CATECUMENADO 24
MAL/ESCANDALO
LA EXPERIENCIA DEL MAL, EL PECADO,
LA RAÍZ MAS PROFUNDA DE LA MISERIA HUMANA
OBJETIVO CATEQUETICO
* Descubrir la experiencia del mal y del pecado como la raíz más
profunda de la miseria humana.
20. Experiencia del mal: ¿Quién es el responsable?
MAL/EXPERIENCIA: La experiencia del mal parece desvirtuar la primera
enseñanza bíblica, a saber, que el mundo y la vida son don de Dios, y
constituye una objeción insistentemente dirigida al propio corazón de la
fe: «Dios es amor» (1 Jn 4, 8.16). Si esto es así, ¿cómo es posible el
mal? Por eso esta experiencia del mal desencadena a veces la
afirmación impía: No hay Dios (/Sal/009B/010/04; /Sal/013/014/01), esta
es la reacción de algunos contemporáneos nuestros ante el mal: Dios no
es justo, no es bueno (tolera el sufrimiento de los inocentes), luego no
existe. En este contexto se produce otra gran proclamación bíblica (Gn 2
y 3), la de la justicia y la inocencia de Dios ante el mal del mundo. El
relato yahvista del pecado de la primera pareja, recogido en el Génesis,
está orientado principalmente a proclamar y confesar que Dios no tiene
la culpa. La raíz más profunda de la miseria humana no está en Dios,
sino en el hombre mismo. Y en forma figurada reproduce el drama
original, cuyas consecuencias vienen a decidir la condición del hombre y
toda su historia (28).
21. Se introdujo el pecado y la muerte en el mundo. Así se introduce todavía hoy P/CAUSA-MAL
Según las primeras páginas del Génesis, entre el mundo de nuestra
experiencia y la creación original no hay una continuidad perfecta: en un
lugar se produce una fractura. Era el mundo bueno, muy bueno al salir
de las manos de Dios (Gn 1 y 2). Se ha introducido un elemento
perturbador: el pecado del hombre (Gn 3). El pecado, rebeldía del
hombre contra el designio salvador de Dios, constituye la raíz más
profunda de la miseria humana. Con este relato busca la Biblia no tanto
especular sobre los orígenes de la historia cuanto iluminar, la vida del
hombre en orden a su conducta, mostrándole cómo vino la desgracia y la
miseria al mundo y siguen viniendo aún hoy y cómo de ellas es el hombre
y no Dios el responsable (29).
22. La gran mentira: «Dios, rival del hombre y envidioso de su felicidad».
Falsa autonomía religiosa y moral P-O/AUTONOMIA-FALSA
El relato de Gn 3 manifiesta la radical perversión del hombre pecador e
«hijo del padre de la mentira" (Jn 8, 44). Dios se le presenta al hombre,
según el tentador, como su rival, envidioso de su bien y felicidad. El
hombre pretende ser un dios, pero sin Dios. Quiere, ante todo, conseguir
la ciencia del bien y del mal, decidir por sí mismo lo que es bueno y lo
que es malo y obrar en consecuencia: una falsa autonomía por la que
pueda hacerse por sí mismo y desde sí mismo su propio proyecto de
vida, configurado por la ruptura del orden religioso de la existencia y del
consiguiente orden moral. «Bien sabe Dios que cuando comáis de él se
os abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien y del
mal» (/Gn/03/05). El autor del relato de Gn 3 describe la tentación de la
«serpiente» con los rasgos de la tentación que para los israelitas
significaron los cultos de los cananeos, habitantes como ellos de la
Palestina. Tras todo ello se perfila la profunda tentación del proyecto
cananeo de vida: sin el Dios de Israel (37).
