¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! En efecto, ¿quién conoció el pensamiento de Señor? O ¿quién fue su consejero? O ¿quién le dio primero que tenga derecho a la recompensa? Porque de él, por él y para él son todas las cosas. ¡A él la gloria por los siglos! Amén" Rom 11,33-35
   
  AUTOCEFALIA UNIVERSAL Y APOSTOLICA EN EL ESPIRITU DE S. BENITO ABAD Y S. IGNACIO DE LOYOLA +JOSE FERNANDO MONTOYA
  TEMA64 EL MAL EN EL MUNDO
 

CATECUMENADO 64


EL MAL EN EL MUNDO OCULTA LA GLORIA DE DIOS


OBJETIVO CATEQUÉTICO
* Descubrir que el mal en el mundo no sólo oscurece y degrada la
creación, sino que oculta la gloria de Dios Creador.

35. La tentación ante la experiencia del mal
La observación del mal en el mundo y, sobre todo, los ataques del mal
en la propia carne nos ponen al borde de nosotros mismos y nos
sugieren la sospecha de que el fundamento último de lo real es irracional
y sin sentido, que en su origen no hay un ser personal que ame su obra
y la guarde y dirija conforme a las exigencias del sentido y del bien. La
experiencia del mal parece negar una fundamental proclamación bíblica:
el mundo y la vida son don de Dios, y sugieren una objeción dirigida al
propio corazón de la fe: Dios es amor. En este contexto, resuena la
proclamación bíblica (Gn 2-3) de que Dios no es culpable del mal que
hay en el mundo: la raíz más profunda de la miseria humana no está en
Dios, sino en el hombre mismo (cfr. tema 24) (40).

36. Este no es el mundo querido por Dios
Según la Escritura, el mundo de nuestra experiencia es un mundo
oscurecido, degradado por el pecado. En un mundo que- en cuanto
salido de las manos de Dios- es bueno (Gn 1 y 2), se ha introducido el
pecado del hombre (Gn 3). Con ello, se muestra no sólo cómo vino el
pecado y el mal al mundo, sino cómo viene todavía hoy. El pecado
contamina la tierra y hace que ésta sea, en realidad, maldita (Gn 3,
17-18). En el nombre de Dios, los profetas condenan las abominaciones
del pueblo, que profanan su mundo ambiente (Jr 7, 20; 9, 10ss; Ez 6, 14;
Is 13, 9-11). Denuncian las diferencias escandalosas entre ricos y
pobres, la opresión que sufren los débiles, la rapacidad de los
poderosos, la ambición de los acreedores sin entrañas, los fraudes de
los comerciantes, la venalidad de los jueces, la avaricia de los
sacerdotes y falsos profetas, la tiranía de las clases dirigentes, la
persecución del propio provecho a cualquier precio en los más pequeños
y en los más grandes (Is 3, 15; Am 2, 8; 6, 1-7; 5, 7-13; 8, 5; Mi 3, 11; Is
3, 2ss; Jr 6, 4ss). Este no es el mundo querido por Dios (41).

37. La fuerza del pecado en nuestro mundo
Conoceremos mejor la fuerza destructora y envilecedora del pecado si
vemos sus consecuencias en nuestro mundo contemporáneo. Los
conflictos sociales han llegado a tomar dimensiones mundiales. Mientras
la riqueza, el poder y la cultura se acumulan en una pequeña parte de la
humanidad, la mayor parte de ella está «privada de casi todas las
posibilidades de iniciativa personal y de responsabilidad, y aun muchas
veces incluso viviendo en condiciones de vida y de trabajo indignas de la
persona humana» (PP 9; cfr GS 63). «Los pueblos hambrientos
interpelan hoy, con acento dramático, a los pueblos opulentos. La Iglesia
sufre ante esta crisis de angustia y llama a todos para que respondan
con amor al llamamiento de sus hermanos» (PP 3). Las aspiraciones
legítimas de muchos hombres quedan defraudadas. «Hacer, conocer y
tener más para ser más: tal es la aspiración de los hombres de hoy. Y.
sin embargo, gran número de ellos se ve condenado a vivir en
condiciones que hacen ilusorio este legítimo deseo» (PP 6). Con ello,
queda truncado el desarrollo integral del hombre y queda dividido,
desgarrado y enfrentado en sí mismo con violencia extrema el propio
hombre (42).

38. Un mundo que oculta la gloria de Dios Creador
Un mundo oscurecido y desfigurado por el pecado oculta la gloria de
Dios Creador (cfr. /Rm/03/23). El sentido del mundo y de las cosas y la
verdad de Dios están aprisionados en la injusticia de los hombres. Como
dice San Pablo: «La cólera de Dios se revela desde el cielo contra la
impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la
injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer está en ellos manifiesto:
Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del
mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras»
(/Rm/01/18-20) (43).

