¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! En efecto, ¿quién conoció el pensamiento de Señor? O ¿quién fue su consejero? O ¿quién le dio primero que tenga derecho a la recompensa? Porque de él, por él y para él son todas las cosas. ¡A él la gloria por los siglos! Amén" Rom 11,33-35
   
  AUTOCEFALIA UNIVERSAL Y APOSTOLICA EN EL ESPIRITU DE S. BENITO ABAD Y S. IGNACIO DE LOYOLA +JOSE FERNANDO MONTOYA
  TEMA38 AMAD A VUESTROS ENEMIGOS
 

CATECUMENADO 38
MDT-05
AMAD A VUESTROS ENEMIGOS

OBJETIVO CATEQUÉTICO
* Descubrir que el Evangelio conduce no sólo a no matar, sino también a amar al enemigo.

63. Optar por la vida
La vida es algo que no nos cansamos de admirar. Ya la vida de una
planta es una maravilla, cuanto más la de un animal, que por sus
sentidos se acerca más al hombre. Cuanto más alto está un animal en la
escala zoológica, tanto más preludia la realidad suprema de la creación:
¡La vida humana! El hombre evita instintivamente todo lo que daña a la
vida: frío, calor, humedad... Se ha encontrado remedio para muchas
enfermedades. Intentamos prolongar la vida lo más posible. El cuidado
de la vida, propia y ajena, está grabado profundamente en nosotros. No
obstante, podemos hacer de la vida objeto de libre elección o de repudio.
Y bajo el pretexto de defender la vida podemos llegar a destruirla:
aborto, droga, eutanasia, manipulación, violencias, terrorismo, venganza,
homicidio, suicidio... Todo esto corresponde a fuerzas impulsivas de
destrucción y de muerte que luchan en el interior del hombre contra el
deseo instintivo de vida. ¿Le es posible al hombre superar esta tensión y
optar decidida e incondicionalmente por la vida? (86).

64. Dios ha optado por la vida
La simpatía de Dios está al lado de la vida. Dios ha optado por la vida.
Por encima de todo quiere que el hombre viva. Toda vida viene de Dios,
pero la vida del hombre viene de El en forma muy especial, para hacerlo
alma viva «sopló Dios en su nariz un aliento de vida» (Gn 2, 7; Sb 15,
11). Dios toma bajo su protección la vida del hombre y prohíbe el
homicidio (Gn 9, 5-6), aunque sea el de Caín (Gn 4, 11-15) (87).

65. Caín: Envidia, odio, homicidio. Proceso permanente
Caín es un caso-tipo que se repite a lo largo de la historia humana, y
muestra un proceso permanente que lleva al hombre a la destrucción de
la vida: lleno de envidia, tiende a la supresión del otro y al homicidio. El
esquema envidia-odio-homicidio se aplica siempre en el mismo sentido.
La agresión y el crimen es el triste final del proceso envidia-odio (88).

66. «No matarás»: quinto mandamiento
Dios nos ha dado un mandamiento que indica el respeto profundo que
se debe a la vida de cada ser humano, creado a imagen y semejanza de
Dios: «No matarás» (Dt 5, 17). Dios ha brindado a la humanidad la
creación. Pero a nadie ha constituido dueño de la vida humana, ni de la
propia ni de la ajena. El homicidio, el suicidio, el aborto, la eutanasia...
son crímenes contra la vida. La vida humana procede de Dios, es de
Dios, la protege Dios (89).

67. Pecados contra la vida humana
«Cuanto atenta contra la vida, homicidios de cualquier clase,
genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado; cuanto viola
la integridad de la persona humana, como, por ejemplo, las mutilaciones,
las torturas morales o físicas, los conatos sistemáticos para dominar la
mente ajena; cuanto ofende a la dignidad humana, como son las
condiciones infrahumanas de la vida, las detenciones arbitrarias, las
deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de
jóvenes; o las condiciones laborales degradantes que reducen al obrero
al rango de mero instrumento de lucro, sin respeto a la libertad y a la
responsabilidad de la persona: todas estas prácticas y otras parecidas
son infamantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus
autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al
Creador» (GS 27). Entre los pecados más graves contra la vida humana
en el mundo de hoy hay que señalar el terrorismo y los secuestros (90).