23. La mentira primordial: «Ser como un dios, pero sin Dios»
La mentira primordial cautiva más fácilmente por su falsa apariencia de
bien. El fruto prohibido aparece «apetitoso, atrayente y deseable porque
daba inteligencia» (Gn 3, 6). La utopía de ser como un dios, pero sin
Dios, que alimenta el propio proyecto cananeo de vida aparece realizable
y apetecible. La fruta prohibida está al alcance de la mano. El hombre la
come y cumple la experiencia radical del pecado, experiencia que le
configura bíblicamente como hombre viejo.
El pecado trastorna la vida del hombre. Ese trastorno está
caracterizado por una constelación de rupturas con Dios, con los demás,
consigo mismo (38).
24. Ruptura con Dios, ruptura fundamental en el orden de la fe
P/RUPTURA
La ruptura con el Dios de la Alianza, con su proyecto de salvación, es
la ruptura radical, fundamento de las demás. Es una ruptura en el orden
de la fe, de esta fe que es acogida del Dios que se complace en
comunicarse personalmente con el hombre. Habiendo pecado, el hombre
no acoge a Dios, rehuye su rostro y su presencia, se oculta. Ocurre lo
contrario a lo que acontece en la conversión. El pecador se refugia en
las tinieblas, pues, como dice San Juan, «todo el que obra
perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse
acusado por sus obras» (/Jn/03/19-20). El hombre se oculta porque se
siente desnudo. La conciencia de desnudez implica conciencia de
desamparo, impotencia y deshonor y, por ello, avergüenza. El hombre,
con su pretensión de ser un dios, pero sin Dios, se siente por ello mismo
reducido a su humanidad desnuda, impotente y desamparada. El hombre
que pierde a Dios, pierde el fundamento de su propia consistencia
(/Is/07/09; /Is/28/16; /Is/30/15); es pura fantasmagoría y sombra que
pasa (39).
25. Ruptura con los demás: ruptura del orden del amor
La moral bíblica es una moral de alianza fundamentada en un orden
de gracia. Dios llama al hombre a la justicia, a la fidelidad y al amor. El
hombre debe responder con fe viva y con amor a los requerimientos de
Dios. La fe es la raíz de la moral de alianza. Rota la alianza con Dios por
la infidelidad del hombre, se rompe también la alianza entre los hombres
y el orden moral y viceversa. El segundo mandamiento es semejante al
primero (Mt 22, 39). La ruptura del orden moral supone la ruptura del
amor al hermano, a quien vemos (1 Jn 4, 20), y la instalación en el propio
egoísmo. En el relato del Génesis, la ruptura de la alianza entre hombre
y mujer se manifiesta ya en la acusación. «La mujer...» (Gn 3, 12). El
proyecto original de Dios de hacer de marido y mujer "una sola carne"
(/Gn/02/24), se resquebraja también por el pecado. En la acusación
aparece el síntoma de la fisura. No se asume la propia responsabilidad y
se descarga sobre otro, sea quien sea: «La mujer...», «la serpiente» (3,
13). Prácticamente, la capacidad para autojustificarse falsamente el
hombre no tiene término. Nadie quiere hacerse cargo ni de los pecados
del mundo ni de los pecados propios (40).
26. Impacto del pecado en el ámbito de la familia y del amor humanos
El pecado afecta a las funciones y actividades esenciales del hombre.
A la mujer le dijo: «Mucho te haré sufrir en tu preñez, parirás hijos con
dolor, tendrás ansia de tu marido y él te dominará» (Gn 3, 16). Este
versículo supone la contradicción existencial que el pecado introduce en
el orden de la familia y del amor humanos. Esta es la miseria de la mujer,
que -rota por el pecado la comunidad de la Alianza- no sirve (dentro de
la cultura del Oriente Antiguo) para otra cosa sino para engendrarle hijos
a su marido. No es la «reina» del hogar, sino la «esclava». Por ello vivirá
la maternidad como una carga y dará a luz a sus hijos con trabaio (en
sentido existencial, no meramente fisiológico). Por otro lado, la relación
interpersonal del amor conyugal queda rebajada y desvirtuada en
relaciones meramente instintivas y ciegas, de deseo, dominio y fuerza. Es
lo que modernamente llamamos dialéctica de los sexos, una situación en
que el hombre vive su incapacidad para amar (42).
