la gracia:
Jn 15, 5. Ver tema 35, 3-5. La moral del cristiano, fruto de la gracia. Ver
tema 35, 2