Mi correo electrónico: mistica@jet.es
PRÓLOGO
Se trata de un mes de Ejercicios vivencial, practicado por mí del 12 de marzo al 12 de abril del año 2000. Al acabarlos, la palabra que se me ocurrió como resumen es ésta: CONTUNDENTES. Muchas de las personas que los han practicado, desde ese día han comenzado a vivir mucho más en serio su relación íntima con Dios, su perfección cristiana, su ideal de santidad.
Los he hecho yo solo en Burlada (Navarra) , pero con la ayuda de un Director espiritual a quien visitaba dos veces por semana. Los preparé muy al detalle durante el curso 98 - 99 que estuve enfermo y sufrí tres operaciones, y fue mi gran aliciente en aquellos meses de enfermedad.
No me extraña digan de los Ejercicios Espirituales que son inspiración del Espíritu Santo a San Ignacio de Loyola, porque esa es la impresión que uno saca al terminarlos. Sin embargo no es fácil adentrarse en la soledad durante treinta días. Se pasan ratos duros y ratos de cielo. San Ignacio da gran importancia a estos contrastes. Los llama consolación y desolación, provocados por el buen espíritu y el mal espíritu.
Estos apuntes pueden ser útiles a más de uno. Los dejaré de forma permanente en esta revista vivencial, para que en cualquier momento se pueda echar mano de alguna de las meditaciones para retiros, o... lanzarse con esta guía a practicarlos. El contenido total es de cien meditaciones. Un saludo y cada vez más unidos en la fe, en la oración y en el ideal de santidad. Josemari Lorenzo.
Nota: Los libros de que me he valido son: El libro de los ejercicios de San Ignacio de Loyola. Ejercicios espirituales de Iparraguirre y González. Los Ejercicios de San Ignacio de Antonio Encinas. Meditaciones del P. Garzón. La Biblia.
ALGUNAS NORMAS ANTES DE COMENZAR LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES:
Dos maneras distintas de Ejercicios Espirituales: 1.- Ejercicios Espirituales de mes. 2.- Ejercicios Espirituales leves.
1.- Los Ejercicios Espirituales de mes se hacen en completo retiro. También se hacen en completo retiro los Ejercicios Espirituales de cuatro a ocho días. Los temas de Ejercicios Espirituales de mes están en este libro, como puedes observar. También se incluyen en él las pláticas e instrucciones de ellos que es necesario ir asimilando. Para los Ejercicios Espirituales de mes y los de varios días hechos en retiro absoluto ( sin relación con el mundo exterior) es necesario un director espiritual. El director espiritual no es necesario que sea sacerdote. Pero sí es necesario que él haya practicado una o varias veces los Ejercicios Espirituales y tenga conocimiento del corazón humano. Gran parte de los sacerdotes, religiosos y religiosas pueden ser directores de Ejercicios Espirituales. También seglares con suficiente cultura teológica. Conviene consultar con el director espiritual todos los días o al menos dos veces por semana, para exponerle las mociones recibidas en las meditaciones y que él nos ayude a discernir si vienen del buen o del mal espíritu. También sería posible que el director espiritual esté físicamente ausente pero comunicarse con él por teléfono o correo electrónico.
Conviene, si se van a hacer los Ejercicios Espirituales en soledad (es decir, sin un grupo en una tanda de Ejercicios) prepararse antes mirando los temas, aunque no se lean del todo, y hacer oración pidiendo a Dios su gracia. Darse cuenta de por dónde va a ir durante el mes (o los días que sean) nuestro pensamiento y nuestra oración. Fijar la persona que nos va a acompañar como director.
2.- Los Ejercicios Espirituales leves se pueden hacer durante dos o tres días o más. También pueden durar un tiempo indefinido. Algunas personas hacen los Ejercicios Espirituales leves durante más de un mes, siguiendo los temas aquí presentes, y aprovechando las horas libres que nos deja el trabajo y fines de semana. También en estos casos conviene la ayuda de una persona (a modo de director) que nos acompañe o próxima, o por escrito, o teléfono. En este libro hay varios tipos de meditaciones para Ejercicios Espirituales leves. Pero algunas personas han utilizado las alrededor de cien meditaciones de Ejercicios Espirituales de mes, durante espacios tiempo de más de un mes.
3.- Por fin: se pueden utilizar todas las meditaciones de este libro como tema diario de meditación. Llevaría más de tres meses de tiempo. Sería cosa buena, pero no suele producir el mismo efecto espiritual que los auténticos Ejercicios Espirituales. También en estos casos viene bien el acompañante director.
I) MEDITACIÓN PREPARATORIA.
II) ORACIÓN ANTES DE CADA MEDITACIÓN.
III) EXAMEN DESPUÉS DE CADA MEDITACIÓN.
I
MEDITACIÓN PREPARATORIA
Comienzo con la ayuda de Dios mis Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola; un mes. Hoy es día 12 de marzo del 2000. Cerca de la media noche.. Estoy en soledad. En retiro total. Me encuentro en Burlada, en un piso solo. Deseo practicar estos días de retiro en esta cuaresma. Bendito sea el nombre del Señor. Santa María, Madre de Dios ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte amén. Ven Espíritu Santo, Creador; visita las mentes de los tuyos. Llena con tu suprema gracia el pecho de aquellos que creaste. Dame tu luz, tu fuerza, tu gracia para este mes.
¿Qué pretendo en estos Ejercicios? Mi decisión es total: con la ayuda de Dios seguir en serio la voluntad divina. Ordenar mi vida en todo. Ser útil de verdad al Reino de Dios. Vivir con compunción de corazón y amor a Dios. Renunciar de una vez al egoísmo y a la afición al placer. Preparar mi definitivo encuentro con el Señor, pues estoy en la última etapa de mi vida, de jubilado, con 65 años. Que mi único querer sea Dios. Que triunfe en mí su Reino. Que mi única ilusión se ser santo y que de una vez me decida a poner los medios.
Comienzo con gran paz interior, con serena alegría. Se me hace difícil cambiar interiormente. La edad me va impulsando hacia una "áurea mediocridad". Pero confío en tu ayuda, Señor.
En estos días he de examinar mi conciencia; meditar; contemplar; orar mental y vocalmente. Me daré cuenta, Señor, de que no el mucho saber harta y satisface el ánimo, sino el sentir y el gustar interiormente de las cosas de Dios.
Alma de Cristo, santifícame en estos días. Dame que sepa entender y gustar de tus cosas, Dios mío, y que sepa atender, sin dormirme en las rutinas. Amarte y servirte. Sálvame, Cuerpo de Cristo, de mi esclavitud del pecado. ¡Embriágame, Sangre de Cristo! Que me falta entusiasmo en la obra de santidad. ¡Lávame, agua del costado de Cristo! Que me encuentro sucio del ambiente mundano. Confórtame, pasión de Cristo. Mira con cuánta frecuencia me canso y me desanimo. No permitas que en estos días, ni nunca, me aparte de ti. Defiéndeme del maligno enemigo, y mándame ir a ti...
Deseo en estos días prepararme más para servirte. Ven en mi ayuda, Señor. Ayúdame, Virgen María. Que deseo repensar mi vida espiritual para que sea sólida de verdad. Que siga el llamamiento de la gracia. Que acierte a dar a mi vida un total enfoque apostólico. Que viva todo el día unido a Dios y logre dominar mis pasiones. Sacaré, Señor, la fuerza de ti. ¡Reconquista mi alma del todo! Quiero, Señor, remover impedimentos y quitar todas mis afecciones desordenadas. ¡Ven en mi ayuda!
OBSERVACIÓN: He tenido ganas de no empezar porque me parece imposible un cambio verdadero, una conversión total a mi edad. Vivo en una "áurea mediocridad" y es difícil cambiar. El Director de mis Ejercicios, Rvdo. D. Urbano Larrea, me aconseja no preocuparme del éxito. Seguir buscando a Dios. Dejarlo todo en sus manos. El enemigo me quiere distraer del ideal.
II
ANTES DE CADA MEDITACIÓN
Antes de comenzar cada una de las meditaciones es necesario: 1º Ponerse en la presencia de Dios. Actualizarla en el Sagrario, en el Crucifijo, en alguna estampa... 2º Oración preparatoria fundamentada en estas ideas de San Ignacio: "Que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su Divina Majestad". 3º Composición de lugar: representar vivamente con la imaginación el hecho que se va a meditar o contemplar; o algo sensible a modo de imagen o símbolo si la idea es más abstracta. 4º Petición: formular una petición relacionada con el objetivo que nos proponemos en esa meditación.
III
DESPUÉS DE CADA MEDITACIÓN
San Ignacio de Loyola pide que después de cada meditación se dedique un cuarto de hora al examen de la misma. A primera vista puede parecer excesivo, pero a su juicio es necesario, dada la importancia que tiene cada meditación. Para facilitar esta labor incluimos ahora una serie de preguntas que pueden ayudar:
1.- ¿Has hablado contigo mismo o con Dios?
2.- ¿Has hablado con Dios como con un ausente o como con alguien que sabes te oye?
3.- ¿Das tiempo para que Dios te hable de ti?
4.- ¿Pones en compartimentos estancos oración y vida?
5.- ¿Has ido a la oración sin saber para qué?
6.- ¿Has cumplido las adiciones?
7.- ¿Has hecho peticiones?
8.- ¿Has alabado, adorado, reverenciado, dado gracias?
9.- ¿Preparas las ideas?
10.- ¿Sabes qué quieres en ese acto de oración?
11.- ¿Te atas demasiado al libro?
12.- ¿No sabes de dónde tomar ideas?
13.- ¿Es muy distraída tu oración? ¿Por falta de empeño?
14.- ¿Haces un intervalo de preparación antes de meditar?
15.- ¿Te interesan las ideas de la oración?
16.- ¿Antes de meditar eres consciente de en qué estás pensando?
17.- ¿De vez en cuando actualizas la presencia de Dios?
18.- ¿Te recoges bien?
19.- ¿Te pones nervioso en ocasiones?
20.- ¿Crees que puedes orar sin pedir la gloria de Dios?
21.- ¿Adoras? ¿Te humillas ante Dios?
22.- ¿Practicas la indiferencia ignaciana?
23.- ¿Cómo has hecho la composición de lugar?
24.- ¿Las peticiones son solo una jaculatoria?
25.- ¿Cambias demasiado de postura?
26.- ¿Tu oración es solo mental, solo vocal, ambas, leída, escrita, mezcla...?
27.- ¿Sueño, demasiadas distracciones? ¿Remedios?
28.- Sigues la idea esencial? ¿La recuerdas?
29.- ¿Tomas apuntes?
30.- ¿Ejercitas la razón? ¿También la fe?
31.- ¿Qué haces si llega la oscuridad?
32.- ¿Cómo reaccionas en la consolación?
33.- ¿Excitas afectos de voluntad?
34.- ¿Te crees mejor en la consolación?
35.- ¿Pierdes la esperanza en la desolación?
36.- ¿Qué propósito has sacado?
37.- ¿Cuentas con la ayuda de Dios en los propósitos?
38.- ¿Súplica, adoración, acción de gracias?
39.- ¿ Cómo los coloquios?
PRIMERA SEMANA
PRINCIPIO Y FUNDAMENTO
13-3 del 2000
1ª Semana. Día 1º
1ª meditación
Alzo mi entendimiento hacia Dios y considero cómo me mira. Que todas mis acciones, intenciones y aspiraciones vayan solamente a tu mayor gloria, Señor.
Me doy cuenta de que soy creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto para salvar mi alma. Por lo tanto, he de usar de las coas cuanto me ayuden a mi fin, y he de quitarme de ellas cuanto me impidan. Hacerme indiferente a todo. Lo que Tú quieras, Señor: salud o enfermedad, riqueza o pobreza, vida larga o corta.
Con mucho gusto, Señor, arrojaré mis cuidados a ti, me preocuparé solo de tu gloria, pondré esto como ideal de mi vida. Lo que pasa es que lo he prometido muchas veces, soy persona mayor y vengo aquí a pedirte, a suplicarte, que estas ideas se hagan sustancia mía. No es mucho un mes para ello, para quien ha desperdiciado tantas horas inútilmente.
Tú me dices, Señor, "Yo soy el primer principio y el último fin de todas las cosas". Haz que se me grabe esto como a Ignacio de Loyola en Manresa, como a Javier, como al P. Nieto, como a tantas personas santas. Que acierte a usar de las criaturas como dones de Dios, como peldaños que me ofreces, Señor para elevarme hacia ti.
Te ofrezco, Señor las potencias de mi cuerpo y de mi alma. Que me dé cuenta que al ser creado por ti, hubo gozo en la Santísima Trinidad. Que de una vez por todas goce contigo por mi existencia y no me defraude a mí mismo porque Tú Señor, ya eres eternamente feliz.
Me elevo a tu bondad divina, Señor. Me siento grande, porque mi fin es grande. Me elevas hacia la divinidad. Me has engrandecido tanto que no has querido que mi fin no sea otro que Tú solo. Que me persuada de que mi felicidad no la conseguiré de ninguna otra manera que cumpliendo tu voluntad, o sea cumpliendo mi fi. Emplear mi vida, solo para ti, Señor. Que sepa insistir en esto, hasta que penetre del todo en mi alma, Padre mío.
Haz , Señor, que yo viva solamente para Vos.
¿Cómo he vivido hasta el presente? Todo esto ya lo sabía, Señor, desde mis años más jóvenes. Pero se me olvidaba, no lo había hecho criterio y sustancia de mi vida. Algunas veces me acordaba, pero era un recuerdo como lejano, como sin apremio. Hoy deseo vivirlo con ilusión y con apremio, Señor. Virgen María, ayúdame.
Pienso en que mi vida está mal enfocada. Basta mirar mis preocupaciones, mis aficiones, mis temores... comer, entretenerme, ser apreciado, descansar, evitar la soledad... Y todas estas cosas serán necesarias, pero mi ilusión sea, Señor, buscar el Reino de Dios y su justicia. Que no viva sino para amarte, servirte, glorificarte, hacer el bien. Al menos quiero pedírtelo con ahínco, porque de verdad, me siento muy pobre, muy al revés de lo que debo ser.
Siento aborrecimiento de mis faltas. Siento dolor. Dadme el don de temor de Dios. Virgen María, sálvame. Sí confío en la misericordia del Señor, pero quiero de verdad ser fiel a tus mandatos, Padre. Ayúdame.
Lloro mi ceguera del tiempo pasado. Llévame, Señor, ahora por los caminos de la verdadera prudencia.
PRINCIPIO Y FUNDAMENTO 2ª parte
1ª Semana. Día 1º
2ª meditación
Repito de nuevo lo de San Ignacio: "El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto, salvar su alma. Las otras cosas son creadas para que le ayuden al hombre. De donde se sigue que el hombre ha de usar de ellas en cuanto le ayuden al fin. Y ha de quitarse de ellas cuanto para el fin le impidan... Por lo cual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas creadas. Que no queramos más salud que enfermedad, honor que deshonor, riqueza que pobreza, vida larga que corta... solamente deseando y eligiendo lo que más nos conducirá al fin que somos creados".
Soy creado para Dios. Dios es mi centro absoluto. He de darle gusto. Soy todo de Él, solo de Él siempre de Él.
Soy hecho para alabarte, Señor, para eso me creaste. Feliz seré en tu alabanza. Deseo siempre ser reverente contigo, Padre, Hijo, Espíritu Santo. Te alabo porque te amo. Como albo a mi mujer a quien amo, y a mi hija y a mis amigos... pero infinitamente más. Señor, soy consciente de que alabar es propio del amante. He nacido para amarte y para adorarte. ¡Gloria a Dios en el Cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad! Te alabo porque te amo. Quiero amarte más y más. Te adoro, Señor, Tú estás por encima de todo. ¿Cómo vas a admitir en el mundo cristiano el humanismo lejos de tu amor? ¿Cómo va a ir bien la política aséptica si no mira para nada a su Dios? ¿Cómo irá bien la consulta de psicólogo que nunca hace referencia al Señor?
Te doy, Señor, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Ese es mi deseo; esa es mi ilusión.
¡SERVIRTE! Siempre y en todo. Conocerte más. Amarte mucho más... entregarme a ti totalmente. No supe hacerlo en plena juventud. Tomad ahora, Señor, y recibid toda mi voluntad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi libertad... Siempre vaya en aumento la solicitud en tu servicio. Crecer más y más en tu amor. Sea por siempre.
¡AMARTE! Para eso me has creado: para amarte cada día más. Hoy más que ayer, pero menos que mañana. Lo he de aumentar con tu ayuda porque para eso me has creado.
Y ayúdame a despegarme de lo que tanto me cautiva: mis costumbres tranquilas, mi casa, mi familia... todo desaparecerá pronto para mí. Ayúdame a no apegarme tanto a todo esto, Señor, pues pronto lo he de dejar.
SALVAR MI ALMA. Hoy nadie habla de esto. Los católicos parece que lo dan por supuesto. Si es porque sirven de verdad al Señor... ¡Bendito y alabado seas, Señor, en las personas, en todas las criaturas, en mí. ¡Ayúdame a poner los medios para mi salvación!
Has querido, Señor, no solo que te sirvamos; has querido darnos la salvación. ¡El gran negocio divino! Reinar y gozar eternamente. ¡Poseerte para siempre! Dadme, Señor servirte ahora cada vez más y mejor.
Observaciones: Me aconseja el Director (D. Urbano Larrea) Que promocione en mí la parte de Cielo, la parte de Dios que hay en mí.
Ante mi desaliento porque me encuentro como estancado en la vida espiritual, como parado hace años, sin avanzar nada me dice, a mi manera de ver con lógica: No estás estancado. Y la prueba es que si lo estuvieses, no habrías optado por hacer el mes de Ejercicios, y lo has comenzado.
PRINCIPIO Y FUNDAMENTO 3º MEDIOS PARA CONSEGUIR EL FIN
1ª Semana. Día 1º
3ª meditación
Yo no tengo derecho de propiedad s0bre las cosas; soy puro administrador. Las cosas son de Dios. Tú, Señor, eres su dueño. No puedes hacer nada sino para tu gloria. No debo abusar de las criaturas, apropiándomelas para mi gusto. He de utilizarlas para tu gloria.
Las criaturas jamás podrán saciar mi corazón. "Inquieto está mi corazón hasta que descanse en ti". Tú solo puedes saciarlo, Señor. Has puesto en ellas defectos e imperfecciones, para que no me sacien. Todo lo haces con sabiduría y para mi bien. Basta recordar: si abuso de la comida o de la bebida, me hace daño. Todo me puede conducir a ti, menos el pecado. Ayúdame a servirme de todo para tu gloria. Todo dispones con sabiduría y bondad para el bien de quienes te sirven.
Ayúdame, Señor, a no tener tanto miedo al dolor ni tanta inclinación al placer. Que Tú seas mi ilusión, tu voluntad, tus mandatos, pero con gran paz. Lo veo claro, pero la voluntad es débil. Dame tu auxilio, Jesús; pídelo al Padre.
Las cosas me traen noticia del Creador, de mi Dios y Señor. Y el mayor y más potente medio para llegar a Dios, ninguno por encima de él, es Jesús. Dadme, Padre a Jesús. Por medio de Él todo me concedes, nada me niegas. Muéstrame hoy tu gracia, Señor. Mira que mi problema es que me parece imposible seguir avanzando por tus sendas, ser santo. Pero todo lo podré si Tú me ayudas. Me refugio en ti, Señor. Dadme, Padre, a Jesús, en quien están todos los tesoros de la Sabiduría y de la Ciencia. Él solo me basta. Él es la fuente de todos los medios naturales y sobrenaturales.
Padre Celestial, has querido que subamos hacia ti a través de todas las criaturas. Todo es un medio para amarte más. Nos atiendes por medio de tus obras. Que mire a las criaturas un poco como vasos sagrados, con ese respeto, con ese uso santo. Que la norma en el uso de las criaturas seas Tú y tu ley y voluntad; que no sea el capricho o el placer. Que en mí domine la actitud filial. Somos tuyos; que comprendamos esto los humanos. Que tenga la sensación de ser "nada", porque todo lo he recibido de tu amor. A Vos, Señor, os lo devuelvo.
PRINCIPIO Y FUNDAMENTO. 4ª INDIFERENCIA.
1ª Semana. Día 1º.
4ª meditación
Me examino; por muchos deseos que tengo, no me encuentro indiferente con relación a mis costumbres diarias: familia, descanso, amistad... Por eso, te pido, Padre, por medio de tu Hijo, que me es la indiferencia. Voy enumerando las cosas que me agradan. Lo hago con sinceridad delante del Señor. Señor, no las quiero, si son contrarias a tu mayor gloria. Voy ahora enumerando las cosas que me desagradan:.... Señor las acepto si son para tu mayor gloria.
Líbrame, Dios mío de la afición a mis comodidades. A veces veo personas que se enfadan mucho si le quitan cuanto suponga en ellas comodidad. Ayúdame a no mostrarme airado en estas ocasiones.
El ansia de placer y el miedo al dolor me atraen para elegir. Ayúdame, Señor a vencerme.
Solo Tú, Señor, puedes constituir el ideal de mi existencia. Deseo recibir todo como venido de tu alma. ¿Qué aprovecha esto para la eternidad? Y que se meta esto en mi mente por siempre
PRINCIPIO Y FUNDAMENTO 5ª Parte. Motivos de alegría.
1ª Semana. Día 2º
1ª meditación
1.- Me siento alegre por ser criatura de Dios. Además soy llamado a la gracia, al bautismo, al sacerdocio. Todo esto me llena de gozo. Gracias, Señor. No he sabido ser fiel a tus llamadas, pero Tú no me las quitas. Una vez que me las diste, no me las quitas. Gracias.
2.- Alegría por ser llamado a alabar a Dios. Te alabo, Señor desde el fondo de mi corazón. Eres Bueno; me has dado la oportunidad de conocerte, de amarte y de alabarte. Gracias. Y te digo con la liturgia: "Haz que siempre tengamos el temor santo y el amor hacia ti". Saber compaginar en paz estos dos sentimientos.
3.- Leo, Señor, en el directorio de Iparraguirre y de González que es motivo de alegría el haber sido llamado a tu servicio. Y comprendo que sí, pero es que ¿te he hecho algún servicio del todo bueno? Me siento siervo inútil. Aunque sí comprendo que el tener la posibilidad de hacer algo en tu Reino es motivo de alegría. Dame fuerza, luz, facultades y mueve mi voluntad para que sea capaz de ser algo útil en tu Reino.
4. Alegría, Padre, por ser llamado a tu intimidad, a la vida interior, por la gracia de haber comenzado estos Ejercicios. ¿Cómo te lo agradeceré? ¿Qué podré hacer, Señor, para divulgar esto que siento; para animar a otros por estos senderos de la vida interior? Es verdad que a veces se me hace difícil la oración, pero qué dicha, qué gozo poder relacionarme con Dios.
5.- Me alegra mucho, Señor, el ser persona libre. Es verdad que la libertad me expone a la traición y a la infidelidad. Pero es grande con tu ayuda continua elegirte libremente. Amarte porque lo elijo, ser tuyo en libre determinación. Sé que siempre tomas Tú la iniciativa, pero soy persona libre para amarte. ¡Gracias, Señor!
6.- Sé que con tu ayuda puedo superar el estancamiento en que me encuentro. Siempre igual, siempre con mis rutinas, siempre con los mismos defectos. Parece que nada hago. Pero siento alegría en la frase que me vas a ayudar a meditar y a sacar las consecuencias: "Nada soy, pero todo lo puedo en Aquél que me conforta". (Fil. 4,13)
Observaciones: Cuando le digo al Director que sí, he cumplido las adiciones de que habla S. Ignacio, pero no todas y no bien, me dice que me dé cuenta de que son muletas. Que procure hacerlas mientras las necesito, pero sin inquietarme por ello.
A ser feliz. Estás con tu Padre, Dios. No te van a ser duros los Ejercicios. Dios está feliz contigo. A seguir.
PRINCIPIO Y FUNDAMENTO 6ª PROFUNDIZACIÓN.
1ª Semana. Día 2º
2ª meditación
Deseo con la ayuda de Dios desnudarme del hombre viejo y llegar a la mayor limpieza de corazón. Que mi alma se vaya disponiendo a una mayor amor a Dios. Deseo arrancar de cuajo todas las raíces viciosas que hay en mí; pero a la vez me doy cuenta de que no tengo fuerza; y de que mi deseo no es eficaz.
Es un deseo sin verdadera decisión; tampoco me siento con fuerza para esa indiferencia que me pide San Ignacio. No tengo fuerza ni para aceptar el sufrimiento y dejar todas las comodidades y rutinas gratas de mi vida. Pero, Señor, aquí estoy; quiero quererlo; y si tu voluntad es que cambie, Tú me ayudarás a ello. Me cuesta menos ofrecerte mi vida, aceptar la muerte con sencillez, que lanzarme por caminos inexplorados. En tus manos estoy, Señor.
No quiero torturarme. Tú, Señor, dispones todo con suavidad y sin violencia. Dame tu amor y tu gracia. Esto me basta. En ti confío.
Te ofrezco, Señor, todos los sufrimientos en satisfacción y reparación de todos mis pecados.
Ayúdame a despojarme del hombre viejo, y revísteme del hombre nuevo que ha sido creado en santidad y justicia verdadera. Huir, ¡cómo no!, del pecado mortal. También del venial y de las faltas deliberadas. Tiendo para ello a ti mi mano como mendigo.
¿Cuándo llegaré a la conversión perfecta, Señor? Lámame más y más de mis pecados. Purifica mi alma. Dame luz para conocer mejor mi alma, sin que me llegue el desaliento. ¡Cuánto he vivido y vivo todavía apegado a esta tierra, a lo malo y engañoso! Me siento deudor tuyo en todo. Me quiero relacionar contigo en total humildad. Tú, Señor escrutas el corazón de los hombres. Y siento en todo momento el celo por la salvación de las almas. Mi intención es ayudar en esta tarea, Como francotirador, que eso nadie me puede impedir, ya que no soy admitido en las filas militantes que me gustaría por propia vocación. Aquí estoy, quiero ser tuyo de verdad.
EL PECADO DE LOS ÁNGELES
1ª Semana. Día 2º
3ª meditación
Me pongo en la presencia de Dios como en todas las mediaciones. Me ofrezco entero, y ofrezco esta meditación para su mayor gloria. Me imagino encarcelado en el cuerpo; me veo como reo; enfermo por el pecado original y los pecados personales. Pido al Señor vergüenza y confusión por mis pecados, y le pido también misericordia.
Considero al mismo Dios; su grandeza; su inmensidad, su Omnipotencia. Su Justicia que sirve para medir la gravedad del mismo pecado. Por una parte, infinitamente justo; por otra, infinitamente misericordioso. Señor, has tenido conmiseración conmigo; en el pecado de los ángeles mostraste tu justicia.
Mi pecado va contra ti, Señor. Aunque en descargo - Tú solo ves la gravedad, Señor -
Pienso que no quise ofenderte, me dejé llevar de las pasiones. "Castiga con tu temor mis carnes".
El pecado de los ángeles estuvo en atribuirse a sí lo que correspondía a Dios. Tal vez no admitieron el dogma de la Encarnación. Fue soberbia lo suyo. Por eso pecaron. Y Dios aplicó de inmediato la justicia arrojados al infierno. ¡Existe el infierno! Aquellos ángeles eran muy bellos, sabios, poderosos y fueron convertidos en demonios. Estaban en gracia y la perdieron para siempre. Se empecinaron en el pecado. Yo perdí la gracia, pero el Señor me la devolvió. Me lleno de confusión y de vergüenza.
Los ángeles fueron convertidos de gracia, en malicia. ¿Yo? Estoy disfrutando de la misericordia. Me humillo ante ti, Señor. He recibido mucho y no sé agradecerlo. Me arrepiento
De una manera especial de los pecados de soberbia, aunque no sean graves.
Y ahora te pido, Virgen María, dolor de mis pecados. Me confieso con relativa frecuencia, pero no sé si es mi dolor como debiera ser. Por eso ahora deseo dolerme de verdad de mis pecados. Jesús, por mis pecados sufriste muerte de cruz. Temo que vaya perdiendo la conciencia de pecado que no me arrepienta lo suficiente precisamente por eso. ¡Es una corriente tan grande dentro de los humanos! Virgen María, consérvame el fervor. Pide al Señor para mí, y para todos, Señora, que eres madre de todos, perseverancia en el bien.
Padre celestial: agradezco tu misericordia, y te pido por medio de tu Hijo fuerza para huir siempre del pecado. Compunción constante de corazón, porque he pecado contra Ti. Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí.
EL PECADO DE NUESTROS PRIMEROS PADRES
1ª Semana. Día 2º
4ª meditación
Voy recordando paso a paso aquel pecado. Comieron de la fruta prohibida, sea cual sea el significado de esta imagen. Y fueron arrojados del Paraíso Terrenal. El trabajo para ellos fue desde entonces muy duro; fueron condenados a morir; perdieron la inocencia y les costaba mucho ser buenos. Y esto mismo para todos los descendientes.
Desde entonces el dolor es algo normal en el mundo. Contemplar los cementerios, los hospitales, los accidentes, las guerras, las epidemias, los terremotos... ¡Qué gravedad tendrá aquel pecado de origen cuando produjo tales efectos! Más catastrófico que millones de terremotos.
Señor, he hecho tantas veces estas consideraciones... Y parece como que ya me lo sé, Por otra parte la gente cada vez aprecia menos el pecado. Aquellos pecados que tanto hemos fustigado en nuestros años jóvenes, ahora ya ni se mencionan en los sermones, y siguen siendo lo mismo. ¡Señor, dame sentir lo mismo que Tú sentías cuando se te acercaba el tiempo de la pasión!
El infierno es la consecuencia más terrible del pecado, aunque hoy nadie hable del mismo. No sabemos si son pocos o muchos los condenados, pero existe el infierno. ¡Líbranos Señor, de esta muerte eterna! Líbrame del pecado. Que quiero amarte sobre todas las cosas. Y líbranos a los de mi familia... amigos... personas con las quienes me relaciono... Libra a la humanidad de esta tragedia. Ten misericordia de los ateos, de los indiferentes, de los agnósticos.
La fuerza del desorden es tan grande, Señor, que ha llevado a tu mismo Hijo a dar su vida con muerte de cruz por salvarnos. Y contemplo lo terrible que es un alma que ha perdido la gracia por cometer un pecado. ¡Cadáveres espirituales!
Líbrame, Señor, del pecado. No nos dejes caer en la tentación. Que no me duerma.
Dicen que habrá gente en el infierno con menos pecados de los de un pecador corriente. No quiero hurgar, pero líbranos, Señor, de la muerte eterna.
Te miro, Jesús, en la cruz. Beso tus pies traspasados, tus manos abiertas, tu corazón perforado por una lanza... Te miro en el Sagrario, prisionero de amor, para librarnos de la muerte eterna. Beso de nuevo tus llagas sagradas y líbranos de todo pecado. De Creador has venido a hacerte hombre, de vida eterna, a muerte temporal, víctima de la Justicia divina.
¿Qué he hecho por Cristo? Algo sí, en los primeros años de mi sacerdocio, pero lleno de ganga e imperfección. ¿Qué hago ahora por Cristo? Ves que tengo buena voluntad, pero de efectivo, qué poco. ¿Qué debo hacer por Cristo? Señor, te entrego mi vida: acepto la muerte que me quieras enviar y cuando me la quieras enviar. Y seguiré haciendo lo que hago pero con mayor pureza de intención. Además más fervor en la oración, y Tú me irás sugiriendo mi comportamiento. Quiero vivir y morir en vuestra santa fe. Y ten misericordia de este Pueblo, porque muchos viven como sin fe.
Señor, no me puedo quejar de nada que me hagan, porque soy un rescatado del infierno.
PECADOS PROPIOS
1ª Semana. Día 3º
1ª meditación
Hacer como en todas las meditaciones. Presencia de Dios. Oración preparatoria: Que todas mis intenciones, acciones y operaciones vayan dirigidas solamente a mayor gloria tuya, Señor.
Miro ahora mi alma encadenada por el pecado, como un esclavo de los de antes que estaban llenos de cadenas por su mal obrar. Yo soy esclavo de mí mismo, de mi concupiscencia, de mi soberbia, de mi ira... y esclavo del maligno en el sentido de que él disfruta teniéndome así.
Pido a Ti, mi Dios, intenso dolor de mis pecados, lágrimas al menos internas de tanto como a lo largo de mi vida me he extraviado de tu amor.
Y voy recorriendo despacio los pecados míos. Voy recordando mi infancia, los lugares por donde he andado, las compañías que he tenido, todo cuanto he pecado en mi adolescencia, en mi juventud, en mi edad madura.... Voy lentamente recordando lugares, relaciones, profesión, compañías, familia, amistades.... Y mi vida privada, mis instintos, mis conciliaciones... "Tan niño y tan pecador", decía San Agustín. ¿Qué diré yo?
Ahora rezo despacio el "Yo confieso..." Y el Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser vos quien sois, bondad infinita y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido. También me pesa porque me podéis castigar con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Hago delante del Señor las consideraciones sobre el pecado. Su gravedad... malicia... He preferido mi interés antes que tu Ley. Me duelen los pecados conscientes y me duelen los de excusa. Aquello que decíamos de estudiantes de moral: "Que no caiga tu cartera en manos de un moralista". Cómo busco subterfugios en para librarme del pecado, sobre todo de aquellos estudiados como graves... de esos que a veces ando por los límites haciendo filigranas para no pecar. Nunca, creo, he querido pecar, ¿quién lo desea? Pero, Señor, pero Tú sabes hasta dónde he pecado; Jesús, Tú sabes si ha habido o no pecado moral.. Ni yo ni nadie, creo, puede juzgarlo. Tú sabes mejor que yo cómo es mi conciencia. Así lo expondré al confesor. Yo quiero, Señor, ser todo tuyo. Arrepentirme con tu gracia. Humillarme con tu ayuda. Hacer un propósito firme. Perdona, Señor, mis pecados. He faltado contra el derecho que Tú tienes, Señor, de ser amado. Contra tu Santidad. Yo quiero ser santo. Ayúdame. Y mi coloquio va a ser:
¿Qué he hecho por Cristo? ¿Qué hago por Cristo? ¿Qué debo hacer yo por Cristo?
PECADOS PROPIOS. REPETICIÓN
1ª Semana. Día, 3º
2ª meditación
Un examen sincero de mi vida e lleva al descubrimiento del pecado de fondo. Eso está claro y es cierto. Je pecado contra Dios, he pecado contra el prójimo. Señor, yo o sé si mis pecados han sido tan graves como para de la vida eterna gozosa contigo. Yo los he confesado cuando más me inquietaban "tal y como están en la presencia de Dios". Eso me tranquilizaba. Y lo cierto es que he pecado. Y lo reconozco. Hay en el fondo en mí una idolatría de las cosas del mundo, de mi interés, mi placer, mi amor propio. A la hora de la verdad estoy demostrando que amo las cosas, mis cosas más que a Dios, aunque Tú lo sabes, Señor, no quiero que sea así. Yo te quiero amar sobre todas las cosas. Eso lo tengo claro. Pero a la hora de la verdad... ¡aparece la oculta idolatría!
Necesito volver al conocimiento religioso del pecado, tal y como lo meditaba en mis años de seminario, tal y como lo he expuesto en los Ejercicios que he impartido en tiempos ya pretéritos. ¡Cómo puede el ambiente, Señor! De una vez quiero darme cuenta de que el pecado es el menosprecio de mi Dios, mi Creador, Jesús que sufrió por mí. Y cuando falto al amor de mis hermanos, de todos los que se cruzan en mi camino, pasa lo mismo.
Siento la necesidad de arrepentirme, de reconocerme pecador. Tú, Señor, que decías: "Haced el bien a quienes os odian. Bendecid a quienes os maldicen; rezad por cuantos os maltratan". (Lc. 6,28).
Haz que brote en mí, Señor, la verdadera penitencia. Te quiero pedir sinceramente perdón. Porque el apego a las cosas mías, a mi amor propio, han estado por encima de tu voluntad. Y no me considero solo en la vida pasada, también en la presente soy pecador. Sigo con muchos apegos. Tal vez menos apego a esta vida.
Dame, Señor, que te sirva desde ahora y que sirva a mis hermanos con otra benevolencia. Quisiera ver de una vez la malicia del pecado para detestarlo y llorarlo. Y ver la enorme crueldad que supone el querer destruir esa conciencia de pecado, el borrarla del mundo, el reducir el pecado solamente a algunas faltas contra el prójimo y prescindir del honor de Dios. ¡Ahí está la raíz de tantos fracasos!
¿Quién soy yo para prescindir de Dios? Prescindir de ti que eres amor, bondad, que eres Justicia, Omnipotencia, Misericordia... Virgen María, haz que conozca el pecado más a fondo.
Qué he hecho por Cristo? ¿Qué hago por Cristo? ¿Qué debo hacer yo por Cristo?
