¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! En efecto, ¿quién conoció el pensamiento de Señor? O ¿quién fue su consejero? O ¿quién le dio primero que tenga derecho a la recompensa? Porque de él, por él y para él son todas las cosas. ¡A él la gloria por los siglos! Amén" Rom 11,33-35
   
  AUTOCEFALIA UNIVERSAL Y APOSTOLICA EN EL ESPIRITU DE S. BENITO ABAD Y S. IGNACIO DE LOYOLA +JOSE FERNANDO MONTOYA
  TEMA69 Nl COMPROMISO
 

CATECUMENADO 69

Nl COMPROMISO SIN FE Nl FE SIN COMPROMISO


OBJETIVO CATEQUÉTICO
* Descubrir el compromiso como una dimensión de la fe y la fe como fundamentación última del compromiso.

29. Novedad del Reino y esfuerzo presente
El futuro no llega por sí solo; hemos de prepararlo por el esfuerzo y la
lucha. No puede caer sobre el hombre por una suerte de decisión
exterior y arbitraria, respecto a la cual quedase del todo extraño. Todo
futuro trae, sin duda, consigo algo nuevo; pero eso nuevo llega
preparado por nuestro pasado y presente y en una cierta vinculación y
continuidad con ellos. Lo dicho vale para todo futuro; vale también para
el futuro último (escatológico). El futuro último no tiene por qué dejar sin
significado, valor y eficacia a los futuros anteriores y relativos. La
esperanza en Dios y en su Reino venidero no elimina el interés del
creyente por el mundo presente. Antes al contrario, perdería toda
seriedad y fundamento la esperanza que se conformase con aguardar
pasivamente el advenimiento del último futuro (34).

30. La esperanza, como la fe y el amor, a través de las criaturas
El creyente no puede utilizar la esperanza cristiana como coartada en
favor de un desinterés por los compromisos con los demás hombres en
las tareas comunes de este mundo. El cristiano ha de atestiguar y
verificar ante el mundo su esperanza participando seria y activamente en
lo que la humanidad espera. La fe y la caridad cristiana requieren la
mediación de las criaturas: el conocimiento de Dios pasa a través del
conocimiento del mundo (Rm 1, 1 8ss); el amor a Dios pasa a través del
amor a los hermanos (1 Jn 4, 20). De igual modo, la esperanza ha de
pasar a través de aquellos proyectos y sus realizaciones en que el
cristiano interviene, solidariamente con los demás hombres, para cumplir
con el mandato divino de perfeccionar la tierra (Gn 2, 15; 1, 28) (35).

31. Ni compromiso sin fe, ni fe sin compromiso
En definitiva, ni compromiso sin fe ni fe sin compromiso. Una opción
cristiana ha de evitar la separación de ambos extremos. Así lo enseña el
Concilio Vaticano ll: «Se equivocan los cristianos que, bajo pretexto de
que no tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura,
consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse
cuenta que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto
cumplimiento de todas ellas según la vocación personal de cada uno.
Pero no es menos grave el error de quienes, por el contrario, piensan
que pueden entregarse totalmente a los asuntos temporales, como si
éstos fuesen ajenos del todo a la vida religiosa, pensando que ésta se
reduce meramente a ciertos actos de culto y al cumplimiento de
determinadas obligaciones morales. El divorcio entre la fe y la vida diaria
de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores
de nuestra época» (GS 43; cfr. 21; 34-39,` 57) (36).

32. El compromiso, expresión necesaria de la fe
La fe compromete la vida entera del hombre. Todo lo pone en venta
quien descubre el Reino de Dios (cfr. Mt 13, 44ss). Pero el compromiso
se traduce en obras concretas. Las obras del creyente son la
consecuencia, la expresión y la ratificación necesarias de la fe. Santiago
lo subraya (St 2, 14-26), como también Pablo (cfr. Ef 2,10). Hay obras de
la fe que son fruto del Espíritu (Ga 5,22-23). La fe que Cristo anuncia es
la que actúa por la caridad (Ga 5, 6). La fe, en efecto, transforma la vida
entera, como dice San Pablo a los creyentes de Tesalónica: «Ante Dios,
nuestro Padre, recordamos sin cesar la actividad de vuestra fe, el
esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en
Jesucristo nuestro Señor» (1 Ts 1, 3). Por lo demás, Jesús enseñó que
mientras se aguarda su venida en majestad hay que tener la lámpara
encendida (Mt 25, 1-13), hacer que fructifiquen los talentos (25, 14-30),
amar a los hermanos (25, 31-46) (37).

