¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! En efecto, ¿quién conoció el pensamiento de Señor? O ¿quién fue su consejero? O ¿quién le dio primero que tenga derecho a la recompensa? Porque de él, por él y para él son todas las cosas. ¡A él la gloria por los siglos! Amén" Rom 11,33-35
   
  AUTOCEFALIA UNIVERSAL Y APOSTOLICA EN EL ESPIRITU DE S. BENITO ABAD Y S. IGNACIO DE LOYOLA +JOSE FERNANDO MONTOYA
  TEMA16VIDA PUBLICA
 

CATECUMENADO 16 VIDA PUBLICA DE JESUS.
J/BAU MIGRO/QUÉ-ES
VIDA PÚBLICA DE JESÚS
BAUTISMO - PREDICACIÓN - SIGNOS
OBJETIVO CATEQUETICO
* Descubrir quién es realmente Jesús:
- Sus actitudes.
- Su personalidad mesianica, consecuente con sus actitudes.

43. Los comienzos: misión, vocación, bautismo
Los evangelios describen los comienzos de la vida pública de Jesús de
modo que en ellos expresan el núcleo esencial de su misión, de su
vocación. Tales comienzos están presididos por un hecho que desde la
más antigua tradición es transmitido con insistencia: su bautismo de
manos de Juan en el Jordán. El hecho es narrado de forma que la
imágenes exteriores apuntan a una realidad que jamás se podrá
expresar adecuadamente con palabras.

44. Hijo de Dios y Siervo de los hombres: "...a quien prefiero"
Se trata de expresar la relación del Padre con Jesús y de la fuerza del
Espíritu. Esta relación es expresada en términos de Antiguo Testamento:
«Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto» (Mc 1, 11). Así se evoca la figura
del Siervo de Yahvé, al que están consagrados algunos cánticos del libro
de Isaías. Alli se lee: «Mirad a mi siervo..., mi elegido, a quien prefiero»
(Is 42,1). Y en otro pasaje: "el Señor cargó sobre él todos nuestros
crímenes" (Is 53, 6).

45. Vocación de servicio. Sin condiciones, hasta la muerte
El bautismo de Jesús es expresión de su solidaridad con el pueblo
pecador, que se dispone a recibir el reino de Dios, anunciado como
inminente por Juan. El bautismo es, además, un signo del servicio de
Jesús, de su sumisión y hasta de su muerte. Más adelante, aludirá Jesús
por dos veces al final de su existencia terrena con la palabra «bautismo»
(Mc 10, 38; Lc 12, 50). El Hijo amado se consagra como siervo, como
humilde y pequeño, como cordero que lleva los pecados del mundo. Tal
es su vocación.

46. Un bautismo para todos los creyentes futuros
En la narración del bautismo se expresa también la relación del
Espíritu Santo con Jesús: "Vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él
como una paloma" (Mc 1, 10). De modo semejante prosigue también el
cántico del Siervo de Yahvé: "Sobre él he puesto mi Espiritu..." (Is 42, 1).
Por este bautismo del Espíritu, cobra nuevo significado el bautismo de
agua de Juan: se convierte en símbolo del bautismo del Espiritu para
todos los creyentes futuros.

47. Sumergido en el Jordán, en lugar nuestro
Así celebra este acontecimiento la Liturgia de Oriente en la vigilia de la
Epifanía: "Hoy inclina el Señor la cabeza ante la mano del precursor; hoy
lo bautiza Juan en las ondas del Jordán; hoy oculta el Señor en el agua
las culpas de los hombres; hoy es atestiguado desde lo alto como hijo
amado de Dios; hoy santifica el Señor la naturaleza del agua". Se
inmerge en la corriente del Jordán no para purificarse a sí mismo, sino
para preparar nuestra regeneración.