EL INFIERNO
1ª Semana. Día, 3º
3ª meditación
Me he preparado con la oración de siempre. Y practico también la composición de lugar, la tradicional. Ver como el cráter de un volcán sin fondo, de donde salen fumarolas, como símbolo del infierno.
Pienso que la realidad es independiente de mi parecer o de otros. Existe ella la creamos o no. Y la realidad del infierno ahí está en la revelación. No vale el que muchos la nieguen o la interpreten a sus manera. A veces me vienen dudas, como a todos. Y este pensamiento me ayuda a dominarlas. No estamos aquí en algo democrático. En nada influyen los votos positivos o negativos.
Tu amor y tu bondad, Jesús, me avisan del riesgo que corro, he de hacer caso a lo que me dices, porque de lo contrario, mi riesgo es total. Si del amor me olvidare, al menos que el temor me libre de los horrores del infierno. Tu amor me encamina en la dirección contraria al infierno, hacia el Cielo.
Aun los santos han, Señor, han temido al infierno. Unos va de un salto a aquellas moradas, otros poco a poco. Unos, no creen y ya están en el camino más seguro de perderse; otros creen pero no obran y también se pierden. Líbrame, Señor, del fuego eterno.
¡Y pensar que Tú, mi Dios y mi amor, te convertiría en sumo mal para mí, Tú que eres mi ilusión y mi vida! Te pido, Señor, interno sentimiento de las penas de los condenados, para no caer en ellas. No se trata, Jesús, de un temor servil, no. Es un temor que viene del amor de fundirme contigo, temor a perderte, Señor, a no estar siempre contigo. ¡Líbrame, Virgen María, líbrame Madre de amor, que tan solo en ti confía este pobre pecador. Por la misericordia del Señor espero no caer. Ayúdame, Jesús, a tener algo en mi voz, una gran persuasión, para que influya en las almas. Que nadie se pierda, Jesús, de aquellos en quienes puedo influir. Que nadie se pierda, Señor.
Veo, Señor, las razones fuertes de los descreídos. Obran suicidamente por aferrarse a ellas. A veces su mal ejemplo hace mella en muchos creyentes. Yo con tu gracia me adhiero la revelación. Ya falta menos para la eternidad. Menos de veinte probablemente, pues he cumplido 65. Tú, Dios mío eres el principio de todo mi bien. Que mis ojos te vean, mi corazón de ame, mi voluntad de aprehenda. No permitas que jamás me aparte de ti.
No quiero imaginar las penas del infierno, aunque lo he hecho muchas veces. Sé que son tres: la de sentido, la de daño y la eternidad. El fuego no material, la ausencia de Dios, y la permanencia para siempre. Esto me parece lo más terrible. Dicen que la de daño es la más espantosa. El hecho de no querer imaginarlo no es porque no crea, sino porque sé que me equivoco al hacerlo; sé que es distinto a mi imaginación. Sé que a la fuerza se tienen que aguantar las penas, porque no tiene más remedio que soportarlo el condenado. Por eso te digo aquella frase latina que tantas veces te he repetido: "Corta aquí, quema aquí, no me perdones aquí, para que me perdones en la eternidad". De mí depende, ayudado de tu gracia, que no vaya al infierno y que a otros ayude a no ir. Ayúdame a ellos, Señor. El determinante del infierno es el pecado. Líbranos, Señor, del pecado. Nada puedo hacer por los condenados, en cambio por los que corren aquí el riesgo, sí puedo hacer. Ayúdame, Señor, a mostrar mis criterios, a orar por los que están alejados. Líbranos, Señor, de la muerte eterna.
Leo descripciones horripilantes de las penas del infierno, de esas que hieren la sensibilidad. Pero no las transcribo. Sí esto para mi celo, para el celo de todo cristiano: "Oh sacerdotes, religiosos, cristianos, salvemos las almas por caridad, con ellas hagamos santos por nosotros."
Coloquio con Jesús en la cruz.
LA MUERTE ( 1ª)
1ª Semana. Día, 3º
4ª meditación
Leo para esta meditación el libro "Los Ejercicios de S. Ignacio del P. Antonio Encinas. Es verdad que gusta este autor de ejemplos y casos de lo que decimos "hiere la sensibilidad de hoy", pero se le ve gran profundidad espiritual, y ayudan a lo que podíamos llamar sabiduría de la muerte.
Murieron mis abuelos; lógico, eran muy viejos. Murieron mis padres; los que me cuidaron a mí y alimentaron y educaron. Se hicieron viejos y murieron. Yo ahora tengo la edad que ellos tenían en su madurez o primera ancianidad. Mi padre murió del corazón exactamente a mi edad de ahora: 65 años y siete meses y medio. Exactamente mi edad. Creo que ahora tengo una semana más que él a su muerte. Ya le he superado. Yo ahora, después de tres intervenciones quirúrgicas he perdido ese pánico que tenía a la muerte. Probablemente mi vida no será mucho más de quince años. Como desde 1985 hasta ahora. Poco queda. Y eso siendo normal. Probablemente será antes, que mi padre murió ya más joven que yo.
Te pediría, Señor, que mi muerte fuera sin dolores. Pero hágase tu voluntad. Sí te pido que esta vida no la mire con gran apego, sino como paso. La gente mira la muerte como algo lejano. Te pido que esta verdad, Señor, me ayude a vivir con seriedad. No permitas que jamás me aparte del camino recto. Y ten misericordia de mí. No quiero ser iluso pensando que todavía queda mucho tiempo, porque no sabemos ni el día ni la hora, y siempre somos optimistas pensando que vamos a vivir más que la realidad. No me puedo permitir perder el tiempo. Deseo aprovecharlo bien. En este aspecto sí estoy contento pero he de aquilatar más y mejor. Más y mejor oración; más y mejor actividad apostólica. Que no me aficione a la vida creyendo que es mía. Que dé mucho fruto con trabajos. Que sepa portarme siempre como cristiano y sacerdote consecuente.
Virgen María, ayúdame a entender bien esta vida, a imitar a los santos, a no agarrarme ni a la fama, ni a la salud, ni al dinero, ni siquiera a los afectos más nobles, porque tarde o temprano me dejarán o los dejaré.
Dame, Virgen María, seriedad en la vida. LA MUERTE 2ª DISTINTAS CLASES DE MUERTE
1ª Semana. Día, 4º
1ª meditación
Dame, Señor, conocimiento del mundo para que, aborreciéndolo, aparte de mí las cosas mundanas. Verme en la hora de la agonía, consciente, sabiendo que quedan horas o minutos para dar el paso. Ver desde ese punto la insubstancialidad de los que aquí dejo. Recordar entonces desde ese punto mis cosas buenas; no tengo dolores y puedo pensar. Me dan gran paz las cosas buenas que he hecho. Recordar también las malas. Me causan vacío y pena, supuesto que me haya arrepentido de ellas. ¿Qué ha pasado con los alimentos exquisitos, las honrillas de puestos, los lo acepto de razón y de corazón. Tú, Señor, moriste. Cuando quieras, envíame la muerte. Tú cuidarás y darás paz a mis seres queridos que aquí quedan entretenimientos largos, los viajes de mero recreo? ¿Y el dinero mal gastado?
Ciertamente moriré, Señor,. No me interesan las glorias de este mundo. No las he tenido, no voy tras ellas, pero tampoco lo lamento ni lo envidio. En este sentido estoy como si hubiera de morir. ¿Qué diferencia hay ahora entre estos dos seres que vivieron hace ciento cincuenta años? Un ministro o cardenal y un mendigo. Los primeros pueden ser objeto de la tesis de algún estudioso y luego el olvido más profundo. El mendigo prácticamente igual: sin ningún estudioso que le busque. Acaba de morir hace un par de meses D. Miguel Sola; era un santo sacerdote lleno de prestigio hace treinta años. Llegó a ser Vicario General de Pamplona. Nadie se ha ocupado de él. Únicamente yo he escrito un artículo, y una página en internet. Muchos le rodearon en tiempos y parecía imprescindible: ahora, nada.
De mí se acordarán mi mujer y mi hija; ésta mucho menos. Después, nada.
¿Señor, estaré yo perdiendo el tiempo para la eternidad? Te miro en la cruz: ¿Qué he hecho yo por Cristo? ¿Qué debo hacer yo por Cristo? Y solo se me ocurre pedirte fuerza, luz, fortaleza, decisión, arranque, para hacer algo por tu amor; para hacer lo que me he propuesto en mi vida y para realizarlo bien, con total pureza de intención. No puedo dedicarme a empresas grandes, nunca lo he hecho. Ayúdame a emplear más y mejor tiempo a la oración, a practicar el bien, a tratar con bondad a las pocas personas con quienes me relaciono, a hacer bien las coas que me propongo, con total pureza de intención.
Tú, Señor, moriste. Cuando quieras y como quieras envíame a la hermana muerte. Y mientras tanto ayúdame a aprovechar el tiempo para que tu Reino crezca y se desarrolle; que no me quede en mero lamento. Dadnos sacerdotes santos, obispos santos, personas seglares santas para que venga a nosotros tu Reino. Ayúdame a ser fiel cada día, a atender la oración... a no buscar tanto mi capricho. Tú solo, Señor, tu Reino.
La muerte me aleja de los placeres de este mundo. Jesús mi Redentor pasó la vida haciendo el bien ¿Yo? Lamento el no poder actuar desde una institución para ser más eficaz. Ya pude y no supe aprovechar la ocasión. Desde aquí hoy con paz y gozo oraré por el mundo, influiré con mis escritos con todo el celo que pueda. Dame celo, Señor, para que aproveche esta última etapa de mi vida.
La muerte del sacerdote o religioso tibio, del seglar que un día fue ferviente apóstol y luego lo ha olvidado. Será consciente entonces de su verdadero camino; erró. ¿Supo orientarse después a tiempo? En esto me he de fijar. Si me equivoqué de camino, ahora he de andar más de prisa para encontrarme contigo en las nuevas vías. Tú sabes, Señor, mi conciencia; júzgame con misericordia. Solo sé que si otros han sido fieles y yo no lo conseguí, he enfocar mi vida desde la total fidelidad a tu amor. Esta es mi decisión. Tú ayúdame, Jesús. Virgen María, dame fuerza para orientar mi vida hacia el bien.
La muerte, la puerta de la eternidad. Me quitará de entre las criaturas, y se volverá mi alma hacia el Creador. Tú me has traído aquí; llámame cuando quieras, Señor.
LA MUERTE ME ENSEÑA A APROVECHAR EL TIEMPO PRESENTE
1ª Semana. Día, 4º
2ª meditación
Me encuentro, Señor, en tu presencia. Eres mi amigo y quiero pensar junto a ti, hablar contigo con relación a mi vida y al final de mi vida. Urge que no abandone nunca mi deber, porque a la hora que menos piense, llegarás para llamarme. Pero estoy, sí, con gran paz interior. He de aprovechar, Jesús, el tiempo presente para santificarme e influir en tu Reino. Estoy convencido de que la principal tarea en tu Reino está en las almas orantes. Sacerdotes y misioneros, aunque no son tan numerosos como antes, hay muchos; necesitan de la ayuda de la intendencia, de los orantes y enfermos que ofrezcan sus obras con amor por el Reino. Te ofrezco, Señor, este largo retiro para que sea eficaz la predicación de los sacerdotes y personas dedicadas a esta función, para que cale su palabra.
Virgen María, pídele a tu Hijo, y éste que por favor lo trate con el Padre, enséñame a vivir con la perspectiva de la muerte, no con apuro y tristeza, sino con gran esperanza y alegría, sabiendo que es el paso de esta vida a los brazos del Padre. Enséñame a ser generoso con todos. De verdad generoso en todo: en dar mi tiempo, mi dinero, mi cariño, mis buenas cualidades. Perdona de corazón todos los agravios y sinsabores que me han causado a lo largo de mi vida; y quiero perdonarlo de tal manera que llegue a olvidarlo. No quiero darle más vueltas a las pasadas injurias o incomprensiones.
Dame, Dios mío, el don de la perseverancia. Este es el problema, la perseverancia final. Y confío, Padre, en ti. Recuerdo aquello que leía: "Cuídate tú de mí y de mis cosas, que yo me cuidaré de ti y de las tuyas". Así quiero vivir. Por algo leo en el Evangelio: "Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás os vendrá por añadidura". Me entrego a Ti, Dios Pare, me entrego a ti Dios Hijo, me entrego a ti, Dios Espíritu Santo.
Me impresiona aquello del Evangelio: "Vended todo lo que tengáis, y dad limosnas. Hace bolsas que no se gasten... " En mis tiempos de trabajo he ahorrado algo, poco. Pero suficiente para vivir sin apuros junto con pensión. Pero, deseo de verdad compartir lo que tengo con los necesitados. Ninguno que me pida debe quedar sin limosna, siempre y cuando lleve algo en el monedero. Además he de atender a necesitados por medio de Cáritas, tanto de cerca como de lejos. Y esto con generosidad. He de ser generoso con todos que traten conmigo. No quiero ser tacaño. El dinero es para compartirlo, además de para cubrir las propias necesidades. A la vez he de darme cuenta de que mi dinero no es solo mío y tengo que obrar de acuerdo con mi esposa, que es muy generosa, mucho más que nadie.
Y ayúdame, Señor, a estar siempre con la maleta preparada; dispuesto en cualquier momento a lanzarme hacia ti. Ayúdame a tener misericordia con todos los necesitados y también para aquellos que me parecen no cumplidores de su deber social; que si critico, sea mi crítica siempre constructiva, nunca de pasatiempo ni menos demoledora.
Enséñame a permanecer con las lámparas encendidas. Y si alguna vez me siento como abandonado, como Tú en la Cruz, Jesús, que sepa decir con el corazón: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".
Enséñame la verdadera prudencia, sabiendo que esta vida es de paso y he de administrar bien mis talentos. Te lo pido Padre, por medio de tu Hijo Jesús.
JESÚS TAMBIÉN MURIÓ
1ª Semana. Día, 4º
3ª meditación
Esta meditación, Jesús, la practico mirando a la cruz. Tú, Dios mío, mi Verbo Encarnado, sufriste la muerte y más dura que la mayoría de los mortales. Señor, Tú me has dado tu gracia y una gran atracción por todo lo tuyo desde mi infancia. Recuerdo aquellas visitas al Sagrario que ya practicaba a mis 10 años. Pues quiero ser como Tú, Jesús, pero sigue dándome tu gracia porque soy my débil.
Ante la necesidad de morir, no me rebelo; me parece bien, Dios mío, lo de tenernos aquí una temporada como prueba, pero da tu gracia abundante también a tanta gente que vive aquí sin dar ninguna importancia a la vida futura, incluso muchos sin creer para nada en ella. Sé, Señor, que también terminará con mi muerte mi tiempo de libertad, este don que no he sabido usar como debiera. Acepto para toda la eternidad el destino que me tienes preparado, y espero por tu infinita misericordia, el Cielo. Ven en mi ayuda, Señor.
Acepto la muerte como castigo a mis pecados y ten misericordia de mí. Haz que "siempre sea fiel a tus mandatos, y no permitas que jamás me aparte de ti". Si supiera que me iba apartar de ti, no te aflojaría, Señor, te digo como el Cura de Ars cuando te tenía en sus manos. A lo largo de mi vida me va tocando sufrir bastante. Pienso que no será menos en el resto de mis días. Dame tu gracia para saber unirme siempre a tu pasión y muerte.
Y gracia a tu muerte y a tu resurrección, tengo la total certeza fundada en la Esperanza cristiana, de que un día resucitará mi cuerpo para nunca más morir. Y que antes seré juzgado por Ti, Dios Justo y Misericordioso, y me darás lo que merezco con justicia y misericordia. ¡Ayúdame ahora a vivir según tu voluntad!
Me incorporo al misterio de tu muerte y al misterio de tu vida eterna por tu resurrección. Afronto con valor y espíritu sobrenatural la muerte que quieras enviarme. Ayúdame, porque soy débil.
Gracias, Señor, porque me tengo que morir y estos placeres que tanta guerra me dan ha de cesar lo mismo que los dolores que tanto me asuntan. Terminará entonces el riesgo y vendrá la realidad que espero se según tu bondad y misericordia. Acepta mi muerte, Señor, como expiación de mis pecados y me uno a la tuya para que sea también expiación de los pecados del mundo. Y ya que tan tibiamente me he parecido a Ti durante la vida, haz por lo menos que en la muerte me parezca mejor. Ayúdame a morir como Tú, en los brazos del Padre.
Gracias, Señor, porque esta vida no es larga. La prueba es corta, aunque en ocasiones me ha parecido muy larga. Lloro por dentro al no haber tenido valor para ser todo tuyo y solo tuyo; y dame tu gracia para que al menos sea ejemplo con los más míos el resto de mi vida. Me queda poco tiempo par rehacer mi vida; menos de 25 años y tal vez menos de cinco. Tú lo sabes, Señor, Me libraste de las angustias de un condenado a muerte, y espero con paz lo que me vayas a enviar. Me obligaste a estar siempre preparado, pues dame tu gracia para estarlo siempre, que no me extravíe. Me has enseñado a considerar esta vida como de paso; así lo hago siempre; ayúdame a seguir pensando así.
Gracias, Señor, porque no me has revelado el modo y el momento de mi muerte. Confío del todo en Ti que eres Padre. Dame la gracia de saber morir unido a la muerte de Cristo.
¡Virgen María, permanece conmigo en la hora de mi muerte como estuviste al pie de la cruz en la de Jesús. San José, dame una buena muerte. Padre Nuestro..
EL EVANGELIO Y EL JUICIO
1ª Semana Día, 4º
4ª meditación
El Evangelio de Mt. 25, 31-46 me lo sé muy bien. Lo he meditado y explicado muchas veces es el del Juicio final que a fin de cuentas va a ser corroboración del Juicio particular de cada uno. "Venid benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber..." En una palabra, lo más importante (no lo único, claro) en el día del Juicio va ser nuestro comportamiento con el prójimo, nuestra conmiseración, nuestra ayuda. Me lo sé muy bien. Tengo en la mente el practicarlo, pero a la hora de la verdad, qué difícil cumplirlo bien. ¿Cuál será el tanto por ciento de mis posibilidades y de mi realidad? Solo Dios lo sabe. ¡Cuándo aprenderé, Señor, a cumplirlo bien. Ayúdame! En mi intención ya está; creo que lo tengo en cuenta, pero los fallos son muchos. Ayúdame, Señor, porque no llego ni a la mitad de la mitad de mi ideal. ¡Y esto va a ser lo más importante del Juicio! Necesito, Señor, de tu ayuda. Mirad que soy muy débil, oh poderoso amparo de los flacos, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer.
Me has dado talentos para que los explote para tu Reino; no sé si son muchos o pocos; solo sé que deseo utilizarlos y ser siervo fiel en tu Reino. A veces pienso que he de dedicarme más a la oración; pero a la vez tengo mi pequeña parcela virtual que atender. Lo que he de hacer es aprovechar el tiempo a tope; explotar los talentos que me has dado hasta que llegue el día en que me juzgues.
Tratar bien a todos; sin dejarme llevar del genio cuando me siento marginado, tratado indebidamente, preterido. Me lo sé muy bien, pero necesito decírtelo muchas veces para que me ayudes y para acordarme en el momento oportuno.
Ya te lo decía, Jesús, también en otra meditación, y ahora otra vez te lo repito: enséñame a perdonar; que quiero que mi perdón sea total, hasta olvidarme de la ofensa del todo. Y dame más generosidad; que no quiero ser tacaño en nada. Pongo mi mano delante de ti como un mendigo.
Que no me entusiasme los bienes de aquí; que ni siquiera ponga en mi corazón en los medios para alcanzarlo.
EL HIJO PRÓDIGO
1ª Semana. Día, 5º
1ª meditación
Considero el pecado de ingratitud y de asco hacia la familia donde vivía, hacia el padre que le había cuidado. ¡Hijo pródigo... en egoísmo! Aquello fue para el padre una puñalada traidora. ¡Tantos años queriendo y mimando a aquel hijo! Lo tenía en casa todo y quería marchar lejos. ¡Incluso exige al padre el dinero de la herencia! (Lc. 15, 11...)
Jesús me indica en esto que aunque yo haya gastado el dinero de mi herencia, no me desanime, confíe. Hay para mí perdón completo. He de tener que sea cual fuere mi actitud anterior he de tener perdón completo.
Aquel muchacho se convirtió, pero el móvil no fue amoroso, fue egoísta. En casa del padre sobra comida, y yo aquí no tengo qué llevarme a la boca... ¡Poco generosos fueron los motivos de su conversión! No pensó que su padre estaría triste, sino la propia angustia y necesidad.
El padre, mientras tanto, ¡qué buen padre!, no lanzaba denuestos contra su hijo, no andaba criticándolo con los vecinos, lo esperaba en silencio, ¡la gran añoranza de su ancianidad! Y lo vio. Y no exclamó: ahora viene aquel mal hijo a comer lo que su padre ha producido. No. Lo colmó de besos y caricias. Lloraba de emoción. Hasta el hermano mayor se quejaba de que lo trataba mejor que a él que llevaba toda su vida trabajando en la casa paterna. Es verdad que el chico se humilló: "Padre, he pecado contra el Cielo y contra ti; no merezco llamarme hijo tuyo". Y el padre bueno lo recibe y acoge par siempre.
Jesús es así conmigo. Y con todos los pecadores arrepentidos.
Sé, Señor, que no te queda el menor resentimiento contra mí por mis antiguos pecados, por mi vida mediocre jugando entre las dos aguas. Sé que ni yo mismo conozco toda la malicia que puede tener mi actitud. Tú la conoces del todo y me perdonas. Y me invitas al plan primero de santidad. A aquel mismo plan que me dabas hace ahora cincuenta largos años. ¡Bodas de oro de nuestra mutua entrega en aquella iglesia de Laguardia! No podía celebrar de mejor manera nuestras bodas de oro que con estos Ejercicios de mes! Bodas de oro de tu entrega a mí, y de mi entrega a ti. Por tu parte siempre ha valido el compromiso: sigo siendo cristiano, sigo siendo sacerdote, sigo siendo tu hijo amado... Por mi parte, cuántos altibajos. Es verdad que no he renegado de tu nombre, que no me he apartado del todo. Bueno, sí, fue el primer año de mi conversión, y gran parte del segundo. ¡Qué poco me costaba entonces el sacrificio! ¡Qué dulzura en todo! Me parecía que en muy pocos años iba a ser santo. Aquellas misas, aquellas visitas de entonces al sagrario... Recorría los sagrarios e todas las iglesias. Todos eran mi casa, porque era tu casa. ¡Qué añoranza! Después... llegaron las crisis raras ya al final del segundo año y comienzos del tercero, y fracasé en todo. No; no perdí la fe; no me alejé airado de tu casa como el Pródigo. Casi fue peor. Mis pequeñas traiciones. El olvidar del todo la mortificación. Continué y un "quiero y no quiero", un coqueteo con las cosas del mundo y las de Dios, con el amor humano y el divino. ¡Oh el amor humano qué fuerte es! Por algo es la base de la conservación de la especie. Me iba metiendo en el callejón sin salida. Triunfó la castidad física, pero en la afectiva me fui metiendo en un callejón sin salida. No podía soportar mi sicología ese amor conyugal contigo. Ni siquiera lo comprendía entonces. Y te he de decir ahora como Pedro, "Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que yo te amo". Tú conoces mi flaqueza y mi pobreza. Tú me has mantenido el fervor y el mismo deseo de santidad que en los años juveniles.
Me siento con paz. No tengo tristeza ni tampoco alegría exultante. Sé que me perdonas. Ni siquiera me fijo en mi malicia si fue total, parcial. Sé que otros han sido fieles. Sé que lo mío es esto. Estoy contento, pero siempre tengo el temor de mi infidelidad, de mis medias tintas. No quiero estar dándole vueltas más que para amarte más, para cantar tus alabanzas porque has usado conmigo de misericordia.
Sé que me amas con el amor de antes; con el amor de hace cincuenta años y unos meses cuando me entregué a ti en serio. Me gustaría que volviera aquel fervor sensible de entonces, pero renuncio a él si esa es tu voluntad.
Solo te pido seguir en tu amor y cada vez más, animar a otros amarte; mira que me siento muy impotente al no estar en una institución para hablar un poco "como oficialmente" de ti, pero tengo estos medios modernos que pueden llegar a los lugares más remotos de la tierra, adonde tal vez no puede llegar la voz de ningún misionero. Esto me consuela.
Pienso entregar estas líneas impresas en mis Ejercicios de mes al mundo moderno del los internautas para que otros también alaben la misericordia de Dios.
Confío, Señor, en tu misericordia infinita. Sé que estoy plenamente perdonado. Espero que después de estos ejercicios siga tu gracia inundando mi corazón. Perdona, Señor, la multitud de mis pecados que ni siquiera yo conozco su maldad.
Perdona mis pecados; mira que soy tu amigo. Ábreme ya la puerta; quiero morar contigo.
ESTILO DE JESÚS: OVEJA PERDIDA, SAMARITANA, MAGDALENA, PEDRO..
1ª Semana. Día, 5º
2ª meditación
Sé, Jesús, que el inicio de la sabiduría es el temor de Dios. Sé que no puedo excluir el santo temor en mi relación contigo. Pero mi motor ha de ser el amor. ¡Amor de agradecimiento, amor de enamorado, amor a mi Dios, Dios nuestro,
Yo he sido la oveja descarriada, y aún me siento así, Tú sabes dónde, Señor. Prefiero no hacer aquí mi desahogo personal. Prefiero sentirme "oveja perdida tuya", porque, sí, pequé contra ti. Acógeme como acogiste a María Magdalena, lleno de amor y comprensión. Se le perdonó mucho porque mucho amó. Y recibiste complacido el amor de sus lágrimas y el perfume de sus ungüentos. Acógeme como a la Mujer Adúltera, a quien iban a apedrear y Tú la salvaste. ¡Sálvame, Señor! Recíbeme como al Buen Ladrón, a quien abriste de par en par las puertas del Cielo. Ábreme tus puertas, Señor, y mándame ir a ti cuando quieras. Quiero escuchar tu voz: "Hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso. Y llámame hoy mismo o dentro de treinta años cuando esté cargado de ancianidad. Cuando Tú quieras, pero llévame contigo.
Tú cuidarás bien de los míos a quienes espero allí. O si Tú quieres que sea a la inversa, bendito seas.
Tú eres mi Buen Pastor. Quiero seguir siendo tu zagal. Tu zagal en casa, tu zagal con mis amigos, tu zagal con estos amigos cuyo rostro ignoro, pero que son amigos de verdad a través de internet.
Yo soy el pobre a quien dejaron despojado. Tú eres el Buen Samaritano que me acoge. Recíbeme con amor. Cúrame estas heridas profundas que no acaban nunca de cerrarse. Sáname, Señor.
Me encuentro a veces retraído, como con miedo, pero me encuentro feliz, porque en Ti confío, Señor. Acógeme como a la Samaritana, y enséñame, Señor, tu don. Quiero conocer el don de Dios. Y haz que brote en mí esa fuente que brota hasta la vida eterna. Que viva la felicidad de mi entrega a ti. Que sepa mostrar a otros qué bueno eres, qué grande es el don de Dios.
Acógeme por fin como a Pedro después de su negación. Yo creo aquello más grave que lo mío. Tal vez yo también hubiera obrado como él, pues soy débil y ruin en muchas ocasiones. Pero Tú acogiste a Pedro con amor. Le diste lo suyo; mantuviste tu palabra. También me acoges a mí y mantienes tu palabra. Soy tu sacerdote y lo seguiré siendo por tu gracia. Dame mucha humildad para no ser descarado, ni rencoroso, ni despechado, ni asqueroso, ni resentido, ni enojado, ni antipático, ni disimulado, ni pasota. Dadme un poco de tu generosidad con todos, como Tú eres generoso. Saber dar mi tiempo, dinero, simpatía y bondad. En ti confío. Gracias. Soy el gran perdonado.
CONFIANZA EN EL SEÑOR
CON LA CARTA A LOS FILIPENSES EN LA MANO
1ª Semana. Día, 5º
3ª meditación
Me sugiere el libro de los Ejercicios que estoy manejando, que abra la carta a los Filipenses, tan breve, y que vaya leyendo los versículos que me señalan. Así lo hago. Lo aplico a mi vida y al momento actual de los Ejercicios en que la confianza en el perdón y en el amor a Dios están al rojo vivo. La acogido de Jesús a mí, como hijo un poco extraviado, como oveja perdida pero que nunca se olvidó del Señor.
Me desea Pablo la paz de Dios nuestro Padre y de Jesucristo, el Señor. Esa paz que voy gozando desde hace tiempo. Paz que es la felicidad relativa de este mundo. Paz mayor por sentirme perdonado y aceptado en la casa del Padre.
Y yo me alegro y me alegraré de cualquier manera que Jesús sea anunciado. Y todos mis problemas son secundarios, porque sé que para los que aman a Dios todas las cosas contribuyen para el bien: lo agradable y lo desagradable, lo normal y lo distinto.
Pablo lo sacrificó todo por Jesucristo. Como él tantos santos que nos han precedido. Yo también aspiro a esto con tu gracia, Señor. Apresúrate a socorrerme. Todo lo he de tener por pérdida ante el profundo conocimiento tuyo, mi Señor y Dios. Porque todas las cosas son como basura con tal de ganarte y encontrarme contigo. Me configuro con tu muerte para alcanzar la resurrección.
Ayúdame, Señor, a practicar todo lo que estoy meditando en este largo retiro; todo lo que me inspiras e iluminas en estos días de salud. Nada soy; pero todo lo puedo en Aquél que me conforta. Que me dé cuenta de esto. Y que no se me olvide, Señor, esta segunda parte: todo lo puedo en Aquél que me conforta. En Ti, Señor, he esperado, jamás quedaré confundido.
ZAQUEO (Lc. 19,11)
1ª Semana. Día, 5º
4ª meditación
Me llena de alegría ver la providencia de Dios en mi alma, tu Providencia, Señor; y ahora te pido esta providencia para tantos y tantos que caminan por senderos de perdición, como la tuviste con Zaqueo, aquel pobre rico que no tenía amigos, era independiente, pero se encontró contigo y todo cambió.
"Tengo que hospedarme en tu casa", le dijiste, baja de esa higuera. Y entró en aquella casa la salvación. ¡Qué alegría tan grande, qué consuelo, qué suerte, qué providencia.
Acércate a muchos, Señor, que necesitan de ti. También a mí te acercaste mil veces y mil veces has querido estar conmigo. Gracias. Después me voy enfriando poco a poco. Ahora estás otra vez muy cerca de mí, te puedo palpar con mis manos. Tú me oyes, me ves, me escuchas. Has entrado en mi pobre morada. Tú lees estos renglones que te escribo, te das cuenta de todos mis pensamientos, de mis deseos, de mi oración. Ves mis intenciones, contigo, Jesús, no cabe hipocresía ni medias tintas. Me conoces mejor que mi madre, mejor que mi mujer. Si afirmara que no soy un hipócrita no diría mentira, aunque mi caso lleva mucho de hipocresía pues me gusta que me crean bueno y me aprecien. No soy importante, pero me gusta que me den importancia. Me gustaría regir los destinos, porque pienso que lo haría mejor que muchos, y todavía no sé gobernarme a mí mismo. Me dan asco mucha gente inútil que se ha metido a regir a otros y solo son metetes. Así soy, Señor, contigo no puedo fingir nada. Pero no debo ser así. Estás hoy en mi casa como tantas veces y deseo que me purifiques, porque soy en otros aspectos, pero al estilo de Zaqueo.
Ahora que estás en mi morada, sáname como a aquel pobre rico. Arranca de mi voluntad un sí generoso. Enséñame a ser más amable, más piadoso, más compasivo, más generoso, con mayor compunción de corazón, más consecuente, más veraz, más auténtico. Arranca en mí una decisión constante y sincera de ser más tuyo siempre. Que no se me olviden estos Ejercicios como tantas veces se me han olvidado. Ayúdame. Que tengo el peligro de creerme bueno y no lo soy. Al menos Zaqueo no se creía bueno. Perdona mis pecados y ayúdame a dar la vuelta a mi corazón. EL FARISEO Y EL PUBLICANO
1ª Semana. Día, 6º
1ª meditación
Siempre me ha gustado, Señor, esta parábola del Fariseo y del Publicano. Lo malo es que, de forma instintiva, miro y pongo al Fariseo en otras personas; no en mí.
Recuerdo la parábola: Un Fariseo y un Publicano subieron al templo a orar. El Fariseo se puso en medio del templo, y con voz clara daba gracias a Dios por no ser como lo demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese Publicano. En cambio el Publicano, a distancia, no se atrevía a levantar los ojos al Cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: Dios mío, ten compasión de mí que soy pecador.
Yo, Señor, quiero ser humilde como el Publicano. Me pongo ahora a tus pies lleno de compunción, porque he pecado contra Ti. No he sido bueno, y además me gusta que todos me tengan por bueno. No me pongo en lugares preferentes en el templo, pero me gusta suponer. Sé que soy pecador e indigno, pero no me gusta que me lo digan. Me pongo muy contento por dentro y me animo, cuando me alaban con discreción; me sabe muy malo y me desaliento, cuando me humillan directa o indirectamente.
Me gusta, sí, ser como el Publicano, porque deseo ser humilde, pero me molesta mucho ir al templo y aparecer allí como uno más; es decir, desaparecer. Todavía no me acostumbro a dejar el presbiterio, a pesar de que han pasado ya casi treinta años. Me gusta el templo solitario, Tú y yo, junto al Sagrario, en la intimidad. Y esto está bien. Pero lo otro, no. Denota poca humildad.
Ayúdame a ser como el Publicano. Virgen María, Tú que fuiste siempre sencilla, ayúdame. Que busque de forma espontánea y normal los últimos puestos; que busque el no llamar la atención. Quiero limpiar mi corazón de estas escorias tontas de soberbia, pero no acierto el modo. Ayúdame. A veces me parece que soy como esas mujeres que, por llamar la atención y que se fijen en ellas, proclaman a voces un defecto suyo. Ayúdame, Señor, y dame la discreción de saber pedirte perdón sin llamar la atención y sin levantar mi voz; que nadie lo note. Quiero huir del protagonismo; hasta de ese protagonismo pueril.
Perdóname, sí. Perdona mi fariseísmo un tanto camuflado; ayúdame a permanecer oculto como el Publicano para todos; incluso para pedirte perdón.
SALMO MISERERE (51) PREPARACIÓN DE LA CONFESIÓN
1ª Semana. Día, 6º
2ª meditación
3.- Ten compasión de mí, oh Dios, por tu misericordia y por tu inmensa ternura borra mis pecados. --- Ten misericordia de mí; sí, Señor, y perdona mis pecados.
4.- Lávame más y más de mis faltas, y purifícame de mi pecado. --- Ten misericordia de mí, sí, Señor, y perdona mis pecados.
5.- Reconozco mi iniquidad; tengo siempre delante de mí mis pecados. --- Al hacer el mal siempre me justifico, pero luego no me encuentro tranquilo. Perdóname.
6.- Contra ti solo he pecado; y lo malo ante tus ojos he hecho. Por eso tu sentencia es justa y eres recto en tu juicio. --- Me humillo, Señor, ante ti; reconozco que eres mi Dios.
7.- Nací ya con culpa y en el pecado me concibió mi madre. --- Soy, Señor, hijo de Adán.
8.- Tú quieres la verdad en el centro del alma, y en el centro del corazón me enseñas la sabiduría. Ayúdame a ofrecerte la verdad. --- Ayúdame a ofrecerte la verdad.
9.- Purifícame con el hisopo y quedaré puro; lávame y quedaré más blanco que la nieve. --- Agua del costado de Cristo, lávame. Quiero estar limpio como después del bautismo.
10.- Hazme sentir gozo y alegría, y que dancen los huesos que rompiste. --- Que el gozo de tu perdón me obligue a agradecerte.
11.- Aparta tu rostro de mis faltas; cancela mis pecados. --- Que jamás vuelva a cometerlos.
12.- Oh Dios, crea en mí un corazón puro, implanta en mis entrañas un espíritu nuevo. ---- Revísteme del hombre nuevo en santidad y justicia verdaderas.
13.- No me rechaces de tu rostro; no retires de mí tu santo espíritu. --- Ábreme ya la puerta, quiero morar contigo.
14.- Dame la alegría de tu salvación, y que el espíritu generoso me mantenga firme. --- Mi seguridad y firmeza están en ti, Señor.
15.- Enseñaré tus caminos los descarriados; los pecadores volverán a ti. --- Hazme apóstol de tu fe. Que te ayude en la salvación
16.- Líbrame de los delitos de sangre, Señor, y mi lengua exaltará tu justicia. --- Que a nadie jamás perjudique.
17.- Señor, abre mis labios; y mi boca publicará tus alabanzas. --- Deseo por siempre alabarte, Señor.