27. Consecuencias del pecado en el orden del trabajo
Al hombre pecador le dijo: «Porque le hiciste caso a tu mujer y comiste
del árbol del que te prohibí comer, maldito sea el suelo por tu culpa:
comerás de él con fatiga mientras vivas; brotarán para ti cardos y
espinas, y comerás hierba del campo. Con sudor de tu frente comerás el
pan...» (/Gn/03/17-19). Este pasaje pretende únicamente exponer las
condiciones existenciales en que el hombre vive su trabajo y las
contradicciones que el pecado ha introducido en el orden del mismo. A
causa del pecado, el trabajo no será ya siempre una actividad creadora,
gratificadora y plenificante, sino más bien algo duro e ingrato expresado
bajo las imágenes de fatiga, espinas y sudor. Proyectando esta luz sobre
la complejidad creciente del mundo del trabajo -particularmente en
nuestro mundo industrializado- aparece éste configurado en un marco de
relaciones de dominio, opresión y esclavitud (43).
28. Ruptura del orden de la esperanza
El autor del relato de Gn 3 quiere mostrar también que por el pecado
se hunde el hombre en una situación de suyo sin salida, sin fundamento
para la esperanza. Rota la alianza con Dios, el hombre queda
abandonado a sí mismo y a los acontecimientos naturales. La imagen del
polvo (v. 19) expresa la inconsistencia del hombre apartado de Dios. El
hombre ha encontrado la muerte; éste es el salario del pecado (Rm 6,
23; 7, 11). Así, por el pecado queda el hombre despojado de toda
esperanza, aun de la esperanza de vivir gozosa y plenamente para
siempre; sin Dios, el hombre queda también sin futuro, abandonado al
proceso de suyo natural de la muerte (44).
29. Una situación de la que el hombre, por sí mismo, no puede salir
Por el pecado, el hombre queda fuera del Paraíso, se produce la
escisión entre lo sagrado y lo profano, entre el lugar donde mora Dios y
el lugar donde el hombre hace su historia. Así el hombre vive fuera del
Paraíso y fuera del templo. "Echó al hombre, y a oriente del jardin de
Edén colocó a los querubines y la espada llameante que se agitaba para
cerrar el camino del brbol de la vida" (/Gn/03/24). "Querubin"
corresponde al nombre de los Káribu babilónicos: genios que
guardaban los templos, centinelas de lo sagrado. Con su espada de
llama vibrante, el querubín expresa de forma difícilmente superable el
estatuto teológico en que queda el hombre pecador. El hombre ha
entrado por el pecado en una situación de la que no puede salir por sí
mismo, sin la acción salvadora de Dios. El pecado, en efecto, introduce el
drama: «Por eso toda la vida humana, individual o colectiva, se nos
presenta como una lucha, por añadidura dramática, entre el mal y el
bien, entre las tinieblas y la luz. Más aún, el hombre se encuentra
incapacdado para resistir eficazmente por sí mismo a los ataques del
mal, hasta sentirse como aherrojado con cadenas. Y el pecado,
ciertamente, empequeñece al hombre, alejándole de la consecución de
su propia plenitud. (GS 13) (45).
30. La naturaleza, creada para el hombre, participa de su destino
La naturaleza, creada para el hombre, participa de su destino. A causa
del pecado, actualmente se encuentra violentada: «La creación,
expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios;
ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la
sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería
liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad
gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación
entera está gimiendo toda ella con dolores de parto" (/Rm/08/19-22). Así
pues, el mundo acusa también el impacto del pecado, como dice el
salmista: "EI cambia los ríos en desierto, y en sequedad los manantiales,
la tierra fértil en salinas, por la malicia de sus habitantes"
(/Sal/106/107/33-34) (46).