48. La tentación, oposición al bautismo
Los Evangelios nos hablan de tentaciones contra la vocación de Jesús
(Mt 4, 1-11; Mc 1, 12-13; Lc 4, 1-13; cf. Tema 6). Además de estas
tentaciones narradas al comienzo de la vida pública de Jesús nos
cuentan la tentación ocurrida en medio de su actividad pública, por
ejemplo, cuando reveló por vez primera la forma de su muerte, el
bautismo definitivo, que sería su muerte: "Pedro se lo llevó aparte y se
puso a increparlo: ¡No lo permitas, Dios, Señor! Eso no puede pasarte.
Jesús se volvió y dijo a Pedro: Quítate de mi vista, Satanás, que me
haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios" (Mt 16,
22-23). La petición bienintencionada de Pedro se oponía a la misión de
Jesús; era una tentación de su adversario Satan".

49. En Galilea, allende el Jordán
Así, pues, habiendo recibido el Espiritu y superando toda tentación
contra su propia misión, Jesús inaugura su predicación justamente en el
momento en que Juan había sido arrestado. Comienza a predicar en
Galilea. "Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaias: País de
Zabulón y país de Neftali, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea
de los gentiles. El pueblo que habitaba en tiniebias vio una luz grande; a
los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: Convertíos, porque está
cerca el Reino de los Cielos" (Mt 4, 14-17). O como dice San Marcos: "Se
ha cumplido el plazo; está cerca el Reino de Dios: Convertios y creed el
Evangelio" (Mc 1, 15).

50. El mundo postrado en tiniebias necesita luz
El fondo dei corazón humano alimenta siempre la espera de una
buena noticia. A lo largo de la historia los hombres han ido
materializando esta espera, y así se han ido entregando a la búsqueda
de la "piedra filosofal", del "vellocino de oro" o de los "paraísos
terrestres". Nuestro mundo todavía puede soñar la novedad radical
siguiendo la inmensa ruta de los "viajes espaciales". Y cada persona,
desde su rincón, espera durante mucho tiempo un mañana mejor. En
definitiva, el pueblo postrado en tiniebias necesita una intensa luz.

51. El reino de Dios ya está entre vosotros RD/OCULTO Jesús
anuncia una radical novedad: el Reino de Dios. Y, sin embargo, se
abstiene de las fantásticas descripciones con que entonces se engañaba
la imaginación popular. No desenvaina ninguna espada, ni derriba
ninguna estrella del cielo. El Reino de Dios no es algo que sobrevenga y
caiga desde fuera, de una manera externa y accidental, como un aerolito
o como una catástrofe. El Reino de Dios es una realidad que se está
forjando en el seno de la humanidad. Preguntado por los fariseos
cuándo había de llegar el Reino de Dios, Jesús contestó: "El Reino de
Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está
allí; porque mirad, el Reino de Dios está dentro de vosotros»
(/Lc/17/20-21).

52. EI Reino de Dios oculto
El judaísmo, tomando al pie de la letra los oráculos escatológicos del
Antiguo Testamento, se representaba la venida del Reino como algo
fulgurante e inmediato. Jesús lo entiende de otra manera. El Reino viene
cuando se dirige a los hombres la Palabra de Dios. Debe crecer, como
una semilla sembrada en el campo (Mt 13, 3-9.18-23). Crecerá por su
propio poder como el grano (Mc 4, 26-29). Fermentará y levantará al
mundo, como la levadura echada en la masa (Mt 13, 33). Sus humildes
comienzos contrastan así con el futuro que se le promete. Las parábolas
del Reino de Dios vienen a decir que lo que importa no es el efecto
exterior que deslumbra a los hombres, pero no les nutre, sino la acción
de Dios, que está oculta en el cotidiano quehacer, en la vida ordinaria de
los hombres.

53. Ha comenzado ya en la persona de Jesús
Lo más sorprendente del mensaje de Jesús es que anuncia un Reino
que ha comenzado ya en su propia persona. Mientras los videntes
apocalípticos hablaban sobre cosas que caían fuera de ellos mismos,
Jesús lleva el Reino de Dios en sí mismo. «Volviéndose a sus discípulos,
les dijo aparte: ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque
os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros,
y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron» (Lc 10, 23-24). El Reino
de Dios no es para Jesús una visión lejana. El mismo Jesús está en
medio de él, empeñado en la lucha contra otro reino: "Si yo echo los
demonios con el dedo de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha
llegado a vosotros" (Lc 11, 20).