39. El mal en la naturaleza, interrogante sobre la actividad creadora de
Dios
Además del pecado y de sus consecuencias, en el individuo y en la
sociedad, hay en el mundo otros males como inundaciones, terremotos,
pestes y demás, que no podemos atribuir a una intervención humana.
Estos males surgen por factores puramente naturales. Juzgamos de
ordinario sucesos de tal naturaleza como males, porque causan algún
mal al hombre. Pero independientemente de los males que al hombre
puedan producir, nos es difícil soslayar el pensamiento de que tales
sucesos llevan consigo algo así como destrucciones, despilfarros de
seres y energía y también callejones sin salida en el curso de la
naturaleza. Tales sucesos pueden hacernos vacilar en la convicción de
que el curso entero del universo está dirigido inteligentemente hacia su
bien, conforme a un plan preconcebido. Aunque no del mismo modo
como el pecado oculta la gloria de Dios, en cierto sentido también estos
otros males ponen a veces para nosotros sobre la actividad creadora y
providente de Dios un interrogante (44).

40. El dualismo, respuesta al problema del mal,rechazado por la fe
cristiana
MAL/DUALISMO:
A lo largo de la historia de las religiones y del pensamiento, se ha
tratado de encontrarle a este enigma y escándalo del mal una salida
demasiado fácil, el dualismo: la creencia de que dos principios
igualmente originales han producido todos los seres; el Dios bueno
habría producido todo lo bueno y su oponente, el principio malo, todo lo
malo. Frente a todo dualismo, la Iglesia ha sostenido constantemente su
fe en un único Dios creador de todas las cosas desde la nada. La acción
creadora de Dios termina en el ser y bien de las cosas creadas. Lo que
«hay» de malo en ellas es algún fallo o defecto que las afecta. Por ello,
el mal no puede surgir en el mundo por una acción paralela a la acción
creadora de Dios. La razón del mal, como tal, hay que buscarla en la
limitación y debilidad de las cosas creadas (45).

41. El mal, riesgo de la creación
Los seres creados por Dios desde la nada pueden o bien decaer,
entrar en un callejón sin salida, o bien avanzar realizando aquellas
virtualidades que les son propias o que Dios les ofrece de nuevo
gratuitamente. La creación lleva consigo, por decirlo así, un riesgo. En la
creación, Dios, movido por un amor sobreabundantemente generoso,
acepta el riesgo que trae crear muchos y diversos seres: la exclusión de
unos seres por otros. En el caso del hombre, éste es un riesgo señalado.
Al crear al hombre para una verdadera comunidad de amor en Dios,
tenía que crear Dios libre a cada hombre, con su propio centro de
conciencia y de interés y con su propia perspectiva sobre el universo y,
por consiguiente, correr el riesgo de que el hombre, individual y
colectivamente, se cerrase sobre sí mismo y acabase perdiéndose a sí y
perdiendo al mundo. Dios, creando seres diversos de sí mismo, se
expone de veras. No hay amor generoso dirigido a seres creados sin
exposición y riesgo (46).

42. Dios vence el mal a fuerza de bien
A pesar del riesgo del mal en el mundo, Dios no deja de crear. No se
deja vencer por el mal, sino vence al mal a fuerza de bien (cfr. Rm 12,
21). Dios no abandona el mundo a su propia suerte. Regresiones,
callejones sin salida, fallos y logros parciales a costa de grandes
pérdidas no pueden ni siquiera detener el impulso hacia adelante del
proceso de la creación. La acción creadora tiene por objetivo el
establecimiento del Reino de Dios, en un cielo nuevo y en una tierra
nueva. Dios, según este designio previo, sustenta y dirige su obra hacia
su plena realización, en la consumación final de todas las cosas. El
creyente hace frente al enigma y escándalo del mal desde la promesa de
Dios: «Mirad, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; de lo
pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá gozo
y alegría perpetua por lo que voy a crear» (/Is/65/17-18; cfr. Ap 21;
/2P/03/13) (47)

43. En el Evangelio se manifiesta ya ahora la justicia de Dios, puesta
en entredicho por el mal en el mundo
Dios, por el poder salvador del Evangelio, ha iniciado ya la salvación
definitiva del hombre y del mundo caído. No es el Evangelio únicamente
un anuncio de la salvación venidera, sino el poder mismo de Dios que ya
desde ahora lleva a la salvación. «En él se revela la justicia de Dios»
(Rm 1, 17). En Cristo, Dios es fiel a su obra creada, la reduce a su
señorío liberador, la salva. De este modo, el Evangelio muestra la justicia
de Dios en un mundo que se ha separado de Dios por el pecado del
hombre y, sin embargo, le pertenece inalienablemente por la creación.
Únicamente puede el hombre vencer el escándalo del mal que pone
en entredicho la justicia y la gloria de Dios, si por la fe se entrega al
designio salvador de Dios, a su gracia y sabiduría (48).
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TEMA 64-1