31. El pecado, acontecimiento universal: "EI mundo entero yace en
poder del Maligno" (/1Jn/05/19)
El relato del Gn 3 anuncia en el fondo un acontecimiento de
consecuencias universales: el hombre es pecador, todos somos
pecadores. Después de este relato, la historia bíblica primitiva describe
el fratricidio, la corrupción de los contemporáneos de Noé, la
construcción de la torre de Babel, caídas que prefiguran nuestros
grandes pecados; la historia bíblica posterior irá haciéndonos tomar cada
vez más clara conciencia de que el pecado es un acontecimiento
universa. "No hay hombre que no peque" (/1R/08/46); ésta es una de las
tesis fundamentales de la teologia profética. Para los profetas el pecado
ha venido a ser como unasegunda naturaleza ya en el pueblo de Israel:
"¿Muda el cusita su piel o el leopardo sus pintas?" "¡También vosotros
podéis entonces hacer el bien los avezados a hacer el mal" (Jr 13,23). La
humanidad se ha hundido en el pecado como en un pantano sin fondo.
Job se pregunta si es posible sacar pureza de lo impuro (14, 4). San
Pablo asegura que todos, judíos y paganos, están bajo el dominio del
pecado"... Todos pecaron y están privados de la gloria de Diosb
(/Rm/03/10/23). Como dice San Juan: "EI mundo entero yace en poder
del Maligno" (/1Jn/05/19) (47).
32. Nacemos en pecado
El salmista considera al hombre concebido en maldad y en pecado
(Sal 50,7). Jesús proclama la necesidad de un nuevo nacimiento para
entrar en el Reino de Dios (Jn 3, 5) y librar al hombre del Princlpe de
este mundo (Jn 12,31). En relación a Dios somos sordos y ciegos de
nacimiento. Todos a excepción de la Inmaculada Virgen María, enemiga
del mal desde su concepción (Cfr. Tema 51), nacemos extraños a Dios,
nacemos en pecado: "... por la desobediencia de uno todos se
convirtieron en pecadores»... (/Rm/05/19). El pecado de Adán no se
transmite por vía de imitación y mal ejemplo, sino por propagación o
como por un contagio universal, que da una personalidad de pecador
-un cuerpo de pecado- a cada hombre en tanto que es hijo de Adán. Por
eso no puede salvarse por sí mismo el hombre; para ello ha de nacer de
nuevo, de lo alto, por la acción de Dios. Este nacimiento y esta acción
han tenido lugar en Jesús. Por él, por su obediencia, «todos se
convertirán en justos». «Con el don no sucede como con la culpa. Si por
la culpa de uno murieron todos, muchos más, gracias a un solo hombre,
Jesucristo, la benevolencia y el don de Dios desbordaron sobre todos. Si
creció el pecado, más desbordante fue la gracia» (Rm 5, 15.19.20) (48).
33. La naturaleza humana: herida, responsable, necesitada de Cristo
Según la enseñanza de la Iglesia a lo largo de los siglos, el pecado
original ha dañado a la naturaleza humana, pero no la ha corrompido. Ha
cambiado al hombre y le ha situado «en un estado peor» (Cfr. Il Concilio
de Orange, DS 371 y Concilio de Trento, DS 1511), le ha alejado «de la
consecución de su propia plenitud» (Concilio Vaticano II, GS 13, b). Por
el pecado, la libertad humana no fue extinguida, «aunque sí atenuada y
desviada en sus fuerzas» (Concilio de Trento, DS 1521). Es decir, el
hombre sigue siendo libre y responsable de su vida, aunque a
consecuencia del pecado esté parcialmente condicionado y debilitado
(Cfr. GS 15, a). Puede hacer el bien. No todas sus obras son pecado. Sin
embargo, para orientarse hacia Dios con «plena eficacia, ha de apoyarse
necesariamente en la gracia de Dios» (GS 17). Más aún, la gracia de
Dios manifestada en Cristo es el origen de la justificación humana (Cfr.