54. Jesús lleva en sí mismo la cercanía de Dios.
Una autoridad que no tiene par
Jesús hace sentir sin rodeos, a todo el que se le acerca con corazón
sincero, la cercanía de Dios. Asi lo percibe Nicodemo y le dice a Jesús:
"nadie puede hacer los signos que tú haces, si Dios no está con él" (Jn 3,
2). Jesús lleva en sí mismo la cercanía de Dios. Ello da a su persona una
autoridad serena, que no tiene par: "La gente estaba admirada de su
enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas"
(Mt 7, 28-29). Jesús completa todo lo que le precede y enseña con
palabras que durarán más que el cielo y la tierra, destinados a pasar (Mc
13, 31).

56. El Reino de Dios es inseparable de la conversión del hombre
Jesús enfoca su predicación en la línea de los grandes profetas, que
prepararon su venida. Asimismo, salvando la diversidad de los tiempos,
de los lugares y de los auditorios, las predicaciones de Juan Bautista, de
Jesús, de Pedro o de Pablo ofrecen todas un mismo esquema y una
misma orientación: llaman a la conversión y anuncian un acontecimiento.
El Reino de Dios es inseparable de la conversión del hombre.

57. La palabra de Jesús frente a la experiencia del mundo
Ahora bien, la predicación de Jesús incide en su mundo, donde reina
de modo manifiesto la experiencia contraria. Si su predicación proclama
como presente el Reino de Dios y llama a la conversión, el mundo vive
justamente lo contrario: no existe ningún Señor y, además, el hombre no
puede cambiar. Quedan, pues, alineadas, frente por frente, la Palabra de
Jesús y la experiencia del mundo. El mundo prescinde de Dios,
desconoce su acción en la historia y no experimenta necesidad de
conversión.

58. La conversión como buena noticia: El Reino de Dios en acción
RD/GRATUIDAD:Sumamente importante esto: la
predicación de Jesús exige conversión no únicamente exhortando a los
hombres a vivir como deben, sino anunciándoles que el Reino de Dios
está ya presente y en acción. En virtud de este acontecimiento de la
llegada del Reino de Dios, la conversión le es ofrecida al hombre
gratuitamente, de balde. Es una posibilidad de vida nueva que se abre
por gracia con la venida del Reino. El cumplimiento del Sermón de la
Montana (programa de Jesús) es anunciado a hombres que no pueden
cumplir la Ley. Si tal anuncio no fuera hecho en un régimen de gracia, no
sería recibido como buena nueva, sino como mala noticia. Sería como
cargar un peso sobre los hombros de quienes ya se doblan.

59. La fuerza de Dios se despliega en la debilidad del hombre
En efecto, el hombre está sometido a señores muy poderosos, como
para que -por su propia fuerza- pueda cambiar: "ninguno (de vosotros)
cumplís la Ley" (Jn 7, 19), dice Jesús a los judíos (y le quieren matar). El
hombre, ciertamente, necesita "nacer de lo alto" (Jn 3, 3.7). Ahora bien,
si el hombre cambia, si el hombre sigue un proceso serio de conversión,
entonces es que el Reino de Dios ha aparecido en medio de nosotros
(cf. Lc 11, 20). La fuerza de Dios se despliega en la debilidad del hombre
(2 Co 12, 9).

60. Anunciar a los pobres la buena nueva
Por ello la buena nueva es anunciada a los pobres, es decir, a todos
aquéllos que tienen conciencia de su limitación e insuficiencia. Así
cumple Jesús la profecía de Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el evangelio a los
pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista»
(Lc 4, 18). Esta Escritura se cumplió un día en la sinagoga de Nazaret
(Lc 4, 21) y en toda la vida pública de Cristo. Inspiración semejante
refleja la respuesta que Jesús da a los enviados de Juan: "Id a anunciar
a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los
leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los
pobres se les anuncia el Evangelio" (Lc 7, 22).

