CATECUMENADO 45
VIVIR EN COMUNIÓN
OBJETIVO CATEQUÉTICO
* Descubrir que la Iglesia es un profundo misterio de comunión.
43. Vivir en comunión, distintivo del hombre nuevo
El hombre nuevo es un hombre comunitario: vive en comunión con
Dios y con los hermanos. Sin comunión no hay hombre nuevo. La
comunión es el signo distintivo del cristiano y la realización del mayor de
los mandamientos: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos
a otros, igual que yo os he amado, amaos también entre vosotros. La
señal por lo que conocerán todos que sois discípulos míos, será que os
amáis unos a otros» (Jn 13, 34-35) (54).
44. Como levadura en la masa
Existe, pues, un signo para reconocer a los discípulos de Jesús: se
aman entre sí, como El los ha amado. Su presencia eficaz en medio del
mundo no requiere medios espectaculares, ricos o poderosos. Son la
levadura en la masa (Mt 13, 33) para hacer surgir de un mundo dividido
por nuestros odios, errores e inercias, un mundo nuevo animado por la
fuerza creadora del amor (55).
45. El amor cristiano tiene un dinamismo comunitario
El amor fraterno al que Jesús nos convoca, lleva a superar divisiones y
enfrentamientos entre los hombres. Por la acción del Espíritu, el amor
cristiano tiene un dinamismo comunitario, une a los discípulos de Jesús
entre sí (aunque éstos sean de distintas lenguas, pueblos, razas) y los
constituye en Pueblo de Dios, en Iglesia. Hace de ellos un cuerpo, cuya
cabeza es Cristo. Así, la Iglesia no es el resultado de una mera
determinación de los hombres, sino obra de Jesucristo, que, mediante el
Espíritu, la establece como comunión en la caridad fraterna. Esta
comunión en la caridad es inseparable de la comunión en la fe. La fe es
la raíz de la vida comunitaria cristiana (56).
46. Un inmenso proyecto de comunión para todos los hombres
La humanidad entera está llamada a reunirse en un solo pueblo. Es el
Pueblo de Dios, la Iglesia. Según el plan de Dios, la Iglesia es un
inmenso proyecto de comunión para todos los hombres. Como dice el
Concilio Vaticano ll: «Dios ha dispuesto salvar y santificar a los hombres,
no por separado, sin conexión alguna entre sí, sino constituyéndolos en
un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera santamente» (LG 9)
(57).
47. Fundamento de la comunión
Para vivir este misterio de comunión no es preciso pertenecer a una
nación, a una raza, a una civilización, a una clase social o a un partido
político determinado. La Iglesia no se funda sobre ninguna de estas
bases, sino sobre estas otras: «Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios,
Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade
todo» (Ef 4, 5-6) (58).
48. Acogida fraterna frente al anonimato
Junto a la discordia, el anonimato es contrario a la comunión eclesial.
La Iglesia no es una agrupación de miembros anónimos y yuxtapuestos;
su misterio se concreta en comunidades de fe, donde cada hermano es
llamado por su nombre, donde cada miembro tiene un nombre de
fraternidad cristiana. La relación de fraternidad se determina, sobre todo,
por la calidad de la acogida que cada uno dé a los demás, acogida que
consiste tanto en la solicitud como en la discreción. Sólo la ausencia total
de comunicación es más penosa y más negadora de las consecuencias
de la adhesión vital a Jesucristo que una vinculación a la Iglesia en que
uno se ve integrado por la fuerza y sin nombre propio (60).
49. La comunidad de los corazones, exigencia de la alianza
Ya en el Antiguo Testamento, la Alianza exige el amor fraterno, la
comunión de los corazones. El amor fraterno es amor a todos los seres
humanos. El israelita, para ser fiel al Dios de la Alianza, debe considerar
a cada miembro de su pueblo como «hermano» (Dt 22, 1-4; 23, 20) y
prodigar su solicitud con los más desheredados: el forastero, el huérfano
y la viuda (24, 19ss). El amor fraterno no es excluyente. A este amor se
refiere la Biblia, cuando dice: Ama a tu prójimo, como a ti mismo. (Lv 19,
18; Mt 22, 39) (61).
50. Dimensión fundamental de la Iglesia de Jesús
La comunión de los corazones es una dimensión fundamental de la
Iglesia de Jesús. La unión fraterna de los primeros cristianos queda
reflejada en Los Hechos de los Apóstoles: «En el grupo de los creyentes
todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie
llamaba suyo propio, nada de lo que tenía» (Hch 4, 32). Esta comunión
entre ellos se realiza en primer lugar en la fracción del pan (2, 42). En la
Iglesia de Jerusalén se traduce por la puesta en común de los bienes
(4,32; 5,1 11); en otras, en la colecta que recomienda San Pablo (2 Co
8,1-15; cfr. Rm 12,13). La comunión se manifiesta también en la ayuda
material aportada a los predicadores del Evangelio (Ga 6,6; Flp 2, 25),
en las persecuciones sufridas juntos (2 Co 1, 7; Hb 10, 33; 1 P 4, 13) y
en la colaboración prestada para la difusión de la Buena Nueva (Flp 1,
5). Esta comunión es expresada en la Sagrada Escritura también en
otras múltiples manifestaciones (62).