18.- Tú no quieres ofrendas ni holocaustos; si te los ofreciera, no los aceptarías. --- Pero quieres mi amor y quieres que yo ame a todos.
19.- El sacrificio que Dios quiere es un espíritu contrito; un corazón contrito y humillado, Tú no lo desprecias. --- Gracias, Señor, porque me has perdonado.
20.- Sé propicio a Sión en tu benevolencia; reconstruye las murallas de Jerusalén. --- Protege a este tu Pueblo alejado; acércalo a Ti.
21.- Entonces aceptarás los sacrificios justos - holocaustos y ofrendas perfectas - entonces se ofrecerán novillos en tu altar. --- Y danos ahora, Señor, el don de la perseverancia; el fiel cumplimiento de nuestro propósito.
LAS MIRADAS DE JESÚS
1ª Semana. Día, 6º
3ª meditación
Jesús me mira ahora. Él lo ve todo desde el Cielo y desde el Sagrario, está conmigo, junto a mí; me mira con bondad; con la estima de una nueva reconciliación; con una mirada de total amistad.
Tomo el Evangelio en mis manos y comienzo a leer unos cuantos pasajes en los que se aprecian distintas miradas de Jesús. Mírame, Jesús, con la comprensión y el perdón con que miraste a la mujer sorprendía en adulterio. (Jn. 8,3...) ¿Ninguno te ha condenado?, pues yo tampoco... Vete y no peques más. Me detengo ahora, parece que me lo dice a mí. ¡Gracias por tu perdón, Señor.
"Se ama mucho porque se le ha perdonado mucho" (Lc. 7,41...) Y mirabas a Magdalena con ese amor - comprensión - esperanza - agradecimiento incluso. Y la perdonas porque sabe amar; porque ama. A mí también me miras así; lo intuyo. ¡Gracias! Y ahora se me ocurre: a todos nos amas así. ¡Qué buenas son las personas conversando individualmente en la confianza de la intimidad. Ayúdame a como Tú, Cristo, las amas.
Mírame como a Zaqueo (Lc. 19, 1...) Cuando levantaste los ojos le dijiste: Zaqueo baja enseguida que me voy a hospedar en tu casa... ¡Ven, ven, Señor, no tardes; ven pronto, Jesús.
Miraste al Paralítico y le dijiste: "Tus pecados te son perdonados" (Mt. 9,8). Y luego lo sanaste. Mirada de amor, de perdón, de salud, de esperanza en el Sacramento de la Penitencia para nosotros. Gracias, Jesús, porque también a mí me has perdonado y tantas veces. Te adoro, Dios y hombre verdadero, que perdonas los pecados, porque eres Dios y nos miras con comprensión porque eres hombre como nosotros.
Mírame, Jesús, como al leproso. En tu poder está sanarme; en tu poder que nunca me separe; transforma mi corazón. (Mt. 8,3). Quiero, sé limpio. Dime como a él que nunca me aparte más de ti. Dame el don de estar siempre contigo, con el fervor del agradecimiento y las ganas de proclamar siempre tu bondad.
Mírame como a las turbas a quienes diste de comer. (Lc. 9, 10-17) No me gusta estar en las aglomeraciones, pero aquello fue distinto. Dame de ese pan que sacia el hambre de placeres, que engendra vírgenes, que es Eucaristía y que ya nunca vuelva a tener más hambre de manjares contaminados.
Mírame como miraste a Tu Madre la Virgen María y a Juan al pie de la Cruz. (Jn. 19, 26) Gracias porque nos la diste como madre. La amaré siempre; divulgaré su devoción. Con ella, siempre seguiré adelante.
Mírame con a los Apóstoles cuando los elegiste tus amigos a la orilla del lago. (Jn. 1, 35-40). A mí también me has elegido y te seguiré hasta la muerte. Por el hecho de haberme casado no te he hecho traición. Tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Y con mi oración, con mis escritos en todas sus formas, aprovecharé esta oportunidad que nadie me puede prohibir. Siempre contigo, Señor.
Y mírame como al joven rico, pero que yo nunca te abandone. Afortunadamente no tengo riquezas; solo tengo para vivir sin apuros, pero sin ningún lujo. Pero que nunca te abandone ni por nada del mundo. Mantén en mí el tesoro de la fe. Mayor tesoro que la vista y que el movimiento. Que nunca lo pierda. Yo nunca quiero olvidarte, porque ¿a quién iremos? Tú sólo tienes palabras de vida eterna. Contigo Cristo Jesús. Amén
ESPERANZA CRISTIANA (Rom. 8, 1-35)
1ª Semana. Día, 6º
4ª meditación
(Para después de la confesión)
¡Qué bien! He revalidado el perdón mediante el sacramento de la penitencia. Gracias una y mil veces, Señor. Me encuentro feliz. Además estas ideas de San Pablo en todo el capítulo 8 a los Romanos, levantan el Espíritu hasta las alturas. ¡Bendito sea el Señor! "No hay condenación alguna para los que están unidos a Cristo Jesús" Y esto me llena de gratitud y gozo y solo acierto a decir: "Señor, no permitas que jamás me aparte de ti". Estoy unido a Ti, Jesús, muy unido a Ti, siempre unido a Ti.
"Los que viven según la carne, piensan según la carne; y los que viven según el Espíritu, en las cosas espirituales". Me da alegría esta frase de S. Pablo porque llevo años pensando en las cosas del Espíritu. Es verdad que no descarto muchas cosas materiales, y ahí ha de estar mi lucha mientras Tú, Señor, me des vida, ir poco a poco purificando más mi alma para estar cada vez más cerca de Ti, y ser más útil a tu Reino. Pensar cada día más en las cosas de arriba; suspirar por ellas; e influir en las personas para que ellas también vayan por este camino. Señor, que hace falta que cada día sean más los preocupados por estos asuntos. Danos sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas, seglares santos, para llevarte el mundo entero a tu Reino. Dame a mí fuerza para influir más y más en estas cosas.
Además, "los que viven según la carne, no pueden agradar a Dios". Esto nos lo afirma S. Pablo con claridad. Esto deseo, Virgen María, guardar más y más en mi alma. Que mi espíritu esté vivo por la justicia, por el amor a ti, por la bondad. Guarda estas ideas en la memoria de mi alma que es ya un poco flaca, Señor. Y que el Espíritu Santo vivifique nuestros cuerpos mortales. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles e infunde en ellos el fuego de tu amor.
"Los que se dejan guiar por el espíritu de Dios esos son hijos de Dios". He de vivir, Virgen María, con tu ayuda cada día más esta verdad de fe. Dejarme guiar por el Espíritu Santo y vivir de verdad la filiación del Padre. Con unción; un día y otro día; sin que lo olvide por estar metido en las cosas necesarias del mundo. "Que no hemos recibido espíritu de esclavitud para reincidir en el temor, sino el espíritu de adopción, en le cual podemos exclamar a Dios, Padre."
Que "la creación está aguardando la manifestación de los hijos de Dios". No solo la creación inanimada, también los seres racionales. Espíritu Santo, santifica más y más a quienes elegiste. Que el mundo nos espera; que no podemos defraudar a la creación. Ven, Espíritu Santo, santifícanos. Queremos ser tuyos, Jesús. Dadnos sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas, personas seglares santas.
"Nosotros que tenemos las primicias del Espíritu gemimos dentro de nosotros mismos esperando la adopción filial; la redención de nuestro cuerpo". Ahora me paro aquí. Estoy repitiendo esto a Nuestro Señor.
"En la esperanza seréis salvados". Esto me llena de alegría; de ganas de seguir viviendo para difundir estas ideas, de amor a Dios. Gemir dentro de nosotros mismos, esperando la adopción filial, la redención de nuestro cuerpo". ¡Ven, Señor Jesús!
Ven, Espíritu Santo, en ayuda de nuestra flaqueza... intercede por nosotros con gemidos inenarrables..." Ven, Señor Jesús. Que nos demos cuenta de que Dios ordena todas las cosas para el bien de los que le aman, de los que han sido elegidos según su designio". Manténnos, Espíritu Santo, dentro de los predestinados. Porque "aquellos que de antemano conoció, también los predestinó conformes con la imagen de su Hijo. Y a los que predestinó, los llamó. Y a los que llamó, los justificó; y a los que justificó, los hizo partícipes de su gloria." Deseo vivir esto durante el resto de mi vida muy conscientemente. Ayúdame.
ANOTACIONES A LA PRIMERA SEMANA DE EJERCICIOS
Unas preguntas de examen de la primera semana:
1.- Si has conseguido mayor familiaridad con Dios.
2.- Si has aprovechado bien el examen de la oración.
3.- Si notas mayor libertad de espíritu para lo que Dios quiere sobre ti.
4.- Cómo es la contrición actual de tus pecados.
5.- Experiencia de los diversos espíritus y del ejercicio de penitencia.
6.- Examen. Situación real.
7.- Mayor conocimiento experiencial de la Sagrada Escritura.
Consejos:
1.- No dejarse impresionar por la sensibilidad.
2.- Conservarse con humildad.
3.- Prestar atención a nuestro punto débil.
Insistir:
1.- Espíritu de adoración; fomentarlo de una manera especial en Misa.
2.- Examen después de cada meditación.
3.- Examen general y particular.
MEDITACIÓN SOBRE LA
ADORACIÓN
Tiene mucha importancia la oración de adoración, y se le da poca.
1.- La adoración es una actitud sacerdotal:
• El sacerdote es mediador entre Dios y los hombres.
• Es una manera de mantener una relación agradable con el Padre.
• Fomentar la adoración en la Misa, Oficio, Salmos.
2.- Practicar la adoración a las tres personas:
• A sus atributos.
• A la vida interna de Dios.
• Al nombre de Dios.
• A la humanidad de Cristo.
3.- La adoración comprende:
• Acto intelectual. Reconoce la majestad divina.
• Acto de voluntad que es humildad y silencio interior.
• Acto externo que dispone al alma para la adoración interior.
Nota: Es preciso conocer la voluntad de Dios. No solo la manifestada en sus mandamientos y consejos, sino también la de beneplácito que se muestra en su designio providencial de cada día.
Para conocer la voluntad de Dios en los actos libres es preciso:
• Tener dominio de las pasiones.
• Ser humilde para consultar.
• Tener espíritu sobrenatural.
SEGUNDA SEMANA
COMIENZO DE LA SEGUNDA SEMANA
En esta segunda semana es preciso insistir en:
• Descubrir lo que debe ser en concreto nuestra entrega a Dios.
• Esto dentro de nuestra propia vocación.
• Mirar el enfoque apostólico de la vida.
• Avanzar seriamente en la vida de oración. Ver tiempo y calidad de la misma.
• Mirar las cosas con los ojos de Dios; hacer ejercicio de esto.
• Vivir con intensidad las virtudes teologales.
• Vivir más con la fuerza de Dios que con la mía propia.
• Dios quiere hacer de mí grandes cosas. Colaborar con la acción de Dios.
ANTES DE CADA MEDITACIÓN
Antes de comenzar cada una de las meditaciones es necesario: 1º Ponerse en la presencia de Dios. Actualizarla en el Sagrario, en el Crucifijo, en alguna estampa... 2º Oración preparatoria fundamentada en estas ideas de San Ignacio: Que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su Divina Majestad. 3º Composición de lugar: representar vivamente con la imaginación el hecho que se va a meditar o contemplar; o algo sensible a modo de imagen o símbolo si la idea es más abstracta. 4º Petición: formular una petición relacionada con el objetivo que nos proponemos en esa meditación.
DESPUÉS DE CADA MEDITACIÓN
Manda S. Ignacio que después de cada meditación se haga un cuarto de hora de examen. Para ayudar a esto copio un formulario de varias preguntas sobre el tema. Ver al final de todo. Ver al final el examen de la meditación
MEDITACIÓN ORIENTATIVA
2ª Semana. Día 1º
1ª meditación
Estos Ejercicios de la segunda semana y demás los creó S. Ignacio no para todos, sino para personas más cualificadas en vida espiritual: sacerdotes, seglares con inquietud espiritual, etc. A esta segunda semana San Ignacio solía dedicar hasta doce días de un total de treinta. Toda esta semana es de guerra, de la cual sale uno con victoria si se vence uno a sí mismo, y entonces es conquistado uno por el Reino de Dios.
Señor, quiero perfeccionar ahora el fruto de la primera semana. He visto mi fin de alabar, hacer reverencia y servir a Dios. Sé que ahora mi trabajo va a ser buscar mi reforma según el Ejemplar, el Hombre - Dios, Jesús. Este ideal ha de ir penetrando en mi alma. Te lo pido ya desde ahora, Padre, y te lo seguiré pidiendo en todo momento. Sé que es muy bonito ahora, pero vendrán sin número de dificultades de inmediato.
¡Configurarme con Cristo, ha de ser la ilusión grande de mi vida desde ahora! Sí, la tenía hace años, pero tal vez ya ni me la formulaba, iba viviendo un poco por inercia mi vida espiritual. Ahora es necesario retocar desde los cimientos, fachada, muros, columnas. El tiempo es breve y con la ayuda de Dios he de procurar seguir adelante. Configurarme contigo, Jesús, Hijo de Dios, Maestro mío. Virgen María, ayúdame; pide al Padre por mí. San José, ven en mi ayuda. Que Cristo sea mi verdadero camino, mi vida entera. Así la reforma de mi vida será más plena.
Mi propósito en estos días: Llegar a un conocimiento, a una profundización cada vez mayor sobre el Hombre - Dios, Jesús. Para ello excitar en mí el amor a su sagrada Persona. ¡Conocimiento, amor, servicio, entrega a su divina Persona!
*** Me doy cuenta de que para esto es preciso estar o solo o en un grupo muy homogéneo al estilo no del clero de hoy, no de la mayoría de los conventos de hoy, sino de los primeros jesuitas, de los primeros discípulos de Jesús, de los primeros fundadores de las distintas congregaciones religiosas. Y como esto no me es posible, intentar cada día vivir con este ideal, acomodarme a las circunstancia, tratar de vivir un poco al estilo de Santa Catalina de Siena que construyó su capilla interior y en solitario vivió una vida extraordinaria, pero mi deber más importante es mi estado conyugal, con el cual he de ser fiel. Tú, Jesús, me irás ayudando día a día. Estar siempre sobre mí mismo, estar siempre en comunión contigo. Lanzarme hacia las alturas, y volver a lanzarme, sin renunciar nunca a mi ideal, pero viviendo en la realidad gozosa de mi estado y de mi fe.
¡Crecer cada día, Jesús, en tu estima en tu amor, en tu conocimiento. Ayúdame a ello. Esto siempre es posible. Y llegar no a una mera imitación, sino a una identificación en la amistad, en el amor, en el servicio. No solo seguirte, Jesús, sino amarte, amarte más, amarte mejor. Hasta la abnegación total, hasta tomar tu cruz y seguirte con ella. Esto es imposible del todo para mí, pero todo lo puedo en ti que me confortas.
Cuanto más y mejor te imite, tanto más perfecta será mi vida. Ayúdame a iniciar y a escalar la vía iluminativa, Señor. Deseo entrar en contacto contigo y emprender contigo el camino de la segunda semana. Abrazar las virtudes hasta adquirir destreza en su fiel cumplimiento. Vivir día a día con esta mentalidad. Ser consciente de mis nuevas elecciones diarias, sin renunciar ni mucho menos a mi elección matrimonial ni a la sacerdotal. Ven en mi ayuda. Ilumina mi entendimiento. Virgen María, en ti confío. Y diré con el Padre Nieto: Dios Padre me ha creado para que sea santo; Dios Hijo me ha redimido para que yo sea Santo. El Espíritu Santo habita en mí para que yo sea santo. No moriré sin ser santo.
EL REY TEMPORAL, EL REY ETERNAL
2ª Semana. Día 1º
2ª meditación
No nos resulta fácil comenzar hoy con la parábola del Rey Temporal, con la que comenzaba San Ignacio. Un Emperador muy bueno, con prestigio sobre todos los reyes del mundo que llama a una gran cruzada: conquistar el mundo entero de los infieles para Cristo. Nadie morirá en la lucha, y el éxito está asegurado...
Prefiero comenzar con otro tipo de parábolas: de un líder bueno, que arrastra, que quiere llevar el bienestar y la fe a los últimos rincones del mundo... Seguirle, acompañarle, pero siendo todos íntimos amigos...
Y, si no, al grano, prefiero pensar directamente en el Rey Eternal, Jesús . Y me pongo en diálogo con Él. Tú, Jesús, eres consustancial con el Padre, por quien se han hecho todas las cosas. Eres Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero. Engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre. Eres también hombre, pero no persona humana. Jesús, eres Omnipotente como el Padre, por ser Dios. Dominabas, en el tiempo de tu permanencia visible entre nosotros, la naturaleza, calmabas las tempestades, dabas de comer a una multitud, multiplicando unos panes. Dominabas los corazones, sanabas enfermos, resucitabas muertos. Y resucitaste al tercer día, después de sufrir cruel muerte en la cruz. Eres Dios y hombre, digno de todo amor, seguimiento y alabanza. Con tu voluntad divina, unido al Padre y al Espíritu Santo creaste la maravilla del Universo, y aún te queda fuerza para crear tos universos llenos de vida y grandeza. La cantidad ingente de materia, la sabiduría plena del espíritu, no te causa agobio; todo los dominas. Y eres, unido al Padre y al Espíritu Santo supremo Ordenador de todo. Tu grandeza la pobre mente humana ni siquiera puede ponderar.
Puedes subyugar a todos tus enemigos: al demonio, a las pasiones alborotadas, toda la iniquidad del mundo; a la mentalidad perversa que pretende eliminar hasta el rastro de tu huella. ¡Oh cuán poderoso eres, Jesús, qué bueno para mí que me ofreces tu amistad y todo tu apoyo.
Además del poder eres la Sabiduría increada, por encima de todos los sabios del mundo, de todas las filosofías y escuelas de teología. Por encima de ingenieros e inventores, por encima de físicos y astrónomos, por encima de artistas y escritores. ¡Sí; Tú, Dios mío, has creado todas las cosas y todas te están sometidas, menos el hombre que solo lo hace voluntariamente, pues lo creaste con libertad. ¡Eterna es tu sabiduría, pues eres Dios!
Eres la Luz de Dios hecho hombre; la misma Luz eterna que ilumina las tinieblas y te ofreces en pura fe; eso sí; sin comprobaciones racionalistas, pero dentro de todo lo racional.
Te ofreces paran guía y modelo, para líder religioso de toda la humanidad.
Eres el creador de la gracia santificante y la misma gracia increada. Y como hombre eres la gracia plena, creada, pero por encima de la santidad de todos los santos y de la misma Virgen María. ¡Más que todos ellos juntos! Hermoso por encima de toda hermosura; Rey de ricos y de pobres, de sabios e ignorantes. Eres el líder que nos guía; el gran líder del universo, el líder nato que nos acaudilla. Creaste además la Ley natural y las Leyes divinas; Juez inapelable que vendrá a juzgar a vivos y muertos.
Así eres y mucho más, mi Rey divino, que te ofreces como hermano, padre y esposo y quieres estar siempre conmigo y con todo ser humano de buena voluntad. Y por si esto fuera poco te quedas en el Sagrario y en todos los Sagrarios del mundo para nuestra salud, refugio, fuerza y esperanza. Aquí estás conmigo y con todos nosotros. Nos ofreces tu amistad, nos exiges para seguirte esfuerzo para dominar nuestras malas inclinaciones, nuestras pasiones desordenadas, los malos instintos.
Eres el Dios que nos creaste por puro amor. Estoy yo perdonado de todos mis pecados, destinado a la gloria eterna. Yo, con una vida ya hecha, sin compromisos laborales, en la última etapa de mi existencia terrena. ¡Vuestro soy, para vos nací, ¿qué queréis, Señor, de mí?
Examen de la meditación
ESTE REY ETERNAL ME LLAMA. MI RESPUESTA
2ª Semana. Día 1º
3ª meditación
Este Jesús, Rey eterno y omnipotente, nos llama. Me llama en concreto y en particular también a mí. Su voluntad es la conquista del mundo. Obra de gigantes, obra imposible para los humanos, pero realizable si estamos unidos del todo a Él al estilo de cómo estuvieron los Apóstoles y lo están los santos. Es preciso conquistar a los indiferentes, a los enemigos, pero es una conquista de amor, haciéndolos amigos. Yo veo me dificultad, mi imposibilidad a juzgar por mis circunstancias y mi vida pasada. Y la promesa de Jesús es, después de la lucha, entrar en la gloria del Padre.
Invita a todos y también a mí, como para revalidar la invitación de mi juventud. Me invita a que establezcan el Reino en mí, luchando contra mis aficiones desordenadas; que se establezca este Reino en mí. Y que trabaje por establecerlo de todas las maneras que pueda. Por el testimonio, por el escrito, por el amor, por la oración, por la palabra, por el ejemplo. Que trabaje con Él. Y me dice: Quien quiera venir detrás de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
Mi Señor Jesús me llamas y eres el ser perfecto; de santidad inagotable; la misma Sabiduría. Tu empresa es sublime: ayudarte en la obra de salvación, en le evangelización del mundo. Alentar, animar, ayudar, ir por delante; quitar prejuicios y respetos humanos. ¡Ayúdame a revalidar mi decisión Jesús!
Considero que todos cuantos tengan juicio y corazón cristiano se han de lanzar a seguirte. Y yo lo mismo. Con mis cualidades, con todas mis limitaciones. El Rey que me llama es el Dios infinito del Cielo, Cristo. ¿Puede haber mayor honor? La empresa es mi alma y las almas de todos los seres humanos. Tus condiciones son, Jesús, la cruz y el sacrificio. Y mi respuesta debe ser incondicional, a todo lo que me toque soportar. Me pides que ofrezca mi persona a ti. Lo hice en mi juventud, pero revalido mi ofrecimiento. Con más humildad, porque conozco mis limitaciones, pero con gran amor. He de luchar contra el amor carnal, contra mis malas inclinaciones. He de ser tu soldado; sé que contigo el éxito es seguro. Aquí me tienes, Jesús. Me comprometo con paz, si votos y obligaciones bajo pecado, es mi decisión ahora y espero que con tu gracia la he de mantener: delante de la Virgen María y de todos los santos que yo quiero y deseo y es mi determinación deliberada, imitaros en pasar por lo que Vos determinéis, tanto injurias como pretericiones, pobreza real o de espíritu, queriéndome Vuestra Divina Majestad elegir para esta misión. Misión que no la podré llevar en grupos donde me admiten, sino unido a ti, unido a la Iglesia Universal, unido a aquellos con los que pueda unirme. Y te pido con humildad que me ayudes, porque nada soy, pero que me dé cuenta de una vez: todo lo puedo en Aquel que me conforta. Tú me ayudarás, Jesús.
EL SÍ A LA LLAMADA DE CRISTO. CON LA CARTA A LOS FILIPENSES
2ª Semana. Día 1º
4ª meditación
Mi vocación es clara porque Jesús me llamó y Él no se retracta, aunque los hombres me excluyan del ministerio sacerdotal. Quedan muchos campos en los que puedo actuar con total libertad: reparación, adoración sacerdotal a Dios, petición por el Pueblo, hacer de puente para que el Señor nos sea propicio, ser el sacerdote de mi hogar, darle gracias al Señor. Y dentro del apostolado exterior seguir colaborando con mis escritos en las dos revistas, y sobre todo en ese campo enorme de internet, donde parece que no hay límites. Dame fuerza, Señor, para que te sea siempre fiel. Virgen María, que sea consciente de que Dios Padre me ha creado para que sea santo; Dios Hijo me ha redimido para que yo sea Santo. El Espíritu Santo habita en mí para que yo sea santo. No moriré sin ser santo, con tu ayuda. Dadnos, Señor, sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas, cristianos comprometidos santos. Que vayamos renovando tu Reino, Señor, y que cada vez colaboremos más personas para santificar este mundo redimido por ti.
Gracias por el campo que me has abierto en tu misión. Yo quisiera calar dentro de tus almas más selectas, para animarlas más y más en su vocación. Ven en mi ayuda, Virgen María. Deseo con tu ayuda, Padre, reconquistar más y más a tus amigos; a los que algún día te dijimos sí, pero luego, poco a poco, se va alejando tu luz. Quiero ofrecerme, Jesús, de una manera realista y humilde, bien consciente de mis escasas posibilidades; tengo, eso sí, todo el tiempo a tu disposición y deseo dedicártelo estero. Purifícame que soy muy flojo y sensual, que no me siento con fuerza, pero todo lo podré con tu ayuda.
Llevarte, Señor, a todos los lugares con recta intención, siempre muy unido a ti y buscándote a ti. Que tu nombre, Señor, sea anunciado con celo, que no seamos meros funcionarios, que evangelicemos con amor consciente a Ti, Dueño nuestro.
Deseo, Señor, con tu ayuda ocuparme de tus intereses; sufro al no ser capaz de mucho, de ir por todas las partes, pero dadnos, Señor, sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas, cristianos comprometidos santos, que con sus grandes cualidades vayan renovando la faz de la Tierra, enviados del Espíritu Santo. Mira, que son pocos los que buscan de verdad tu Reino. Que todo el mundo va detrás de sus propios intereses. Hazme tan bueno como me juzga mi mujer; hazme, como nos dice el Apóstol en esta carta, irreprochable y sin malicia, hijo tuyo irreprensible en medio de esta generación tan alejada de ti. Padre, escúchame. Que todos te conozcan y al que enviaste, Jesucristo. Que nos configuremos con su muerte para alcanzar algún día la resurrección.
Quiero correr tras la perfección para ser algo eficaz en tu Reino; que sepa tener tus mismos sentimientos. Haz de mí, Padre, un santo imitador de Jesús, que fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Tú, Señor, que hasta de las piedras sacas hijos de Abraham, aquí me tienes. Tú me has traído con un deseo constante a este retiro largo. Ayúdame porque no tengo ganas de nada, haz de mí un santo de tercer orden para que no me engría, pero sepa ser útil en tu Reino.
LA GRAN EMPRESA
2ª Semana. Día 2º
1ª meditación
Me he entregado de nuevo por amor a Jesús, mi Rey Eternal, y me ofrece una gran empresa que despierta entusiasmo en los mejores. Se puede reaccionar de dos formas distinta: a) Al estilo de Loyola, Javier, Nieto... con gran emoción, con toda la fuerza y calor que inspira el Señor en unos Ejercicios. b) de una manera más fría. Y esto puede ser porque la fe no es muy fuerte o porque uno discurre con pura lógica cristiana, sin ese sentimiento íntimo producido por el fervor. ¿Yo cómo he reaccionado a lo largo de mi vida? Señor, Tú sabes bien que tengo alternancias. He tenido días o meses de entusiasmo, pero me veo muy solo. Sé que estás a mi lado, lo creo, sí, pero mi fe no es tan fuerte como la de los santos. Jesús Bueno, esa es mi realidad. Tú ves a lo largo de mi existencia que no he sido indiferente, pero tampoco lo suficientemente fervoroso ni entusiasta. Un hacer algo pro falta mucho para lo que yo quisiera. Señor, soy un poco de los de pura lógica con algún ribete de entusiasmo. Y Tú puedes hacer que sea mucho más ferviente; mucho más cálido. Me pongo ante Ti para que me transformes, porque tu Empresa merece la pena más que nada en este mundo. Tu gran empresa es la redención del mundo; la liberación de una humanidad cautiva. Tú, Señor, quieres la felicidad nuestra que nos transmites con tu mensaje y con tu promesa.
Es preciso que yo me entregue con mucho mayor fervor. Ya que no he sido un liberado, ahora que ya tengo medios para subsistir con mi pensión, puedo dedicarme exclusivamente a tu Reino desde mi posibilidades algo limitadas. Ayúdame. Quiero entregarme del todo a la oración y a la extensión de tu Reino. Ir contigo siempre, Jesús, y hacer pura oblación de mí mismo. Hace un rato me daba pena que una acción mía no ha producido ningún efecto. Y me daba pena no por amor propio, sino porque me doy cuenta de que una parroquia sin un fervor eucarístico profundo, no produce los frutos saludables que otras con gran fervor. Cada vez se practica menos; cada vez se enfría más la gente. Dadnos, Señor, sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas, cristianos comprometidos santos.
Aquí me tienes, Señor, me ofrezco a Ti. Haré lo que pueda, pero con mucha más oración antes y después de mi acción: ahí está el alma de todo apostolado. Quiero seguirte de cerca, siempre junto a Ti. Con tu ayuda tomaré mi cruz de cada día e iré detrás de ti.
LA ENCARNACIÓN
2ª Semana. Día 2º
4ª meditación
Miro al mundo lleno de gente. Viendo la Santísima Trinidad que descendía al infierno, se determina en su eternidad que la Segunda Persona se haga hombre para salvar al género humano.
Te pido, Señor, conocimiento interno tuyo, que por mí te has hecho hombre. Ayúdame, Se, a penetrar un poco en el mar sin fondo de las perfecciones divinas. Ayúdame a sumergirme de lleno en el océano de misericordia divina, tus riquezas incalculables para ponderar un poco "cuál será la anchura y la largura, altura y profundidad y conocer lo que sobrepuja a todo conocimiento, la caridad de Cristo. (Ef. 3,8 y 18-19)
Y todo esto, Señor, para que te ame más; al estilo de San Pablo, de Javier, de Nieto y otros muchos santos. Que te ame, Jesús, con un amor que me transforme en ti; para que sea un poco capaz de imitarte. Que te imite hasta poner mi mayor ilusión de esta vida en buscar la mayor abnegación y continua mortificación" para acompañarte. Que no sea yo quien viva sino Tú, Señor, quien viva en mí.
Miro ahora las personas que hay sobre la tierra. Todos hijos de Adán; ver los que había en tiempos remotos. ¡Qué desastre! Y peor aún entonces que ahora. El hombre ha olvidado a Dios. Se hieren y calumnian unos a otros, todo lleno de rencores, egoísmos, blasfemia, hurtos, fornicaciones, dinero, más dinero... comer y divertirse. De Dios, nada. Y Tú nos has creado, Señor, para alabarte, hacerte reverencia y servirte, y mediante esto salvar nuestras almas. ¿A dónde se llega? Las pasiones desordenadas se imponen. Y el mundo necesita de Jesucristo para no corromperse. Y yo, Jesús, necesito de ti para no corromperme. Todo lo vengo comprobando mirándome a mí y mirando a la Sociedad. Ayúdame a orar, Señor, y a trabajar. Sin Ti, Señor, el mundo se muere sin remedio en el pecado y la indiferencia; en cambio contigo, volverán las masas a ti, como lo han hecho en tiempos recientes. ¡Pero es necesario que alguien les lleve el mensaje. ¡Dadnos, Señor, sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas, cristianos comprometidos santos! Y hazme santo también a mí para que pueda colaborar un poco a un mundo mejor.
Ahora miro a la Santísima Trinidad. En la soledad de su trono divino mira la redondez de la Tierra. Ve a todos los hombres en total ceguera y toma la decisión de enviar al Hijo para salvar a este mundo que muere lejos de Dios. Parece que escucho aquella decisión: "Hagamos la redención del género humano; enviemos a nuestra Segunda Persona, al Hijo, para que se haga hombre y los salve. Y así queda decidido...
Contemplo con amor la decisión Trinitaria. Adoro con veneración a la Trinidad. Amo. Agradezco
LA ENCARNACIÓN 2ª PARTE
2ª Semana. Día 2º
3ª meditación
Contemplo a la Santísima Trinidad. Le pareció poco el perdonar a la humanidad caída en Adán; quiso mucho más: envió a su Hijo. Y además decidió descender la Trinidad misma a las almas de todos por la gracia santificante. Me detengo unos minutos a contemplar esta decisión trinitaria...
Y el Verbo de Dios desciende a las entrañas purísimas de la Virgen María y se hace hombre y habitó entre nosotros... Yo adoro en profundo recogimiento a este Dios hecho hombre. Le adoro en el Sagrario o en la soledad de mi habitación. Alabo a la Virgen María que ha colaborado de forma total a la salvación de la humanidad. Y contemplo ahora esta maravilla de la bondad y misericordia de Dios. Encarnado en la naturaleza humana de Jesús, para salvarnos, inmerso en nuestra pobre naturaleza para que estemos unidos a la divinidad por la inhabitación trinitaria, unidos nosotros al mismo Cristo como los sarmientos a la cepa. ¡Señor, necesitaría años y años para contemplar este misterio sublime de tu encarnación y permanencia entre nosotros los hombres! Gracias, Padre, por la infinita caridad que habéis tenido con nosotros. Gracias, Hijo de Dios que te has dignado descender desde el Cielo y fijar tu morada entre los hombres y nos has redimido por tu vida, pasión, muerte y resurrección. Gracias, Espíritu Santo, amor increado con el que el Padre y el Hijo aman al mundo. Hacedme, Trinidad Santa, vivir inmerso en este misterio de amor. Que esto sea como la respiración de mi vida interior. Gracias, porque tengo en mis manos la salvación, porque tengo en mi posibilidad el ser santo. Déjame transformarme con este misterio de amor, Señor.
Soy objeto de la misericordia infinita del Señor. Mis miserias han atraído la misericordia divina. ¡Oh fe bendita que me hace creer! Pero también los alejados son llamados. Dadnos, Señor, sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas, cristianos comprometidos santos, que vayan conquistando almas para ti. Yo con mi oración, mis sacrificios, mi vida interior intensa he de colaborar. Y con estos medios que utilizo, los llevaré con tu gracia al cien por cien, y han de ir impregnados con el espíritu de oración, porque sin tu constante ayuda no podemos principiar ni continuar ni concluir cosa conducente para la vida eterna. Levanta, Señor, de tu pueblo esta nube de plomo que cubre todo. Y envía obreros santos a tu mies.
No puedo achicarme ni desalentarme. Sin pausa, pero con paz interior, siempre a tu servicio. Esta es mi resolución que la pongo en tus manos, porque sin Ti no soy nadie.
Veo cómo mi vida con oración intensa, sacrificios, entrega y hacer todo lo que esté de mi parte, ha de estar volcada en la salvación del mundo. Esta es la gracia que te pido.
LA ENCARNACION DEL HIJO DE DIOS. ANUNCIACIÓN A MARIA. (3ª)
2ª Semana. Día 2º
4ª meditación
Como si el sol recogiera sus rayos hasta convertirse en un cuerpo oscuro, así el Verbo, recoge, ahora hace dos mil años, los esplendores de su majestad y desciende de los Cielos hasta nuestra Tierra y se dirige a un pueblecito, Nazaret, donde hay una joven, la Virgen María, que está en oración, pidiendo seguramente aquello de "Ven, ven Señor, no tardes..." Y un Ángel, enviado de Dios la saluda y solicita de ella la venia para ser la madre del Hijo de Dios.
La Virgen María responde con toda seguridad y firmeza: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". Y en aquel momento se obra el gran misterio de la Encarnación. "De la purísima sangre de esta Señora formó el Espíritu Santo un cuerpo perfectísimo; creó de la nada un alma y la unió a este cuerpo; y en este mismo instante, a este cuerpo y alma se unió el Hijo de Dios; y de esta suerte, el que antes era solo Dios, sin dejar de ser Dios quedó hecho hombre".
El Dios hecho hombre es del todo Dios; la santidad subsistente en figura y realidad humana. Me detengo para contemplarlo... Te adoro, Cristo, Dios y hombre verdadero. Renuevo aquí con unción, con toda mi alma, mi ofrecimiento de seguirte en las circunstancias que decidas para mi vida. Ayúdame a aceptarlo, ayúdame a vivirlo.
"Se anonadó a sí mismo" (Fil. 2,7) Dejó los esplendores del Cielo para entrar en la oscuridad de la Virgen María, en su seno virginal, durante nueve meses. Durante treinta años, encerrado en una humilde casa y taller de Nazaret. "Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del Cielo". Bajaste, Jesús, para ayudarme a luchar contra las bajas pasiones. Bajaste para acompañarnos a luchar en nuestros sufrimientos y deseos, en nuestros problemas. Permanece, Señor, siempre con nosotros.
A Ti me acojo; aumenta mi fe. Ayúdame a vivir por entero mi fe. Que me acuerde siempre de estos santos misterios; que desde ahora sea siempre mi gran ilusión. Dame tu fuerza y tu gracia.
Nos amas, Jesús, y nos quieres con aquel único amor con que amabas al Padre. Y no por nuestros méritos, sino por tu bondad. Nos ves pobres e incapaces, y Tú mismo has experimentado estas limitaciones humanas. Y ves las masas de gente que está lejos. Y quieres para ellas también la salvación eterna. Más fácil veo ahora su salvación que su condenación. Pero esto no tiene que servir para estar tranquilos como funcionarios ociosos. Todo lo contrario. La caridad de Cristo nos urge.
Hágase, dijo la Virgen María. Es una maravilla de la colaboración humana a la acción salvadora de Dios. Si la Virgen María hubiera dicho que no... Pero colaboró. Gracias, Madre y Señor nuestra. También lo nuestro será el "hágase".