61. Exigencias para entrar, desde ahora, en el Reino de Dios
El Reino es el don de Dios por excelencia, el valor esencial que hay
que adquirir a costa de todo lo que se posee (Mt 13, 44 ss.). De ahí se
sigue que es necesaria una decisión; hay que convertirse, buscar
continuamente el rostro de Dios (Cf. Sal 104, 4), abrazar las exigencias
del Reino. El Reino no es algo que se pueda considerar como un salario
debido en justicia: Dios contrata libremente a los hombres en su viña y
da a sus obreros lo que le parece bien (Mt 20, 1 -1 6).
Sin embargo, si bien todo es gracia, los hombres deben responder a
esta gracia: se requiere un alma de pobre (Mt 5, 3), una actitud de niño
(Mt 18, 1-4; 19, 14), una búsqueda activa del Reino y de su justicia (Mt 6,
33), la perseverancia en medio de las persecuciones (Mt 5, 10; Hch 14,
22; 2 Ts 1, 4-5), el sacrificio de todo lo que se posee (Mt 13, 44 ss.), una
justicia mayor que la de los fariseos (Mt 5, 20); en una palabra, el
cumplimiento de la voluntad del Padre (Mt 7, 21), especialmente en lo
que toca al amor fraterno (Mt 25, 34-40). Todo esto se exige a quien
quiera entrar ya desde ahora en el Reino de Dios.

62. Jesús perfecciona e interioriza la ley
BITS/RD:Las exigencias del Reino de Dios las encontramos resumidas
en el Sermón de la Montaña. No se trata de leyes minuciosamente
formuladas, ni de un reglamento impersonal. Jesús nos pone delante de
Dios vivo. El perfecciona e interioriza la Ley, que hasta entonces se
había quedado en lo exterior.
Todas las modificaciones que Jesús introduce aparecen formuladas
del siguiente modo: "No sólo... sino también". No sólo el homicidio, sino
también la simple palabra de odio. No sólo el adulterio, sino también la
simple mirada y deseo, y el pensamiento que se consiente. Lo mismo
sucede cuando exige que se diga la verdad, sin necesidad de juramento,
en el mandato de no vengarse, y, finalmente, en la invitación a un amor
que no excluya a nadie, ni aún a los enemigos, imitando la perfección del
Padre, que hace salir el sol y envía su lluvia sobre justos y pecadores (Mt
5, 43-48).

63. El don del Espíritu
Ante el Sermón de la Montaña, el hombre tiene delante la voluntad de
Dios sin velos ni tapujos. La primera reacción del corazón generoso es
de asombro y gozo: "Sí, así es; así debe ser. esto es vida...". Pero
inmediatamente surge la pregunta: «¿Es esto posible?». Y pensamos:
«esto no se puede cumplir al pie de la letra». Precisamente por eso no
se puede convertir en simple ley. Sin embargo, es voluntad de Dios, es la
alegría del Reino. Y, de hecho, muchos lo van experimentando: son
aquéllos que acogen con fe el Don del Espíritu.
64. El hombre, en el punto de una opción: acogida o rechazo del Reino
de Dios
La predicación del Reino de Dios sólo ejerce su fuerza salvadora si el
hombre responde con la fe. El Evangelio es "una fuerza de salvación de
Dios para todo el que cree" (Rm 1, 16). Conduce al punto de una opción.
No caben términos medios. Es preciso decidir. Como dice Jesús: "El que
no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama"
(Lc 11, 23).
El rechazo humano del Evangelio tiene su prototipo en la actitud
cerrada de Jerusalén ante la predicación de Jesús: "¡Jerusalén,
Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían!
¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina a sus
pollitos bajo las alas! ¡Pero no habéis querido!» (Lc 13, 34). San Pablo
experimentará, como Jesús, el rechazo dado a su predicación y dirá:
«Pero no todos han prestado oído al Evangelio...» (Rm 10, 16).