33. Fe y compromiso en la construcción de un mundo más justo y
humano
El verdadero creyente no puede limitarse a servir y amar al prójimo
con quien en cada caso se encuentra. En una u otra forma, la fe exige,
hablando en general, el compromiso en la construcción de un mundo
más justo, más humano y, por lo mismo, más de Dios. Por la fe, Moisés
emprende la gran aventura de la liberación de un pueblo (Ex 3,11- 12).
Por la fe, las tribus nómadas salidas de Egipto se convierten en un
pueblo que tiene su razón de ser de pueblo de Dios en el ejercicio de la
justicia (Dt 5, 1-22). Por la fe, los profetas comprometen su vida en la
proclamación de las exigencias de justicia de la Alianza y en la denuncia
de la injusticia (Jr 20, 7-11) (38).

34. El compromiso de la evangelización
El verdadero creyente coopera en la gran obra de Cristo, prevista
desde toda la eternidad: edificación de su Cuerpo que es la iglesia,
mediante la evangelización de todos los pueblos, según el mandato del
Señor: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced
discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he
mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin
del mundo» (Mt 28, 18-20). De este modo, la fe compromete al creyente
en la realización del designio eterno de Dios Padre: reconciliar en Cristo
toda la humanidad con Dios y en sí misma, pues la Iglesia, Cuerpo de
Cristo, es prenda, señal, testimonio, principio y germen de esa
reconciliación (39).

35. Compromiso con el esfuerzo y trabajo humanos
La fe exige a los cristianos el serio compromiso de compartir con los
demás hombres el esfuerzo y trabajo común en la construcción del
mundo presente, para cumplir «el plan del Dios manifestado a la
humanidad al comienzo de los tiempos, de someter la tierra (Gen 1, 28) y
perfeccionar la creación» (GS 57).
Algunos cristianos de la comunidad de Tesalónica interpretan de tal
modo la inminencia del Día del Señor, que ya ni siquiera trabajan. Todo
esfuerzo les parece inútil. San Pablo no intenta apagar su esperanza
ante el futuro. Quiere que preparen esta venida del Señor con un trabajo
sosegado, dedicándose al servicio de los demás y sin cansarse de hacer
el bien: «Por lo que respecta a la venida de Nuestro Señor Jesucristo y a
nuestra reunión con El, os rogamos, hermanos, que no os dejéis alterar
tan fácilmente en vuestros ánimos..., que os haga suponer que está
inminente el día del Señor... Porque nos hemos enterado que hay entre
vosotros algunos que viven desconcertados, sin trabajar nada, pero
metiéndose en todo. A esos les mandamos y les exhortamos en el Señor
Jesucristo a que trabajen con sosiego para comer su propio pan.
Vosotros, hermanos, no os canséis de hacer el bien» (2 Ts 2, 1-2; 3,
11-13) (40).

36. El creyente afronta el sufrimiento
El creyente no rehuye el sufrimiento. Tampoco lo soporta con sola
resignación pasiva. Sale, por lo contrario, al encuentro de los
sufrimientos que le traen consigo, por un lado, la vida misma en este
mundo -que el creyente recibe de Dios como un regalo y, a la vez, trata
de mejorar- y, por otro lado, sus compromisos de fe y amor: «Atribulados
en todo, mas no aplastados; perplejos, mas no desesperados;
perseguidos, mas no abandonados; derribados, mas no aniquilados.
Llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes el morir de
Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro
cuerpo. Pues, aunque vivimos, nos vemos continuamente entregados a
la muerte por causa de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se
manifieste en nuestra carne mortal» (2 Co 4, 8ss).
El cristiano se gloría, incluso, en las tribulaciones, «sabiendo que la
tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud
probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha
sido dado» (Rm 5, 3-5). El gozo en la tribulación (2 Co 1, 3-10) es fruto
del Espíritu (1 Ts 1, 6; Hch 13, 52; cfr. Ga 5, 22) y, al mismo tiempo,
signo de la presencia del Reino de Dios en este mundo (41).

37. El creyente afronta con esperanza la persecución por la causa de
Jesús
El creyente afronta con esperanza la persecución; por ello la afronta
fiel, perseverante y gozosamente (2 Ts 1, 4; Rm 12, 12). La alegría es el
fruto de la persecución así soportada: «Dichosos vosotros cuando os
insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.
Estad alegres y contentos» (Mt 5, 11-12). En particular, la denuncia
profética, compromiso de la comunidad creyente, provoca en todo tiempo
y también hoy la persecución: «También nosotros debemos llevar la cruz
que la carne y el mundo echan sobre los hombros de quienes buscan la
paz y la justicia» (GS 38). El Apocalipsis, espejo de la vida de la Iglesia,
escrito durante una terrible prueba, alimenta una esperanza en el
corazón de los perseguidos. A cada uno de ellos, como a toda la Iglesia,
no cesa el Señor resucitado de dirigir este mensaje: «No temas por lo
que vas a sufrir: el diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel
para que seáis tentados y sufriréis una tribulación de diez días (un breve
espacio de tiempo). Mantente fiel hasta la muerte y te daré la corona de
la vida» (Ap 2, 10). El Apocalipsis es siempre un mensaje de esperanza
en medio de las dificultades del tiempo presente (42).