Y ahora dialogo con el Pare, con el Hijo, con el Espíritu Santo. Ven Señor, Jesús.
EL NACIMIENTO
2ª Semana. Día 3º
1ª meditación
Imagino, como composición de lugar, el establo donde ocurrió el nacimiento de Jesús. Lo veo como en alguno de los beles que me gusta contemplar en Navidad. Petición: conocimiento interno de Cristo que ha nacido por mi en tanta pobreza, para más amarle y servirle. Y pedírselo con fervor; procurar recordarlo durante el curso de la meditación.
Pienso en la Virgen María durante el camino a Belén. Iba con gran espíritu de cumplir l voluntad de Dios; con mucha serenidad, a pesar de lo desagradable del viaje. Todo en el camino se transformaba gracias al amor que llevaban ambos esposos. Y yo ahora la pido a la Virgen María y a José que intercedan ante el Hijo y ante el Padre celestial para andar yo por mi vida con este espíritu. José giraba en torno a su esposa, fiel en todo. Los dos se santificaban gracias a la vocación especial que el Señor les había dado. Reflejo ahora sobre mí esta escena y le pido al Padre fuerza para vivir esta vocación también para mí un tanto especial de sacerdote y desposado. En este camino he de santificarme.
Ayudadme Virgen María y San José a santificarme con paz; con gran ilusión sobrenatural.
Ellos obedecen a la perfección, a pesar del tiempo invernal; obedecen y confían en la Providencia. Ayúdame también, Señor, a ser obediente y a saber confiar en la Providencia. Llevar con alegría incluso las circunstancias desagradables, con esa paz interior que es alegría serena. Estoy asociado a la obra de la redención al ser cristiano, al ser confirmado, al ser sacerdote. Saber reaccionar ante el mal tiempo, ante los fracasos, ante los sinsabores y humillaciones. Confío en la Providencia como la Virgen María y José. Así Jesús nacerá y crecerá en mí. Ser como ellos contemplativo en la acción sencilla.
Trabajos, humillaciones, puertas cerradas, sin hospedaje después de largo camino. Y ellos dos siempre con esperanza. Jesús les acompañaba en el seno maternal de la Virgen María. Dadme, Señor, la alegría en el fracaso; que no pretenda que todo me salga bien. Ellos con la humillación y el fracaso se prepararon para el nacimiento de Jesús. La humillación, sí, es manjar de fuertes; bien aceptada engendra el espíritu de abnegación. Dadme, Señor, el don de oración, el don de abnegación, la perseverancia final y celo para la salvación de las almas. Que nunca me hunda con la tristeza del fracaso o de la humillación; que esto fomente mi abnegación. Ayudadme, Virgen María y José. Pedid esta gracia a Jesús y al Padre para mí.
EL NACIMIENTO 2ª PARTE
2ª Semana. Día 3º
2ª meditación
¡Un Niño nos ha nacido! Oh pobreza, pobreza, exclamaría la Virgen María iluminada por una luz del Cielo. Lo entiende; y esto es lo que viene buscando el Niño que va a nacer. Y en medio de un éxtasis, como nunca se había podido contemplar, la Virgen María da a luz al Niño - Dios. Y nació para nosotros de Madre Virgen el Hijo de Dios.
Jesús, en pobreza, como abandonado, pero muy amado por la Virgen María y San José, viniste al mundo. Tú, el Dios de la grandeza, del poder, de la gloria, de la sabiduría infinita, de la omnipotencia. ¿Y yo me puedo quejar de achaques y limitaciones; de olvidos y pretericiones; de descuidos y marginaciones? ¡Qué bueno ser como Tú, Jesús! Bendito seas, Señor, que has venido a enseñarme esta lección de humildad, de pobreza, de sacrificio, dame fuerza para saber aguantar con paz y serena alegría las inclemencias no solo del tiempo, sino también de mis achaques y limitaciones.
Yo te abro mi corazón. Naces en un establo. El que viene a salvar a todos, no encuentra una casa normal para nacer. Ninguno de aquellos se puede preciar de haberle abierto las puertas. YO, Jesús, quiero abrirte, pero me encuentro ahora como sin fuerzas para nada, como sin ganas de nada. Y te pido - ¡qué cara tengo! - te pido fuerza, porque sin ti no puedo ni principiar, ni continuar, ni concluir cosa conducente para la vida eterna.
Durante años he querido ser más en mi virtud, crecer en todo. No lo he conseguido, pero de nuevo lo intentaré con tu gracia y amor. Entra en mí, Jesús recién nacido. Está siempre en mi casa, Señor. Mira que soy tu amigo y deseo serlo siempre. Pero soy del mismo barro que los incrédulos, los ateos, los indiferentes. Tú me inundas de gracias y apenas respondo; pero, Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo. Y conserva siempre mi amor; ahora y en la hora de la muerte. Ayúdame, sí, a abrirte la puerta y a abrirla a cuantos se encuentren en mi vida. Me llamas a la santidad; yo sí me pongo con tu gracia en el camino de la santidad, cueste lo que cueste; aunque me imagine ahora que dentro de un mes pueda decir: otra vez estoy despistado; otra vez sin fuerza. Por eso te digo que Tú eres mi fuerza y mi salvación.
Virgen María, quiero adorar al Niño Jesús. Déjame adorarlo: es Dios, como Tú lo adorabas. ¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad! Paz contigo y en tu compañía. Dame, Jesús, amor a la pobreza, a la humildad, a estas virtudes tan desdeñadas por la gran mayoría. Que Tú seas mi gran riqueza, mi gran tesoro. ¡Siempre contigo, Señor! Adorarte, y adentrarme en tu corazón. Ahí estás, sin hablar, y Tú eres la sabiduría que ha venido a salvar al mundo. Quiero servirte de verdad; que no se hagan mis cosas, sino las tuyas. Silencioso como Tú, humilde como Tú.
Virgen María, Tú fuiste toda para Jesús, siempre por Jesús. Ayúdame a ser de Él, siempre de Él, todo de Él. Amar, amar con todo mi corazón; que esté siempre en mi puerta, en mi casa el amor. Que te ame con Tú me amas.
Señor, da a mi inteligencia mayor conocimiento hacia el Rey Eternal; a mi corazón, mayor amor a su persona; más entusiasmo por seguirle; más ansia de heroísmo por Él. En la voluntad, más resolución firme de amarle con todas mis fuerzas; de seguirle con tu gracia adonde quiera llevarme. Te lo pido, Padre, por medio de tu mismo Hijo, hecho ahora niño.
ENCARNACIÓN Y NACIMIENTO. REPETICIÓN.
2ª Semana. Día 3º
3ª meditación
Ante todo comenzar como en las meditaciones anteriores, con la oración preparatoria, la composición de lugar y la petición.
Se trata en esta meditación de repetir poco a poco lo escrito en las anteriores meditación sobre la Encarnación y sobre el Nacimiento de Jesús. Parar para meditar o contemplar en aquellos puntos en que he tenido consolación o desolación. En el primer caso, consolación, porque seguramente el Señor me ha dado ese consuelo precisamente porque necesito más profundizar ahí, porque es más necesario para mi vida interior o para el bien de las almas. En el segundo caso, desolación, también conviene hacer hincapié, porque, probablemente esa desolación viene del demonio, y para hacer en contra de él, volver a insistir en ese punto en la oración.
EL TRABAJO DE JESÚS
2ª Semana. Día 3º
4ª meditación
Me introduzco imaginativamente en el taller de Nazaret. Lo contemplo con cariño. Miro allí a Jesús, y junto a Él adolescente, a la Virgen María y a José; éste con sus instrumentos de carpintería, María arreglando la ropa, sentada en una silla pequeña. Jesús un poco de pinche de la carpintería, aprendiendo el oficio. Jesús, que es capaz como Dios y hombre de crear nuevo mundos, reducido a la mínima expresión de aprendiz. Son una familia de artesanos pobres, pero no están en la miseria. Y todo lo hace por nuestro amor, por amor a todos los trabajadores, a todos los hombres, pues de una u otra manera hemos de dedicarnos al trabajo.
Jesús trabajó desde niño; lo hizo de joven y de adulto. Su vida fue el trabajo. ¿Yo? También voy pasando mi vida trabajando. Ahora estoy jubilado, desde hace varios meses. Ya no necesito el trabajo para subsistir, tengo mi pensión. Pero he seguir trabajando hasta el fin de mis días. Ese es mi deseo. Mi trabajo, tengo esta oportunidad agradable, no será ya remunerado, pero que sea provechoso a la Sociedad, y sobre todo al Cuerpo Místico de Cristo. He de considerar ante todo que también la oración es una forma de trabajo, no solo el trabajo es oración. Y la oración es trabajo duro, pues hay que luchar contra la desgana, la sequedad y tantas otras cosas que se oponen a su correcta realización. Es preciso ir siempre contra corriente.
Hago aquí ahora el propósito de dedicar todo el tiempo que pueda a la oración como trabajo mío. A la oración y lo relacionado con ella: lectura espiritual, preparación de puntos, etc. Por otra parte, mi trabajo diario será también sufrir con paciencia los achaques propios d las enfermedades de las personas de mi edad; bien unido a Cristo Redentor.
Tú, Jesús, no tuviste estos trabajos de jubilado. No llegaste a esta edad. Era más activo lo tuyo. Quiero sufrir mis trabajos de jubilado con paciencia y alegría. También he de trabajar activamente por extender tu Reino, porque reines más y más en nuestro mundo. Y mi trabajo será principalmente con la pluma. Escribir artículos, cartas, y otras cosas de este estilo, principalmente a través de mi revista virtual y de mi parroquia virtual por internet, mientras me sea posible. Lo hago con ilusión y he de prepararme para cada una de estas acciones con oración. Larga oración matinal y vespertina, de alrededor de dos horas, a poder ser más. Y oración también antes y después de cada una de mis acciones.
Nunca ensañamiento si en algo tengo que alentar para luchar contra el vicio. Siempre positivo, caritativo, dulce. Ayúdame, pues no suelo saber hacerlo bien.
Y siempre que practique algo, algún escrito de cualquier tipo, orar. Orar sí alrededor de dos horas diarias que me servirán como preparación remota, pero orar sin excusa cuando redacto un artículo, cuando lo copio, cuando lo mando, cuando envío alguna carta. Que mis escritos sean oración. Ya lo suelo procurar, pero desde ahora ha de ser mejor. No puedo lanzarme a esta tarea divina a palo seco, sino bien caldeado por el fuego divino.
Oración remota, sí; y también próxima, anterior y posterior. Jesús, Tú trabajabas con gran pureza de intención; yo también he de hacerlo con esa misma intención pura, bien consciente que nada es el que planta ni el que riega, sino Dios que da el incremento.
He de trabajar con orden, con paz. También es un trabajo para mí el ejercicio físico; y es un deber para no caer paralizado por la progresiva artrosis. Y por fin, mi trabajo manual en las cosas de la casa, para que todo esté bien y para descongestionar el trabajo de mi mujer querida. Es fácil orar mientras el trabajo manual y fácil también escuchar cintas.
Ven, Divino Obrero de Nazaret; ven en mi ayuda. Mi trabajo ya no tiene por objeto ganar el sustento, soy jubilado. Pero he de seguir trabajando sin remuneración monetaria mientras me des fuerzas. Así sea.
VIDA DE FAMILIA EN NAZARET
2ª Semana. Día 4º
1ª meditación
Contemplo aquel recinto santo de la Sagrada Familia; aquel lugar de amor; aquella primera iglesia doméstica; aquella Trinidad de Nazaret que es como trasunto de la Trinidad del Cielo. Me detengo a contemplar la escena... Los veo tranquilos, sin alboroto, serenos y con una paz llena de gozo.
Me fijo ahora en mi familia; me veo en ella yo también tranquilo y con mucha paz. Jesús está con nosotros porque estamos reunidos en su nombre y además le queremos tener siempre. Habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida. "¡Quédate con nosotros porque llega la noche. Jesús nos ama sin cesar; gracias por tu amor; ayúdame a acrecentar este amor tuyo con el recuerdo y la consciencia dentro de la familia. Jesús se consume por nosotros; ocupa el lugar preferente de la familia, y siempre ha de estar con nosotros. María también es huésped de honor. El pobre San José está algo más olvidado, pero lo hemos de recordar más, no solo cuando llega su fiesta. Ayúdanos José a permanecer unidos, guarda nuestra salud, y cuando nos llegue la hora danos una buena muerte.
Quiero que mi lema en familia sea el que ha sido siempre: procurar hacer feliz la vida a los que me rodean. Que si en alguna ocasión lo olvido, no sea jamás así. Ser más trabajador en las labores del hogar para descongestionar un poco a mi querida mujer. Velar más para que puedan estar más tranquilas.
Amar con más intimidad, solicitud, cariño. Gozamos de estar juntos. Que nuestro hogar sea el refugio de las calamidades de la vida. Ruega por nosotros, Virgen María. Ruega por nosotros, San José. Ruego por nosotros, Jesús. Y que aprendamos a intimar más y más contigo.
Tomad mi corazón, Jesús, purificadlo; que no tenga ni una fibra separada de Vos. Que prefiramos todos morir antes que ofenderte gravemente. Que percibamos tu consolación en la oración, de lo contrario supondría que somos negligentes en ella. Ayúdanos; y a mí ayúdame a ser santo sacerdote de mi hogar.
DOS BANDERAS
2ª Semana. Día 4º
2ª meditación
No lo olvido ni en esta meditación ni en todos los Ejercicios: Es ley ordinaria que se me oponga con todo su poder el infierno, si decido de veras seguir a Jesús. Y sí; lo deseo de verdad; pero como me conozco, sé de mis fallos en los días posteriores a retiros y Ejercicios. Por eso, te pido, Señor, tu ayuda. ¡Ven en mi ayuda para que mi decisión sea más plena!
Dos banderas: una de Cristo, cuyo programa es pobreza y humillación; y para ello humildad: y de aquí, todas las virtudes. Otra, la de Lucifer, cuyo programa es riquezas y honores; y de aquí, soberbia y todos los vicios.
El demonio, mortal enemigo del alma.
Cristo llama y quiere a todos debajo de su bandera de perfección cristiana, a todos. El sermón de las Bienaventuranzas es su ideario. Lucifer llama debajo de la suya, para que no seamos perfectos, y poco a poco llevarnos al infierno.
Imagino un gran campo como cerca de Jerusalén; Cristo es el caudillo de los buenos; allí está, nuestro Rey Eternal. Otro campo como en Babilonia, donde está el caudillo enemigo, Lucifer.
Dame tu luz ahora, Señor, y cuando salga de estos Ejercicios vea los engaños del mal caudillo, porque ahora voy a aprender dónde está ese engaño. Y dame tu ayuda para guardarme de estos enemigos, vestidos con pieles de inocencia. Dame luz para conocer la vida verdadera, el verdadero camino; tu vida divina y humana; y dame gracia para imitarte. Enséñame a apreciar al verdad de la pobreza y de la humildad de Jesucristo. He sido pobre gran parte de mi vida; ahora no soy rico pero puedo vivir sin agobios. Ayúdame y dame generosidad para compartir cada vez más lo poco que tengo en mi no pobreza.
Imagino primero al caudillo de todos los males, el demonio, en su campo de grandeza y soberbia; está sentado como en una gran cátedra dominándolo todo; todo en él es agitación, lujuria, ira, soberbia, envidia y vilezas. Maldito de Dios por haberse apartado de Él, hace esfuerzos por disimular y mostrar felicidad que no tiene.
¿Qué haré yo ante tal enemigo? Descubrir al tentador. Ayúdame, Jesús, a descubrirlo en la vida práctica de cada día; que no me deje engañar de sus vanidades y grandezas. Quiero odiar solamente al pecado: soberbia, avaricia, ira, lujuria, gula, envidia, pereza, y tantos y tantos pecados que me pueden dominar. De manera muchas veces camufladas, el tentador me los ha de ir sugiriendo. ¡Y pensar que la soberbia puede llegar hasta el odio a Dios!
Lucifer hace llamamiento con despotismo y se cuela por todos los lugares, por todos los medios, por todos los estados, entre toda clase de personas; así llegar sobre todo a los más perfectos. Ahora recito con San Pedro (1 Pe. 5,8-9) "Hermanos, sed sobrios y vigilad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, ande detrás de vosotros para ver a quién devorar; resistidle a él, fuertes en la fe". Y pido para ello tu gracia, Padre, y te lo pido por medio y en nombre de tu Hijo Jesucristo.
Y leo también aquello de la carta a los Efesios (6,12) "No es vuestra pelea contra los hombres de carne y sangre, sino contra los príncipes y potestades, contra los adalides de estas tinieblas del mundo, contra los espíritus malignos esparcidos en los aires". Enséñame, Señor, a mirar al mundo con serenidad, pero muy consciente de que junto a todo lo bueno creado, junto a tantas personas buenas, está también el mal, el mal camuflado con capa de bien.
Verme a mí mismo combatido con furor por el demonio. En muchas ocasiones ya me ha derrotado. Ahora, Señor, hazme más consciente; que no me deje engañar. Que muchas ideas modernas y de gente buena se ríen de hasta de la existencia del demonio. ¡Qué más quiere él! Así tiene más libre el campo. Persigue sobre todo a los más fieles, a los que más empeño tienen en salvar almas.
Ayúdame, Virgen María, a entusiasmarme con la pobreza y humildad de Cristo para seguir con mi vocación sacerdotal dentro de los límites que tengo. Que no me deje echar las redes y cadenas del maligno. Que no me deje engañar de sus argucias; que no me halaguen las palabras de alabanza, sino que me sirvan para estimular más la compunción del corazón; que no me depriman las marginaciones y humillaciones, sino que me sirvan para parecerme a Ti, Jesús. Ayúdame, Virgen María, que no me deje encadenar por la codicia del dinero, por el honor del mundo, por la soberbia; que nunca me sienta superior a nadie, porque además no lo soy. Que nunca me complazca en mí mismo. No tengo el problema de la falta de autoestima; todo lo contrario. No me siento acomplejado. Pero que no caiga en el otro vicio, mucho peor, el de la soberbia. Sagrado corazón de Jesús en Vos confío.
DOS BANDERAS 2ª p. LA BANDERA DE CRISTO
2ª Semana. Día 4º
3ª meditación
Imaginar con viveza el campo de Jerusalén, allí el sumo y verdadero capitán, Jesucristo, humilde y sin aires de grandeza, sobre Él nadie puede mandar. Sentado en una pequeña colina, sobre una piedra, explica las Bienaventuranzas. La majestad se refleja en su mirada serena, llena de comprensión y cariño sincero. Hermoso en cuerpo y en alma; el más hermoso de los hijos de los hombres.
Yo entro con gran confianza en contacto con Él; con deseo de que me dé luz y fuerza para conseguir una buena reforma de mi vida, pero que sea realista, porque muchas reformas suelen ser papel mojado.
Ayúdame, Señor, a cobrar altísimo aprecio de tu programa de humildad, con total sumisión a la voluntad del Padre con respecto ahora a mi vida, en su fase de jubilado, la última, que puede durar entre cero y treinta años como extremo máximo; mucho menos de lo que he vivido. La media de los de mi edad es entre diez y doce años. Quiero asumirla, Señor, como Tú dispongas: con sus achaques e ilusiones, con sus alegrías y paz serena, con sus tristezas y melancolías; siempre, eso sí, con ganas de hacer el bien; con hambre de Dios.
Ayúdame, Señor, a seguir el programa de mansedumbre tuyo, quiero aprender de Ti que eres manso y humilde de corazón. Ayúdame a asimilar y a cumplir la humildad en la caridad para con Dios y para con los hombres. Dadme también amor a la humillación, sin la cual la humildad no se ejercita tanto. Que no me subleve por faltas de cortesía, por pretericiones, por groserías y egoísmos. Creo que es lo que más falta me hace. Y no lo he aprendido a pesar de los años que tengo.
Ayúdame, Virgen María, a vivir con gran dignidad, como Tú viviste, como vivió tu Hijo, que yo también soy tu hijo. Pero que esta dignidad esté fundada en gran humildad. A todo ha de trascender la humildad.
Un día hace muchos años, me puse bajo tu bandera, Jesús, luego Tú conoces mis altibajos, pero ahora renuevo mi deseo de continuar junto a Ti. Aquí estoy, con confianza y gran compunción; no reniego del pasado, lo asumo y me arrepiento de lo mal hecho, pero permíteme seguirte. A mí no me has enviado como a los valientes y esforzados, sino a un rincón en el que a veces he cumplido, y otras no. Mi rincón fue escogido por mi comodidad. Da Tú incremento a mi buen hacer. Que las semillas a veces fructifican después de años.
Y escucho tu voz que a pesar de mis infidelidades me dices: "Ya no os diré siervos, sino amigos". Y así me has tenido a lo largo de mi vida; y yo sin saber corresponder a tu amistad. "Tú eres, Señor, el que me dará mi herencia". Y si te parece que me conviene la pobreza real, bendito seas, pero, eso sí, dame fuerza para sobrellevar todas las pruebas, que yo solo nada puedo. Al menos esta lección ya he aprendido. Y pobreza no es solo la falta de recursos monetarios, hay otras pobrezas más duras como la falta de movimiento o de sentidos. Tú me darás fortaleza y paz cuando lleguen las pruebas, como me la has dado en el pasado. Y que mi fin siempre sea claro: alabarte, hacer reverencia y servir a tu Majestad, y mediante esto, salvar mi alma.
EL BAUTISMO DE JESÚS (Mt. 3,13-17)
2ª Semana. Día 4º
4ª meditación
Contemplo a Jesús cuando se acerca a ser bautizado por San Juan Bautista. Acaba de despedirse de su madre. Va a comenzar su vida pública y el largo ayuno de cuarenta días. Se mete entre un grupo de gente, y allí pasa desapercibido, hasta que pide ser bautizado. Quiere comenzar su evangelización con un acto sencillo de humildad.
Jesús, te dije que te iba a imitar. A mí me fastidia mucho eso de confundirme entre la gente. Esto es lo que me hace sufrir precisamente en las funciones religiosas: estar allí entre todos; yo que me había familiarizado con el presbiterio. Pero hago ahora el propósito de intentar hacerlo a gusto. Me va a ayudar ser consciente de que Tú, Dios y hombre verdadero, lo hiciste con decisión. Y yo deseo ser humilde y humillarme. ¡Disfrutar estando entre la gente como Jesús que no se desdeñó! Así me propongo pensar. Voy a hacer con gusto lo que hasta ahora practicaba con repugnancia. Y perdóname ser así.
Tú, Jesús, empezabas una cosa grande, tu misión salvadora, con un acto de humildad.
Juan el Bautista se quedó confundido cuando te presentaste ante él querido ser bautizado. Y rehuía bautizarte, pero Tú le dijiste: "Así nos conviene a mí y a ti..." A mí, humillándome, y a ti, obedeciendo.
Que me dé cuenta, Señor, de la importancia en la santidad de la humildad y de la obediencia. Obedecer a tu voluntad, humillarse cuanto se pueda. De eso trata "Las dos banderas". ¡Pues ya me puedes ayudar, Señor, porque llevo sesenta años (los cinco primeros no cuentan) haciendo lo que me parece, y por supuesto, rehuyendo toda humillación. Las he aguantado cuando llegaban, y de muy mala gana; no me he abrazado a ellas. Ahora quiero cambiar, pero no puedo. Por eso pido tu ayuda. Y quiero también rendirme a tu juicio como Juan el Bautista.
El Padre celestial ensalzó al Hijo muy amado. Se abrieron los Cielos y envió al Espíritu Santo en forma de paloma para que todos entendieran que aquel hombre era distinto, el Santo, sin mancha de pecado. Y se oyó la voz del Padre que decía: "Este es mi Hijo muy amado en el que me he complacido". Sí, este que se humilla es engendrado desde la eternidad y es mi amado con infinito amor.
Me gozo, Jesús, con la honra de tu Padre; me uno a Ti en profunda adoración. Te amo y quiero serte fiel; por eso voy a amar la humillación, porque Tú te abrazabas con ella. Me gozo también con la honra que te ofreció el Espíritu Santo. Y dame amor a la humillación, el distintivo de tus santos junto con la caridad.
YO QUIERO SER COMO TÚ. - VOCACIÓN APÓSTOLES
2ª Semana. Día 5º
1ª meditación
Yo me siento tuyo, Jesús, y quiero ser como Tú. Te pido ahora y repetidamente conocimiento interno tuyo para amarte más y poder imitarte mejor. Eres mi amigo verdadero, aunque no te vea con mis ojos materiales; y quiero saber ser más amigo para todos que se tropiezan en mi vida, porque no soy yo frío de trato, pero con la vida y el cambio de mis circunstancias, me he retraído mucho. Así que dame saber manifestar mi afecto como antes lo hacía; y ahora como que no puedo, Señor. Quiero ser enérgico cuando debo. Esto ocurre pocas veces, pero es importante saber serlo. Quiero ser apasionado como Tú, y entregarme con pasión y hacer el bien. Me cuesta poco por escrito, pero me resulta difícil de tú a tú. Pero tengo la ventaja de que he encontrado muchas personas que prefieren también la relación escrita. Creo que también es una forma de amar. He perdido bastante en el trato impersonal a raíz de que he cambiado de estado. Pero ya me ayudarás cada vez más. Por otra parte cuando me quedé con las cuerdas vocales tan dañadas, tuve que reservarme mucho por necesidad.
Quiero colaborar contigo sobre todo en la obra de la salvación. Ayúdame. Mira que te tengo que pedir todo...
Tú me llamaste a seguirte, Señor, Y a cuántos llamas,. Y como te acomodas a cada uno. Miro el Evangelio y me emociona la manera como llamas a cada uno de tus discípulos. Llamas con infinita prudencia, acomodándote a cada uno. (Mt. 4,18... y Jn. 1,35-41) "Venid y ved", dices a los primeros con amabilidad. Y a Pedro, con un halago cariñoso: "Tú eres Simón, el hijo de Juan. Tú te llamarás Cefas". De manera distinta llamas a Andrés y a Mateo.
¡Conmigo sí que te has acomodado! Y me sigues llamando. ¡Por cuántas vicisitudes he pasado! ¡Ten compasión de mí, que no sé seguirte bien! ¡Cuánta paciencia tienes que tener conmigo! Que no me resista en tu seguimiento. Quiero seguirte con tu ayuda sin vacilar, hasta el fin de mi vida. Pero por un lado van mis deseos, y por otro, la realidad. Ya puedes seguir ayudándome. He sido elevado por ti a gran dignidad espiritual: soy tu cristiano, tu sacerdote... y te pido fuerza y gracia para seguir viviendo cada vez con más emoción estas prerrogativas y lo que llevan consigo. Gracias, gracias... Ayúdame, que me cuesta mucho dejar mi manera de ser tan imperfecta, tan retraída. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
MISIÓN DE LOS APÓSTOLES (Lc. 10)
2ª Semana. Día 5º
2ª meditación
Represento ahora, como si lo estuviera viendo con los propios ojos el momento en que Jesús envía de dos en dos a sus discípulos a predicar. (Qué pena que esto hayan copiado algunas sectas y nosotros no lo mantengamos). Y les dice: "La mies es mucha y los obreros pocos; rogad al dueño de la mies que envíe operarios a su mies". Sí; cuántas personas necesitan ser acogidas en el Reino de Dios. ¿Por qué después de tantos años no hemos llegado a todas las partes? Ahora, Señor, yo te pido con tus mismas palabras: ¡Envía, Señor, obreros a tu mies! Obreros buenos, santos, dignos de predicar tu palabra porque la ponen en práctica. Dadnos, Señor, sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas, cristianos comprometidos santos. ¡Que no busquen las cosas propias, sino las cosas de Dios. Que sean útiles a tu Reino. ¡Si hubiera de este estilo dos por diócesis....!
El Señor quiere ser rogado. Esta idea he de grabarla bien en mi mente.
Ayúdame, Señor, a aplicar a mi alma aquellas cualidades que pedías a tus Apóstoles: ser prudentes como serpientes y sencillo como palomas. Sí; darme cuenta de todas las circunstancias que me rodean, ser circunspecto y a la vez decido para obrar. Buscar el momento oportuno para meterme con sencillez en lo que de veras me interesa para el Reino de Dios. Dame mansedumbre para no devolver mal por mal. Jesús, manso y humilde de corazón, haced mi corazón semejante al vuestro. Y que no tenga ningún temor a la hora de dar testimonio; que con eso de no pertenecer al estado clerical, da la impresión de que me está vedado todo.
Junta en mi alma, Señor, la sencillez de la prudencia de la serpiente; sin doblez. Para que de tal manera haga el bien a otros que no reciba daño de ellos.
Recomienda Jesús a los suyos que se contenten con lo necesario, de modo que no lleven demasiado dinero para su regalo. Ayúdame, Señor, a cambiar de mentalidad y que me aparte del todo del deseo de poseer. Dame el don de abnegación. Y que se meta en mi alma la necesidad de predicar el Reino de Dios; la penitencia a causa del pecado; el desprecio de las cosas terrenas.
Cuenta conmigo, Jesús, para seguir en la tarea de tu Reino, siempre con mi oración, pero también con la acción de todas las formas que sean precisas. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
SERMÓN DE LA MONTAÑA.
BIENAVENTURADOS LOS POBRES DE ESPÍRITU
2ª Semana. Día 5º
3ª meditación
Aquí me tienes, Señor, sentado junto a ti, en la falda de la montaña; quiero escuchar tus enseñanzas de maestro divino, y deseo sobre todo ponerlas en práctica. Eres mi maestro, legislador y consejero. Como maestro, enséñame y dame luz sobrenatural para entender bien tus divinas enseñanzas; como legislador dime tu ley y dame gracia para cumplirla; como consejero, dame fuerza para poner en práctica tus consejos; dame espíritu de mortificación para tener facultad de seguir tus Bienaventuranzas.
Señor, dijiste: "Bienaventurados los pobre de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Ayúdame a que no quiera agarrarme a los bienes de la tierra, como a algo definitivo, que sea desprendido; que me sirvan estos bienes de escalera para ir a Ti. Nunca llegue a quebrantar tu ley ni en pecado venial por adherirme a estos bienes. Quiero compartir con mayor generosidad lo que tengo; no dejarme llevar del capricho para poseer cosas no útiles o necesarias. Dame mayor generosidad; mucho mayor. Renunciar del todo a lo superfluo, que ahí es donde más se pega el corazón. Despega, Señor, mi alma de toda vanidad; que tampoco se adhiera a ella mi voluntad,. Incluso dame fuerza para ir poco a poco desprendiéndome de mi propio querer. Ayúdame a ir vaciándome de mí mismo, de mi amor propio.
¡Cuánto te pido, Señor, ¿verdad?! Me da apuro pedirte tanto y darte tan poco. Si doy más a los necesitados, te pediré con mayor confianza. De lo contrario hace falta tener mucha cara. Aquí estoy, Señor, el caso es que ni siquiera sé si quiero de verdad ser pobre de corazón o es solo un "me gustaría". Quiero quererlo ser; te pido incluso esta fuerza de desearlo de verdad.
Tu voluntad era hacer la del Padre celestial; y no tenías ni siquiera donde reclinar tu cabeza. Y hasta has renunciado a la figura humana en la Eucaristía, bajo las especies de pan y vino.
Te doy gracias por no poseer riquezas; me has hecho con ello un gran bien. Pero de mis cortos recursos quiero ser más desprendido; dame mayor espíritu de generosidad para compartirlo. Que sea de verdad pobre de espíritu. No está en mi mano desprenderme de todo, pero sí ser más generoso; renunciar a caprichos, para más dar. Arranca, Jesús, de mi corazón todo afecto desordenado a los bienes de la tierra para que no ambicione otras riquezas que las tuyas, y así te posea por la gracia y al final en la gloria.
2ª Semana. Día 5º
4ª meditación
BIENAVENTURADOS LOS MANSOS
Aquí me tienes, Señor, sentado junto a ti, en la falda de la montaña; quiero escuchar tus enseñanzas de maestro divino, y deseo sobre todo ponerlas en práctica. Eres mi maestro, legislador y consejero.
Mansedumbre. Queda definida por el mismo Jesús cuando dijo: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón". A eso vengo ahora, Señor, a aprende de Ti. (Mt. 11,29) Brota la mansedumbre del mismo corazón, de lo más íntimo de la persona. Atraen los mansos cuando es verdadera su dulzura. Me complace la definición de San Juan Clímaco: "La dulzura es el estado inmóvil del alma que nada suele alterar, Es como la roca que domina el mar; rompe las olas irritadas, y permaneces siempre inquebrantable". ¡Cuánta falta me hace imitar a Jesús en su mansedumbre! Mansedumbre es la serena igualdad de ánimo, madre de pensamientos prudentes y de palabras mesuradas. En el trato con el prójimo sabe vencer antipatías y reina por la suavidad de palabras. Es el sello del celo por la gloria de Dios. Más es lo suyo servir que dominar; llevar la cruz que el látigo. Reprime los impulso de ira y las turbaciones del corazón; devuelve bien por mal; excusa las injurias y pide a Dios que les perdone.
Jesús es mi modelo de mansedumbre. Por algo le denominaban el Cordero. Supo defenderse sin irritarse; pero no aduló; lo hizo todo con mansedumbre. Supo reprender con firmeza, pero sin ira. Si le ultrajan, no grita. Crucificado, muere perdonando.
Señor, miro tu virtud; te admiro y venero. Me lleno de deseo de imitarte. Últimamente creo que he mejorado en mansedumbre, pero todavía me falta mucho, sobre todo si el contratiempo me sobreviene de improviso. Te pido, Señor, fuerza, serenidad, estar consciente de todo lo que te debo, de que he sido perdonado mil veces por Aquél que es manso y humilde de corazón. Poseer la tierra es el premio de la mansedumbre, porque dominarse a sí mismo es lo más grande, es verdadera posesión de la tierra, dominio perfecto.
Me detengo ahora, Señor, para pedirte ser dueño de mí mismo. Que sepa utilizar la palabra suave, y más en situaciones tensas. Que sepa encajar con virtud los contratiempos, porque te siento, Señor, dentro de mí, como mi Huésped y Dueño. Virgen María, Reina de los mártires, infunde en mi corazón es paciencia que tanto necesito. Jesús, dame fuerza para dominar mis pasiones. Que sepa imitarte a ti, manso y humilde de corazón. Nada me turbe, nada me espante, Señor.
BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN PORQUE ELLOS SERÁN CONSOLADOS
No me interesa las falsas alegrías del mundo. Más vale las santas lágrimas nacidas de la compunción interior que no da tristezas, sino esperanza, amor y gratitud. Convierte, Señor, mis ojos en fuente de lágrimas para que te acompañe en tu pasión, pues yo fui causa de ella.
Si sé llorar con el que llora, si lloro por mis pecados, si derramo lágrimas por amor a Dios, Jesús convertirá en gozo mis lágrimas. Dame, Señor, vivir esta bienaventuranza. Llorar como María Magdalena a los pies de Jesús al sentirse perdonado y tan copiosamente amado.
Tú, Jesús, Espíritu Santo, el Consolador, el Dios de todo consuelo y de quien procede todo lo que nos puede consolar, mantén en mí la esperanza del Cielo. Dame mientras tanto imitar a Jesús en la tierra; dame vivir siempre con desprecio de las alegrías que se confunden con el placer de los sentido, y vivir junto a Ti, Que la esperanza del Cielo me consuele con su gozo anticipado. Que me dé cuenta, Virgen María, de que es imposible gozar con Dios y con el mundo. No se puede tener dos paraísos.
BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA
PORQUE ELLOS SERÁN SACIADOS
2ª Semana. Día 6º
1ª meditación
Te escucho, Señor, predicando esta bienaventuranza. Te veo en el monte sentado junto a la multitud compartiendo fraternalmente. Parece que ahora se abre mi entendimiento como con luz nueva al meditar en esto. Justicia es idéntico a Bondad, a Santidad. Y aquí no se contenta el Señor con que tengamos deseo de servirle, sino verdadera hambre y sed de santidad. Y de los deseos proceden las obras: desear cumplir todas las cosas de obligación, haciéndolas con mucho gusto, sin tedio, aunque sean desabridas, como ocurre con los manjares cuando se tiene hambre. Y acudir con gran sed a los sacramentos. ¡Sed perfectos, como vuestro Padre Celestial es perfecto! Ir adelante en la mortificación como el recién convertido. Y tener hambre de santidad ajena también; que otros sean más santos cada vez.
Señor, hay veces que sí que siento esa hambre y esa sed, pero otras veces no, sobre todo cuando se trata de obligaciones, entonces, sí las hago, pero a menudo sin ninguna gana. Me motiva mucho más cuando se trata de algo voluntario. Lo que elijo. Ya ves, Señor, mi imperfección, y deseo estar siempre con esa tensión amorosa que quiera esto con ardor.