51. Es un nuevo nivel de realidad
La comunión no es un mero sentimiento de simpatía que nos une
afectuosamente a quienes piensan, sienten y se comprometen por
nuestros mismos ideales y tarea. No es la uniformidad monolítica ni la
quietud de la inercia. La comunión es un nuevo nivel de realidad,
revelada y ofrecida por Cristo a los hombres, sólo asequible desde la fe y
en la fe. Supone una nueva creación, un nuevo ser, una participación
comunitaria, misteriosa y gratuita en la vida de Dios, que es Amor (63).
52. La comunión de los corazones, participación del misterio
interpersonal de Dios
La comunión de los corazones es participaci6n del misterio
interpersonal de Dios. Dios es Amor (1 Jn 4, . Es el cumplimiento en
medio de los hombres de la oración y deseo de Cristo: «Que todos sean
uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en
nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17, 21).
Así la Iglesia aparece como «un pueblo reunido en virtud de la unidad del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (LG 4) (64).
53. La comunión de los santos
CO-SANTOS: Esta realidad, tan vital para la Iglesia, ha sido expresada
en el Símbolo Apostólico con la fórmula «Comunión de los Santos» (DS
30). Santos quiere decir aquí creyentes, creyentes con fe viva. La
comunión de los santos supone una profunda vinculación de los
creyentes entre sí, incluso de aquellos que han muerto, pero que viven,
como Jesucristo vive. Dicha comunión supone también una implicación
mutua en toda acción eclesial (65).
54. El Papa y los Obispos, centro visible de comunión
La Iglesia una está formada por muchos miembros, esparcidos a lo
ancho del mundo (San Cipriano). La totalidad indivisa de la Iglesia -la
Iglesia universal-, es, en formulación feliz de los Santos Padres «un
cuerpo de Iglesias» (LG 23 y nota 34). La unidad de ese cuerpo eclesial
deberá estar asegurada por la unidad de todos los Pastores
responsables de las iglesias locales que, bajo el influjo del Espíritu
-principio unificador indefectible-, «mientras gobiernan bien la propia
Iglesia, en cuanto es una porción de la Iglesia universal, contribuyen
eficazmente al bien de todo el Cuerpo místico» (ibídem). El Sucesor de
Pedro, el Papa, es el garante central, el principio visible de la comunión
universal de las Iglesias y el lugar de cohesión de «un episcopado único
e indiviso» (LG 18) (67).
55. Unidad en la diversidad
Para la comunión eclesial no constituye obstáculo la existencia de un
sano pluralismo en las iglesias locales. Dice el Concilio Vaticano ll:
«Dentro de la comuni6n eclesiástica existen legítimamente Iglesias
particulares, que gozan de tradiciones propias, permaneciendo inmutable
el primado de la cátedra de Pedro, que preside la asamblea universal de
la caridad, protege las diferencias legítimas y simultáneamente vela para
que las diferencias sirvan a la unidad en vez de dañarla (LG 13). Tal
pluralidad en el interior de una fuerte unidad de comunión ha sido
siempre la tradición apostólica de la Iglesia (68).
56. Factores constitutivos de la comunión eclesial
Los principios constituyentes de la comunión eclesial son: el Espíritu
del Señor (Hch 2, 1 ss; 1 Co 12, 11); la Palabra que convoca a la
comunidad en la fe (Hch 2, 41); la Eucaristía, que realiza la unidad y es
signo de ella (Hch 2, 42; 1 Co 10, 17); el amor cristiano (1 Co 13, 1-7;
Hch 4, 32); la autoridad eclesial como servicio que mantiene la unidad
visible de la Iglesia (Mt 16, 18; 18, 18; Jn 21, 1 5ss; Hch 20, 28). La
comuni6n es una tarea permanente a la que contribuyen especialmente:
el arrepentimiento de los pecados contra la unidad (UR 7), la conversión
permanente de todos (LG 8; UR 6), la oración constante (UR , el
conocimiento mutuo y el diálogo (UR 9) (71).
57. El particularismo individual o de grupo, opuesto a la comunión
El particularismo, individual o de grupo (sectarismo), se opone al
misterio eclesial de la comunión. Al igual que en la Iglesia primitiva, los
cristianos siguen experimentando tentaciones de división entre ellos, a
pesar del acontecimiento de Pentecostés en el que el Espíritu Santo crea
la unidad y el entendimiento mutuo desde la diversidad (Hch 2, 1-13). La
división pretende justificarse tras el nombre de alguno de los más
directos discípulos de Jesús: Pedro, Pablo, Apolo. San Pablo contesta
con su energía característica: «¿Está dividido Cristo? ¿Ha muerto Pablo
en la cruz por vosotros?» (1 Co 1, 1 2-13) (76).