65. Jesús anuncia y ofrece el perdón de Dios
Jesús fue enviado por su Padre, no como juez, sino como Salvador (Jn
3, 17 ss.; 12, 47). Invita y suscita la conversión en todos los que la
necesitan (Lc 5, 32; 19, 1-10), revelando que Dios es un Padre que tiene
su gozo en perdonar (Lc 15) y cuya voluntad es que nada se pierda (Mt
18, 12 ss.). Jesús no sólo anuncia este perdón a quien se reconoce
pecador, sino que, además, lo ejerce; da testimonio con sus obras que
dispone de este poder reservado a Dios (Mt 9, 5 ss.; cf. Jn 5, 27). A los
pecadores que se veían excluidos del Reino de Dios por la mezquindad
de los fariseos, proclama el Evangelio de la misericordia infinita. Jesús
los acoge y come con ellos (Lc 19, 1-10; 15, 2). Los que alegran el
corazón de Dios no son los hombres que se creen justos, sino aquéllos
que reconocen su pecado (Lc 18, 9-14), aquéllos que son como la oveja
o la dracma perdida y hallada (Lc 5, t-10). El corazón de Dios Padre, que
mostraba Jesús, en cada uno de sus actos, quedó retratado para
siempre en la parábola del hijo pródigo: el Padre está acechando el
regreso de su hijo y, cuando lo descubre de lejos, siente compasión y
corre a su encuentro (Lc 15, 20).

66. Encontrar a Dios Padre en el centro de la vida
Jesús es el revelador de Dios como Padre. En su vocabulario hay una
palabra que lo resume todo: Abba. Es una palabra infantil y confiada,
una de las primeras que afloran en la boca humana: papá, abba. Esta
palabra aramaica es un diminutivo. Así llamaba Jesús a Dios. Y además
nos enseña a nosotros a hacer lo mismo. Para ello nos envía su Espíritu:
«Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos
hijos de Dios" (Rm 8, 16). Jesús revela que el hombre puede acudir
siempre a Dios en el cotidiano quehacer, tal como es, con sus miserias y
necesidades. Confiar en el Padre, encontrar a Dios en el centro de la
vida, es para Jesús el verdadero corazón del Evangelio.

70. Les anunciaba la palabra con muchas parábolas
Para su predicación, Jesús utiliza frecuentemente la parábola,
narración destinada a ilustrar una verdad por medio de analogías y
comparaciones: «Con muchas parábolas parecidas les exponía la
Palabra, acomodándose a su entender» (Mc 4, 33). Así, de modo
sencillo, explica Jesús la génesis, desarrollo y crecimiento del Reino de
Dios.

72. Muchos se quedan en el umbral de la parábola:
Tienen embotado el corazón. Están fuera
En quienes se quedan en el umbral de la parábola, Jesús ve cumplida
la profecía de Isaias: "Oiréis con los oidos sin entender; miraréis con los
ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros
de oído, han cerrado los ojos: para no ver con los ojos ni oír con los
oídos, ni entender con el corazón ni convertirse para que yo los cure»
(Mt 13, 14-15). Jesús no se alegra por ello ni lo desea sino que, al
contrario, lo deplora. Sencillamente, llama la atención sobre un hecho.
Efectivamente, muchos no penetran en el sentido de la parábola: tienen
embotado el corazón, duros de oídos, cerrados los ojos. Están fuera del
Reino de Dios (/Mc/04/11).

73. El plan de la revelación se realiza por obras y palabras
intrínsecamente ligadas
En la predicación de Jesús, los hechos acompañan a las palabras.
Jesús anuncia una palabra que se cumple. Esto es, los signos
acompañan a la predicación. Es ésta, por lo demás, una característica de
la historia de la salvación que alcanza su plenitud en Cristo. Tal
característica es señalada por el Concilio Vaticano ll: «El plan de la
revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas; las
obras que Dios realiza en la historia de la salvación manifiestan y
confirman la doctrina y las realidades que las palabras significan; a su
vez, las palabras proclaman las obras y explican su misterio" (DV 2). En
definitiva, el estilo de Cristo es ese que utiliza en la sinagoga de Nazaret:
«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír» (Lc 4, 21). Es decir,
Cristo cumple con su misión salvadora el Reino de Dios que anuncia.