68. La legítima defensa, la guerra y la pena de muerte
Hay situaciones en las que de antiguo se tiene por lícito quitar la vida a
un hombre: las de legítima defensa. Si yo trato de quitar la vida a otro
injustamente, éste puede quitarme la vida a mí si no dispone de otro
medio para defender su propia vida.
En relación con el quinto mandamiento se presentan dos casos en los
que al cristiano se le plantean especiales dificultades de conciencia. Uno
es el caso de la guerra; otro, el de la pena de muerte (91).

69. La guerra debe ser sustituida GUERRA:
En la antigüedad la guerra era considerada como un fenómeno
natural. Fue San Agustín en el siglo IV el primero que se planteó el
problema de la guerra como una cuestión de conciencia. A lo largo de los
siglos, los teólogos no han cesado de reflexionar sobre el problema
moral de la licitud de la guerra. Siempre se ha admitido la licitud de la
guerra como defensa contra un agresor injusto. Pero a medida que ha
aumentado el poder destructor de las armas modernas resulta más difícil
cualquier guerra. El Papa Pío Xll propone ya una enseñanza, seguida
después por sus sucesores y por el Concilio Vaticano II, según la cual la
guerra no es el instrumento adecuado para resolver los conflictos. La
guerra, como instrumento de solución de los problemas internacionales o
nacionales, debe desaparecer. Hay que recurrir a la negociación, a los
pactos, y sobre todo a una educación de las conciencias en el deber
moral de trabajar positivamente por la paz (92).

70. Los límites de la legítima defensa
El Concilio Vaticano II admite como legítima todavía hoy la guerra en
defensa contra un agresor injusto: «Mientras exista el riesgo de guerra y
falte una autoridad internacional competente y provista de medios
eficaces, una vez agotados todos los recursos pacíficos de diplomacia,
no se podrá negar el derecho de legítima defensa a los gobiernos» (GS
79). Pero condena como un crimen toda acción bélica que tienda
indiscriminadamente a la destrucción de ciudades y regiones enteras: «El
horror y la maldad de la guerra se acrecientan inmensamente con el
incremento de las armas científicas. Con tales armas las operaciones
bélicas pueden producir destrucciones enormes e indiscriminadas, las
cuales, por tanto, sobrepasan excesivamente los límites de la legítima
defensa... Toda acción bélica que tiende indiscriminadamente a la
destrucción de ciudades enteras o de extensas regiones junto con sus
habitantes, es un crimen contra Dios y la humanidad que hay que
condenar con firmeza y sin vacilaciones» (GS 80) (93).

71. La objeción de conciencia OBJECION-CONCIENCIA En relación
con el tema de la guerra se plantea hoy el problema de los que rehúsan
el servicio militar por razones de conciencia. Sobre esta cuestión los
obispos españoles han presentado al pueblo cristiano la siguiente
reflexión: «Los Obispos españoles queremos recordar ante todo que el
mandamiento evangélico del amor fraterno, de donde ha de brotar la
conversión individual y colectiva y el «desarme de las conciencias», fue
rubricado con el testimonio supremo de Cristo, con la entrega de su vida.
Es, por otra parte, derecho de la autoridad pública mantener un eficaz
dispositivo de defensa para garantizar la necesaria protección de los
ciudadanos contra agresiones exteriores, derecho del que se deriva el
de establecer, si así lo exige el bien común, el servicio militar obligatorio.

Al mismo tiempo creemos necesario subrayar la importancia que tiene
para la realización del bien común, como realidad auténticamente
humana, el que los ciudadanos puedan obrar en el respeto y en la
fidelidad a sus exigencias éticas más profundas» (94).

72. Elaboración de fórmulas legislativas integradoras y generosas
«La conciliación de una y otra realidad ha de ser un objetivo a lograr
mediante la elaboración de fórmulas legislativas integradoras y
generosas. Estamos, en fin, seguros de que la sociedad ha de saber
valorar en su justa medida las voces que denuncian los riesgos de una
guerra que en las actuales circunstancias amenaza ser total e
indiscriminada, voces que además hacen notar la contradicción que
supone el empleo de armamentos y gastos bélicos de ingentes recursos,
indispensables para atender las necesidades más perentorias de la
subsistencia y del desarrollo de los pueblos. El caso de los objetores de
conciencia que tengan estas motivaciones no puede identificarse ni
recibir el mismo tratamiento que el de los simples desertores.
Consecuentes con estas premisas y con las enseñanzas del Concilio
Vaticano II nos parece razonable que las leyes tengan en cuenta, con un
sentido humano de equidad, el caso de los que se niegan a tomar las
armas por motivos de conciencia, con tal que acepten servir a la
comunidad humana de otra manera (GS 79).
La autoridad pública que así obra, a la vez que, con ponderado
criterio, permite servir a la comunidad humana en forma distinta del
servicio militar, habrá de proteger a la sociedad frente al recurso
fraudulento a los imperativos de la conciencia por motivaciones menos
nobles» (XIX Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española,
26 de noviembre a 1 de diciembre de 1973) (95).