DS 1523 y 1525). Por Cristo "verdaderamente nos llamamos y somos
justos" (DS 1529), somos hijos de Dios. Al hombre, así justificado y
transformado por la gracia, le es posible observar los mandamientos de
Dios y guardar las palabras de Cristo (Cfr. 1 Jn 5, 2 ss; Jn 14, 23; DS
1536) (49).
34. Salvados por medio de Jesucristo
A pesar del pecado, puede haber salvación para el hombre. Cristo es
nuestra salvación: «Así pues, ya hemos recibido la justificación por la fe,
esta paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos
obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos y nos
gloriamos apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios» (Rm
5,1-2). Aun después de la redención de Cristo siguen actuando ciertas
consecuencias del pecado original: la inclinación al pecado, la dificultad
para discernir el camino del bien moral, el dolor, la enfermedad, la
muerte... Pero estas consecuencias del pecado han cambiado de signo
por la acción redentora de Cristo.
El hombre, en virtud de la gracia de Cristo, puede recobrar poco a
poco en la presente situación histórica lo que según el proyecto original
de Dios está llamado a ser: imagen de Dios, verdadero hijo de Dios (50).
35. La naturaleza humana, caída
En nuestro tiempo, el Papa Pablo VI ha propuesto esta fórmula en el
Credo del Pueblo de Dios como profesión de fe de la Iglesia sobre el
pecado original: «Creemos que todos pecaron en Adán». Y explica este
hecho así "Lo cual significa que la culpa original cometida por él hizo que
la naturaleza humana, común a todos los hombres, cayera en un estado
tal en el que padeciese las consecuencias de aquella culpa. Este estado
ya no es aquel en el que la naturaleza se encontraba al principio en
nuestros primeros padres, ya que estaban constituidos en santidad y
justicia, y en el que el hombre estaba exento del mal y de la muerte. Así
pues, esta naturaleza humana, caída de esta manera, destituida del don
de la gracia del que antes estaba adornada, herida en sus mismas
fuerzas naturales y sometida al imperio de la muerte, es dada a todos los
hombres; por tanto, en este sentido, todo hombre nace en pecado.
Mantenemos, pues, siguiendo el Concilio de Trento, que el pecado
original se transmite, juntamente con la naturaleza humana, por
propagación, no por imitación, y que se halla como propio en cada uno»
(CPD 1 6) (51 ).
........................................................................
TEMA 24-1
OBJETIVO:
DESCUBRIR LA RAIZ MAS PROFUNDA DE LA MISERIA HUMANA:
EL ORIGEN DEL MAL
PLAN DE LA REUNION
* Información: personas, hechos, problemas...
* Presentación del objetivo, plan y pista de la reunión .
* Comunicación de pequeño grupo y puesta en común de lo más
importante.
* Lectura de Gn 3: comentario.
* Oración comunitaria: desde la propia situación.
PISTA PARA LA REUNION
* Interrogantes que vuelven una y otra vez:
¿por qué existe el mal en el mundo?;
¿será Dios el responsable7
¿existe el pecado?
* ¿Cómo me sitúo yo ante éstos y otros interrogantes parecidos?
........................................................................
TEMA 24-2
OBJETIVO:
DESCUBRIR LA RAIZ MAS PROFUNDA DE LA MISERIA HUMANA:
EL ORIGEN DEL MAL
PLAN DE LA REUNION
* Relato de acontecimientos más significativos ocurridos desde la
última reunión.
* Presentación del objetivo y plan de la reunión.
* Presentación del tema 24 en sus puntos clave.
* Diálogo.
* Oraci6n comunitaria: desde la propia situación.
PISTA PARA LA REUNION
PUNTOS CLAVE
* ¿Quién es el responsable?
* Como al principio, así hoy.
* La mentira primordial: ser como Dios, pero sin Dios.
* Ruptura con Dios.
* Ruptura con los demás: familia y trabajo.
* Ruptura de la esperanza.
* Situación de la que el hombre, por sí mismo, no puede salir.
* La naturaleza humana: herida, responsable, necesitada de Cristo.