38. Ni dualismo ni materialismo
El cristiano cree que el mundo, el hombre y el fruto de su actividad no
están destinados a la destrucción, sino a una última y definitiva
consumación. Frente a la ideología del progreso indefinido, el cristiano
afirma que esa consumación rebasará las virtualidades inmanentes de
toda la realidad, pues es don de Dios. Pero esta reserva escatológica no
empaña la sinceridad ni disminuye la eficacia del compromiso temporal
del creyente.
El cristiano sabe que el inmenso esfuerzo por transformar el mundo y
ordenar la sociedad humana de modo justo y fraterno, lejos de caer en
una especie de fondo perdido, dispone elementos que en cierta forma y
medida integrarán la nueva creación, sin que ésta se identifique con las
metas alcanzadas por el esfuerzo del hombre. También sabe que «los
bienes que proceden de la dignidad humana, de la comunicación
fraterna y de la libertad, bienes que son un producto de nuestra
naturaleza y de nuestro trabajo, una vez que el Espíritu del Señor, y
según su mandato, los hayamos propagado en la tierra, los volveremos a
encontrar, pero limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados...»
(GS 39) en la plenitud del Reino de Dios. Sabe, en fin, que el hombre no
podrá contar con otro tiempo y con otro mundo después del presente,
para poder colaborar en la preparación del Reino (43).

39. Continuidad entre el mundo presente y el venidero. Trascendencia
del Reino de Dios.
Al mismo tiempo, el cristiano radicaliza y relativiza la construcción de la
«ciudad terrestre». En realidad, «no tenemos aquí ciudad permanente,
sino que andamos buscando la del futuro» (Hb 13, 14). Por ello, aunque
no establezca una separación entre fe y compromiso, puede el cristiano,
según la vocación de cada uno, ordenar de diversa forma su vida al
mundo venidero: «Los dones del Espíritu son diversos: mientras llama a
unos a dar con su deseo vehemente un testimonio explícito de la morada
celeste y a conservarla viva en medio de la familia humana, otorga a
otros la vocación de dedicarse al servicio temporal de los hombres
preparando con este misterio suyo la materia del reino celestial» (GS 38)
(44).
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TEMA 69-1

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
Nl COMPROMISO SIN FE Nl FE SIN COMPROMISO

PLAN DE LA REUNIÓN
* Información: personas, hechos, problemas...
* Presentación del tema 69 en sus puntos clave
* Diálogo: implicaciones diversas.
* Oración comunitaria: salmo compartido desde la propia situación,
canción apropiada.

PISTA PARA LA REUNIÓN
PUNTOS CLAVE
* El compromiso, expresión necesaria de la fe.
* Un mundo más justo y más humano.
* El compromiso de la evangelización.
* Ni dualismo ni materialismo.
* Continuidad entre el mundo presente y el venidero.
* No tenemos aquí ciudad permanente.
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TEMA 69-2

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
Nl COMPROMISO SIN FE Nl FE SIN COMPROMISO

PLAN DE LA REUNIÓN
* Presentación del objetivo, plan y documento de la reunión:
«Evangelización y compromiso» (DOC-1/1).
* Lectura personal y comentario: lo más importante.
O bien: exposición y diálogo.
* Oración comunitaria: salmo compartido, canción apropiada.

PISTA PARA LA REUNIÓN
PUNTOS CLAVE
* No podemos ser neutrales.
* Sin opción por los pobres, el evangelio es una ideología.
* Creer es comprometerse.
* La salvación incluye la promoción humana.
* En una sociedad que cambia y en una sociedad clasista.
* Nos influye decisivamente.
* No es un orden natural querido por Dios.
* Consecuencias.
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TEMA 69-3

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
Nl COMPROMISO SIN FE Nl FE SIN COMPROMISO

PLAN DE LA REUNIÓN
* Relato de acontecimientos más significativos ocurridos desde la
última reunión;
salmo compartido.
* Presentación de la experiencia de Bartolomé de las Casas:
la experiencia de la Palabra viva le compromete.
* Dialogo: nuestra reacción ante dicha experiencia .
* Oración comunitaria: salmo compartido, desde la propia situación.