73. La pena de muerte
La pena de muerte se ha justificado a lo largo de la historia por su
valor de ejemplaridad, por lo que tiene de justo castigo por delitos
especialmente graves, y como medio de defensa necesario de la
sociedad contra ciertos delincuentes. Los argumentos tradicionales en
favor de la pena de muerte dan por supuesto que ante ciertos delitos
especialmente graves la sociedad no dispone de otro medio eficaz para
salvaguardar de manera adecuada estos valores de ejemplaridad, de
castigo justo, de defensa contra los criminales. En este caso el derecho
de la autoridad pública es superior y diferente al derecho de los
individuos (96).

74. Buscar otros caminos que el de la eliminación por la muerte
En la actualidad, muchos sociólogos, juristas y moralistas, tanto
cristianos y creyentes como no creyentes, estiman que la pena de
muerte no es hoy necesaria para salvaguardar los valores que con ella
se pretende proteger. No parece que el aumento o la disminución de la
delincuencia dependa necesariamente de que exista o no exista la pena
de muerte. La conciencia, cada día más viva, de la dignidad de cada
hombre como fin en sí mismo lleva a muchos a rechazar la pena de
muerte, concebida como un medio. La autoridad civil, para el
cumplimiento de la función, debe buscar otros caminos distintos que el
de la eliminación por la muerte, ya se haga por razones de ejemplaridad
o por otras diversas (97).

75. Urgencia evangélica de caridad y de perdón
Cristo no abolió expresamente la pena de muerte, ni la guerra, ni la
esclavitud, ni habló de la necesidad de cambiar las leyes de la sociedad
civil. Pero de sus enseñanzas se desprende que el cristiano no puede
inspirarse en el deseo de venganza, aun cuando esta venganza la
realizara el Estado en nombre de los individuos; ni puede el cristiano
acogerse al principio de la legítima defensa como si éste fuera la última
palabra para resolver los conflictos entre los hombres. El mensaje
cristiano es, ante todo, un mensaje de caridad y de perdón, que va más
allá de toda argumentación ética: «amad a vuestros enemigos» (Mt 5,
44) (98).

76. Fe en Jesucristo reconciliador
Animados por el Espíritu, creemos, porque confiamos en la eficacia de
la salvación de Jesucristo que obra ya en nosotros y en nuestra historia,
"pacificando mediante la sangre de su cruz lo que hay en la tierra y en
los cielos" (Col 1, 20), que hemos de poder lograr, por otros caminos,
nuestras aspiraciones justas en el ámbito político-social, con tal de que
ninguno, autoridad o pueblo, pretenda poseer la exclusiva de la justicia y
trate de imponerla a cualquier precio.
Pablo Vl, sin referirse expresamente a la pena de muerte, exhorta a
todos a evitar todo recurso a la violencia: «la Iglesia no puede aceptar la
violencia, sobre todo la fuerza de las armas -incontrolable cuando se
desata- ni la muerte de quienquiera que sea, como camino de liberación,
porque sabe que la violencia engendra inexorablemente nuevas formas
de opresión y de esclavitud, a veces más graves que aquellas de las que
se pretende liberar» (EN 37; cfr. Tema 31) (99).

77. Urgentísima una nueva sensibilidad sobre la paz: educación,
opinión pública
El Concilio Vaticano II considera urgentísima la necesidad de «una
nueva educación de las mentes y una nueva inspiración de la opinión
pública. Quienes se entregan a la obra de la educación, sobre todo de
los jóvenes, o son formadores de la opinión pública, consideren como un
gravísimo deber suyo este de formar las mentes a una nueva
sensibilidad sobre la paz. Conviene que todos cambiemos nuestros
corazones, mirando siempre al entero universo y a los deberes que
podemos cumplir todos a una, para que el hombre se mejore» (GS 82)
(100).