58. La comunión con los no católicos
Con los no católicos la unidad no es completa (LG 15), precisamente
porque la comunión resulta deficiente en alguno de sus elementos
esenciales. Pero, a pesar de ello, el Espíritu Santo está promoviendo la
búsqueda de una comunión plena entre todos los cristianos. Es un ideal
realizable al que tienden los discípulos de Jesucristo porque poseen
muchos elementos que, dinámicamente, los empujan a esta comunión
(Cfr. UR 3). «La Iglesia se reconoce unida por muchas razones con
quienes, estando bautizados, se honran con el nombre de cristianos,
pero no profesan la fe en su totalidad o no guardan la unidad de
comunión bajo el sucesor de Pedro» (LG 15). E incluso quienes, por no
haber conocido la Buena Nueva, no son en modo alguno discípulos de
Jesucristo, también poseen elementos en sus vidas que pueden
ordenarles a su incorporación a la comunión en el Pueblo de Dios (Cfr.
LG 16) (78).
59. La comunión eclesial, don del Espíritu
La enseñanza conciliar pone el acento en la humildad con que los
católicos han de vivir su vocación, don inmerecido -gratuito- del Espíritu:
«Recuerden todos los hijos de la Iglesia que su alta condición no ha de
atribuirse a ios propios méritos, sino a una particular gracia de Cristo: si
no respondiesen a ella de pensamiento, palabra y obra, lejos de
salvarse, serán juzgados con mayor severidad» (LG 14). También se
insiste en que una incorporación a la visibilidad de la Iglesia que no
supusiese al mismo tiempo la entrega interior al amor de Cristo no sería
suficiente para ser acogidos en la salvación cristiana: "No se salva, sin
embargo, aunque esté incorporado a la Iglesia, quien, no perseverando
en la caridad, permanece en el seno de la Iglesia «en cuerpo», pero no
«de corazón» (LG 14 V San Agustín, Bapt. c. Donat V. 28, 39: PL 43,
197) (80).
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TEMA 45-1
OBJETIVO:
DESCUBRIR QUE LA IGLESIA ES UN PROFUNDO MISTERIO DE
COMUNIÓN, QUE SUPERA EL HECHO DE LA DISPERSIÓN
PLAN DE LA REUNIÓN
* Información: personas, hechos, problemas...
* Lectura de Gn 11,1-9 y presentación de la pista adjunta:
¿con qué frase me identifico más?
* Lectura de Hch 2,1-14: Pentecostés, contrapunto de Babel
(fe, comunicación, reunión-idolatria, confusión, dispersión).
* Oración comunitaria: Sal 127.
PISTA PARA LA REUNIÓN
1 En principio, un pueblo unido.
2 Se desplazaron y establecieron.
3 Vamos a fabricar ladrillos (¡técnica nueva!).
4 A edificar una ciudad.
5 Y una torre con la cúspide en los cielos.
6 Hagámonos famosos.
7 Bajó Yahvé (tuvo que bajar, a pesar de todo).
8 Pretensi6n idolátrica: nada imposible.
9 Resultado: confusi6n, incomunicación.
10 Y dispersión.
11 No pudieron rematar la obra.
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TEMA 45-2
OBJETIVO:
DESCUBRIR QUE LA IGLESIA ES UN PROFUNDO MISTERIO DE COMUNIÓN
PLAN DE LA REUNIÓN
* Relato de acontecimientos significativos vividos por los miembros del
grupo.
* Oración inicial: Sal 133.
* Presentación del tema 45 en sus puntos clave.
* Diálogo: interrogantes, aspectos descubiertos, experiencias.
* Oración comunitaria: Salmo compartido, canción apropiada.
PISTA PARA LA REUNIÓN
PUNTOS CLAVE
* En comunión, señal del hombre nuevo.
* Como levadura en la masa.
* Amor cristiano, dinamismo comunitario.
* Para todos los hombres.
* Fundamento de la comunión.
* Acogida, no anonimato.
* Exigencia de la alianza.
* Dimensión fundamental.
* Un nuevo nivel de realidad.
* A imagen de Dios.
* Factores constitutivos.
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TEMA 45-3
OBJETIVO:
DESCUBRIR QUE LA IGLESIA ES UN PROFUNDO MISTERIO DE COMUNIÓN
PLAN DE LA REUNIÓN
* Información: personas, hechos, problemas...
* Presentación del objetivo, plan y pista de la reunión:
revisión de la vida comunitaria que se va dando en el proceso
catecumenal.
* Oración comunitaria: Sal 133, desde la propia situación.
PISTA PARA LA REUNIÓN
* En la experiencia comunitaria:
- cada miembro se siente conocido y aceptado;
- existe una relación real de fraternidad;
- se vive la experiencia de fe;
- se dan distintos niveles de comunicación
- se facilita la maduración en la fe;
- se respeta el ritmo de maduración de cada persona;
- se hace posible la maduración del compromiso;
- se practica la corrección fraterna;
- hay apoyo y estímulo de unos a otros;
- se celebra la fe de forma viva;
- se evangeliza en medio de la sociedad;
- (...) (ver PC-I,7: también otros aspectos de la vida comunitaria).