Prometes saciedad incluso en esta vida, de tal modo que las cosas terrenas lleguen a no llamar la atención. ¡Dadme, Señor, de esa agua para que no vuelva a tener más sed! Dadme, Señor, el don de oración, el don de abnegación, la perseverancia final y celo para la salvación de las almas. Pido tu gracia por que no desee cosa alguna sino a Vos, y lo que sea para vuestra gloria. Ya sabes lo que me pasó en mi juventud, que empecé con ansias y luego me vino la depresión severa... después todo lo demás. Así que ahora que estoy en fase tercera de mi vida, ya puedes ayudarme. Te pido aquella hambre de santidad por la que siempre he soñado. La deseo y pido al Padre con cariño y confianza. Tú verás si es tu gusto concederme, porque quiero lo que Tú quieras. Eso sí, te pido con total esperanza y seguridad, la gracia del Buen Ladrón, que te acuerdes de mí cuando estés en tu Reino.
BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS
Señor, me invitas a ser misericordioso como Tú lo eres. Deseo serlo con todos, con los pobres en particular. He de ser más generoso, pero hacerlo por tu amor, no por bondad natural o mera filantropía, viendo en el pobre a Cristo. A los conocidos y a los desconocidos por medio de Cáritas. Dar así parece como más frío, porque ni se conoce al beneficiario, pero por otra parte se ejercita más la fe. Además hoy para quien recibe es mucho menos humillante hacerlo por medio de una entidad. Enséñame también a vivir con ojos bien abiertos para dar de lo espiritual que eso es del todo necesario. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
BIENAVENTURADOS LOS LIMPIOS DE CORAZÓN
PORQUE ELLOS VERÁN A DIOS
2ª Semana. Día 6º
2ª meditación
Te escucho, Señor, predicando esta bienaventuranza. Te veo en el monte sentado junto a la multitud compartiendo fraternalmente. Parece que ahora se abre mi entendimiento como con luz nueva al meditar en esto. Limpieza de corazón. Sí; corazón puro. Lo interpretan como aplicándolo a la pureza virginal, a aquellos que la consagran a Dios o son niños. Pero creo que puede ser más fecunda aún la interpretación. Fijarnos también en ese corazón sencillo, sin doblez, del estilo del de mi amigo Félix Beltrán a quien hace poco llamaste a tu Reino eterno. "Si no os hiciereis como niños, no entréis en el Reino de los Cielos", dijiste. Sí; dame, Señor, esa fe de los niños, esa confianza, esa esperanza sin trastienda. Dame, Señor, tu gracia para que lave mi corazón con lágrimas de contrición, y lo purifique de toda mancha. Dame, Señor, un corazón nuevo.
Virgen María, en esta tu fiesta de la Anunciación, te pido con fervor la limpieza evangélica de corazón que Tú tenías. Esa sencillez con que preguntaste al Ángel, ¿cómo puede ser esto si no conozco varón? Virgen María, Tú eres de corazón puro, y por eso albergaste al Hijo de Dios en tu seno. Resulta que yo lo acojo en la Comunión, pero mi corazón no es del estilo del tuyo. Ayúdame. Cambia mi corazón para que así vea al Señor.
BIENAVENTURADOS LOS PACÍFICOS PORQUE ELLOS SERÁN LLAMADOS HIJOS DE DIOS
Señor, Dios mío: Gran virtud es ser pacífico, por eso la premiaste con una bienaventuranza. Tener paz con los hombres. Parece que no hay más que desear para ser feliz en este mundo. Paz porque sujeto a la razón al mandato de Dios mis pasiones; concédeme la `paz. No dar ocasión de turbación a nadie, ni siquiera si ha sido grosero conmigo, saber disimular. Eso también es amor. Esto me cuesta mucho, _Señor, aguanto muy poco impertinencias y tengo que cambiar. Me acojo a ti para que me ayudes. Sembrar la paz donde vea alguna rivalidad; ayudarles en la calma. Concédeme, Señor, aquella paz que diste a tus Apóstoles par que te sirva mejor, y otros también se anime a tu servicio. Que no dé a nadie motivo de queja; que a nadie hiera con mi palabra o de otras formas, que no humille ni desdeñe a nadie; que mire a todos como imagen de Dios, hijos de Dios. Que así sea yo hijo tuyo por excelencia. Tú, Jesús, eres Príncipe de la paz. Gracias te doy por haber traído cosa tan buena al mundo.
BIENAVENTURADOS LOS QUE PADECEN PERSECUCIÓN POR LA JUSTICIA,
PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS
Leo en II Tim. 3,12 "Todos los que quieren vivir en piedad con Cristo han de padecer persecución por Él". Ya me ha tocado varias veces en mi vida, Señor. Pero sobe todo una la recuerdo mucho, porque me tocó sufrir mucho. Ayúdame a ser siempre valiente, Señor, que cuando una vez se ha sufrido, luego buscamos razones para tranquilizar nuestra conciencia por aquello del "grave incómodo" que estudiábamos en moral. Y ayúdame a renunciar a la venganza. Cuando uno quiere ser cristiano y por esa razón se distingue de los demás, le llega la marginación, la crítica y el desprecio de compañeros. ¡Qué comprobado lo tengo! Pero si encima es en tiempo revuelto, le llega el odio y la venganza de los débiles, que son la mayoría. Perdónales, Señor, y dame alegría serena y paz si me vuelve a ocurrir esto. Que tema más la alabanza que el vituperio. Y que desee la humillación con tal de que no sea con injuria a Ti.
TRES BINARIOS
2ª Semana. Día 6º
3ª meditación
Son tres clases de individuos, agrupados de dos en dos. Debe de ser palabra de uso en tiempo de San Ignacio. Estos tres binarios representan un poco el drama de la voluntad del hombre dividida. Son tres clases de hombres bien distintos.
Deseo, Señor, eso sí, actuar ahora siempre con criterios sobrenaturales. Y sé que no bastan los deseos que lo necesario es poner los medios para conseguirlo. Estoy seguro de que en mí hay muchas afecciones que pondrán en peligro el éxito de estos Ejercicios Espirituales, y me tienes que dar fuerza y gracia. Y no podré tener éxito si no desprecio los bienes materiales a favor de los del espíritu. Quiero buscar en todo la mayor gloria de Dios.
La parábola es de tres binarios que desean obtener la salud. El primero no quiere tomar ninguna clase de medicamentos, porque son amargos; el segundo está dispuesto a tomar aquellos a los que él mismo le da el visto bueno; el tercero acepta no solo los medicamentos, sino también cuanto el médico determine para su salud.
Señor, está claro el ejemplo. Ahora viene la determinación mía; por dónde me inclino. Y es clara cuál debe ser mi decisión.
Me ocurre muchas veces lo del primer binario; tengo algún deseo de quitar un afecto o inclinación a mi comodidad, pero luego me cuesta y me olvido. Mi voluntad no ha sido real y positiva, lo que de verdad no quiero es el esfuerzo. Siempre busco excusas para todo: la cultura, la salud, el realizarme, el no caer en depresión por negarme tantas cosas. Una por una, no sufrir. Esta ha sido tantas veces mi realidad. Trato de virtud, pero estoy muy aficionado a mis pequeños placeres y rutinas. Y esto sí que me cuesta remover. Necesito, sí una decisión, pero necesito también después continuar.
Ante todo tengo que abominar la disposición de este primer binario, Señor, porque mientras haya en mí un apego a algo, sea pequeño o grande, estaré destinado al fracaso, a permanecer como eterno principiante. Si quiero paz conmigo mismo, lo mejor que puedo hacer es renunciar a mis apegos, con desprendimiento total, de manera que si no me llega aquel "gozo" de costumbre me quede tranquilo y feliz. Mientras no esté en esta disposición de ánimo seré un siervo perezoso, blando, indolente. Seré como el que entierra su talento debajo de la piedra. Por eso aquí quiero empezar por hacerte una súplica, Señor, que mi "quisiera" se transforme en "quiero". He de animarme y urgirme a mí mismo: el querer de la perfección a la que Dios me llama está siempre en mi mano, pues la ayuda de Dios no me ha de faltar. Que me dé cuenta de esto, Señor. He de darme cuenta de que mis Ejercicios pueden ser inútiles si no me decido a quitar todas las afecciones.
Vine a Ejercicios no para pasar el tiempo ni para pasarlo bien, sino para sacar fruto. Desde niño me llama Jesús sin cesar. ¿Cuándo se acabarán los quiero a medias? Si hoy escuchas su voz no quieras endurecer más tu corazón. Has quitado muchos obstáculos; quita el de hoy y no vuelvas a decir al Señor "mañana te abriremos".
TRES BINARIOS. 2ª Parte
2ª Semana. Día 6º
4ª meditación
El SEGUNDO BINARIO
El segundo binario quiere poner algunos medios para conseguir el fin. Ejemplo, tiene diez mil ducados. Desea quitar el afecto a esa posesión y pondrá algunos medios como rezar para quitarle el afecto, dar limosnas, etc. Pero tocante a desprenderse de la fortuna, ni pensarlo. Otro caso: el enfermo que de verdad desea sanar y toma algunas medicinas, pero solo las que le apetecen. Resultado, ninguno de estos tiene una voluntad firme y decida para conseguir su fin.
Señor, algo de esto me pasa: tengo, sí, intención de conseguir la humildad, pero eso de humillaciones, ni pensarlo. Ya habrá otras formas más sencillas. Quiero vivir recogido, pero no del todo; quiero la unión con Dios y la mortificación, pero luego hago poco caso de la mortificación, aunque algo, sí. Quiero quitar pecados veniales, pero no me impongo castigo cuando fallo. Estoy, por consiguiente, en el segundo binario. Y quizás todavía no haya pasado del todo del primero. Señor, si todavía no he dado el quiero definitivo, ayúdame al menos a que quiera querer.
He de seguir este examen sincero. He de animarme con las palabras del Evangelio. No quiero ser como los invitados al banquete y luego ponen excusas para no tener que acudir. "Nadie puede servir a dos señores, dice Jesús, Cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo". Señor, que no sea tibio; ayúdame. Que no ande de un lado para otro dando tumbos; siempre contigo; fortalece mi voluntad.
TERCER BINARIO
El tercer binario quiere quitar el afecto a los diez mil ducados, aun dejándolos, si fuese necesario. O en el otro ejemplo, desea obtener la salud tomando todas las medicinas y cumpliendo todos los consejos médicos. Y en nuestro caso, lo que de verdad apetece es buscar al voluntad de Dios.
Se halla la propia voluntad como un vaso vacío en el que hay que no hay querer ninguno, sino solo la voluntad de Dios. Con relación al dinero ni lo retiene, ni lo rechaza. Está desapegado, solo desea cumplir la voluntad de Dios. Por eso no se adelanta a desprenderse de nada, sino que aguarda.
Señor, yo quiero de forma incondicional estar dispuesto a soportar cualquier injuria, a renunciar a toda honra, a pasar por cualquier humillación que Dios me exija, a sacrificarlo todo por Ti y por mi bien eterno. Te lo quiero decir ahora con sinceridad, aunque a la hora de la verdad ya sé que suele venir la indecisión. Te pido fuerza para quererlo de verdad y generosidad para organizar mi vida sin respeto humano, con deseo de cumplir mi decisión aun cuando me vengan humillaciones. Mis meditaciones han de ser con sentido de humildad, en mis confesiones iré eligiendo las faltas que más me produzcan humillación; no salirme con la mía ni en casa ni en reuniones; dar preferencia a otros en la conversación, y dejar lo más honroso para otros. *
Te pido fuerza para organizar mi vida entorno a la mortificación; castigarme aceptando los trabajos más molestos; no poner a mi alcance alimentos que me tienten; no quejarme del frío ni del calor; ni manifestar las impertinencias de mis semejantes, que lo suelo hacer muy frecuentemente. Pensar, Señor, que Tú me pides todo esto para avanzar en la virtud. Luchar contra la comodidad; contra la soberbia; contra el espíritu de independencia; contra el desorden de los sentidos; contra la tendencia a la crítica y contra mi pasión dominante.
Señor, mi dicha total ha de ser entregarme del todo a Ti, como Tú te has entregado a mí. Amarte de corazón; sacrificarte mis aficiones y deseos si son contrarios a tu querer. Hacerme uno contigo, de manera que yo no viva, sino que seas Tú quien viva en mí. Este es mi gran deseo y quiero que sea mi único deseo. Lo demás que vaya fluyendo según sea tu Providencia.
Dadme, Señor, hambre de santidad; el don de oración; el don de abnegación, celo por las salvación de las almas, y gozo en el sacrificio.
Virgen María, alcánzame de tu Hijo que permanezca siempre bajo su bandera, con deseo total de pobreza de espíritu y aceptación con paz de menosprecios e injurias. Jesús, ayúdame a vencer toas las repugnancias para la virtud, que son muchas. Ayúdame a vivir así y con una serena alegría, y si estoy triste, al menos que tenga paz interior. Pídele esto al Padre para mí.
Padre Eterno, aquí me ves como hijo el más pobre. Robustece mi alma para vivir así. Te lo pido por medio de tu Hijo, Jesús.
LA TEMPESTAD CALMADA POR JESÚS
2ª Semana. Día 7º
1ª meditación
Me represento a Jesús en el momento de despertar, cuando iba dormido en la barca y fue requerido por sus discípulos. Y le pido que calme la tempestad de mi corazón, cuando impide la paz del alma para avanzar hacia Dios.
"Aunque duermo, vela mi corazón". Así sucedía en el descanso de Jesucristo, unido como estaba a la divinidad. ¡Qué bueno, Señor, cuando el sueño es una vela suave de amor! ¿Llegaré alguna vez a eso? Bueno es aspirar.
También, Señor, muchas veces a lo largo de mi vida me ha parecido que dormías en momentos de gran borrasca para mí. Otras veces, el dormido era yo mismo, y sin que mi corazón velase. Lo cierto es que en muchas ocasiones me has sacado a flote. Ahora te pido que en la última fase de mi vida terrena, que la tempestad no sea muy recia, que estés muy cerca de mí, que despiertes y me des tu ayuda, Señor. Que las olas de mis pasiones sean dominadas por tu gran virtud. Me visitas en la Comunión. En la edad madura las pasiones suelen ser la indignación, la ira, la pereza, la gula, la tristeza, la soberbia. También la pereza quiere a veces pasar factura. Ayúdame, despierta, Señor, porque también la pereza y el cansancio me pueden dominar. Es mucha tarea reformar la propia vida, cuando va la vida avanzando mucho. Yo te diré como los Apóstoles: "Sálvanos, Señor, que perecemos. Jesucristo ayer hoy y siempre; ayúdame en esos momentos en que parece que todo es aburrido y tristón, en que no apetece nada, ni el menor esfuerzo, cuando las motivaciones parece que se han caído por tierra. Despierta y ayúdame. Tú ves, Señor, que soy pobre; aumenta mis ganas de seguir adelante.
Que te sienta entonces cerca; que vaya desapareciendo el aburrimiento y la desgana, que es lo que más me suele tentar. De eso son frecuentemente mis tormentas. Ya lo siento. Y entonces no haría nada de nada.
Pongo, Señor, en tus manos el fruto de estos ejercicios. Que no sea, una vez terminados, como agua pasada que no mueve molino. Que los actualice a menudo y que y me guíen el resto de mi vida. Padre, te lo pido por Cristo nuestro Señor. Jesús, mira que suelo ser yo más que Tú el dormido: despiértame. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
TERCERA SEMANA
TRES MANERAS DE HUMILDAD (1ª Manera)
3ª Semana. Día 1º
1ª meditación
Humildad es aquí la virtud que nos inclina a despreciarnos a nosotros mismos y a someternos a Dios.
Me encuentro ahora delante del Señor, mi Dios con ansia vivísima de seguirle. Y te pido estima y aprecio a tu pobreza y humillación, Señor, y deseo ardiente de servirte, esperando tu gracia y ayuda. N
La primera manera de humildad es necesaria para la salud eterna, y estaré dispuesto a cumplirla, aunque de lo contrario me hicieran dueño de toda la tierra. No se me ocurrirá ni remotamente quebrantar un mandamiento que me obligue bajo pecado mortal. Este es el primer grado de humildad, necesario de todo punto para salvarse. Y esto te pido, Jesús, porque sin tu ayuda no puedo principiar, ni continuar ni concluir cosa conducente para la vida eterna. Jamás dejarte a ti por nadie ni por nada. Sería dejar el Cielo por el infierno. Sería dejar la vida por la muerte; la dicha eterna, por la desdicha eterna; la libertad de los hijos de Dios por la esclavitud del demonio. Señor, ven en mi ayuda.
El pecado mortal derribó del Cielo a millones de ángeles; expulsó del Paraíso a nuestros primeros padres; nos privó a todos de la gracia de Dios y del Reino del Cielo.
Además lo he prometido a Jesús al ponerme bajo su bandera. Con tu ayuda, Señor, no andaré en regateos con la tentación. Evitaré las ocasiones; procuraré luchar contra la tibieza. Virgen María, ayúdame.
Es preciso recordar durante el día esta manera de humildad.
ORIENTACIONES 3ª SEMANA
3ª Semana. Día 1º
2ª meditación
Algo que he de procurar grabar en mi alma en el tiempo que me queda:
1.- Al contemplar a Jesús en el Evangelio, mi petición y determinación es: conocimiento, amor e imitación ce Cristo. Conocerle para amarle más; conocerle y amarle para imitarle.
2.- El amor afectuoso a Jesucristo es el gran medio para quitar afecciones desordenadas.
3.- Con frecuencia al Corazón de Jesús, sobre todo en los coloquios. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
4.- No contentarme con una reforma del nivel del primero y segundo binario.
5.- Las tres maneras de humildad son para excitar el entusiasmo contra el pecado venial y contra las afecciones desordenadas.
Dadme, Señor, en esta tercera semana diligencia y fuerza para comenzarla con fervor y continuarla con más fervor. Que me dé cuenta de que mi vida cristiana, la que decido seguir a tope, está llena de dificultades. Ayúdame a consolidar y reafirmar la elección ya hecha de una vida mejor. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
En lo que resta de Ejercicios, he de unirme más y más contigo, Señor, He de compenetrame del todo contigo, Cristo doloroso. Unión con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado. El amor tiende a compenetrarse quienes se aman. Dadme, Jesús, amor a Ti, de la misma manera que lo tengo a mi mujer y a mi hija, que no me contenten solo con un amor lógico de cristiano, que llegue también al sentimiento. Algo ya tengo, pero deseo, Señor, amarte más. ¡Identificarme contigo! ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
Te repito, Señor, esto del salmo 11: "Bienaventurado el varón que no anda en el consejo de los impíos, ni camina por las sendas de los pecadores, ni se sienta en la compañía de los malvados".
¡Cuánto sufro al ano saber transmitir estos sentimientos de amor a Jesucristo; este sufrimiento al ver cómo el mundo cristiano se aparta de Jesús cada vez más. ¡Qué podría yo hacer? Si lo más lógico sería salir por las calles gritando como San Francisco de Asís: "No es amado el amor; no es amado el amor!"
Consérvame siempre en tu presencia, Señor y Dios mío. (Del salmo 41)
Quiero hacerme cuenta de que estoy muerto para el pecado, pero vivo para Dios.; que no reine el pecado en mi cuerpo mortal". (Rom. 6,12) "Mostrarme como ministro de Dios en mucha paciencia". (2 Cor. 6,5) "Ya no vivo yo; es Cristo quien vive en mí". (Gal. 2,20) Repetiré, Señor, estos sentimientos que deseo vivir con fervor.
Virgen María, acompáñame ahora en esta segunda mitad de Ejercicios.
TRES MANERAS DE HUMILDAD. 2ª Manera
3ª Semana. Día 1º
3ª meditación
Es ésta: "No quiero ni me afecta más el tener riqueza que pobreza; salud que enfermedad; vida larga que corta, y así en todas las demás cosas agradables o desagradables". "Y con esto que ni por todo lo creado ni porque la vida me quitasen, no sea en deliberar en hacer pecado venial". Aunque uno falte algunas veces, por lo menos sea sincera la voluntad actual de no faltar.
La primera parte me parece imposible ya a primera vista. Eso de que no me afecte... Yo te digo que quiero desear esto, pero no puedo desearlo. Eso de que no me afecte lo de salud o enfermedad... no está en mis posibilidades. ¡Qué más quisiera! Pero supongo que es cuestión de muchos años de virtud. Como veo una perfecta indiferencia, la deseo, Señor. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío! Y ahora sí te digo que estoy en tus manos; lo que Tú, Señor, quieras para mí.
Sí detesto el pecado venial deliberado, porque es ofensa al Señor, porque me priva de muchas gracias, porque poco a poco me va llevando al pecado mortal, a la tibieza, a la inapetencia de Dios. Detesto el pecado venial. Si lo cometo, seré del todo indigno de tu favor y de tu consuelo. Ayúdame.
Tú dijiste: "Si alguno me ama guardará mi palabra". ¡Qué gran verdad, porque obras son amores! Por eso te quiero amar, dame volverme loco de amor a Ti, entonces no me parecerá tan como imposible este segundo grado de humildad, ni el tercero. Ayúdame a guardar tu palabra. Virgen María, ayúdame; tú qué bien la guardaste. Quiero estar dispuesto a perder todo antes que cometer un pecado venial. Pero me doy cuenta de lo difícil que es y necesitaría una gracia extraordinaria. En Ti confío, Señor. Dame para ello, Señor, el don de oración, el don de abnegación, la perseverancia final y celo para la salvación de las almas. Déjame asomarme a la perfección evangélica que ando por aquí como a tientas. Lo deseo; te lo pido, Jesús. Me doy cuenta de que en pura lógica cristiana debo estar indiferente a salud y enfermedad... Dame, si quieres esta gracia. Y para conseguirlo te pido, Señor, fervor en la comunión y en la confesión. Fervor en la oración que a veces se me olvida hasta rezar algo tan sencillo como el rosario, y me entra rutina en todo. ¿Cuándo cambiaré? Y ayúdame a hacer bien los exámenes.
TERCERA MANERA DE HUMILDAD
3ª Semana. Día 1º
4ª meditación
"Es cuando siendo igual alabanza y gloria de la Divina Majestad, por imitar y parecerme más actualmente a Cristo Nuestro Señor, quiero y elijo más pobreza con Cristo pobre que riqueza; oprobios, con Cristo lleno de ellos, que honores; y deseo más ser estimado por vano y loco por Cristo, que primero fue tenido por tal, que por sabio ni prudente en este mundo, siendo igual alabanza y gloria de la Divina Majestad".
Leo esto y lo repito; y en la primera lectura me parece no haber leído bien, aunque lo he leído bien. En la segunda, me lleno de admiración. ¡Señor qué es esto! ¡Qué dimensión de amor cabe en el corazón humano con relación a Cristo! Porque el motivo de esta elección o preferencia es la Persona de Cristo Nuestro Señor, pues Él, siendo Dios, se hizo pobre; vivió humillado, y murió infamado en una cruz. Entonces, al corazón amante, al cristiano que se enamoró de Jesús - Dios y hombre verdadero, no le sufre el alma pasar la vida en honras y riquezas, estando Él por mi amor en humillación y pobreza. Comprendo a los santos que dicen: pobreza y humillación con Cristo pobre y humillado. Por puro amor, porque me lo pide el corazón, porque Él lo hizo antes por mí, me someto al ejemplo de Cristo pobre y humillado, sin que haya en ello ninguna obligación, ni mayor gloria de Dios, ni mayor aprovechamiento personal. Por el único motivo de amor y reverencia a Jesús. No cabe en este mundo amor a Dios mayor. He llegado al santuario escondido del amor a Dios.
Señor, al mirarlo, al ver eta perspectiva, se me pone como un nudo en la garganta. ¡Hasta donde puede llegar el amor a Dios del hombre! Esto es propio de personas enamoradas. Pero, Señor, si está aquí el meollo de la vida cristiana, de la santidad sacerdotal, de la perfección evangélica... ¡Quién pudiera amarte así, Jesús! ¡Quién pudiera amarte así! Me gustaría, Jesús, aunque lo veo solamente como una meta reservada a los santos; ¡me gusta! Es el desinterés completo en mí , el amor más completo que puede darse a Jesús aquí. Me siento con ardiente deseo, pero a la vez veo la imposibilidad; sería como alcanzar el Cielo con la mano. Bueno, Señor, llegue o no llegue, lo deseo con ardor. Sé que esto no se puede conseguir sin un milagro de la gracia. Pues aquí me tienes. No soy digno ni capaz, pero aquí me tienes. Pero, por favor, ¡da este don a muchos sacerdotes, a éstos que han sido valientes y fieles y no se han casado con mujer, ni con el dinero, ni con el poder! Que necesitamos en la Iglesia muchos sacerdotes santos. Tú fuiste pobre y humilde y vejado ayúdame a desear todo esto para mí, con tal de que sea de tu mayor gloria, aunque la otra alternativa sea también de tu mayor gloria. ¿Te lo pido para mí? Y me respondo y te doy mi alma: si es tu voluntad, llévame por ahí, pro eso sí, dame la fuerza abundante para terminar lo que empiezo, que en mi vida he empezado muchas cosas buenas y luego no las acabo, porque soy bastante calamidad.
Al menos, Señor, si no llego a esto, te agradezco por darme la facultad de entenderlo y poder mirarlo como pura lógica de amor. ¡Gracias! EL MISTERIO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
3ª Semana. Día 2º
1ª meditación
Señor, quiero prepararme para contemplar estos días tu Sagrada Pasión, desde Betania - Jerusalén, hasta tu muerte. Enviaste a dos discípulos hasta Jerusalén para preparar la Cena. Una vez allí, les lavaste los pies, y les diste, ¡primera vez en la Historia!, tu santísimo Cuerpo y tu Sangre preciosa, como alimento. Ojalá pueda alguna vez en lo que me queda de vida sacar una semana de tiempo total para entrar a fondo en este sagrado Misterio Eucarístico.
Me vas a dar tu gracia, Jesús, por favor, para ir poco a poco a lo largo de esta semana, transformándome en Ti. Deseo contemplar tus misterios con un corazón propio de lo que meditaba en la "Tercera manera de Humildad". Ayúdame. Luego, dispón de mí lo que quieras. Dame tu gracia, que por Ti vivo en este mundo. Deseo sentir dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, sentimiento y pena interna de tanta pena que Cristo pasó por mí.
Que esta compasión amorosa, Jesús, sea la puerta para mi transformación en Ti. Que te conozca más, Jesús, para que más te ame y más te siga. ¡Conocimiento de Ti, Jesús crucificado, atormentado y muerto por mis pecados. Que mi amor me lleve al dolor con Cristo doloroso, sentimiento de pena interna, de tanta pena que pasaste por mí, Señor. Estrechar más y más la amistad contigo. ¡Señor, unirme estrictamente contigo en toda tu pasión y muerte! Porque, de tu parte, asumiste todos mis pecados como si fueran tuyos; padeciste por ellos, como si Tú los hubieras cometido. Y yo, de mi parte, me esfuerzo en dolerme de las penas que Tú sufriste por mis pecados, tomándolas por mías. ¡Siento tu dolor, Señor! Moralmente somos uno los dos.
He de considerar todo con gran amor a Ti estos días. Unido a tus padecimientos en tu humanidad; y deseo esforzarme por sentir esa pena contigo. He de entrar en Ti y he considerar cómo se esconde la divinidad; pudiéndolo, no destruiste a los enemigos. Y he de considerar cómo todo los sufriste por mí.
ÚLTIMA CENA
3ª Semana. Día 2º
2ª meditación
Imagino el Cenáculo; el lugar, la sala donde se celebró la Última Cena, la unión de la Pascua Judía con la Pascua Cristiana. Veo aquel sitio lleno de piedad y verdadera unción cristiana. Y le pido al Señor dolor en su pasión junto a Él; fervor junto a la Misa primera, junto al autor de nuestra Eucaristía. Dame lágrimas y pena interna al ver cuánto te hemos costado y lo mal que te correspondo.
Antes de comenzar el rito sagrado, Jesús, lavas los pies a los tuyos. Es un gesto lleno de significado; de profunda humildad y de máxima limpieza para la Eucaristía. Yo me uno a aquel momento sublime y lleno de sencillez. Te pido limpieza para mí; te suplico como Pedro la segunda vez: no solo me laves los pies; también la cabeza, las manos y todo. Me siento siempre culpable; no con esa mentalidad enfermiza, sino con gran compunción de corazón, con esa compunción bíblica que tanto se ve en los Profetas. Lávame más y más de mis pecados; purifica, Señor, mi alma de toda culpa. Perdona también a tu Pueblo todos sus pecados. Eso sí; que sea con el arrepentimiento de todos sus componentes. ¡Que llegue alguna vez el arrepentimiento general, lo mismo que por desgracia llegó el alejamiento general. Unos, por la pérdida de fe y apostasía; otros, por el relajamiento de costumbres.... Perdónanos, Señor.
Pasas después, Jesús, a la institución del Gran Sacramento, la Eucaristía. Todavía no has empezado a sufrir los azotes de tu pasión, pero te ofreces ya al Padre. Yo me uno a Ti. Déjame hacerlo desde el deseo de este tercer grado de humildad. Uno mi dolor a los tuyos en aquel momento de la Última Cena. Cuánto sufrirías, además de por lo que te sucedería al día siguiente, al ver el abandono de los Sagrarios, al ver la rutina de tantas Misas, al ver tanta Comunión fría y sin sentido. Quisiera ahora compensarte de alguna manera. Con amor, con mucho más amor. ¡Y te quedas para siempre con nosotros!
Yo quiero ser tuyo, alma eucarística, alma consagrada. No he podido vivir mi consagración ideal, la que me propuse, pero sigo siendo tu sacerdote, y Tú sé que me aceptas según soy; porque además me ves con buena voluntad y con buenos deseos. Deseo ser siempre alma eucarística. Me da mucha pena ver las iglesias cerradas, todo medio abandonado con relación a aquellos fervores de sagrario que tanto habíamos soñado desde nuestra juventud. Me acerco a Ti para acordarme de Ti, para prometerte que durante el resto de mi vida voy a continuar cada vez más siendo un poco despertador de tantas conciencias dormidas con relación a tu permanencia entre nosotros.
Entra en tu amor mi alma; ven conmigo para siempre. La Comunión me dará fortaleza y será para mí verdadero centro de la jornada. Desde allí viviré por extender tu Reino. Haré lo que pueda por parecerme a Ti, Señor.
En la cruz se escondía la divinidad, pero aquí se esconde incluso la humanidad; creyendo ambas cosas y confesándolas, pido lo que te pidió el Buen Ladrón.
EL SERMÓN DE LA CENA (Jn. 13 y 14)
3ª Semana. Día 2º
3ª meditación
Imagino el Cenáculo, el lugar donde Jesús celebró su última Cena; parece que estoy allí, contemplando a Cristo de frente a mi asiento, un poco a la derecha. Pido emoción, lágrimas y pena interna, pero a la vez esperanza y me siento muy agradecido porque se ha quedado nosotros santas, cristianos comprometidos santos. Ten compasión de este mundo.
Y dices después del lavatorio: "Ejemplo os he dado para que como yo he obrado, también obréis vosotros" Así quiero obrar, Señor, hacer las cosas más sencillas y humildes a todos, a los de casa y a los de fuera. Pero ayúdame a que viva con los ojos bien abiertos, porque se me escapan ocasiones muy buenas.
(13,34) Y nos dices el mandamiento nuevo. "Un mandamiento nuevo os doy, que os améis unos a otros como yo os he amado" Y resulta que para mí no es tan nuevo, porque, aunque lo he oído miles de veces, se me olvida muy pronto. A lo mejor por eso es tan nuevo para mí. Pero ahora te prometo, no con intención de obligarme con un nuevo pecado, pero sí con la seriedad de la amistad que supone estar juntos un mes de Ejercicios, te prometo que se acabó eso de ser un criticón, porque soy más "criticón" que el libro de Gracián. Desde hoy se ha terminado eso de criticar. Y además, si caigo en este vicio tan feo para un cristiano, cada vez que lo haga daré mil pesetas, o sea seis euros, para gente necesitada u obras pías. Si necesito desahogo lo haré una o muy pocas veces, hasta desahogarme con mi mujer, hija o algún amigo, pero luego, se acabó. Se acabó el estar siempre recordando cosas desagradables, faenas hechas... Porque eso indica que no se acaba de perdonar. Sé que cuento con tu ayuda. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
(13, 38) Aseguraste a Pedro que no cantaría el gallo antes de que él te negara tres veces. Por eso, Jesús, mis propósitos te los quiero exponer con humildad, porque me conozco. Sí, tengo la firme resolución de cumplir mi propósito, pero no nos dejes caer en la tentación. Ayúdame a amar a todos: familia, amigos, enemigos, a todos. Pero más, claro es, a familia y amigos.
(14, 3-4) "Cuando me vaya y os haya preparado el sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde yo estoy, estéis también vosotros... Ya sabéis el camino para ir adonde yo voy. Gracias, Jesús, voy a vivir con una esperanza total porque sé que me llevarás, estoy seguro. No tendré miedo a la muerte, porque estoy contigo. Además me sé el camino, por algo dijiste (6) "Yo soy el camino, la verdad y la vida". De tal manera que canto ahora interiormente con gozo: "Venid a mí; a todos os convida mi corazón al celestial festín; soy el camino, la verdad, la vida, venid a mí; venid a mí".
(18) No; no nos dejes huérfanos. Ya sé que no lo harás,. Pero a veces me siento tan sin ganas de nada, tan amorfo... Dame fuerza entonces, que creo la necesito más. Y te escucho repetir (21) "Quien conoce mis mandamientos y los guarda, ese me ama". Con tu ayuda he de ser fino y delicado en guardar los mandamientos; he de invocarte siempre porque me siento como muy inútil.
Y viene ahora la promesa del Espíritu Santo (25-31) Él nos enseñará todo y nos recordará todo. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles. He de invocarte siempre. Cuando tengo una ocasión de dar algún mensaje espontáneo, no se me ocurre nada; se me ocurre cuando pasa. Pues, Espíritu Santo, ya sabes: que me acuerde en el momentos, oportunamente.
EL SERMÓN DE LA CENA (2º) Jn. 15 y 16
3ª Semana. Día 2º
4ª meditación
Me encuentro en la sala del Cenáculo. Junto a Jesús, como ayer. Imagino todo; veo al Señor que me mira con amor; estoy allí en espíritu. (Jn, 15,10) "Yo soy la verdadera vid y i Padre el viñador. Él corta todos los sarmientos que no dan fruto en mí... Seguid unidos a mí yo lo seguiré estando con vosotros." Te pido, Señor, dolor contigo dolorosos, quebranto contigo quebrantado; lágrimas y pena interna de tanto como Vos habéis padecido por mí. Perdóname, Señor, que soy pecador. Sí, escucho tus palabras: seguir unidos a Ti. Eso quiero; así es mi deseo, Jesús, unido a ti. De esta forma lo decía en la cinta con que ataron mis manos sacerdotales: "Señor, unido a Ti, darme a las almas." Han pasado los años, ha habido por mi parte muchos altibajos. Pero mi decisión ahora es como en aquellos días lejanos y cargados de emoción. Acoge mi deseo y no permitas que me aparte de Ti. Mira que quiero ser tu amigo fiel; ayúdame.
(14) "Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando. Ya no os llamo siervos, pues el siervo no sabe qué hace su Señor. Yo os he llamado amigos porque os he dado a conocer todas las cosas que he oído a mi Padre. No me elegisteis vosotros a mí, sino yo a vosotros y os designé para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca, a fin de que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Esto os mando: amaos unos a otros".
Leo con veneración, Señor, este texto. Me considero amigo, no sirvo, si hago lo que me manas. Hay una condición, hacer lo que manda el Señor, hacer tu voluntad. Y ese puede ser el problema. Yo quiero ser tu amigo, Jesús. Intento serlo. Quiero hacer lo que me manas, pero me siento muchas veces sin ganas de nada, como sin fuerza, como lleno de aburrimiento. Pero quiero hacer lo que me mandas; quiero ser tu amigo, ayúdame a ser tu amigo, a acompañarte en tu pasión, a acompañar en su pasión a los que sufren. Ayúdame a ser más generoso, a no contentarme con dar poco, a saber dar y darme. No me importa pedirte esto tantas veces que parezca un disco rayado, pero es que lo necesito mucho, y para el bien de tu Reino.
Tú me elegiste, Señor, y no te vuelves atrás nunca. Yo note he negado; quiero seguirte, amarte y ser como los soy sacerdote tuyo, aunque sea con las limitaciones que me han impuesto. Gracias por tu elección. Padre, concédeme seguir con fidelidad hasta la muerte la elección de Jesús. Y ya que no he sido capaz de hacerlo en exclusiva, en virginidad, al menos lo haga desde el otro estado digno que es el mí, el matrimonio. Además tengo una esposa que es una maravilla en todos los aspectos y en éste de unión contigo, de vivir mi sacerdocio, me ayuda.