PISTA PARA LA REUNIÓN CASAS-B-DE-LAS/CV
* Se trata de la conversión profética de Bartolomé de las Casas,
cumplida en abril de 1514, acontecimiento que relata en la Historia de las
Indias, libro lll, capítulo 79. Bartolomé había llegado a América el 15 de
abril de 1502, a los nueve años del descubrimiento del continente por
Colón, y había participado con Ovando en la violenta conquista de los
indios taínos. Ya como sacerdote, fue la primera vocación sacerdotal
americana y el que rezó por vez primera la primera misa como sacerdote
en 1511, siendo su padrino el mismo Diego de Colón, hijo del
descubridor. Conoció en la Hispañola a los dominicos Pedro de Córdoba
y Antón de Montesinos. Con Pánfilo de Narváez participó, desde enero
de 1513, en la conquista de la isla de Cuba, donde la dominación
europea de los cristianos se impuso «a sangre y fuego». Bartolomé
recibió como pago de sus servicios un grupo de indios que trabajaban
para él (el sistema del repartimiento). Durante doce años había sido
cómplice de la violencia en el Caribe: «El clérigo Bartolomé de las Casas
-escribe autobiográficamente- andaba bien ocupado y muy solícito en
sus granjerías, como los otros, enviando sus indios a su repartimiento a
las minas, a sacar oro y hacer sementeras, y aprovechándose de ellos
cuanto más podía.»
Llegando Diego Velázquez a la villa del Espíritu Santo, y como «no
había en toda la isla clérigo ni fraile», le pidi6 a Bartolomé celebrar la
eucaristía y les predicara el evangelio. Por ello, Bartolomé se decidió
«dejar su casa que tenía en el río de Arimao» y «comenzó a considerar
consigo mesmo sobre algunas autoridades de la Sagrada Escritura». Es
importante el texto bíblico que sirvió de punto de apoyo para la
conversión profética del gran luchador del siglo XVI: «Fue aquella
principal y primera del Eclesiástico (Ben Sira) cap. 34: "Sacrificios de
bienes injustos son impuros, no son aceptadas las ofrendas de los
impíos. El Altísimo no acepta las ofrendas de los impíos ni por sus
muchos sacrificios les perdona el pecado. Es sacrificar al hijo en
presencia de su padre robar a los pobres para ofrecer sacrificio. El pan
es vida del pobre, el que se lo defrauda es homicida. Mata a su prójimo
quien le quita su salario, quien no paga el justo salario derrama su
sangre". Comenzó -continúa Bartolomé-, digo, a considerar la miseria y
servidumbre que padecían aquellas gentes (los indios): Aplicando lo uno
(el texto bíblico) a lo otro (la realidad económica caribeña), determinó en
sí mismo, convencido de la misma verdad, ser injusto y tiránico todo
cuanto acerca de los indios en esta india se cometía.» Bartolomé no
pudo celebrar su misa, su culto eucarístico. Primero liberó a sus indios
(«acordó totalmente dejarlos») y comenzó su acción profética, primero en
Cuba, después en Santo Domingo, posteriormente en España y después
en todos los reinos de las Indias, «quedando todos admirados y aun
espantados de lo que les dijo». «Tratando de la vida contemplativa y
activa, que es la materia del evangelio de aquel domingo, tocando las
obras de caridad, fuele necesario mostrarles la obligación que tenían a
las cumplir y ejercitar en aquellas gentes de quien tan cruelmente se
servían.» Lo cierto es que el texto de Eclo 34,18-22 tenía una estructura
sorprendente. (E Dussel)
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TEMA 69-4

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
Nl COMPROMISO SIN FE Nl FE SIN COMPROMISO

PLAN DE LA REUNIÓN
* Oración inicial: salmo compartido desde la propia situación.
* Presentación del objetivo, plan y pista de la reunión:
«El proceso de conversión lleva»... (DOC-4. 1,7.1).
* Diálogo: orientación y revisión del proceso catecumenal .
* Oración comunitaria: desde la propia situaci6n.

PISTA PARA LA REUNIÓN
1 A la denuncia de las grandes diferencias sociales.
2 Hacia una sociedad sin clases.
3 Hacia una escuela que no reproduzca las desigualdades sociales.
4 A una lucha eficaz contra el paro.
5 A una justa distribución del trabajo.
6 Hacia una sociedad menos consumista.
7 A una opción por los pobres.
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"Así que, no se gloríe nadie en los hombres, pues todo es vuestro: ... el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es vuestro; y vosotros, de Cristo y Cristo de Dios" ICor 3, 21-23 Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
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