78. Cuidarás de la vida
El Evangelio prescribe no sólo «no matar», sino además «cuidar de la
vida». Esto implica el cuidado de evitar todo lo que dañe la vida humana,
toda herida, ora provenga de maldad, de negligencia humana o de
necedad.
Jesús anuncia la vida. Para Jesús la vida humana es cosa preciosa,
«más que el alimento» (Mt 6, 25); salvar una vida prevalece incluso
sobre el sábado (Mc 3, 4).
Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos (Mc 12, 27). El cura y
devuelve la vida, como si no pudiera tolerar la presencia de la muerte (Jn
11,1 -44). El es la verdadera vida, se puede decir que es la vida a secas
(Mt 7, 14; 18, 8-9).
Por tanto, la droga, el alcoholismo, el excesivo trabajo, o también, el
trabajo prematuro, la infracción de las normas de tráfico (que puede
convertirse en un juego con la vida humana, propia y ajena)... son
formas concretas de no cuidar de la vida (101).

79. «Amad a vuestros enemigos»
Jesús nos lleva más allá de la letra del quinto mandamiento «Habéis
oído que se dijo a los antiguos: no matarás, y el que mate será
procesado. Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano
será procesado. Y si uno llama a su hermano imbécil, tendrá que
comparecer ante el sanedrín, y si lo llama renegado, merece la condena
del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te
acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu
ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y
entonces vuelve a presentar tu ofrenda» (MT 5. 21-24).
La línea de conducta cristiana: incluso con los que nos hacen daño, es
el amor: «Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a
tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad
por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en
el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a
justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué premio
tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos» (Mt 5, 43-46).
Este mandamiento destaca entre las exigencias más nuevas de Jesús.
El mismo tuvo enemigos, le dieron muerte y El, en la cruz, les perdonó
(Lc 23, 34). Así debe hacerlo el discípulo, a imitación de su maestro (1 P
2, 23). El amor al enemigo es signo distintivo del cristiano (104).

80. Actitud reconciliadora
El cristiano, como Jesucristo, debe perdonar. San Pablo, siguiendo las
enseñanzas y ejemplos de Jesús, nos dice: «Bendecid a los que os
persiguen; bendecid, sí, no maldigáis. Con los que ríen, estad alegres;
con los que lloran, llorad. Tened igualdad de trato unos con otros: no
tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde.
No mostréis suficiencia. No devolváis a nadie mal por mal. Procurad la
buena reputación entre la gente; en cuanto sea posible y por lo que a
vosotros toca, estad en paz con todo el mundo. Amigos, no os toméis la
venganza, dejad lugar al castigo, porque dice el Señor en la Escritura:
Mía es la venganza, yo daré lo merecido. En vez de eso, si tu enemigo
tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber: así le sacarás
los colores a la cara. No te dejes vencer por el mal, vence el mal a fuerza
de bien» (Rm 12, 14-21).
El hombre que ama a su enemigo aspira a convertirlo en amigo. En
esta actitud Dios mismo le precedió: «Cuando éramos enemigos, fuimos
reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo» (Rm 5, 10). La norma
suprema del cristiano en sus relaciones con los demás es la caridad: «El
amor es paciente, afable, no tiene envidia; no presume ni se engríe; no
es mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se
alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites,
cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites» (1 Co 13, 4-7)
(105).

81. Vencer el muro de la enemistad con el poder de Jesús
La enemistad es un signo del reinado de Satán, el enemigo por
excelencia (Gn 3,15). Enemigo de los hombres y enemigo de Dios,
siembra en la tierra la cizaña por lo cual estamos todos expuestos a sus
ataques (Mt 13, 39). Pero Jesús dio a los suyos poder sobre todo poder
que venga del enemigo (Lc 10, 19). Este poder les viene del combate en
que Jesús triunfó por su misma derrota, habiéndose ofrecido a los golpes
de Satán a través de sus enemigos y habiendo vencido a la muerte con
la muerte. Así derribó el muro de la enemistad que cruzaba por la
humanidad (Ef 2,14-16)(106).

82. La Cruz, lugar de reconciliación
En tanto llega el día en que Cristo, para poner a todos sus enemigos
bajo sus pies, destruya para siempre a la muerte, que es el último
enemigo (1 Co 15,25-26), el cristiano combate con Jesús contra el viejo
enemigo del género humano (Ef 6,11-17). En torno a él, algunos se
conducen como enemigos de la Cruz de Cristo (Flp 3,18), pero él sabe
que la Cruz lo lleva al triunfo. Esta cruz es el lugar fuera del cual no hay
reconciliación con Dios ni entre los hombres (107).