74. Los milagros, como acontecimientos del Reino de Dios
MIGROS/RD
Los milagros de Jesús se inscriben dentro de la perspectiva de la
inauguración del Reino de Dios, anunciado por su predicación. Los
milagros son la palabra de Dios hecha acontecimiento. Frecuentemente,
el hombre moderno se pregunta sobre la relación entre milagro y orden
físico, es decir, si los milagros suceden «fuera de las leyes de la
naturaleza». En realidad, la Biblia no nos explica nunca la relación entre
milagro y naturaleza, sino la que hay entre milagro y Dios. Para los
hombres que escriben la Biblia, el milagro es una experiencia de la
intervención de Dios en los sucesos.

75. El milagro no es una intervención arbitraria y extraña de Dios
Nadie nos obliga a considerar los milagros como una intervención
arbitraria y extraña de Dios, como si Dios impidiera el curso de su propia
creación. Por el contrario, el milagro no va contra las fuerzas de la
creación, sino que hace brillar de manera maravillosa el señorío de Dios
sobre la naturaleza y la historia, en la dirección de una plenitud por la
que la creación entera gime y sufre dolores de parto (Rm 8, 22). Como
dice Jesús: «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo» (Jn 15,17).

76. Ignoramos lo que Dios puede hacer con el mundo y con nosotros

Por ello, en el milagro, lo menos importante es lo que pueda haber de
suspensión de leyes de la naturaleza. El milagro es ante todo una
manifestación de Dios, un signo a través del cual el creyente rastrea la
presencia de la nueva creación, cuya plenitud es Jesucristo resucitado.
De este modo el creyente descubre insospechadas posibilidades que
Dios reserva para el hombre y para el mundo.

77. Los milagros sirven a la predicación, en cuanto la muestran eficaz

Los milagros de Jesús son parte de su predicación. Son el
cumplimiento de su palabra. Donde su predicación o al menos su
persona no es acogida con algún grado de fe, Jesús no obra milagros,
por ejemplo, ante un grupo de hombres cerrados ya de antemano, como
sus paisanos de Nazaret, los fariseos o Herodes. Si es cierto que una vez
se lee: "Creedme... Si no, creed a las obras" (Jn 14, 11), también leemos
que Jesús no tenía mucha confianza en quienes sólo creían por razón de
los milagros (Jn 2, 23-24). Y él mismo dice de los hermanos del rico
glotón: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni
aunque resucite un muerto (Lc 16, 31).

78. Donde no hay fe no es percibido el milagro. Sin violentar la
condición humana
Por parte del hombre, la fe es acogida recepción de la palabra
predicada. Si el milagro es la palabra cumplida, se sigue entonces que,
donde no hay fe, no es percibido el sentido profundo del milagro. Por ello
dice Jesús: "Dichosos los que crean sin haber visto" (Jn 20, 29). Esos
son, efectivamente, los que verán. El Reino de Dios no viene aparatosa
ni espectacularmente. El Reino viene, como Jesús, bajo la figura del
Siervo, sin dejarse sentir, sin triunfalismos, sin apariencias. Los milagros
que Jesús lleva a cabo para manifestar el sentido de su palabra no
atentan en nada contra la condición humana de su presencia en el
mundo, y por tanto contra su misión de siervo. No pretenden establecer
de antemano el "paraíso", sino orientar a los hombres hacia lo que
anuncia su mensaje, revelar el poder de liberación del Reino de Dios que
llega.

79. El milagro como signo mesiánico acerca de Jesús
Con sus milagros, manifiesta Jesús que el Reino mesiánico anunciado
por los profetas está presente en él (Mt 11, 2 ss.). Pero no es el
acontecimiento milagroso aislado lo que da testimonio de Cristo, sino el
acontecimiento, en cuanto que referido a su Palabra, implica el
cumplimiento de la misma. La Iglesia naciente consideró los milagros
como consideró las parábolas y otros gestos del Señor (por ejemplo, el
lavatorio de pies en la última cena; cf. Jn 13, 1-6), es decir, como
revelaciones o señales para aquéllos a quienes se había dado a conocer
los misterios del Reino de Dios (Mc 4, 11 ss.).