(18) "Si el mundo os odia, sabed que me hombre odiado a mí antes que a vosotros". Por eso, Señor, no voy a temer. Ayúdame, Señor, a perder todo el respeto humano. A ser lo que soy, con la fe que tengo. Nunca había tenido respeto humano y desde que salí del clero, lo tengo en ciertas circunstancias. Dame fuerza para que aun en los ambientes en que no me conocen, sepa mostrarme como cristiano ferviente. No temo al mundo; no me van a asesinar, y aunque lo fueran a hacer, tampoco.
(16,13) "Cuando venga él, el Espíritu de verdad, os guiará a la verdad completa... (33) En el mundo tendréis tribulaciones, pero tened ánimo. Yo he vencido al mundo". Por eso, aunque en mi vida me encuentre sin ganas, con tedio enervante y duro, he de confiar en Ti, Señor, que has vencido al mundo. Ven Señor en mi ayuda, apresúrate a socorrernos. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío! Virgen María, ayúdame a seguir meditando en la pasión de tu Hijo. Oh Madre fuente de amor haz que sienta la fuerza de tu dolor; haz que llore contigo.
LA ORACIÓN DEL HUERTO
3ª Semana. Día 3º
1ª meditación
Terminada la cena, Cristo Nuestro Señor descendió con once de sus discípulos el torrente Cedrón y, dejando a ocho en la entrada del Huerto de los Olivos, se internó con tres de ellos para hacer oración. Pronto quedaron dormidos todos y Jesús se sintió solo, lleno de angustia, y se puso a hacer oración. En aquellos momentos la angustia inundó su alma; sabía qué le iba a ocurrir al día siguiente. Y oraba sin cesar al Padre repitiendo la misma oración: "Padre, si es posible, pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya".
Contemplo aquella escena, alumbrada por la luz de la luna llena. Señor, te pido dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, lágrima y pena interna al ver cómo padeciste por nuestro amor. Cala en mí ese dolor que se siente cuando se ve a un reo en capilla. Ese fue tu inmenso dolor. Pero que lo vea como lo que eres, más que un padre o una madre o un hijo... Quiero estar contigo sufriendo en esta oración del Huerto.
Jesús, tuviste más que miedo, pavor por la justicia divina sobre el pecado. Estabas como hecho pecado; habías asumido los pecados del mundo. Veías qué te iba a suceder al día siguiente. Veías la traición de Judas, la condena a muerte. Tenía tedio de vivir, y habías de vivir. Un poco ya sé qué es eso, después de haber sufrido cuanto operaciones quirúrgicas; sé qué es la noche anterior, cuando se acerca la mañana. Y esto me ha tocado a mí, envuelto en cariño familiar, con cuidados exquisitos para eliminarme todos los dolores posibles. Haz que sienta un poco de la angustia tuya, de tu dolor en esa Oración de Getsemaní. Haz que llore con tu dolor. Estás, Jesús, reo en capilla. Con tristeza amarguísima te vendría el pensamiento de tu madre y el disgusto terrible que se iba a llevar. Entraste en agonía. Estos sentimientos alcanzaron en Ti una intensidad terrible. ¡Triste está mi alma hasta la muerte! Y seguían oleadas cada vez más fuertes. Tedio y pavor en aumento. Y todo por amor, pero el amor no te calmaba el dolor, más bien lo aumentaba al ver tanta infidelidad; la mía, la de tantos amigos tuyos.
¡Haz que sienta la fuerza del dolor tuyo, haz que yo llore contigo! No es grata a mi sensibilidad esta oración, pero sé que he de hacerla con amor, porque en algo sirvió a Jesús y me servirá para ser yo mejor y ayudarle en la obra de salvación. Dicen, Jesús, que estos sentimientos nuestros de amor y solidaridad contigo te fueron beneficiosos en aquellos momentos y fueron causa de consuelo al ver la fe en nosotros, al ver el amor a Dios y el celo que tenemos por tu Reino. Más alivio será aún si, junto a esto, fomento mi amor al prójimo, a los que sufren ahora tantas calamidades, los de cerca ante todo; los de lejos también. Tengo que saber ser generoso. Dar dinero, huir de la venganza, perdonar las injurias, no dejarme llevar de antipatías, aguantarme las faenas y las cosas feas de otros sin criticar. Haz en mí, Señor, un corazón bueno.
Hago presente este misterio como si se realizara aquí. ¡No hay derecho a hacerte sufrir! Tú solo eres bueno y santo y lleno de amor. Y te sientes abandonada y triste y en agonía de dolor. Y eres más que mi padre y mi hermano y mi hijo. Eres mi Creador y Salvador. Me arrepiento más y más de mis pecados que te hacen sufrir tanto. ¿Qué debo hacer yo por Cristo? Abrarzarme a tu amor, a tu abnegación; sufrir contigo; ofrecerte mis sufrimientos y mis buenas obras a favor de los necesitados.
Jesús, en tu tribulación te lanzaste a orar. Es lo que debo hacer yo cuando sufra. Te lo prometo; porque además en esos momentos no agrada nada orar, pero me acordaré de tu oración del Huerto. Y te humillaste postrándote en tierra. Y orabas sin cesar repitiendo la misma jaculatoria: "Padre, si es posible, pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya". Así será mi oración cuando llega el sufrimiento.
Y dabas gloria al Padre celestial. Yo también quiero dar gloria al Padre uniendo tu desolación con la mía para la salvación del mundo. Estimularé la oración paciente en momentos de dolor.
JESÚS ANTE ANÁS Y CAIFÁS
3ª Semana. Día 3º
2ª meditación
Me represento con la imaginación la sala con luces de velones y reunión de los príncipes de los sacerdotes. Un calabozo cercano donde aguarda Jesús recibiendo bromas crueles de los soldados que se ríen de Él. Primero llevan a Jesús a casa de Anás, suegro de Caifás. Después va a parar a casa de Caifás, que es sumo sacerdote aquel año. Allí aguarda Jesús a que acabe la reunión. Lo suben al fin de los calabozos, lo ponen en medio de aquellos hombres hipócritas e indeseables para ser interrogado. Y Jesús da testimonio de su divinidad a pesar de darse cuenta de que éste será el motivo para sentenciarlo. Dice claramente que Él es el Hijo de Dios y Caifás rasga sus vestiduras y lo declara blasfemo, reo de muerte. Empieza el proceso más injusto de la Historia.
Te preguntó Caifás, Jesús, si Tú eras el Mesías. Tú lo afirmaste y esa fue la razón más poderosa para que te sentenciaran. Después en los calabozos se reanudan las burlas contra Ti, Dios santo. Quisieron divertirse a tu costa y saciar su sed de crueldad. Probablemente lo hacían con otros también en parecidas circunstancias. Cómo me duelen todas las humillaciones. Me duelen en cualquiera, qué será en ti, que eres mi todo, la ilusión de mi juventud, de mi niñez de mi edad adulta, de los comienzos de mi ancianidad. Tú lo has sido todo para mí, y con tu misericordia, lo serás durante toda mi eternidad, ¿cómo no dolerme, Jesús, por tanta injuria a lo largo de la pasión?
Perdóname por la parte de culpa que tengo en todo esto, porque si yo hubiera sido santo, te hubiera dolido todo algo menos. Perdóname. Estás junto a mí, y yo estoy junto a Ti. Jesús calumniado, Jesús maltratado e injuriado, escupido e incluso abofeteado. He de esforzarme aquí en dolerme, entristecerme, llorar con Cristo doloroso. Me parece escuchar aquellos insultos y risas crueles. No hay derecho. No tenéis razón, Él es el Cordero sin mancilla, el que no cometió jamás pecado, porque es el Hijo de Dios. Que Él es nuestro amigo, Dios y hombre verdadero. A nadie debéis hacer eso, pero menos a este Dueño de la vida, Amor de los amores. ¿No os dabais cuenta de que era el Hijo de Dios? ¿Quiénes son vuestros jefes? Seres indignos, soberbios, viciosos e hipócritas. Jesús, perdona a ese pueblo infiel, y perdona también a ese pueblo que te ha abandonado y no se preocupa de tu amor. No saben lo que hacen, que Tú el injuriado eres para todos más que padre y madre, más que hermano, más que todo a la vez, porque eres nuestro Señor y nuestro Salvador. ¡Pero si podía mandar la muerte ahora mismo contra todos!
Me duelo, Señor, contigo. Has escondido tu divinidad. Nada aparece en ti de aquellos rayos hermosos de la transfiguración en el Tabor. ¡Jesús mío! Te sientes humillado ante tus enemigos y ante tu Eterno Padre. No te protege en estos momentos, porque queréis, Santísima Trinidad la salvación del género humano. Misterio de amor. ¿Cómo yo, tu discípulo cristiano, me puedo quejar de cualquier cosa, viendo cuánto has sufrido sin rechistar? Misterio tuyo de dolor y de amor.
Y todo esto padeces por mis pecados. ¿Qué debo hacer por Ti, Dios mío? Pienso normal que aparezca ante todos mi ruindad, pero no me gusta. Ayúdame a saber humillarme contigo humilde. Ayúdame a no exigir reparaciones de las faltas de delicadeza que conmigo se cometan. Tú no lo mereciste, y cómo te trataron, y yo ¿voy a estar siempre exigiendo pleitesía? Lógico sería desear la humillación, pero e d miedo por mí, y tampoco quiero que sea un escándalo para otros por mi mal obrar. Confío, pues, en que me inspirarás el modo. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío! Y dadme, Señor, el don de oración, el don de abnegación, la perseverancia final y celo para la salvación de las almas.
JESÚS ANTE PILATOS
3ª Semana. Día 3º
3ª meditación
Me represento con la imaginación la sala con luces de velones y reunión de Herodes y de Pilatos. Un calabozo cercano donde aguarda Jesús recibiendo bromas crueles de los soldados que se ríen de Él. Pilatos se deshizo enseguida de Jesús porque no quería compromisos. Lo vio a Jesús inocente y por eso lo envió a Herodes. Este le hizo muchas preguntas, pero Cristo a ninguna respondía. Entonces Herodes lo despreció y lo mandó fuera vestido con traje blanco propio de los locos.
Me represento esta escena, veo a Jesús callado, como mudo. Le veo humillado vistiendo aquel vestido blanco. La primera y gran afrenta: Pilato no lo defiende dándose cuenta de que es inocente. El Hijo de Dios es traído y llevado de tribunal en tribunal como un facineroso, comodín de políticos. Aparece Jesús como reo ante Herodes, maniatado ante aquel hombre vicioso, cruel, asesino del Bautista.
Gracias te doy, Señor, porque me enseñas los caminos de la humillación. Pero ¡cuánto sufriste! Perdóname el no saber soportar las pequeñas humillaciones de familiares y amigos que además me las suelo merecer por mi obrar no acorde con ciertas normas sociales. Es que me sabe tan malo ser corregido por personas imperfectas...Cúrame, Señor, de la soberbia con tu humildad.
No hay mayor cordura que gustar ser despreciado por parecerse a Ti. Pero aún sería más fácil aguantar una humillación no merecida, consciente de que estás unido a Jesús que las humillaciones motivadas....
Sufro, Jesús, al verte en aquella sala, cuando te dirigen a la puerta entre risas de los cortesanos y de las mujeres de corte. Tal vez hasta oirías palabras de chiste ingenioso y sarcástico con ocasión de algún milagro de todos sabido. ¡Se ríen de Ti, como de un pobre loco! Tú, la Sabiduría, la Omnipotencia, la Bondad suma. Concédeme, Jesús, entender la locura de la cruz. Y eres loco de amor por los hombres, por salvarnos y librarnos del pecado, de la vana soberbia.
¡Mi Dios y mi Padre, el esposo de mi alma, recibiendo estas vejaciones! Quisiera ser capaz de reparar de alguna manera tanta villanía. Tu divinidad se esconde. Y dejas padecer a tu sagrada humanidad. Y todo lo padeces por nuestros pecados. Por mi soberbia, por mi excesiva complacencia en mínimos éxitos. Por mis faltas continuas de pureza de intención. Es grande ser injuriado cuando no se da ocasión para ello, porque así no parecemos más a Ti. ¡Aquella tercera manera de humildad!
Y ayúdame a recibir como penitencia de mis pecados las humillaciones que llevan consigo las propias faltas.
JESÚS POSPUESTO A BARRABÁS
3ª Semana. Día 3º
4ª meditación
Me siento junto a Jesús, como tocándole, muy cerca de Él. Veo la plaza con la balaustrada de mármol donde colocaron a Jesús y a Barrabás, el asesino. Jesús se encuentra extenuado, humillado, afligido... "¿A quién queréis que os suelte a Jesús, llamado el Cristo o a Barrabas?", dice Pilatos. Y a una voz se oye el pueblo: "Suelta a Barrabás".
¿Son, Señor, los mismos que gritaban el domingo anterior, "Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en el nombre del Señor?" No; ya sé que en las ciudades hay gente para todo. Pero ¿por qué no acudieron allí, para ahogar las voces insolentes de la plaza, tantos sanados por Jesús, tantos familiares de éstos? No me pregunto más, prefiero, Jesús, dolerme contigo. Prefiero dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, lágrimas y pena interna de tanta pena que Cristo pasó por mí. Concédeme esta gracia, Señor.
Y no quiero quedarme como paralizado en el dolor; quiero, Jesús, con tu ayuda que se me quite de una vez el respeto humano. Quiero ayudar en todo, amar a mi prójimo de verdad, que para mí deje de ser nuevo el mandamiento nuevo. Proclamar tu mensaje de amor de todas las formas posibles que me permitan mis circunstancias.
¡Cuánta afrenta, Señor! El Presidente abandona tu vida a manos del populacho, aun sabiendo de tu inocencia., y te pone en alternativa con Barrabás que era un asesino. No se puede causar mayor afrenta blasfema al mismo Hijo de Dios. Y nadie sale en tu favor. Y aquel sacerdocio instituido para que recibiera al Mesías, no hace caso ni a milagros, ni a doctrina, ni a nada. Temen que se les va a terminar el manantial de ingresos monetarios, y ¡contra Ti! ¿Qué les importa tu doctrina y milagros? Yo te compadezco, Jesús, sufro contigo que sufres.
Y me lleno de vergüenza y sonrojo. Yo también soy sacerdote. Pero un día dejé el ministerio. Es verdad, no podía aguantar de tristeza y hubiera degenerado en locura. Creo que obré en conciencia, pero hubo un escándalo. Para muchos aquello fue un escándalo, aunque mi conciencia estuviera tranquila. Para muchos fui un desertor. Pienso que aun sin culpa se puede producir escándalo, pero, ahí queda eso. Y ahora mi deber añadido, aunque no hubiera culpa por mi parte, es reparar ese escándalo con una vida llena de fervor, con un empeño total de evangelizar, dentro de los cauces que todavía me quedan permitidos. Lo malo es que mi vida no siempre ha sido después ejemplar. Yo deseo y es mi determinación, siempre con tu ayuda, Señor, procurar que sea siempre ejemplar mi existencia, el corto espacio que me queda de vida. He perdido mucho tiempo y deseo desde ahora y por siempre reparar todo el mal que he hecho, el mal que ha hecho y sigue haciendo mi clase sacerdotal, porque es una pena. Dadnos, Señor, sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas, cristianos comprometidos santos. Que somos la sal de la tierra y si la sal se vuele insípida, ¿con qué se salará? Con tu gracia y ayuda, Jesús, fomentaré la santidad sacerdotal.
Veo la plaza abarrotada de gente, y me adentro en tu corazón, y lloro contigo, Jesús. Quiero ser en todo el último siempre, menos en amarte y en compadecerte en le pretorio pospuesto a Barrabás, o en el resto de tu pasión. Te acompaño ahora; me encuentro como envuelto en tu humillación. Pero esto es tener mucha cara por mi parte, porque mi decisión ha de ser otra: sin ostentaciones, sino con gran sencillez dar testimonio de mi fe, no solo por escrito, sino también de palabra y con hechos. De esto sí que me duelo, Señor. Yo podía haber dado testimonio los dos últimos años de mi profesión docente. Me refiero a oponerme a aquellas educación sexual pagana que se daba. Ya hice algo; hablé en grupo pequeño a algunos compañeros, que no quisieron mojarse. Yo pensé que solo nada positivo podía haber conseguido, máxime no perteneciendo al Consejo Escolar. Y callé. Ahora me doy cuenta que, aunque sea en un claustro podía haber hablado para que tomasen nota de mi opinión y lo hubieran podido llevar al pleno. Otro fallo mío, Señor. Perdóname; tengo mucho de qué avergonzarme. Aunque sea en solitario, con sencillez y mansedumbre, creo que es preciso dar este testimonio. Te pido tu gracia para esto, Señor.
Coloquio con Jesús: Todo esto padeciste por mis pecados...
Coloquio con la Virgen María: Señora, qué tormento el tuyo, Madre Dolorosa...
Coloquio con el Padre: Te adoro en el misterio de la Redención, en tu silencio...
LA FLAGELACIÓN
3ª Semana. Día 4º
1ª meditación
También me siento junto a Jesús, como tocándole, muy cerca de Él. Veo el sótano donde colocaron a Jesús para azotarlo, oigo el eco, veo la columna pequeña donde ataron al Señor, Jesús se encuentra extenuado, humillado, medio muerto por el dolor. Los azotes son como un mango con tres correas, en el extremo una bolas de hierro o de hueso de unos tres centímetros, más delgadas por el centro. Magullan la carne y acaban por romper la piel y meterse dentro de los músculos. El dolor es horrible. Jesús no puede más y se oyen sus alaridos. ¿Cómo puede ser esto, Señor?
Pido al Padre por medio de la Virgen María dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, lágrimas y pena interna de tanta pena que Cristo pasó por mí. Concédeme esta gracia, Señor, por medio de tu Madre.
Miro, Jesús, con horror aquellos instrumentos de tortura. Rompían tu piel, penetraban tu carne, si te hubiesen "perdonado" la vida después de este suplicio, hubieras muerto de dolor. Y esto lo padeces, Jesús, por salvarnos; voluntariamente. Así lo sabías por ser Dios y hombre verdadero. ¡Qué misterio! Y no haces un milagro para paralizar a los verdugos y llenar de vergüenza y pavor a quienes te llevaron allí. Aguantas. Deseo, Señor, sufrir contigo ahora; pero no tengo valor. Al menos, lo que dispongas en mi vida quiero sufrirlo unido al suplicio de tu flagelación. Quiero estar junto a Ti sufriendo. Dame valor, dame fortaleza. Luego dispón de mi vida, tuyo soy para Ti nací. Tú también tenías miedo al dolor y lo sufriste.
Cristo, padeces por mí; y por todos los hombres. Quiero confortarte de alguna manera. Recibe desde aquí, desde ahora, mi adoración, mi reconocimiento, mi compasión, mi deseo de ayuda. Yo te pido un dolor en mi alma tan fuerte que llegue a llorar de tanto verte padecer. "Por vuestra pasión sagrada, oh divino Redentor, perdonad al alma apenada de este pobre pecador".
Y sigo escuchando los golpes del látigo y el eco de tu gemido. Es horrible. ¿Qué puedo hacer por Ti, mi Dios? Contemplo tu rostro con manchas de sangre, sin fuerza ya por el dolor. ¡Jesús! Y eres Dios, y la Bondad misma. ¿Cómo puede ser esto? ¿Qué concepto tenemos aquí de la autoridad y de la divinidad? ¿Cómo nos has amado, Señor, hasta este extremo? ¿Cómo decimos que creemos y luego nos portamos así? ¡Qué cara tengo! Y no me excuso ni me refugio en el anonimato al no ser yo el único, al ser tantos y tantos con un rostro como el cemento... Señor, que esta fe me lleve a amarte, a compadecerte, a buscarte crucificado. ¿La resurrección? Después de la cruz.
Y Tú eres, Señor, el ser más allegado a mí; más que mis padres, que mi esposa y mi hija. Más que todos juntos. Siento de verdad tus dolores, siento tu flagelación. ¿Por qué te lo hicieron? ¿Cómo el Padre Celestial te dejó? ¡A su Hijo muy amado! No entiendo nada. Lo único que deduzco es que los criterios humanos nada tienen que ver con los divinos. Que no nunca un hombre podrá saber conjugar justicia con misericordia infinitas. Cómo se pueden compaginar. Mejor será creer y confiar en Ti, Padre, y adorar tu divinidad. Me da miedo ver cómo muchos sacerdotes dan juicios tan risueños de presentar un Dios "bonachón", sin conjugar la misericordia con la justicia. Prefiero, Señor, abandonarme, sí, en tu misericordia. Pero hacer lo que pueda en mi vida para no volver al pecado. Que el pecado es muy malo; que te azotó, te hirió, te hizo morir. Sufriste, Señor, para merecerme gracia; para enseñarme a sufrir cuando llega la tentación; no para que yo sea un aprovechado y haga lo que se me antoje y después, al Cielo, porque Dios es muy bueno. Eso es tener mucha cara. Quiero, Jesús, estar contigo en tus azotes, ser tuyo, y prometerte que no voy a ser un aprovechado.
Coloquio con Jesús: Todo esto padeciste por mis pecados...
Coloquio con la Virgen María: Señora, qué tormento el tuyo, Madre Dolorosa...
Coloquio con el Padre: Te adoro en el misterio de la Redención, en tu silencio...
JESÚS CORONADO DE ESPINAS
3ª Semana. Día 4º
2ª meditación
Me pongo, Jesús, en tu presencia. Ahora tus ojos me ven gloriosos en el Cielo. Pero cuánto te ha costado esto. Quiero mirarte coronado de espinas, aunque tenga que sufrir. ¡Más sufriste Tú! Te miro aunque mis ojos quieran mirar a otra parte porque me causa espanto, angustia, tristeza, temor, impotencia y rabia al mismo tiempo. ¡Señor, Señor!
Te han colocado una burla de corona cruel, entretejida de juncos y espinas largas y duras, muy punzantes que penetraban hasta el hueso del cráneo. Pero ¿qué es esto? Te visten con una tela roja vieja y te la ponen a modo de manto real, y para cetro un trozo de caña. ¡Hasta dónde puede llegar la crueldad humana! ¡Qué dolor cada una de las punzadas! Pido ahora al Padre por medio de la Virgen María dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, lágrimas y pena interna de tanta pena que Cristo pasó por mí. Concédeme esta gracia, Señor, por medio de tu Madre.
Padeces dolor profundo en cada punzada, Señor. Tanto dolor se te hace insoportable. Cuando te zarandean, se clavan más las espinas. Y todo esto después de la flagelación. La sangre mana y corre en hilos finos hasta nublarte los ojos; estás en cada momento a punto de desmayar a causa del dolor. Crueldad de la raza humana. Efecto del pecado original, pero también de los pecados personales. ¡Dolor con Cristo doloroso!
Inmenso amor de Cristo, inmenso amor de la Santísima Trinidad que decidió enviar a su segunda persona al mundo. Inmensa maldad del hombre que con su pecado produce estos efectos. Y llevaba aquella corona de espinas con más voluntad y amor que todos los Reyes del mundo las suyas de oro y brillantes.
Mucho te debo por cuanto por mí padeciste, Jesús. Si pudiera yo tener un amor insaciable a Ti; un deseo constante de imitarte en tu espíritu de entrega y sacrificio... Ser un poco al estilo de Javier que recorrió en su corta vida aquellos parajes de misión, descalzo incluso entre la nieve y ni notaba el frío. Tal era su fuego de amor que llevaba en el corazón.
Señor, ¿cómo ha sido posible el descenso de estos años en el amor divino? Eres el mismo de antes. ¿Es que ya no se medita en la pasión y se ha dejado como elemento de folclore religioso para las procesiones?
Me represento con viveza la escena de la coronación de espinas. Como si estuviera presente veo tu rostro ensangrentado, Jesús, hijo de David. Y eres la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. "Perdona a tu pueblo, Señor, perdona a tu pueblo, perdónale, Señor". Y Tú eres nuestro Dios y Maestro que te hiciste hombre para redimirnos. Que podías habernos redimido de mil maneras y aceptaste esta, coaccionado por la maldad de los hombres libres, respetando aun en esto la libertad humana. Misterio de fe. Misterio de amor divino. Misterio de la maldad humana que se inclina a la crueldad, a la violencia, a la perfidia.
Eres más despreciado de todos, Jesús; el más abatido, el más injuriado. Llagado por nuestras maldades, triturado por nuestros delitos. Tomaste sobre Ti nuestros pecados. Tu divinidad se ocultó. Cuánto sufriste, Jesús.
Coloquio con Jesús: Todo esto padeciste por mis pecados...
Coloquio con la Virgen María: Señora, qué tormento el tuyo, Madre Dolorosa...
Coloquio con el Padre: Te adoro en el misterio de la Redención, en tu silencio...
JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS
3ª Semana. Día 4º
3ª meditación
Acompaño a Jesús en la vía dolorosa. Estoy con Él; muy cerca de él. Hasta le oigo respirar jadeante. Oída la sentencia de muerte, le llevan pronto la cruz y hacen que la tome en sus hombros camino del calvario. La senda es larga y pedregosa, las fuerzas de Cristo están al límite. Y no tiene más remedio que el esfuerzo, porque detrás están los sayones con el látigo. ¡Peor que a un perro maltratado! Jesús, estás todo llagado; has perdido mucha sangre, ¿de dónde sacar fuerzas?
Pido ahora al Padre por medio de la Virgen María dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, lágrimas y pena interna de tanta pena que Cristo pasó por mí. Concédeme esta gracia, Señor, por medio de tu Madre. Con paz, Jesús, quiero sentir contigo la hondura de tu dolor. Padeces, Señor, dolor muy acerbo en todas las llagas que vuelven a sangrar al soportar el madero. Sufres fatiga interna; ni puedes apenas dar un paso y caes y vuelves a caer. Solamente el ánimo de llevar a cabo la obra de salvación te da fuerzas para seguir adelante. Oh fuego inmenso de la caridad, amor infinito de Dios al género humano. ¿Cómo podré yo compadecerte, Señor? Es que quisiera ser un santo total, pero me escudo en mi debilidad para rehusar la cruz. Tú en cambio sigues con tu cruz. Tal vez sea por mi parte de mucha cara el pedirte a Ti fuerza en estos momento para llevar la cruz, para ser santo. ¿Qué haré? Es que sin tu ayuda no soy nada ni nadie; y con tu ayuda, poco a poco voy cayendo también en la desidia. Hazme cambiar, Señor, y dame ese empuje de tus santos valientes que todo lo soportaban para ayudarte a llevar la cruz. Deseos tengo, ayúdame.
Se esconde tu divinidad en el camino del calvario. Y sufre a tope tu sagrada humanidad. Ni siquiera repercute un poco del gozo celestial en tu sensibilidad, nada. Todo tinieblas, todo perdido, abandonado de todo y de todos, incluso del Padre. ¡Bendito seas Jesús que tu voluntad humana superó tan difícil prueba. Y no podía ser de otros modo. Pero el dolor no te lo quitó nadie. Yo me lleno de pena interna por tu dolor, Jesús.
No sé cómo puede ser este misterio. Y es un gran misterio toda tu pasión y muerte. Mis pecados y los del mundo entero son el peso de la cruz. Me puedo considerar verdugo, o verdugo solidario al haber pecado no solo del original, sino también pecados personales. He de reaccionar, Jesús. No me fío de mí mismo, pero con tu ayuda, sí podré. Y que en la cruz, oh Señor, te halle a Ti. No te pido ser desgraciado; todos queremos ser felices. Yo también, pero que mi felicidad la encuentre en el camino de la cruz. Que sepa aprovechar las humillaciones, los sufrimientos que me envías.
Y saber defenderte, Señor, ahora, pues entonces ya no es posible. Salir siempre por los derechos de Dios, hoy tan olvidados. Ayúdame, en tus manos estoy.
Coloquio con Jesús: Todo esto padeciste por mis pecados...
Coloquio con la Virgen María: Señora, qué tormento el tuyo, Madre Dolorosa...
Coloquio con el Padre: Te adoro en el misterio de la Redención, en tu silencio...
TERCERA MANERA DE HUMILDAD (2ª parte)
3ª Semana. Día 4º
4ª meditación
Recordar en qué consiste la tercera manera o tercer grado de humildad:
"Es cuando siendo igual alabanza y gloria de la Divina Majestad, por imitar y parecerme más actualmente a Cristo Nuestro Señor, quiero y elijo más pobreza con Cristo pobre que riqueza; oprobios, con Cristo lleno de ellos, que honores; y deseo más ser estimado por vano y loco por Cristo, que primero fue tenido por tal, que por sabio ni prudente en este mundo, siendo igual alabanza y gloria de la Divina Majestad".
En una palabra, seguir los caminos de Cristo en este mundo. El Verbo de Dios descendió del Cielo y se hizo hombre; nació de una madre virgen en un establo; pasó su vida trabajando en un rudo taller de carpintero; los últimos tres años de vida predicando la Buena Nueva con amor, entrega, sanando enfermos. Murió en una cruz después de sufrir una pasión cruel. Lo miro así a Jesús y le digo por el gran amor que le tengo y me inspira: ¿Cómo puedo vivir yo en honras y placeres, viéndoos a Vos tan deshonrado? Sufres con amor el perder hasta la vida por mí, y ¿voy a estar yo a la caza de placeres? Infúndeme, Jesús, tu gracia para que sepa sufrir muy unido a Ti. No es que vaya a buscar directamente el sufrimiento, pero lo elegiré a menudo como entrenamiento por tu amor, con tu gracia. Ir a lo más costoso y no a lo más placentero. Ese es mi deseo, pero en cada caso necesito de tu ayuda, Jesús.
¿Por qué todo esto? Dios Padre tiene todas sus complacencias en su Hijo y nos lo da por modelo y Maestro de vida eterna. .Él es nuestro Redentor, y nos ha de acompañar a lo largo de la vida en la Eucaristía. Ahora bien, el amor tiende más y más a igualar a los amantes; por eso, Señor, cada vez quiero ser más parecido a Ti. Y elegiré las cosas que más me asemejen a Ti, aunque sea lícita y buena la contraria. Elegir humildad, bondad, sacrifico, cariño y caridad. Y como mi naturaleza tiende al placer, he de procurar ir a lo desagradable contando siempre con tu ayuda.
Me he de dejar asimilar a Ti en esas fusión de enamorados. Por otra parte la locura de la cruz es el distintivo de las almas santas. Ayúdame, Señor, a abrazarme a la cruz, ante todo para volver a ser más abierto, que actualmente, y a raíz de mi mutismo por las cuerdas vocales me he cerrado más y más y puedo algo más. Ser un poco más atento con vecinos y conocidos. Me encontraba muy a gusto tan cerrado, pero creo que así no puede ser. Hacerlo como penitencia, para parecerme más a Jesucristo. Creo que éste puede ser el primer paso. Porque dejarme llevar de lo que se ha convertido en mí un temperamento añadido al mío, creo que debe ser superado por un fiel amigo de Jesús. Me parece mentira que ahora me cueste el trato con la gente con lo que he disfrutado. No es que vaya a disiparme, pero sí enderezar un poco. Y creo que con esta meditación empieza a abrirse un poco el libro de los siete sellos. Y es que el sacrifico ha de ser ante todo en beneficio del prójimo. Hacer algo bueno y ser bueno y amable. Algo tan elemental como esto.
Como los mundanos buscan la fama y el placer, así quien ama al Señor ha de buscar el amor, la entrega y el hacer el bien. Si es con sacrificio, mejor, así me parezco más a quien me robó el corazón desde mi juventud.
Alegrarme cuando me llegue la humillación; y no solo perdonar al injuriante, sino tratarlo con corazón agradecido y quererlo, porque es hermano y me ha ayudado a parecerme más al Señor. Pero que sea cariño verdadero, no fingido. No un cariño de: te perdono porque soy cristiano, pero, mejor lejos de Ti. Tenerlo por verdadero amigo.
El celo apostólico requiere espíritus templados en la tercera manera de humildad; y así tiene que ser en mí que amo al Señor. Me encanta todo esto, pero para ello has de acudir en mi ayuda, Jesús. Porque yo tiendo a lo fácil y si produce pacer, mejor. Y esto no puede ser. He di vivir del todo vuelto a Ti y a mis hermanos los hombres. Ayúdame, como aquel primer año de mi conversión, a los 15 años, que fui tan bueno que creo que nunca he sido mejor. Ayúdame.
¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío! Que me dé cuenta de que Dios Padre me ha creado para que sea santo; Dios Hijo me ha redimido para que yo sea Santo. El Espíritu Santo habita en mí para que yo sea santo. No moriré sin ser santo. Y para eso afianzarme más y más en este tercer grado de humildad tan deseado por mí.
CRUCIFIXIÓN DE JESÚS
3ª Semana. Día 5º
1ª meditación
Me traslado al calvario. Miro la escena de la crucifixión desde un lado. Estoy consternado. Veo a Jesús desnudo, agotado, temblando por la fiebre. Lo echan al suelo sobren el madero de la cruz. No se resiste. Se oyen los golpes del martillo y gemido de los tres crucificados. Es una escena terrible. ¡Cómo puede haber gente que acuda a ejecuciones? Apenas tiene fuerza Jesús. Colocan la cruz sobre una colina para que no quede ni un detalle de la afrenta. Concédeme, Virgen María, acompañare y acompañar a tu Hijo en estos momentos de dolor, para de una vez corregirme de mi soberbia, de mi vida cómoda, de mi genio, de mi pereza. Quiero, Señor, aprender esta lección de paciencia, yo que no sé aguantar, que me sabe malo hasta un pequeño desaire que veo en otros. Ahora te doy gracias por las humillaciones que he tenido en mi vida, aunque no las he sabido asimilar en cristiano; desde ahora he de aprender, con tu ayuda. Propongo ahora con tu ayuda recibir bien todo lo que venga de humillación o desprecio.
Te dieron a beber hiel y vinagre. Y tenías sed. Otra más. Dicen algunos que aquello amortiguaba los dolores. No sé, solo sé que era lo que faltaba de sufrir. ¡Qué brebaje tan repugnante! Y yo también te doy hiel muchas veces: cuando tengo enfados o envidia o doy respuestas desabridas a mis prójimos, amigos o familia. Me acerco a tu cruz para que me perdones. Propongo ahora con tu ayuda recibir lo que me llegue sin enojo, con paciencia.
Desnudo te dejaron para que probases todas las ignominias y vergüenzas. Contemplo con angustia el monte de la crucifixión. Te clavan las manos y se estremece tu cuerpo. Lo mismo hacen con los pies. Me uno a tu dolor, Jesús, y al de la Virgen María al pie de tu cruz. Te duele todo al respirar y sientes la asfixia. ¡Muerte horrible! Y mana la sangre de tus cuatro heridas. Sangre preciosa de Cristo que redimió al mundo, que al comulgar regenera las almas cristianas. No te puedes mover, Señor. Agonía terrible en la cruz. Viernes era aquel día de la mayor tragedia de la humanidad, pero viernes de redención.
Señor, que no entiendo el dolor. Tengo que escribir por tu providencia mucho para los enfermos y nunca entiendo el dolor. Ni lo entenderé. Sé que no es malo, porque con el dolor nos redimiste, pero cuando sufro mi dolor o veo sufrir a otros, no me queda más que una explicación, mirar a la cruz; mirarte a Ti, Señor, crucificado y aguantar. Unirme a tu pasión y ofrecer mi dolor a Ti que sufriste para redimirnos. Así suplo en mis miembros lo que falta a la pasión de Cristo. No alivia ni calma el dolor este pensamiento, pero es dolor redentor como el tuyo, porque hasta esto nos has dado.
Señor, ¿quién es semejante a ti en el dolor y en el abatimiento? Te miro en la cruz. Estoy contigo. Que padeciendo contigo, Señor, suba contigo al Cielo.
Acudo a Ti, Señor, crucificado. Esta es la única religión verdadera. Ilumina a los creyentes para que sea más acendrada nuestra fe. Da tu luz a los alejados para que lleguen a creer en Ti. Danos humildad para creer a tope. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
Coloquio con Jesús: Todo esto padeciste por mis pecados...
Coloquio con la Virgen María: Señora, qué tormento el tuyo, Madre Dolorosa... Coloquio con el Padre: Te adoro en el misterio de la Redención, en tu silencio...
TERCERA PALABRA DE LA CRUZ
MUJER, AHÍ TIENES A TU HIJO...
