Dios, Señor de la Historia: Nahún
José L. Caravias S.J.
Existen un profeta pequeño muy poco conocido, que pienso que es de actualidad. Me refiero a Nahún. Actúa a finales del reino del sur, contemporáneo de los últimos tiempos de Jeremías.
El año 612 antes de Cristo cayó Nínive, capital del imperio asirio, "el león desgarrador" (Nah 2,13). Es una fecha memorable, cantada de forma entusiasta por el profeta Nahún. El describe de forma vibrante la caída del imperio tan temido y odiado por todos los pueblos.
La fe de este profeta se enraiza en los acontecimientos políticos de su época. Canta al Señor de la historia, que hace sonar su hora a los imperios: "Yavé se venga contra sus adversarios..." (1,2). "Aquí estoy Yo contra ti, dice Yavé Sebaot: Yo convertiré en cenizas tus carros... Pondré fin a tus robos y no se oirá más el grito de tus mensajeros" (2,14). "Voy a alzar tus faldas hasta tu cara; mostraré a las naciones tu desnudez, y verán los reinos tus vergüenzas" (3,4). "Todos los que oyen aplauden por tu ruina; pues, ¿sobre quién no pesó constantemente tu crueldad?" (3,19).
El profeta se alegra de la ruina de Nínive, capital de Asiria, y ve en ello la mano de Dios. Y ciertamente justifica esta su alegría. El Dios de la justicia y de la verdad no podía estar de acuerdo con aquella realidad. Nínive era una "ciudad de sangre, toda llena de mentira, de rapiña, de incesantes robos" (3,1). Era una "cueva de leones, guarida de sus cachorros, donde iban a llevar sus crías sin que nadie los molestara. El león desgarraba para sus cachorros; mataba para sus leonas, y llenaba sus guaridas de presas y de carne despedazada" (2,12-13). Aquella ciudad y todo su poder era una "prostituta de encantadores atractivos, maestra en sortilegios, que engañaba a los pueblos con sus prostituciones y a las naciones con sus sortilegios..." (3,4). "Habías multiplicado tus mercaderes más que las estrellas del cielo. Tus guardias, como langosta; y tus funcionarios como enjambres de insectos" (3,16-17).
"Yavé es lento a la cólera pero tremendo en poder, y no dejará sin castigo al culpable" (1,3). Ciertamente "Yavé es bueno para los que en El confían: es un refugio en el día de la angustia" (1,7), pero "a sus enemigos los persigue hasta en la obscuridad" (1,8). "Ellos, espinos enredados, serán consumidos enteramente como paja seca" (1,10). "Por más potentes y poderosos que sean, serán cortados y desaparecerán" (1,12). "Haré de tu sepulcro una ignominia" (1,14)
Se trata de una experiencia de Dios muy especial: Nahún se alegra profundamente de que Dios hunda en la ruina al imperio más cruel de la época. En aquellos hechos él ve la mano de Dios. "Aquí estoy Yo contra ti" repite varias veces, refiriéndose a Dios... (2,14; 3,5). Por ello describe en los capítulos 2 y 3 la caída de Nínive con una vivacidad impresionante. Son unas de las páginas más vibrantes de la poesía profética.
En nuestro mundo también hay gobiernos que se esfuerzan por aparecer con cara limpia, pero están llenos de la más sucia inmoralidad. Y el mensaje profético es que Dios no es indiferente ante ello. Ha de llegar la ruina de todo gobierno opresor. Y cada vez que un tirano cae, hemos de ver la mano de Dios y alegrarnos profundamente con ello. Siguen siendo actuales también hoy las palabras de Nahún: "Aquí estoy Yo contra ti, dice Yavé Sebaot" (2,14).
Muchas veces no entendemos los caminos de Dios, pero ciertamente, aunque sea por senderos largos y escabrosos, El es Señor de la Historia.