80. Incapacidad equivalente a rechazo
El milagro está en relación inmediata con el reino de Dios que Cristo
anuncia, con su persona y con su misión. En definitiva, la incapacidad de
muchos hombres para percibir el verdadero significado de los milagros
de Jesús es considerada por El como equivalente al rechazo de su
evangelio y, en último término, como un aspecto del escándalo general al
que está expuesto el misterio central de su persona.

81. Ungido de Espíritu
Es interesante destacar que Jesús comienza a realizar milagros
después de recibir el Espíritu en el bautismo. Ungido de Espíritu y poder,
inaugura la Nueva Creación (Mt 3, 16), arroja su semilla anticipando lo
que está llamada a ser la humanidad entera. El es el nuevo Adán, el
Hombre Nuevo en medio de un mundo que declina hacia la muerte.

82. Los apóstoles repiten las acciones salvadoras de Jesús
Cuando los apóstoles reciben el Espíritu, repiten asimismo las
acciones salvadoras de Jesús: "Ellos se fueron a pregonar por todas
partes y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que
los acompañaban» (Mc 16, 20). Los apóstoles toman conciencia de que
Jesús está con ellos, según su promesa.

83. Dios actúa y Jesús sigue actuando
En la Iglesia de hoy, como en la Iglesia naciente (Hch 2, 43; 3, 12 ss.),
Jesús continúa actuando y haciendo milagros. Hoy como ayer este
lenguaje es incomprendido por el espíritu soberbio o arreligioso, pero lo
percibe el que sabiendo que nada es imposible para Dios se abre a los
requerimientos de la fe y del amor, cuando el contexto religioso del
hecho indica que Dios ha hecho señas.
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PISTAS PARA LA REUNION

TEMA 16. LA EVANGELIZACION DE JESUS

1) ¿Qué relación encontramos entre evangelización, vocación y
bautismo?
- en Jesús de Nazaret;
- en cada uno de nosotros.

Comentar los nn. 43-48.

2) Lectura de Is 42, 1-9 y de Mc 1, 9-11: participación comunitaria.

3) ¿Qué buena noticia esperas en este momento?

4) ¿Qué situación infra-humana querrías ver superada?

5) El evangelio de Jesús es para aquéllos que viven una situación
infra-humana: los ciegos, los cojfos, los leprosos, los sordos, los muertos,
los pobres. Comentar en grupo Lc 7, 22.

6) El evangelio es una luz para aquéllos que habitan en tinieblas, en
"Galilea de los gentiles", en las Galileas de ayer y de hoy. Presentar el
pasaje Mt 4, 1 4-17. Poner en común experiencias de luz y de oscuridad.


7) La palabra de Jesús frente a la experiencia del mundo:

- ¿camina el mundo al azar?
- ¿la historia tiene un Señor?;
- ¿puede el hombre cambiar?

Comentar en grupo el n. 57. Poner en común la propia experiencia.

8) El reino de Dios no viene aparatosamente, ya está entre nosotros,
ha comenzado en la persona de Jesús, es recibido como don del
Espíritu. Comentar en grupo estos pasajes: Mt 13, 33; Lc 17, 20-21; 10,
23-24; 11, 20; Mt 7, 28-29; Jn 3, 3.7. ¿Qué significan hoy para nosotros?


9) El reino de Dios es inseparable de la conversión del hombre. Esta
conversión:

- es seguimiento de Cristo (Mt 4, 18-22).
- supone unas exigencias para entrar desde ahora en el reino de Dios
(n. 61);
- supone un descubrimiento de los valores del evangelio resumidos en
el Sermón de la Montaña (n. 62);
- coloca al hombre en el punto de una opción: acogida o rechazo del
reino de Dios (n. 64).

Ante la conversión del evangelio, ¿dónde nos situamos nosotros hoy?