3ª Semana. Día 5º
2ª meditación
Contemplo a la Virgen María al pie de la cruz. Le han permitido acercarse junto con el discípulo amado, Juan. No hay mayor señal de amor que acompañar a Cristo en su agonía. Yo también quiero acompañarte, aunque se dos milenios más tarde. Y deseo decirte que te amo, que te ofrezco mi sequedad con toda mi alma. Que aunque no me sienta con ese fervor, quiero ser tuyo en todo momento. ¿Sabes, Jesús? Esto te lo digo porque ahora ya no sufres ni sufrirás más, porque estás glorioso en el Cielo. Pues que a veces siento cansancio en la Ejercicios y me digo: ¡cuántas meditaciones sobre la pasión! Otras veces veo que es bueno tomar plena conciencia de todo lo que has sufrido por salvarnos. Incluso hay ratos en que he sentido verdadera compunción y tristeza al ver cuánto te hemos hecho sufrir. Una vez incluso lloré un poco. Unos ratos tengo ganas de terminar los Ejercicios, otros los prolongaría por tiempo indefinido. Siempre me doy cuenta de que a la hora de comenzar la vida normal me voy a tropezar con las mismas dificultades de siempre, y me va a costar lo mismo. Voy elaborando mi reforma de vida y no quisiera que fuera papel mojado, sino que a la hora de la verdad me gustaría que fuese como mi compromiso, o "constitución" personal y leerla todas las semanas. De todas las formas confío en Ti, Señor. Es que me queda tan poco tiempo para cambiar...
Hoy me ofreces a tu Madre como madre mía y lo haces en la persona de Juan. Parece que en estos momentos supremos te despides de ella y por no darle otra tremenda emoción la llama, no madre, sino: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Y recibe a Juan como hijo al perder en esta vida a su único Hijo. Siempre nos hemos visto representados por Juan y nos damos cuenta de que somos hijos tuyos, Virgen María.
Yo te acojo, Virgen María, como madre. Quiero ser buen hijo tuyo. Mira que los hijos ven siempre a sus padres como el protector y consejero incondicional. Yo quiero acudir a Ti, Virgen María, como a madre poderosa, porque ya estás en el Cielo. Muchas veces oímos de apariciones tuyas, y creo que algunas de ellas son verdad. No siempre se trata de imaginación infantil. Ves, Señora, que este mundo está muy mal. Protégenos y a ver si consigues de tu hijo un aumento de santidad en las personas consagradas a Dios.
Dadnos, Virgen María , sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas, cristianos comprometidos santos. Lo necesitamos mucho. Yo estoy convencido de que nos vas a ayudar y quiero desde hoy acudir más a Ti; que Tú ya pasarás mis peticiones a quien corresponda. Dame fe, dame esperanza, dame amor y ganas de estar siempre en tu compañía y en la de tu Hijo, Jesús. Infunde en mi corazón el espíritu de verdadero hijo. Estoy seguro, Virgen María, de que has aceptado el oficio de madre. "Bajo tu amparo me acojo, Virgen María, no desprecies mis súplicas, sino que en todos los peligros líbranos siempre, oh Virgen gloriosa y bendita." "Oh, María, madre mía, oh consuelo del mortal. Amparadme y guiadme a la patria celestial". Infúndeme, Madre, un total amor a Jesús. Y Tú, Jesús, dame una devoción cordial a la Virgen, madre vuestra y madre nuestra, con cuyo medio espero veros y gozar de Dios en el Paraíso.
QUINTA PALABRA: "TENGO SED"
3ª Semana. Día 5º
3ª meditación
Te miro, Jesús, en la cruz. Llevas allí dos horas y estás agonizando. Y sientes sed: ¿Desde cuándo sientes sed, Señor? Porque tu cuerpo está manando sangre, estás agotado, a punto de morir, las torturas infligidas, todo te ha dejado sediento, pero con una sede imposible de saciar con agua ni con otro líquido. La sed material tiene que ser en esos casos de verdadera tortura. Solo la muerte la quitaría. Y te dieron de beber vinagre. No sé con qué voluntad fue. Y tienes otra sed espiritual. Deseas acabar la redención del género humano; te sed también la salvación de las almas. El ver que para muchos va a ser inútil toda tu sangre vertida que se van a empecinar en seguir viviendo de espaldas a Ti, de espaldas a su salvación.
Adorámoste Cristo y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo. Yo quiero, Jesús, ayudarte a calmar tu sed. Estás junto a mí. Deseo ayudarte con más actos de amor. Con mi conversión propia continuada. Tengo que cambiar a mejor y deseo trabajar por la conversión del mundo con total pureza de intención.
Parece que tu providencia me pone la oportunidad de poder influir espiritualmente en grupos más selectos; de ayudarnos entre todos a ser mejores y luego cada uno en su campo ser más capaces de ayudar a la salvación de las almas. Dadme, Señor, el don de oración, el don de abnegación, la perseverancia final y celo para la salvación de las almas.
Virgen María, cuánto hubiese querido calmar la sed de tu Hijo. Y cuánto quieres también ahora satisfacer su sed espiritual. Haz que tanta gente fría, descuidada o tibia reciban el fruto de la pasión del Señor y se conviertan. Tú sabes dónde colocará Jesús el fruto de esta petición. Oh Señora ayúdanos a colmar la sed de tu Hijo que nos pidió desde la cruz.
"TODO SE HA CONSUMADO" (6ª Palabra)
3ª Semana. Día 5º
4ª meditación
Jesús está en la cruz, poco a poco de su organismo se va apoderando un calma casi total. Le falta poco para morir; los dolores se amortiguan y dice con voz no fuerte: "Todo se ha consumado". Quiere ya descansar en los brazos del Padre. Todo lo has hecho bien, Jesús, eres Dios. Ojalá sepa yo comprender tu obra salvadora; ojalá pudiera, Jesús, realizar mi parte de eso que falta a la pasión de Cristo.
Quiero ante todo reparar por los pecados cometidos. Reparación. Hoy se habla poco de esto. No se trata de pensar que la justicia de Dios está persiguiendo a los pecadores y que hay que calmar esta mano justiciera; no. Tampoco se trata de dar consuelo a un Jesús débil y pasible. Señor, Tú ahora eres del todo feliz en cuerpo y alma, y por supuesto en la divinidad. Mi obra de reparación ha de consistir en apreciar el pecado como ofensa a Dios; como un desamor. Proteger en la manera mía posible la ley eterna de Dio. Un firme propósito de pagar o compensar la deuda por el pecado. Y sentirme solidario con el Cuerpo Místico de Cristo, en compensación del pecado que en cierto modo le daña. En este sentido es mi deseo reparar por los pecados.
Tu obra, Señor, está terminada. La mía, mientras viva, está por hacer, y la quiero realizar muy unido a Ti, sabiendo que "nada soy, pero todo lo puedo en Aquél que me conforta". Has asentado, Jesús, la paz entre Dios y los hombres. Has elegido al sacerdote mediador entre Dios y los hombres. Aquí me tienes; utilízame como mediador pues participo del sacerdocio de Cristo por tu gracia, por tu elección de la que no te vuelves atrás. Yo quiero cumplir en tu Cuerpo Místico la función para la que me has elegido y de la que nadie me puede dispensar. Te pido y te seguiré pidiendo por los hombres, intercediendo contigo ante el Padre, para que lleguen a Ti y se salven. Esa es mi misión silenciosa; ser mediador. Y lo haré con mi oración, con mis escritos, con mi palabra mientras pueda; ayúdame. Ofrecerles al Dios amor, al Dios salvador, al Dios que se entrega por nosotros. Ayúdame a que mi acción sea eficaz a pesar de que forzosamente ha de ser oculta. Yo quiero llenarme de Ti, Señor, y poder terminar mi vida como Tú: "Todo se ha consumado". Me vas guiando en tu Providencia por senderos sencillos y escondidos. Ayúdame a que sea eficaz en tu Reino mi labor de mediación.
Tú eres el único sacerdote, el verdadero mediador que lo ha hecho con tu vida, pasión, muerte y resurrección, porque el hombre con su pecado había ofendido a su Divina Majestad. Tú eres el gran Pontífice y Mediador, por ser Dios y hombre verdadero. A nosotros nos has dejado participar en este mundo temporal en esta mediación, al recibir el sacerdocio, participación del tuyo. Gracias Ti hemos llegado los hombres a conseguir la amistad con Dios. Ayúdame a vivir más y más esta amistad y a enseñar a otros a vivirla. Gracias a Ti, Señor, la deuda del pecado está pagada. Solo nos queda aplicarla a nuestras vidas. Todo se ha consumado.
Tú consumas también nuestra fe y esperanza; gracias te doy, Señor, por lo bien que has cumplido tu misión y has acabado nuestra obra de Redención. Que yo al fin de mis días pueda decir lo mismo: Todo se ha consumado. "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu"
Séptima Palabra
3ª Semana. Día 6º
1ª meditación
Son los últimos momentos de Jesús en este mundo. Va entregar su alma al Padre, y lo hace con la total confianza del Hijo: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Pone en las manos del Padre todo su espíritu, después de haber cumplido del todo su misión.
Poner algo en manos de otro es encomendarle con el mayor calor algo que mucho se aprecia. Confiar en él plenamente; quitar una preocupación que uno mismo ve que no puede resolver. Termina Jesús su vida dándome un gran ejemplo.
Asumo este ejemplo, Señor, porque siempre he necesitado en mi vida interior una gran confianza en Ti. Tal vez al ser cualidad mía el sentirme responsable, cuando no llego, cuando no está en mis manos conseguir algo, me viene la preocupación, que no es buena en esas circunstancias y no hace más que inquietarme inútilmente. Gracias por la lección que me enseñas. Ante todo pongo en tus manos esto que ahora me preocupa: el desarrollo práctico en mi vida de estos Ejercicios Espirituales. Muchas ganas tenía de hacerlos, pero no es nada fácil, casi iba a decir que es imposible el desarrollo práctico. Por eso he de confiar en Ti, Padre, en Ti, Hijo, en Ti, Espíritu Santo. Ven, Espíritu Santo, y lleva la obra de santificación de mi alma. Nutre mi alma con el fuego de tu amor. Haz que aproveche de verdad la Comunión, la Misa, el tiempo dedicado a la oración.
Ayúdame a confiar en Ti, Señor, de una manera especial en el momento de la tribulación, cuando lleguen la enfermedad o las grandes dificultades. Que entonces no se apodere de mí la desconfianza. A veces me asustan los grandes reveses de la vida más que la misma muerte. Y es natural. "Tú, Señor, eres nuestro refugio de generación en generación".
Te pido ahora con todo el corazón por tantos y tantos que en estos momentos lo estarán pasando mal por estar bajo un tribunal, juicios, acusaciones, diagnósticos, oposiciones, problemas familiares... ¡Cuánta preocupación en personas responsables!
Y sobre todo, Señor, te encomiendo mi alma en la hora de la muerte. Me acojo también al patrocinio de San José, abogado de este trance. Llena de preocupación pensar que el veredicto final ha de ser para siempre e inapelable porque Dios no se puede equivocar. Esto suele preocupar a las personas responsable más que nada, no saber a dónde ha de ir su alma. ¿Qué otra cosa se puede hacer entonces sino arrojarse confiado en los brazos del Padre? Grande es, Señor, tu misericordia; en tus manos me pongo.
Me entrego a Ti, Dios Padre, me entrego a Ti, Dios Hijo, me entrego a Ti, Dios, Espíritu Santo. Virgen María, ayúdame ahora y en la hora de nuestra muerte. San José, ruega por nosotros.
CORAZÓN DE JESÚS ABIERTO POR UNA LANZA
Semana 3ª. Día 6º
Meditación 2ª
Jesús inclinando la cabeza, expiró. Y lo último que nos deja es un regalo incomparable. Cuando fueron a romperle con un mazo las piernas para que expirase, un soldado dándose cuenta de que Jesús había muerto, no hizo esta operación sino que con una lanza hirió su pecho y brotó de él sangre y agua. Es lo último que nos dio; lo único que le quedaba. Brotó un poco de sangre y agua, líquido linfático; se había quedado exangüe.
"Abierto tiene el pecho y abierto el corazón; venid y encontraremos en Él la salvación." Entrar, Señor, en tu corazón; en ese rincón de amor. Vivir siempre junto a Ti. Bendito seas, Señor, nido de amor de todos cuantos te aman; acueducto d ella Divina gracia. Horno ardiente de caridad. Permanecer dentro de Ti, tu corazón será mi hogar. Dios de mi vida, tierno amador; recibe entero mi corazón. Y escucho tu voz que me responde: "Ven a mi casa a descansar, y haremos fuego junto al hogar".
En tu corazón pongo las peticiones de mis personas más queridas; guíalas siempre junto a Ti... pongo también las personas con quienes me relación que viven una vida interior muy intensa, santifícalas más y más. Y a mí dadme, Señor, el don de oración, el don de abnegación, la perseverancia final, celo para la salvación de las almas.
Dentro de tu corazón pon el mío y purifícame. Agua del costado de Cristo, lávame. Sangre de Cristo embriágame, para que siempre esté con el deseo de hablar de Ti, de predicar tu amor de todas las formas. Que se me quite de una vez esa especie de careta de respeto humano.
La Iglesia, Señor, brotó del amor que nos profesabas; la tienes en esa llaga abierta de tu costado. Oh Señor, mantén a tu Iglesia siempre en tu amor; purifica de una manera especial ahora a tu Iglesia. Me alegra pensar en estos movimientos eclesiales tan espirituales que brotan ahora de tu costado. Foméntalos. Señor, danos sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas, seglares comprometidos santos.
Descanso, Señor, en la llaga de tu costado. Y de ahí sacare fuerza para entregarme más a Ti.
PASIÓN DE JESUCRISTO
(REPETICIÓN)
Lc. 22
Semana 3ª. Día 6º
Meditación 3ª
Jesús, (15) deseabas con ansia celebrar la Pascua; iba a ser la última; la definitiva; la nueva Pascua cristiana. Tenías ansia de, antes de ir al Padre, antes de la pasión, dejarnos tu gran regalo la Eucaristía. Le diste mucha importancia a esta Pascua. Yo, cristiano y sacerdote, he de darle también total importancia. Y he de vivir consagrado a la Eucaristía, como el Cura de Ars, el P. Nieto, D. Manuel González, Eymard, Micaela del Santísimo Sacramento. "Es mi gloria y mi alimento el Santísimo Sacramento".
Ayúdame a mantener siempre fija mi atención a Ti no solo en el Sagrario, en la intimidad solitaria del tabernáculo, también en la misa, aunque e me ha más duro el ambiente de ella un tanto alborotado. Ya me quedaré después unos minutos para dar gracias en la intimidad. Y tengo todo el día de tiempo para vivir centrado en la Misa y en la Comunión. La Misa, Señor, ha de ser el centro de la semana, y el centro de cada uno de los días.
Es curioso lo que leo (24-27) precisamente en momentos inmediatos a la celebración de la Eucaristía, un altercado entre los discípulos a ver quién parecía ser el mayor. el poder, el dominar, el distinguirse, siempre priva a la gente; entonces y ahora. Sin embargo, Jesús nos da la lección: el mayor entre vosotros sea como el menor. Yo no tengo, y hoy menos, ningún problema ni deseo de ni realidad de meterme en el piélago del poder, pero sí el problema de ser de verdad humilde. Nada de querer superar en nada a nadie. Solo importa distinguirse, pero sin rivalidad, en el amor, en el servicio, en la humildad verdadera, en querer ser el último. Dame, Señor, para ello gran pureza de intención y capacidad para ser influyente en tu Reino. Tú verás cómo, pero desde la sombra.
Y añade (29) "Yo por mi parte, dispongo un Reino para vosotros, como mi Padre lo dispuso para mí". ¡ El Reino de Dios, privilegio de Apóstoles! Déjame un rinconcillo allí, Señor, para servir la comida; para hacer algo allí, aunque sea de zarramplín. ¿Quién mejor que yo puede estar en un rincón moviéndome un poco en tu Reino?
(40) Y en el camino de Getsemaní dijiste: "Pedir que no caigáis en tentación". Y yo, Señor, te lo repito. Vigílame, protégeme, ámame, guíame dentro de tu costado y no permitáis que jamás me aparte de Ti.
(44) "Sumido en angustia insistía más en so oración. Su sudor se hizo como de gotas espesas de sangre". Me lo represento a Jesús sumido en angustia, como la persona perdida en una noche oscura y fría. Entonces insistía más en la oración. Mi experiencia es muy distinta. Entonces insistía más en la oración. ¿Yo, qué hago? Haz que me acuerde de esto en los días negros: acudir. Acudir más a Ti, así lo sugería en sus pláticas el P. Nieto. " (46) Levantaos y orad para que no sigáis en tentación. (46) Esa ha de ser mi decisión en todo momento, pero más en los días terribles de la prueba.
(52) ¿Como contra un salteador habéis venido con espadas y palos? Cristo en distintas ocasiones hacía un reproche, se quejaba, argüía, pero siempre con mesura y con mansedumbre. Aprender de Él...
(54) "Pedro seguía de lejos..."¿Cómo sigo yo a Jesús? ¿De lejos? ¿De cerca? ¿Voy junto a Él? Así he de estar, siempre junto a Él. Y si tocas sufrir, junto a Él, si toca gozar, junto a Él... ¡Qué alegría tan grande!
PASIÓN DE JESUCRISTO
(REPETICIÓN)
Lc. 23
Semana 3ª. Día 6º
Meditación 4ª
(1-7) Siempre en el fondo me parecía que Pilato no era malo; sin embargo, sin ser uno malo, puede hacer mucho daño por su cobardía, por querer quedar bien con todos, por no querer definirse. Este es el problema, y este puede ser ahora mi problema. Porque yo no quiero malquistarme con nadie. Y habrá veces en que tenga que dejar bien claro mi criterio. No ejerzo ya ninguna función pública, pero sí me relaciono con personas. Te pido, Señor, gracia para nunca dejarme llevar del "quedar bien", sino de lo que es evangélico, lo que es gloria de Dios.
(8,12) Sufriste, Jesús, ante Pilato, y sufriste más ante Herodes. Padeciste la mofa de ser revestido con un traje de gala, como si fuera un disfraz. Todos se reían de Ti. Aquello te tuvo que molestar muchísimo. De ningún suplicio te privaron. Te contemplo con pena y amor. ¡Qué cruel es ridiculizar y más aún cuando se encuentra uno en situación de inferioridad. En la intimidad de esta oración, Señor, propongo con toda mi alma, tener mucho cuidado para no hacer pasar malos ratos a nadie.
(14-24) Pilato no encuentra en Ti, Jesús, ninguna falta. En lógica elemental debiera haberte dejado en libertad y haberte protegido de aquellos enemigos. Pero no lo hizo: "Le castigaré y lo soltaré". Y se puso a dialogar con el populacho y sus líderes. No se puede entrar en diálogo en esas condiciones. Todo salió mal para Ti, Jesús. Me quedo contemplando la escena. Te pido perdón de mis pecados, Jesús.
(26-32) Y te pospone Pilato a Barrabás y te manda a la cruz. ¿Cómo un hombre débil pudo tener "valor" para cometer tal injusticia? La Historia se repite a cada paso. Condenar sin pruebas. Castigar porque alguien tiene que pagar por el delito. "Perdona a tu Pueblo, Señor, perdona a tu Pueblo, perdónale, Señor".
Vivir en este dolor. Dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado. Lágrimas y pena interna de tanta pena que Jesús pasó por mí. Aquí estás, Jesús junto a mí. Te veo en la cruz. Escucho aquella palabra que dijiste: "Padre perdónalos, porque no saben los que hacen". Heroísmo total. Cuando te veo en la cruz y escucho esta palabra de perdón total, aduciendo además una razón que les exima de su culpa grave por ignorancia, me lleno de admiración, respeto y amor. Además me impresiona ver el contraste entre tu magnanimidad y mi mezquindad. Cuando me ofenden, aunque perdone, siempre me queda por dentro lo malos que han sido, lo mal que se han portado conmigo después de tantas cosas buenas como les he hecho. Tú perdonas, y además, excusas. Así quiero ser con todos, Señor. Ser como Tú, para eso te prometí "en todo como Tú" en aquella ya lejana meditación de "Dos banderas". Dame tu fuerza y tu gracia. Ellos hacen leña del árbol caído, y Tú perdonas, exculpas. No quiero opinar ante Justicia y Misericordia divinas, sólo Tú sabes cómo es, Señor, pero me confío en tu misericordia, y pongo bajo tu misericordia a todos que han pecado, a todos que me han ofendido, a este mundo ingrato e infiel.
(43) Y concédeme a mí, a los míos y también a quienes me han ofendido o injuriado estar contigo en el Paraíso. Jesús muerto y sepultado (50) por aquel varón bueno, José, has consumado la obra de la salvación. Muerto, Señor, os conduelo, sacramentado os venero, y por tu pasión espero la gracia la paz y el Cielo.
MEDITACIÓN EUCARÍSTICA
Semana 3ª. Día 7º
Meditación
Muchas son las horas que he pasado delante del Señor ante el Sagrario. A veces repaso en su presencia canciones eucarísticas. Son gozo espiritual sin comparación posible. Recito mentalmente ahora algunas de estas canciones. He aquí su letra.
1.-Ecce panis angelorum factus cibus viatorum, vere panis filiorum non mittendus canibus. Ecce panis angelorum, vere panis filiorum non mittendus canibus... = 1.- He aquí el pan de los ángeles, hecho alimento de los viandantes, verdadero pan de los hijos, no lo echemos a los perros. He aquí el pan de los ángeles, no lo echemos a los perros.
2.- Panis angelicus fit panis hominum dat panis celicus figuris terminum. O res mirabilis: manducat Dominum pauper servus et humilis. = 2.- El Pan de los ángeles es hecho pan de los hombres, resulta pan del cielo que da fin a lo figurado. Oh signo admirable: come al Señor el pobre y humilde siervo
3.- O salutaris Hostia quae coeli pandis ostium, bella premunt hostilia, da robur, fer auxilium. = 3.- Oh saludable Hostia que abres la puerta del Cielo; cesen las guerras hostiles; da fuerzas, préstanos tu auxilio.
4.- Oh convite sagrado en que el manjar es Cristo; de su pasión y muerte, atiendo el memorial. Nos llenamos de gracia y la gloria futura (bis) en prenda se nos da. Gustad y ved qué bueno es el Señor; dichoso el que se acoge a Él.
5.- Ave verum corpus natum de Maria Virgine. Vere passum inmolatum in cruce pro homine, cujus latus perforatum, unda fluxit et sanguine; esto nobis pregustatum mortis sine sanguine. O Jesu dulcis, o Jesu pie, o Jesu fili Mariae. = 5.- ¡Ave!, verdadero cuerpo nacido de María la Virgen. Verdaderamente inmolado en la pasión y en la cruz en favor de los hombres, de cuyo costado, abierto, manó agua y sangre; sé para nosotros saboreado en el examen de la muerte. Oh Jesús dulce; oh Jesús bueno; oh Jesús, hijo de María.
6.- Proclamenos el Reino de la vida; proclamemos el triunfo del Señor. Celebremos ya todos reunidos el banquete del pan y del amor. Cristo luz de los pueblos, aleluya, Cristo luz de los pueblos pascua y liberación.
7.- LAUDA SION SALVATOREM (TRADUCIDO A CONTINUACIÓN)
1.- Lauda Sion salvarorem,
Lauda Ducem et Pastorem
In himnis en canticis
2.- Quantum potes, tantum aude:
Quia major omni laude,
Nec laudare sufficis.
3.- Luadis thema specialis.
Panis vivus et vitalis
Hodie proponitur.
4.- Quem in sacrae mensa coenae
Turbae fratrum duodenae
Datur, non ambigitur.
5.- Sit laus plena, si sonora
Sit jucunda, sit decora
Mentis jubilatio.
6.- Dies enim solemnis agitur,
In qua mensae prima recolitur
Hujus institutio.
7.- In hac mensa novi Regis.
Novum Pascha novae legis,
Phase vertus terminar.
8.- Vetustatem novitas,
Umbram fugat veritas,
Noctem lux elimintat.
9.- Quod in coena Christus gessit
Faciendum hoc expressit
In sui memoriam.
10.- Docti sacris institutis,
Panem, vinum in salutis
Consecramus hostiam.
11.- Dogma datur christianis
Quod in carnem transit panis,
Et vinum in sanguinem.
12.- Quod non capis, quod no vides
Animosa firmat fides
Praeter rerum ordiem.
13.- Sub diversis speciebus,
Signis tantum et non rebus,
Latent res eximiiae.
14.- Caro cibus, sanguis potus:
Manet tamen Christus totus
Sub utraque specie.
15.- A sumente non con concisus,
Non confractus, non divisus:
Integer accipitur.
16.- Sumit unus, sumunt mille:
Quantum isti, tantum ille:
Nec sumptus consumitur.
17.- Sumunt bonit, sumunt mali:
Sorte tamen inaequali,
Vitae vel interitus.
18.- Mors est malis, vita bonis:
Vide paris sumptionis
Quan sit dispar exitus.
19.- Fracto denum Sacramento,
Ne vaciles, sed memento,
Tantum esse sub fragmento,
Quantum toto tegitur.
20.- Nulla rei fit scisura.
Signi tantum fit fractura,
Qua nec status, nec statura
Signati minuitur.
21.- Ecce panis Angelorum
Factus cibus viatorum:
Vere panis filiorum,
Non mittendus canibus.
22.- In figuris praesignatur:
Cun Isaac inmolatur:
Agnus paschae deputatur:
Datur manna patribus.
23.- Bone, Pastor, panis vere,
Jesu, nostri, miserere;
Tu nos pasce, nos tuere;
Tu nos bona fac videre
In terra viventium.
24.- Tu, que cuncta scis et vales:
Qui nos pascis hic mortales:
Tuos ibi comensales,
Coherdes et sodales
Fac sanctorum civium. Amen aleluia
TRADUCCIÓN DEL LAUDA SION
1.- Alaba Sión ala Salvador.
Alaba al Caudillo y al Pastor
Con himnos y cánticos.
2.- Atrévete cuanto puedas,
porque, siendo digno de toda alabanza,
nunca será bastante tu alabanza.
3.- El tema de especial alabanza:
el Pan vivo y vivificador
hoy se propone.
4.- El cual, en la mesa de la sagrada Cena,
al grupo de los doce hermanos
fue dado, y no se consume.
5.- Sea alabanza plena, sea sonora,
sea alegre, sea decorosa
la alegría del alma.
6.- Porque se trata del día solemne
en el cual se conmemora
la primera institución
de esta sagrada Mesa.
7.- En esta mesa del Nuevo Rey,
la nueva pascua de la nueva ley.
Termina la fase antigua.
8.- A lo viejo, sigue lo nuevo
las tinieblas huyan ante la verdad,
la luz elimina la noche.
9.- Lo que en la Cena hizo Jesús,
expresó su mandato
de seguir haciéndolo en memoria de Él.
10.- Enseñados por esta sagrada institución,
consagramos el pan y el vino
en hostia de salvación.
11.- Se ha dado un dogma a los cristianos:
Que en la carne se transforma el pan
y el vino en la sangre
12.- Lo que no captas, lo que no ves
lo afirma animosa la fe,
fuera del orden normal de las cosas.
13.- Bajo los signos de las distintas especies,
sin la realidad de ellas,
se oculta la Realidad Eximia.
14.- La carne, alimento;
la sangre, bebida:
sin embargo permanece Cristo entero
bajo ambas especies.
15.- Quien lo come
lo recibe entero:
no disminuido, no partido ni dividido.
16.- Lo come uno, lo comen mil;
cuantos sean ellos, tantos "Él";
y la comida no se agota.
17.- Lo toman los buenos,
lo toman los malos
pero con suerte desigual:
la vida o la muerte.
18.- Es muerte para los malos;
es vida para los buenos.
Mira, un igual alimento,
qué distinto el resultado.
19.- Partido el santo sacramento,
No vaciles, recuérdalo:
tanto hay en un fragmento,
cuanto en el manjar entero.
20.- No hay ninguna señal de rotura,
tan solo hay fractura en los signos;
ni el estado del alimento,
ni el tamaño contiene ninguna alteración.
21.- He aquí el pan de los ángeles
que se ha hecho alimento de los humanos,
verdadero pan de los hijos,
no ha de echarse a los perros.
22.- Prefigurado en la antigüedad:
cuando fue inmolado Isaac:
Cordero Pascual se le designó:
Se dio a los padres como maná.
23.- Buen Pastor, verdadero pan,
Jesús nuestro, ten misericordia.
Aliméntanos, defiéndenos;
concédenos ver el Bien
en la tierra de los vivos.
24.- Tú que todas las cosas sabes
y aprecias; que nos alimentas aquí
los mortales.
Haz a tus comensales coherederos y compañeros
de los santos ciudadanos.
Amén. Aleluia.
.
8.- ADORO TE DEVOTE (TRADUCIDO A CONTINUACIÓN)
Adoro te devote latens deitas,
Quae sub his figuris vere latitas:
Tibi se cor meun totum subjicit,
Quia ten contemplans totum deficit.
Visus, tactus gustus in te fallitur;
Sed auditus solo tuto creditur:
Credo quidquid dixit Dei Filius:
Nil hoc verbo veritatis verius.
In cruce latebat sola Deitas,
At hic latet simul et humanitas:
Ambo tamen credens atque confitens,
Peto quod petivit latro paenitens.
Plagas, sicut Thomas, non intueor:
Deum tamen meum te confiteor:
Fac me tibi semper magis credere,
In te spem habere, te diligere.
O memoriale mortis Domini,
Panis vivus vitam praestans homini,
Presta meae menti de te vivere,
Et te illi semper dulce sapere.
Pie pellicane, Jesu Domine,
Me inmundum munda tuo sanguine,
Cujus una stilla salvum facere
Totum mundum quit ab omni scelere.
Jesu quem velatum nunc aspicio,
Oro fiat illud quod tam sitio:
Ut te revelata cernens facie,
Visu sim beatus tuae gloriae. Amen.
TRADUCCIÓN DEL ADORO TE DEVOTE
8.
Te adoro con devoción Oculta deidad
Que bajo estas especies te ocultas de verdad.
A ti mi corazón entero se somete,
Porque contemplándote
Todo desfallece.
La vista, el tacto y el gusto en Ti se engañan;
Pero tan solo el oído cree con seguridad:
Creo cuanto dijo el Hijo de Dios:
Nada más verdadero que esta palabra.
En la cruz se ocultaba la divinidad,
Pero aquí se oculta también la humanidad.
Creyendo las dos cosas y confesándolas,
Pido lo que pidió el Buen Ladrón.
No veo las sagradas llagas como Tomás,
Pero confieso a Ti, Dios verdadero:
Haz que yo crea e Ti aún más,
Que en Ti tenga esperanza y que te ame.
Oh memorial de la muerte del Señor,
Pan vivo que prestas vida al hombre,
Concede a mi alma vivir de Ti,
Y sentir tu dulce sabor en la Eucaristía.
Piados pelícano, Jesús Señor,
A mí inmundo, límpiame con tu sangre,
De la cual una gota puede salvar
A todo el mundo de toda iniquidad.
Jesús, a quien bajo los velos ahora miro,
Pido que llegue algún día lo que tanto ansío,
Que desvelada tu santa faz,
Sea feliz con la visión de tu gloria. Amén.
9.- O sacrum convivium in quo Christus sumitur; recolitur memoria passionis ejus; mesns impletur gratia et futurae gloriae nobis pignus datum. Aleluya. = 9.- Oh sagrado convite, en el que Cristo es tomado. Se rememora la pasión de Cristo; el alma se llena de gracia; y se nos da una prenda de la futura gloria. Aleluya.
10.- Tantum ergo sacramentum veneremur cernui; et antiquum documentum novo cedat ritui. Prestet fides sumplementum sensuum defectui. Genitori, genitoque laus et jubilatio; salus, honor, virtus quoque, sit et benedictio. Procedenti ab utroque comprar sit laudatio. Amen. = 10.- Adoremos inclinados a este santo Sacramento; el Antiguo testamento cedió su rito al Nuevo. Preste la fe el complemento al defecto de los sentidos. Al Padre y al Hijo engendrado sea alabanza y júbilo; saludo, honor y también la mejor bendición. Y al Espíritu Santo, que procede de ambos sea toda alabanza. Amén.
11.- Coenantibus illis, accepit Jesus panem, et benedixit; accepit, deditque discipulis suis, et ait: "Accipite et comedite; accipite et comedite: hoc est Corpus meun". = 11.- Mientras ellos estaban cenando, tomó Jesús el pan y lo bendijo. Lo tomó y lo dio a sus discípulos diciendo: "Tomad y comed, este es mi cuerpo.
12.- Cantemos al amor de los amores; cantemos al Señor: Dios está aquí; venid adoradores, adoremos a Cristo Redentor. Gloria a Cristo Jesús, Cielos y Tierra, bendecid al Señor, amor y gloria a Ti, Rey de la gloria. Amor por siempre a Ti, Dios del amor. ---------------------------------------------------------- A ti, Señor, cantamos, oh Dios de nuestras almas: tu nombre bendecimos, oh Cristo Redentor. ¿Quién como Tú, Dios nuestro, Tú reinas y Tú imperas; a Ti te siente el alma, la fe te adora aquí. Señor de los Ejércitos bendice las banderas. Amor de los que triunfan. Condúcelos a ti. Amor de los que triunfan condúcelos a Ti. Amor de los que triunfan, condúcelos a Ti.
13.- Oh Señor, yo no soy digno de que entres en mi morada, mas di una sola palabra y mi alma quedará salva. Oh Señor, yo no soy digno de que entres en mi morada, mas di una sola palabra y mi alma quedará salva.
14.- Altísimos Señor, que supisteis juntar a un tiempo en el altar ser cordero y pastor: confieso con dolor que hice mal en huir de quien por mí quiso morir. Cordero celestial, pan nacido en Belén. Si no te como bien, me sucederá mal. Sois todo tierra y paz que arrastra el corazón de quien os rinde adoración.
15.- Hostia pura, Hostia santa, Hostia inmaculada: seáis por siempre bendita y alabada. Santísimo Sacramento: seáis por siempre bendito y alabado; y eternamente adorado, oh Soberano Portento. Hostia pura....
16.- Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar y la Virgen concebida sin pecado original. / Con pureza de conciencia, dignamente preparado, recibirás con frecuencia a Jesús sacramentado. / Alabado...
17.- La puerta del Sagrario quién la pudiera abrir: Jesús entrar queremos; llegar a ti. Sintiendo tus caricias, sonríe el corazón; oh fuente de delicias, ven oh buen Dios. / La puerta del Sagrario...
18.- Dios de mi vida; tierno amador: recibe entero mi corazón. Pasmaos cielos de ver a Dios, buscando hambriento mi corazón./ Dios de mi vida...
19.- De rodillas, Señor, ante el Sagrario que guarda queda de amor y de unidad: venimos con las flores de un deseo; para que nos las cambies en frutos de verdad. ¡Cristo en todas las almas; y en el mundo la paz. Cristo en todas las almas y en el mundo la paz!
20.- Christus vincit; Christus regnat; Christus, Christus imperat.
21.- Alabad al Señor, sus grandezas cantad: que es el Dios del amor es la eterna bondad. Es Jesús nuestro bien; nuestra eterna salud. En sus labios la miel; en sus ojos, la luz. Alabad al Señor... De los cielos bajó; se hizo carne mortal; a los hombres amó; se hizo pan celestial. Alabad...
22.- A ti, Señor, Dios de los cielos, a ti quiero yo ser siempre amar.(bis). Te cantaré mi Dios mi creador. Ayuda mi fe, mi Redentor.
23.- Cerca de ti, Señor, quiero morar. Tu grande y tierno amor, quiero gozar. Llena mi pobre ser; limpia mi corazón. Dame tu rostro ver en la aflicción.
24.- Te adoro, sagrada Hostia, te adoro sagrada Hostia: pan vivo y alimento de los ángeles; pan vivo y alimento de los ángeles. -- Bajaste del alto Cielo; bajaste a nuestro altar, y esta blanca Hostia, escondido estás y esta blanca Hostia escondido estás.
25.- Yo te adoro, Hostia divina; yo te adoro, Hostia de amor. Tú alegría de los ángeles, de los cielos resplandor. Yo te adoro, Hostia divina; yo te adoro, Hostia de amor.
26.- Ardiente sol de gracia, oh celestial maná: derrama sobre el alma tu amor y santa paz.
CUARTA SEMANA
ME ORIENTO EN ESTA CUARTA SEMANA
4ª Semana. Día 1º
1ª meditación
Señor, voy a esforzarme en el empeño en esta cuarta semana, la última de los Ejercicios. Nada de distracción. Más centrado todavía en las meditaciones. Ven oh Dios en mi ayuda. Virgen María, acompáñame. El demonio ha de tratar de que saque menos fruto en esta semana. No ha de ser así con tu ayuda, Virgen María.
En realidad estoy litúrgicamente avanzando en la Cuaresma, pero voy a meditar en la resurrección de Jesucristo, como en una Pascua anticipada. Alegría de la Pascua porque el Señor ha resucitado. Esta es la gran realidad: Cristo ha resucitado, aleluya.