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
EL MAL EN EL MUNDO OCULTA LA GLORIA DE DIOS CREADOR

«LA CREACION/ANTICREACION»
La lectura de este texto, tomado de la «Misa Jove», expresa lo
contrario de lo que Dios hizo al comienzo del mundo. Se titula
«Anticreación», y ayuda a tomar conciencia de que, con los diversos
géneros de violencia, estamos destruyendo la obra maravillosa del
Padre. Quien se siente «Dios», no se deja guiar de su Espíritu Creador
y, lejos de «renovar", destruye la Tierra
Al fin el hombre acabó con el cielo y con la tierra, la tierra era bella y
fértil, la luz brillaba en las montañas y en los mares y el Espíritu de Dios
llenaba el universo.

El hombre dijo: «Que posea yo todo el poder en el cielo y en la tierra».
y vio que el poder era bueno, y puso el nombre de «Grandes Jefes» a
los que tenían el poder y llamó desgraciados a los que buscaban la
reconciliación. Y así fue el sexto día antes del fin.

Y el hombre dijo: «Que haya gran división entre los pueblos, que se
pongan a un lado las naciones a mi favor y del otro las que están contra
mí.» Y hubo buenos y malos. Y así fue el quinto día antes del fin.

Y el hombre dijo: «Reunamos nuestras fortunas, todo en un lugar, y
creemos instrumentos para defendernos, la radio para controlar el
espíritu de los hombres, los uniformes para dominar las almas de los
hombres.» Y así fue. El mundo quedó dividido en dos bloques, en
guerra. El hombre vio que tenía que ser así. Y así fue el cuarto día antes
del final.

Y el hombre dijo: «Impongamos nuestro proyecto de sociedad con las
armas y la sangre. El pueblo está engañado, grita por nuestras
gargantas. En su nombre ejecutamos a los opresores, liberamos al
pueblo.» Y el hombre convirtió en cenizas el fruto del sudor de muchas
generaciones. ¡Pánico, destrucción y muerte! El hombre lo vio y lo
encontró normal. Así fue el tercer día antes del fin.

Y el hombre dijo: «Fabriquemos armas que puedan destruir grandes
multitudes, millares y centenares de millones a distancia.» El hombre
creó los submarinos nucleares que surcan los mares y los misiles que
cruzan el firmamento. El hombre lo vio y se enorgulleció. Entonces los
bendijo diciéndoles: «Sed numerosos y grandes sobre la tierra, llenad las
aguas del mar y los espacios celestes, multiplicaos.» Así fue el segundo
día antes del fin.

Y el hombre dijo: «Hagamos a Dios a nuestra imagen y semejanza, que
actúe como actuamos nosotros, que piense como pensamos nosotros,
que mate como nosotros matamos.» El hombre creó un Dios a su
medida y lo bendijo diciendo: «Muéstrate a nosotros y pon tierra a
nuestros pies: no te faltará nada si haces siempre nuestra propia
voluntad». Y así fue. El hombre vio todo lo que había hecho y estaba
muy satisfecho de ello. Así fue el día antes del fin.

* De pronto se produjo un gran terremoto en toda la superficie de la
tierra, y el hombre y todo lo que había hecho dejaron de existir.

* Y así acabó el hombre con el cielo y con la tierra. La tierra volvió a
ser un mundo vacío y sin orden. Toda la superficie del océano se cubrió
de oscuridad. Pero... el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas.
(DIÓCESIS DE BILBA0, CAD 13, 1982, 3-4)
Nota: Esta ficha puede utilizarse como complementaria de la siguiente
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TEMA 64-2

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
EL MAL EN EL MUNDO OCULTA LA GLORIA DE DIOS CREADOR

PLAN DE LA REUNIÓN
* Presentación del objetivo y plan de la reunión.
* Oración inicial: Sal 77.
* Presentación del tema 64 en sus puntos clave.
* Lectura de Gn 3,17-18; Rm 1,17-20.
* Oración comunitaria: desde la propia situación.

PISTA PARA LA REUNIÓN
PUNTOS CLAVE
* El escándalo del mal.
* Este no es el mundo querido por Dios (...).
* La fuerza del pecado en nuestro mundo (...).
* Aprisionan la verdad en la injusticia (Rm 1,18-20).
* El mal en la naturaleza.
* Sin dualismos.
* El mal, riesgo de la creación.
* El evangelio: justicia de Dios.

 
 
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