10) CV/GRATUIDAD "Es sumamente importante esto:
si la predicación exige conversión no es en virtud de una exhortación
moralizadora, sino porque anuncia el acontecimiento de la salvación, el
Reino de Dios en la persona de Jesús. En virtud de dicho
acontecimiento, la conversión del hombre le es anunciada gratuitamente,
es decir, de balde. De otra forma, el evangelio no sería buena nueva,
sino mala noticia. El hombre, en efecto, está sometido a señores muy
poderosos como para que, por sí mismo, pueda cambiar (...). Ahora bien,
si el hombre cambia profundamente, si el hombre sigue un proceso serio
de conversión, entonces es que el Reino de Dios ha aparecido en medio
de nosotros. La fuerza de Dios se manifiesta en contraste con la
debilidad del hombre (2 Co 12, 9)» (ICA, Doc. 2, p. 5; ver también nn.
58-59). Comentar en grupo.

11) Jesús anuncia y otrece el perdón de Dios. Comentar en grupo el n.
65 y confrontarlo con ICA, Doc. 2, pp. 6-7. Poner en común experiencias
actuales.

12) Es necesario eL don del Espíritu. Profundizar existencialmente en
ello. Comentar en grupo el n. 63.

13) La evangelización de Jesús conduce a la experiencia de fe.
Comentar en grupo Lc 10, 23-24. ¿Somos nosotros también testigos?

14) Jesús les anunciaba la palabra con muchas parábolas,
acomodándose a su modo de entender, pero muchos se quedan en el
umbral de la parábola. Están fuera. Comentar en grupo los nn. 70-72.

15) ¿Se dan hoy milagros? ¿Qué es el milagro? ¿Creemos en los
milagros? ¿Qué suponen los milagros? Poner en común alguno de estos
interrogantes.

16) Destacar y comentar algunos aspectos importantes:

- el plan de la revelación se realiza por obras y palabras
intrínsecamente ligadas (n. 73);
- Los milagros son acontecimientos del reino de Dios (n. 74),
cumplimiento de la palabra predicada (n. 77), signo mesiánico acerca de
Jesús (n. 79), anticipación de lo que será la nueva creación (nn. 80-81 );

- el milagro no es una intervención arbitraria y extraña de Dios (nn.
75-76);
- donde no hay fe, no es percibido el milagro (nn. 78 y 8G);
- Dios actúa, Jesús sigue actuando, los apóstoles repiten las acciones
salvadoras de Jesús (nn. 82-83).

¿Todos estos aspectos tienen que ver con la experiencia actual de fe?

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TEMA 16-1

OBJETIVO:
DESCUBRR EL MODO DE EVANGELIZAR DE JESUS
Y CONFRONTARLO CON NUESTRO PROCESO CATECUMENAL

PISTA DE LA REUNION
1 En Galilea, lugar de la predicación, desplazamento contiinuo: por la
sinagogas.
2 ... halló el pasaje...
3 El Espiritu del Señor sobre mí.
4 Anunciar a los pobres la buena nueva.
5 A los cautivos, la libertad.
6 La vista a los ciegos.
7 La liberación a los oprimidos.
8 Proclamar un año de gracia.

PLAN DE LA REUNION
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Presentación del objetivo, plan y pista de la reunión (Lc 4, 14-22).
* Comunicación de pequeño grupo:
Esta escritura ¿se cumple hoy en nuestro proceso catecumenal?
* Puesta en común. Salmo. Canto.
........................................................................

TEMA 16-2

OBJETIVO:
DESCUBRIR EL MILAGRO COMO ACONTECIMIENTO DEL REINO DE
DIOS
Y CUMPLIMIENTO DE LA PREDICACION

PISTA DE LA REUNION
* Lluvia de ideas: Recoger (en el encerado, o de otro modo) los
interrogantes
que los miembros del grupo tienen en torno al milagro.
* Tema 16 (nn. 73-83).

PLAN DE LA REUNION
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Presentación del objetivo, plan y pista de la reunión:
Lluvia de ideas, tema.
* Comunicación de pequeño grupo: Interrogantes...
* Puesta en común. Comentario. Confrontar interrogantes con nn.
73-83 del tema.

 
 
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"Así que, no se gloríe nadie en los hombres, pues todo es vuestro: ... el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es vuestro; y vosotros, de Cristo y Cristo de Dios" ICor 3, 21-23 Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
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