83. Pasar de la muerte a la vida amando a los hermanos
Jesús, a quien los discípulos reconocieron como la palabra creadora
misma, jamás destruye, nunca mata, no hiere; El cura, regenera, crea.
Quien ama, ha pasado de la muerte a la vida. Quien no ama, es enemigo
de la vida. Es un homicida y permanece en la muerte, dice San Juan:
«nosotros hemos pasado de la muerte a la vida: lo sabemos porque
amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que
odia a su hermano es un homicida. Y sabéis que ningún homicida lleva
en sí vida eterna» (1 Jn 3, 14-15) (108).

84. Un amor muy difícil para nosotros, que procede de Dios
El amor al enemigo, difícil para el hombre, procede de Dios. Es la obra
de Dios en nosotros, «el amor es de Dios» (1 Jn 4,7). En efecto, ¿cómo
seríamos nosotros misericordiosos (como el Padre celestial) si no nos lo
enseña el Señor, si no lo derrama el Espíritu en nuestros corazones? (1
Ts 4,9; Rm 5,5; 15,30). Y ese amor, venido de Dios, conduce a Dios.
Mientras esperamos la venida del Señor, el amor es nuestra actividad
esencial, según la cual seremos juzgados (Mt 25, 31-46). El amor de Dios
(y del cristiano) es universal, no excluye a nadie, ni siquiera al enemigo; y
es absoluto, no tiene excepciones, rige en todo momento (109).
........................................................................

TEMA 38-1

OBJETIVO:
DESCUBRIR QUE EL EVANGELIO CONDUCE
NO SOLO A NO MATAR, SINO TAMBIÉN A AMAR AL ENEMIGO

PLAN DE LA REUNIÓN
* Información (personas, hechos, problemas: lo más importante).
* Presentación del objetivo, plan y pista de la reunión: presentación
de
Gn 4,1-16, el fratricidio o la violación de la fraternidad.
* Diálogo: lo que más nos llama la atención.
* Oración comunitaria.

PISTA PARA LA REUNIÓN
* Presentaci6n de Gn 4,1-16:
- "he adquirido un varón"...;
- Abel, pastor; Caín, labrador (establecido, sedentario);
- oblación de Caín (?);
- se irritó...;
- ¿dónde está tu hermano?;
- no sé (?);
- vagabundo y errante serás en la tierra;
- señal de protección: de parte de Dios.
........................................................................

TEMA 38-2

OBJETIVO:
DESCUBRIR QUE EL EVANGELIO CONDUCE
NO SOLO A NO MATAR, SINO TAMBIÉN A AMAR AL ENEMIGO

PLAN DE LA REUNIÓN
* Oración inicial: Sal 50.
* Presentación del objetivo, plan y pista de la reunión: no sólo no
matarás
(evitarás cuanto atenta contra la vida), sino también amarás a tu
enemigo.
* Diálogo.
* Oración comunitaria: desde la propia situación.

PISTA PARA LA REUNIÓN
* Cuanto atenta contra la vida:
- homicidios de cualquier clase;
- genocidios;
- aborto;
- eutanasia;
- mutilaciones;
- torturas morales o físicas;
- terrorismo;
- secuestros;
- (...)
* No matarás (Dt 5,17).
* Amad a vuestros enemigos (Mt 5,44).
........................................................................

TEMA 38-3

OBJETIVO:
ABORDAR EL PROBLEMA DEL ABORTO Y EL DE SU LEGALIZACIÓN


PLAN DE LA REUNIÓN
* Presentación del objetivo, plan y documento de la reunión:
«El aborto. Diversos aspectos. ¿Legalización?» (PC-1, 6.1).
* Lectura personal y comentario: lo más importante.
O bien: exposición y diálogo,
* Oración comunitaria.

PISTA PARA LA REUNIÓN
DIVERSOS ASPECTOS
1 Aspectos biológicos.
2 Aspectos jurídicos.
3 Aspectos teológicos.
4 El Magisterio más reciente de la Iglesia.
5 Problemas especiales.
6 Datos estadísticos.
7 (...)
8 Para la reunión de grupo

 
 
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"Así que, no se gloríe nadie en los hombres, pues todo es vuestro: ... el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es vuestro; y vosotros, de Cristo y Cristo de Dios" ICor 3, 21-23 Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
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