Seguir, Señor, tu bandera. Veo que tus penas pasaron y el gozo es eterno; nunca tendrá fin. Esto he estimula a seguir cada vez mejor. El éxito es seguro, según nos lo prometiste. Me vas a ayudar, Jesús, a perseverar en estos días, me vas ayudar a perseverar por siempre. Dadme el don de la perseverancia. Dios Padre me ha creado para que sea santo; Dios Hijo me ha redimido para que yo sea Santo. El Espíritu Santo habita en mí para que yo sea santo. No moriré sin ser santo. Dadme, Señor, el don de oración, el don de abnegación, la perseverancia final y celo para la salvación de las almas. Vivir esto con gran ilusión esta semana; y que se grabe más y más para el resto de mi vida.
No puedo separar, Señor, la cruz de la Resurrección; la cruz es el preámbulo de la Resurrección. He de menos - preciar las cosas del mundo y apreciar de verdad las cosas eternas. Voy a entrar de lleno en la vida Pascual. Buscar la unión más perfecta con Jesús. Vivir con ilusión. Me alegro yo; ya no yo; se alegra en mí Cristo. No solo resucitó Él, ha iniciado nuestra propia Resurrección. Que tu amor purísimo, Señor, domine mi alma durante esta semana. Es la mía una vida nueva. Esta alegría es fruto de la presencia del Espíritu Santo en mi alma. Morir a mis pasiones y vivir con Cristo resucitado. Encendido en amor divino, gozar de los goces eternos. Mi esperanza, Jesús, que me llene de alegría.
¡Deseo de eternidad, Jesús, como lo han vivido los santos. Que viva con gozo la Resurrección de Jesús y mi Resurrección espiritual. ¡Contemplar despacio tus llagas gloriosas! Oír con gozo tu frase de resucitado: "No temáis, soy yo". "Palpad, ved que el Espíritu no tiene carne ni huesos". Envía, Señor, sobre mí en esta semana una nueva efusión del Espíritu Santo.
AMOR PURÍSIMO A CRISTO REY RESUCITADO
4ª Semana. Día 1º
2ª meditación
Te contemplo, Jesús, como en sueño, como en un éxtasis de amor, en el momento e que se rompe la losa del sepulcro y ales de allí, Dios y hombre verdadero, inmenso en tu poder, vencedor de la muerte, rompiendo el alba, envuelto en el silencio acompañado tan solo por el canto armonioso del ruiseñor. No sopla el viento. No hace frío; ambiente suave de primavera. ¡Amor y gloria a Ti!
Amor purísimo a Cristo Rey; caridad totalmente desinteresada. Te contemplo en la gloria y en el gozo de un triunfo que no tendrá ya fin. Me gozo intensamente en la exaltación de mi Jesús resucitado; me alegro y disfruto con total esperanza, con fe llena de seguridad, pensando en la gloria que nos espera como miembros de Cristo que creemos y confiamos en Él. Y este sentimiento lo he de fomentar en toda esta semana de contemplación de Cristo resucitado.
Señor, conocerte más a fondo en tu intimidad de ser divino - humano, para amarte más y para seguirte mejor. Jesús, conocimiento interno tuyo, resucitado de la muerte que sufriste por nuestros pecados, a la gran gloria tuya de la Resurrección, para que más te ame y con amor gozoso. ¡Y mejor te siga, Jesús. Todo esto es decisión mía, determinación de enamorado, pero todo esto es a la vez petición, porque sin tu ayuda, Jesús, no podemos principiar, ni continuar ni concluir cosa conducente para la vida eterna. Tú, Cristo mío, que has vencido a la muerte, ¿vas a consentir que este seguidor tuyo siga revestido del hombre viejo, que se detiene en estos placeres corporales y espirituales que nos ha puesto tu amor como peldaños para elevarnos a Ti? Concédeme tu gracia. Quiero ser seguidor tuyo, buscar las cosas de arriba; gustar de las cosas de arriba.
Me identifico con tu gozo, el triunfo del Resucitado. Vienes, Jesús, como consolador. Deseo en tu gracia en esta semana estar unido a Ti y a tu ambiente de resucitado: ver lo que hacen las personas que te acompañan, verte a ti glorioso; escuchar tus palabras y las de tus amigos; contemplar cómo aquella dignidad que parecía esconderse en tu pasión, se muestra ahora en tu santísima Resurrección. Me acojo a Ti, Dios mío resucitado, y disfruto de tu oficio de consolador nuestro. Me uno a tu madre y mía la Virgen María; formamos todos un grupo feliz de redimidos, de resucitados contigo, el grupo de quienes buscamos las cosas de arriba.
JESUCRISTO RESUCITÓ
4ª Semana. Día 1º
3ª meditación
Después de que tu cuerpo en la cruz quedó separado del alma, lo llevaron sepulcro. Tu alma descendió al Seno de Abraham a liberar las alma de los justos que estaban esperándote; el último allí refugiado fue el Buen Ladrón. Y al tercer día, volvió tu alma a unirse a aquel cuerpo bendito, para nunca jamás morir. Y en la madrugada del primer día de la semana, sin que hubiera otros testigos que los soldados vigilantes, saliste del sepulcro, vencedor de la muerte. Imagino que te acompañaban desde el Limbo de los justos muchos santos todos los santos padres anteriormente fallecidos. ¡Cómo saludarías y abrazarías a San José, al San Juan Bautista, a tantos y tantos hombres y mujeres de muerte reciente y remota! Al unirse tu alma a aquel cuerpo maltratado, llagado, desfigurado por los tormentos, todas tus heridas quedaron sanas; se mostraron abiertas, pero bellas las de los clavos y de la lanzada del costado. Todo quedó resplandeciente como el día de la transfiguración. Los lienzos allí permanecieron como la crisálida de la mariposa. Sucedió el milagro de los milagros, tu propia Resurrección. ¡Verdaderamente éste es el Hijo de Dios!
Me alegro por la Resurrección gloriosa de Cristo mi Redentor, mi Rey y Señor. Ese el es gran día que hizo el Señor, me gozo y alegro en él. ¡El Señor resucitó verdaderamente, aleluya! Se acabaron para Ti las injurias, las burlas, las sentencias injustas. Se acabó el que te metan entre ladrones; se acabó tu pasión. Y permaneces para siempre en cuerpo glorioso resucitado. Y te quedas ya en cuerpo sacramentado para siempre en el Eucaristía.
Me lleno de orgullo santo. Ya para siempre impasible; te puedes trasladar con la velocidad del pensamiento; puedes atravesar paredes y montañas. Nada se te resiste; tu cuerpo disfruta de una gran luminosidad, un algo que trasciende. No está sujeto a la corrupción. Has triunfado del pecado, el verdadero tirano del mundo.
Así eres y así serás eternamente.
Has triunfado del demonio y le has arrebatado sus armas. Aunque nos siga tentando, Tú, Señor, nos ayudarás, porque has triunfado de él. Tus enemigos han quedado sorprendidos y humillados.
Jesús, consérvame en la fe, auméntala como don de tu Resurrección. Llena mi alma de alegría que nadie la pueda arrebatar.
JESÚS, REDENTOR DE LA HUMANIDAD, RESUCITADO
4ª Semana. Día 1º
4ª meditación
Me represento el día glorioso de la Resurrección. Veo el sepulcro vacío unos minutos después del suceso más importante de la Historia, junto con la Encarnación. Los soldados han marchado con gran susto y no saben cómo decirlo.
Te pido, Señor, gracia para alegrarme y gozarme porque has resucitado; ya eres feliz y has consumado la Redención de la humanidad. Jesús, has satisfecho en precio de sangre por todas nuestras deudas a la Justicia Divina.. nos has rescatado del infierno; hemos llegado a la libertad de los hijos de Dios. Nos has abierto las puertas del Paraíso. Imagino ahora un campo inmenso de gente, millones y millones de personas de todas las razas, adorando, amando, reverenciando a Jesús que nos ha librado; millones de seres humanos agradeciendo el don de la Redención. La Resurrección ha sido para todos ellos, y yo estoy allí, el gran acontecimiento que nos ha liberado para siempre. Nos has dado la gran esperanza de una vida eterna de amor y felicidad.
Señor, durante todo el tiempo de la predicación de la Buena Nueva, hiciste muchos milagros. Todos ellos demostraban que Tú eres el Mesías, el enviado de Dios, el Hijo de Dios. Pero todo hubiera sido vano sin el gran milagro: tu propia Resurrección. "Si Cristo no ha resucitado, decía San Pablo, vana es nuestra fe. Pero Cristo ha resucitado". Por consiguiente, nuestra fe es cierta. Tu Resurrección ha sido, Señor, la que ha puesto el sello a tu misión divina. Me quedo ahora unos minutos contemplando con admiración y alegría a Cristo resucitado.
Al contemplarte, Jesús, resucitado por tu propia virtud, queda patente que si permaneciste en la cruz, fue por tu voluntad. Podía habernos redimido de otra forma distinta e incruenta. No te opusiste a que te llevaran al Calvario; las dieciocho horas de tu pasión fueron ejercicio de tu fortaleza heroica. ¡Por tu santa Resurrección nos has salvado, Señor! Tu santidad se revela con deslumbradora claridad en tu Resurrección. Queda libre tu santa humanidad de todas las flaquezas y necesidades de nuestra naturaleza terrena. Nos has libado, Señor, gracias por tu santidad, gracias por tu gloria, gracias por tu redención.
Gracias por tu sabiduría y poder. Incorporado ahora a Ti, quedo más inundado de gracia, más adentrado en Dios, más divinizado. La Redención toma este tinte maravilloso de nuestra unión divina.
Te alabo, Jesús, resucitado, Redentor del mundo. Me uno a la alabanza de millones y millones de ángeles, me uno a la alabanza revelada por Juan en el Apocalipsis de aquellas multitudes ingentes que clamaban (Apoc. 5,11) "Digno es el Cordero que ha sido inmolado, de recibir bendición, gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén". Y este himno lo canto ahora y se cantará con infinita alegría por toda la eternidad. Ahora entono interiormente el "Gloria" de la Misa: Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra Paz... Gracias, oh Padre Eterno porque adoramos a tu Hijo con amor en la Resurrección.
Cristo mío, te miro a Ti y me alegro de tu gloria y con esto te amo más, mucho más. Y me entrego de nuevo a Ti que eres mi Dios, mi Rey y mi todo. Me alegro también en la gloria que me espera gracias a la Resurrección. Me alegro con la Virgen María porque su Hijo ya es el Señor.
ALEGRÍA POR EL GOZO DE CRISTO RESUCITADO
4ª Semana. Día 2º
1ª meditación
Necesito, Señor, ojos nuevos para contemplarte, oídos nuevos para escuchar tu voz. No te reconocían los tuyos sin por los signos. Tu cuerpo era el mismo, pero algo irradiaba distinto de lo normal. Necesito para gozar en tu Resurrección, un corazón nuevo y más capaz. Se acabaron para Ti los dolores; ya no hay clavos que horaden tus santas manos. Todo va a ser para Ti bienestar y fruición; quiero disfrutar, Jesús, viéndote feliz. Dame algo para comprender mejor, Señor, tu felicidad: para entender algo de la anchura, largura y profundidad de tu dicha; algo para entender tu gozo en la visión beatífica en plena Trinidad. Por algo decía San Pablo que "ni ojo vio, ni oído oyó, ni cabe en entendimiento humano comprender". Deseo olvidarme de mí mismo, de mis intereses humanos, y centrar del todo en Ti mi atención, porque estoy muy unido a Ti.
Gozo grande el tuyo, Señor, por la conciencia del deber cumplido, hasta apurar la última gota del cáliz de la pasión. Contemplas tu vida como un canto de alabanza al Padre; una obra perfecta de Redención; tu obra maestra que se ha quedado para siempre en la Eucaristía. Ayúdame a disfrutar en este amor total y purísimo a Ti y del todo desinteresado.
La divinidad se manifiesta en Ti, Jesús resucitado: ante todo, ante todo en el mismo hecho de la Resurrección, solo Dios tiene poder para unir de nuevo sustancialmente el alma con el cuerpo. Te has resucitado a Ti mismo: eres Dios. Eres ya en el cuerpo incorruptible, inmortal y dotado de sutileza y agilidad plena. Tu alma es un mar sin fondo de gracia que se derrama por todo tu ser hasta nosotros. Pronto fuiste a consolar a los tuyos, te dejaste ver y palpar de ellos. Todo es en Ti santidad; tu ser y tu obrar; los efectos de tu presencia y los fines.
Aquí estoy, Jesús, para amarte, para adorarte, para estar contigo.
APARICIÓN A LA SANTISIMA VIRGEN
4ª Semana. Día 2º
2ª meditación
La Virgen María dentro de la pasión tuvo que vislumbrar la Resurrección de Jesús. Ella sabía que era el Hijo de Dios y que no podía quedar todo así. Por otra parte, probablemente habría oído la promesa de Jesús. Seguro que algo intuía. ¿Cuándo se le apareció ella? ¿Antes que a María Magdalena? Parece lógico afirmarlo; era su Madre. Pero el Evangelio nada nos dice.
Contemplo la escena mientras la intento describir: se le presenta en su misma casa, mientras ella estaba aguantando en oración el recuerdo de la pasión. Se le presenta Jesús en su estancia. Una luz suave llena el recinto, sin deslumbrarla. Ve a su Hijo lleno de gozo. La Virgen María no tiene duda: es Él. Ve las llagas de los clavos luminosas; entrevé la llaga del costado y abraza a su Hijo, y le adora como Dios. Y la dicha del Hijo pasa a la madre y permanecen juntos, abrazados, envueltos en la felicidad del Cielo que "ni ojo vio, ni oído oyó, ni cabe en entendimiento humano comprender".
Y le digo yo ahora con fervor a María: concédeme un amor purísimo a tu Hijo, de suerte que, olvidado de mí mismo, me sienta feliz porque es Él feliz y lo eres Tú también. Que me alegre más que por mis mayores éxitos y mis mayores alegrías de esta vida, porque Jesús es mi salvador, mi Dios y mi único bien. Y tú eres su madre y mía.
Miro cómo Cristo consuela a su madre con gratitud, con estima, con la piedad más grande del mejor hijo.
Te felicito, Virgen María, por esa alegría sin ara que ya desde entonces gozas y para siempre. Y escucho las posibles palabras de Jesús: "Pasó el dolor, Madre, disfruta ahora del gozo que nos inunda. Ya está realizada la redención del mundo. He trasladado ya a todos los santos al Cielo. José, tu esposo y mi padre adoptivo, ha sido el primero. Ahora voy a permanecer cuarenta días entre todos antes de subir al Cielo. Os consolaré y alentaré y pondré en marcha mi Iglesia. Y Tú, María, serás la Madre de la Iglesia, de todos los cristianos; Tú eres la llena de gracia, la Reina y Madre de misericordia.
Virgen María, te digo con gran confianza: "Bajo tu amparo me refugio, santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas, sino líbranos siempre de todos los peligros, oh Virgen gloriosa y bendita".
"Alégrate, Virgen María, aleluya, porque quien mereciste llevar en tu seno, aleluya, resucitó, según lo había dicho, aleluya. Ruega por nosotros a Dios, aleluya. Alégrate y gózate, Virgen María, aleluya, porque verdaderamente ha resucitado el Señor, aleluya.
Que por la gloriosa cruz y pasión del Señor, seamos llevados a la gloria de la Resurrección, por Cristo nuestro Señor. Amén.
APARICIÓN A LOS DOS DE EMAÚS
4ª Semana. Día 2º
3ª meditación
Leo despacio el texto de Evangelio (Lc. 24,13-35). Me pongo como siempre en la presencia de Dios y hago la oración preparatoria acostumbrada. Composición de lugar: ver un camino largo, con los de parcelaria de ahora. Avanza ya la mañana tibia de primavera. Dos discípulos de Jesús, Cleofás y otro marchan hacia el pueblo de Emaús distante como treces kms. Iban cabizbajos, tristones. Por detrás se les acerca Jesús, pero ellos no lo conocen y caminan juntos sin reconocerlo hasta última hora. Escucho las palabras que se dicen en el Evangelio.
Estaban tristes aquellos dos hombres jóvenes, y desalentados. Tanto que quisieron poner tierra por medio y alejarse del grupo. No reconocieron al caminante que les acompañaba, pero les gustaba escuchar lo bien que interpretaba las Escrituras, tanto que esto les fue ayudando a entrar en esperanza; se fueron encontrando como más fuertes.
Dadme, Señor, al contemplar tu Resurrección, la gran esperanza; la alegría que diste a los dos de Emaús, la paz interior. Enséñame a gozar en tu Resurrección, a gozar precisamente porque has triunfado de la muerte, por tu gran poder, por tu gran gloria.
Comprendo a aquella pareja de "fugitivos"; los veo muy normales cuando se fracasa en una empresa; huir. Se separan del grupo. Viene este deseo cuando va mal la cosa. Pero, Señor, ayúdame a no tomar estas determinaciones nunca, ayúdame a no dejarme llevar de la tristeza y desilusión. Ven antes en mi ayuda, como fuiste en ayuda de estos amigos tuyos. Yo deseo siempre seguir caminando contigo. Que si me encuentro sin ánimos, llegues Tú, como en aquella fuga de tus dos amigos, y me guíes hacia el bien. Me has acompañado durante toda mi vida, que no me extravíe en la última etapa. Aliméntame como a Cleofás y al otro con tu Palabra y con la Eucaristía. He de darme cuenta de que tengo más suerte que ellos, pues estás muy cerca de mí siempre en la Comunión y en el Sagrario. Iré todos los días, pero si estoy triste, con mayor motivo. "¿Está afligido algunos de vosotros, ore?" (Sant. 5,13) Sí, acudiré a ti en todo momento, pero más, si cabe, en los ratos de tedio, tristeza, desilusión. Sé que me darás ánimo como a los de Emaús.
Señor, tuviste compasión con estos dos disidentes; eran como ovejas descarriadas. Te pido con todo el corazón tengas también compasión de mí para que nunca me separe de la Iglesia. Que vuelva, Señor, pronto a tu rebaño. Te pido ahora de una manera especial por mis familiares, amigos, conocidos, que tengan peligros de alejarse o están ya alejados, sal a su encuentro.
Y que en los momentos duros nunca me aparte de Ti. Siempre contigo. Cura de raíz como lo hiciste con ellos la llaga de mi infidelidad o de mi abandono. Así lo espero de tu bondad.
Entono para Ti con renovado fervor lo que tantas veces he cantado como motivo eucarístico: "Quédate con nosotros porque ya es tarde, y ya ha declinado el día" (29)
APARICIÓN DE JESÚS EN TIBERÍADES. PRIMADO DE PEDRO
4ª Semana. Día 2º
4ª meditación
Me encuentro en espíritu junto al lago de Tiberíades. Están allí siete de tus discípulos, Jesús, y marchan a pescar; durante toda la noche, nada obtuvieron, Jesús al amanecer estaba aguardándoles a la orilla del lago.. Cristo les pregunta: ¿Tenéis algo que comer? Ellos le responden: no. Mientras salían en unas brasas puso a asar un pez. Y antes les dice: echad la red al lado derecho de la barca. Obedecieron. S. Juan lo reconoce y les dice: Es el Señor. Pedro entonces se echó al mar. Los demás discípulos arrastraron hasta la orilla aquella pesca milagrosa. Todos comieron a la orilla del lago llenos de calor y amistad. Pero ninguno le preguntaba nada a Jesús.
Me gusta, Señor, contemplar la armonía de este cuadro. Todo inspira bonanza y buen entendimiento. Todos colaboran, a pesar de que no salían bien las cosas. Quiero con tu ayuda, oh buen Jesús, aprender a colaborar. No ser nudo de discordia. Ayúdame. Enséñame la lección para que siempre sea bueno y elemento de concordia.
Aprecio también en estos hombres la docilidad y confianza hacia todo cuanto Jesús les manda. También te pido esa docilidad, Señor, para todo cuanto se refiere a tus sugerencias, gracias e inspiraciones. Saber obedecerte una y mil veces sin desanimarme. La oración se me hace difícil, incluso me considero el eterno principiante, a pesar de que le dedico tiempo. Pero jamás la dejaré, con tu ayuda. Confío en que algún día llegue esa pesca milagrosa por haberte obedecido. Entretanto, te lo digo con paz, nada merezco. Tan solo he hecho dar guerra en mi vida, como de pequeño. Pero en tu nombre, volveré a echar las redes.
Y en este ambiente lleno de sencillez y amistad, a las orillas de un lago, después de comer, nos dise la ase de la Iglesia, los cimientos, el primer jefe en la persona de Pedro. Antes querías saber si te amaba más que los otros. Y se lo preguntaste tres veces, tuvo pena al recibir la tercera pregunta, pues recordaba que tres veces te había negado, y respondió: "Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que te amo".
También yo, Jesús, ahora que me has invitado en el otoño de mi vida a este mes de Ejercicios, Tú sabes por qué - con gran emoción te digo desde este rincón más oculto que aquel lago: "Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que te amo". Ni yo sé por qué he venido. Tú sí lo sabes. Pero cuenta conmigo para lo que quieras. Tal vez todavía no haya escrito la página más bella de mi Historia; tal vez es que quieras llamarme pronto hacia Ti. Yo no sé por qué me has llamado a Ejercicios. Solo sé que quiero servirte de cerca, como el día de mi conversión. Te he dicho que quiero juzgar las cosas de este mundo como basura, con tal de ganarte. Te he dicho que deseo permanecer bajo tu bandera. Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo. Confío del todo en Ti. Aunque mi oración haya sido siempre de principiante, en tu nombre volveré a echar las redes. Con total sumisión; ahí estoy junto a Ti. Tú cambiarás mi corazón. Dame, sí, tu paz y tu gozo de la Resurrección.
Me das deseos de servirte y son constantes. Hago mil intentos para ello. De eso sí estoy seguro. Mi vida hace ya años tiene esa trayectoria. Pero para ser de verdad útil en tu Reino te amo demasiado poco; pero Tú sabes que te amo. Abre más mi corazón que es muy pequeño. Transfórmalo, Señor. Yo quiero decirte ahora con San Pablo, "Quién me separará de la caridad de Cristo? (Rom. 8,35) Este amor que Tú me tienes; este amor que has derramado en nuestros corazones, dará densidad a mi vida. Gracias. APARICIÓN A LOS ONCE EN LA TARDE DE RESURRECCIÓN
4ª Semana. Día 3º
1ª meditación
Quisiera estar, Jesús, en aquella tarde de Pascua en la misma sala de reunión. Estaban las puertas cerradas. Tenían miedo los Apóstoles, y encontrándose así, sin Tomás, sin los dos de Emaús, de pronto se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: "La paz sea con vosotros. Recibid el Espíritu Santo. Aquellos a quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados, y aquellos a quienes los retengáis, les serán retenidos".
Dadme, Señor, vuestra gracia para alegrarme y gozar de tanta gloria y gozo de nuestro Señor Jesucristo.
Tu aparición, Señor, a los Apóstoles fue la de un sol naciente que irradia luz y consuelo. Solo viéndote se llenan de alegría cuantos te contemplan. Y les diste en esta ocasión el poder de perdonar los pecados. El pecador que quiera salvarse ha de pasar por pedir perdón, confesar sus pecados a los sucesores de aquellos hombres. Tus palabras tienen eficacia para ellos y para todos cuantos le suceden. ¡Oh misterio de fe, de amor y de misericordia!
Además tuviste la delicadeza de no recordarles a aquellos discípulos tuyos su mal obrar al dejare solo en la pasión. Quiero aprender de ti esa generosidad. Cuesta no darse por sentido cuando a uno lo marginan, lo abandonan o no se acuerdan de él en el momento del infortunio. Yo quiero, Jesús, aprender de ti esa generosidad.
Me alegro con tu alegría pascual. Gozo con esta aparición a los tuyos. Disfruta mi espíritu al verte a Ti, triunfador de la muerte. Me da gozo el contemplar una muchedumbre de millones de personas de todas las edades y de todos los tiempos que gracias al sacramento del perdón de los pecados, han obtenido la salvación. Me alegro contigo, Jesús, por la satisfacción que sientes en el oficio de consolador, y en la caridad y humildad que ejercitas. Me alegro al contemplar en la aparición tu divinidad. El Padre te glorifica, después de la Resurrección, de este modo tan sublime.
"Tened paz, les dices, yo soy; palpadme". Y les pediste algo de comer para tranquilizarles. ¡Qué expresión de alegría en todos! Me alegro, Jesús, yo también en el gozo de tus apariciones. Te amo más y más. Eres grande y omnipotente. Eres bueno con todos. Me ratifico en tu seguimiento. Seguiré tu bandera. Te seguiré poniendo todos los medios al alcance, porque siempre quiero estar contigo. Quiero seguirte en el tercer binario y en el tercer grado de humildad. Aumenta, Señor, mi esperanza de convivir contigo eternamente. Por siempre feliz contigo.
APARICIÓN A LOS APÓSTOLES, PRESENTE TOMÁS
4ª Semana. Día 3º
2ª meditación
Recuerdo y contemplo ahora el momento en que Tomás no creyó (Jn. 20,19-31) "Hemos visto al Señor", le dicen su compañeros. Y él respondió: no creeré mientras no meta y mi dedo en los agujeros de los clavos, mientras no meta mi mano en la llaga de su costado. Ocho días más tarde, Jesús se presenta delante de ellos y les saluda: "La paz sea con vosotros". De inmediato se dirige a Tomás y le dice: "Trae tu dedo aquí, y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino fiel". Y Tomás contestó: "Señor mío y Dios mío".
Veo cómo Tomás se apartó de la compañía de los buenos. Por eso falló. Después volvió a aquel Cenáculo; por eso recibió la visita y aparición de Cristo y creyó. Nunca, Señor, apartarme de la compañía de los buenos. Te pido, Señor, esta gracia y Tú aceptas mi compromiso.
Tomás no tenía excusa; no creyó a pesar de que conocía que Cristo había prometido resucitar. No creyó tampoco a pesar del testimonio de Pedro. Su propio orgullo le inclina a no creer.
Señor, yo sí quiero creer. Acepta mi fe, pero aumenta mi fe. Ayúdame a ser más consecuente con mi fe. ¡Señor mío y Dios mío! No quiero ser presumido ni soberbio; no quiero ser ingrato. Tomás lo fue; además no acudió al lugar donde había recibido la Eucaristía. Y menos mal que al fin se reunieron todos. Durante ocho día no se apeaba del burro. ¡Señor Jesús, ten compasión de mí y haz que jamás me aparte de Ti. Y ten compasión de todos aquellos compañeros que se han apartado y siguen con su amor propio racionalista sin retractarse. Ateos, agnósticos, indiferentes, apóstatas, infieles, alejados.
Cuánta paciencia tuviste, Jesús, con Tomás. Extremaste tu amor hasta el milagro. No aguardaste a que él te abriera la puerta del corazón, Tú Mismo entraste estando ya las puertas cerradas. Y él por fin, se abrió. "Trae tu dedo aquí, y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado" ¡Qué bueno eres, Señor, además intuyo que estas palabras fueron dichas de modo festivo; no recriminando. Adoro, Señor, tu bondad, aprecio tu alegría. También deseo tu misericordia; ven a mi encuentro. Ábreme las puertas, Señor, ábrelas con la misma alegría de tu Resurrección.
La falta de Tomás se convirtió luego en testimonio para los otros. Que mi falta también, Señor, de rebote sea testimonio para muchos. Es posible que Tomás se detuviera sin meter la mano en el costado, que se arrojara humilde a los pies de Jesús. Pero seguro que él mismo lo tomaría en su brazos, le colocaría la mano sobre la abertura de la lanza. ¡Señor mí y Dios mío!, dijo Tomás con fe, amor y alegría. Sí, grito sublime de alegría pascual es esta exclamación, llena de confianza. Yo también, Jesús, te dirijo con fervor esta misma jaculatoria. Confieso, Jesús, que eres mi Señor y Dios verdadero. Con gozo y alegría te reconozco por Cristo resucitado. Tu amor es tan grande que estás dispuesto a hacer por mí lo que hiciste por él. Así eres con tus criaturas. Ten compasión también de aquellos que un día fueron tuyos y te han abandonado.
Seguir siempre en todo la vía común; huir de singularidades que me pueden privar de las gracias de Cristo y de sus visitas. No permitas que jamás me aparte de Ti. "Las llagas como Tomás, Señor, no veo; pero al Dios verdadero, sí que confieso. Presta a mi mente, creer mucho más; tener esperanza y amarte más y más."
APARICIÓN DE JESÚS A MARÍA MAGDALENA
4ª Semana. Día 3º
3ª meditación
Retrocedo al mismo día de la Resurrección. María Magdalena había ido al sepulcro. Se dio cuenta de que estaba vacío, y se propuso buscar a Jesús por lo alrededores. Marcha a avisar a Pedro de lo que ha visto y le dice: "Se han llevado al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto". Pedro acude junto con Juan. María fue a llorar por allí cerca. Luego se asomó y vio dentro a dos ángeles, uno a la cabecera donde había estado enterrado Jesús y otro a los pies. Le preguntan éstos por qué llora. Ella responde: "Porque han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto". Volvió hacia atrás y vio a Jesús, pero no lo reconoció. Jesús le dijo: "¡María!". Y ella, llena de emoción le respondió: "¡Maestro¡" Jesús le dijo: "Suéltame que aún no he ido al Padre. Anda y anuncia a mis hermanos..."
Señor, el amor que te tenía Magdalena le hizo correr al sepulcro. Yo también te quiero amar así. Quiero buscarte; iré detrás de Ti hasta encontrarte. Ayúdame porque tengo poca fuerza. Buscarte con paz. Buscarte como ella con lágrimas; con ilusión... a pesar de los fracasos parciales; a pesar de que siempre voy tras ti y "eras ido", buscarte con amor constante y fiel, hasta vencer todos los obstáculos. Quisiera, Señor, oír también tu voz que me dijera, ¿por qué lloras? ¿Qué buscas? Deseo, Señor, al menos vivir siempre contigo el gozo pascual. Ya sé que esto es mucho pedir. Pero me tengo que desahogar contigo. Dame paciencia, fe, fortaleza para seguir esperando hasta el final. Magdalena creía que le habían arrebatado a su Maestro. Yo sé que no. Pero ya ves, Señor, cuál es mi lucha. Por una parte quieren arrebatarme a ti mis pasiones, el ambiente mundano... por otra, te busco como Magdalena y no te hallo; y si te encuentro, enseguida te vas: "Salí tras ti corriendo, y eras ido". Es que quisiera estar siempre como los santos o como en el año de mi conversión. Luego, me siento tan vulgar... Tú me vas a ayudar a ser siempre tuyo. Tú vas a estar siempre conmigo. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
APARICIÓN DE JESÚS A LAS SANTAS MUJERES
4ª Semana. Día 3º
4ª meditación
Después de que las piadosas mujeres recibieron el mensaje de los ángeles, el Evangelio dice así: Mt. 28,8-10 "Ellas se alejaron a toda prisa del sepulcro, y con miedo y gran alegría corrieron a llevar la noticia a los discípulos. De pronto salió Jesús a su encuentro y les dijo: "Dios os guarde". Ellas se acercaron, se agarraron a sus pies, y lo adoraron. Jesús les dijo: "No tengáis miedo; id y decid a mis hermanos que vayan a Galilea, que allí me verán".
Tal vez Magdalena ya les había contado que había visto al Señor. Después se alejó. Entonces se les aparece el Señor a las dos y las saluda así: "Dios os guarde". Quiso premiarles de esta manera el fervor en buscarle.
Señor, sé que no me he distinguido ni en el fervor, ni en el amor, ni en el celo por la salvación de las almas. Sí he tenido buena voluntad y te he buscado, aunque no siempre como en los últimos años. No merezco nada, lo sé. Pero dame algún estimulo, si te aparece, algún consuelo, algo que me ayude a servirte mejor. Dadme, Señor, el don de oración, el don de abnegación, la perseverancia final y celo para la salvación de las almas. Te compasión de mí, porque a veces me entra mucho tedio y no tengo ganas de nada. Sí: ayúdame ahora a desligarme de los apegos a las cosas agradables; muéstrame tu rostro, Señor. Yo creo con toda mi alma y daría mi vida a favor de mi fe. Pero ya ves, Señor, que ando muy lento en tu camino. Me falta poco para que me llenes y es muy poco lo que he caminado todavía por los senderos de la virtud. Ayúdame a despegarme de las cosas agradables.
Yo también como aquellas piadosas mujeres tengo movimientos encontrados de temor y confianza, de amor y de alegría. También me arrojo a tus pies como ellas. Yo, Jesús, te quiero ungir también los pies con mis afectos de amor y entrega; quiero celebrar con gozo tu Resurrección. Porque Tú eres mi Maestro, mi Dios y mi todo. Anticipa conmigo tu misericordia, Señor. Y unge mi corazón y mi ser entero como lo hiciste hace ya muchos años con mis manos, para que siempre me ocupe de tu amor y de tu servicio con alegría pascual.
Te pido en estos Ejercicios: el fervor lleno de paz, el fervor de los santos; el fervor que proviene de un amor afectivo y efectivo a Ti, mi Dios. El fervor que consagra su corazón a la voluntad de Dios, sin buscar el interés propio, de tal manera que mire con los mismos ojos lo que llamamos en el mundo bienes, que lo que llamamos males. Y que poco a poco vaya prefiriendo por tu amor lo que molesta a la naturaleza sobre lo agradable. Y esto con paz y alegría pascual, sin estridencias.
Y con este fervor, Señor, que marche pronto por los ambientes que tu Providencia ha dispuesto para mí y sepa dar la Buena Nueva como lo han hecho las personas fervorosas y santas. Oh Jesús permaneces siempre cerca de mí. Dejadme que os adore y bese siempre vuestros pies divinos,
APARICIÓN DE JESÚS A SAN PEDRO
4ª Semana. Día 4º
1ª meditación
Esta aparición de Jesús a Pedro no aparece clara en el Evangelio, pero sí en San Pablo I Cor. 15,3-5. Parece que fue poco después de salir del sepulcro al encontrarlo vacío, cuando acudió allí junto con San Juan. Así dice la carta de San Pablo: "Os transmito lo que a mi vez recibí, que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; que fue sepultado y resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se apareció a Pedro y luego a los doce". San Pedro, pues, una vez en su casa, admirado y con fe en la Resurrección, recibió la visita de Jesús. Se hizo digno de esta aparición por su gran fe y amor. Y se dispuso para ella con su diligencia de acudir al sepulcro. Pedro, pecador arrepentido, Magdalena, fueron los primeros visitados por el Señor, después de la Resurrección.
Ahora vuelvo la vista a mi interior y le digo a Jesús: confío en Ti, Señor, aunque mi vida no se ha distinguido en nada, sé que me amas. Tú sabes por qué te has fijado en mí. Aquí estoy, Señor. Si voy a recibir tus favores, que sean para tu gloria, para el bien de tu Reino, para que se extienda en cantidad y en calidad. Dame una fe grande al estilo de Pedro. Y aunque mi vida está ya con bastantes achaques, por lo menos que consiga con tu ayuda hacer algo positivo.
San Pedro al recibirte se quedaría avergonzado, acordándose de las negaciones. Se arrojaría a los pies del Señor. Y Jesús le diría: "La paz contigo; no temas".
Yo, Señor, tampoco voy a temer. Si me ayudas, y lo vas a hacer, seguiré adelante. En Ti confío. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
APARICIÓN DE JESÚS A LOS ONCE EN GALILEA
4ª Semana. Día 4º
2ª meditación
Contemplo la escena de la aparición de Jesús a los once Apóstoles que fueron a Galilea Mt. 28,16-20. Veo a los once escuchando con suma reverencia al Señor. Le pido a Jesús que yo también le escuche; que madure en mi corazón sus enseñanzas, mandatos y consejos.
Señor, cumpliste tu promesa cuando les mandaste ir a Galilea por medio de las santas mujeres el día de tu Resurrección. Creo que de aquellos que les dijiste, también me toca algo a mí, como cristiano y como sacerdote. Te adoro, oh Cristo, como lo hicieron los Apóstoles.
Algunos habían dudado hasta entonces. Nos viene bien a nosotros esa duda porque aún nos confirma más en la fe. Ellos, que estaban en su total derecho, exigían la plena certeza de todo; no les bastaba con el testimonio de las mujeres. Es cierto que a casi todos les fue muy eficaz, pero siempre quedan resquicio de duda. Al fin triunfó la verdad. Todos te vieron, Señor. Todos al fin también te adoraron, Dios y hombre verdadero. ¡Resucitaste; bendito seas por siempre, Señor!
Escucho tus palabras: "Se me ha dado toda potestad en el Cielo y en la Tierra. Id por todo el mundo; enseñad a todas las gentes y predicad el Evangelio a toda criatura!. En cuanto hombre alcanzaste toda potestad en el Cielo y en la Tierra, por derecho de redención en tu pasión y muerte. Potestad de predicar el Evangelio; de perdonar los pecados; de permanecer hasta el fin del mundo con nosotros en le Eucaristía. Adoro, Jesús, a Ti que tienes todo poder; de él me diste una parte como cristiano y como sacerdote, a la cual nunca he renunciado, y la seguiré ejerciendo respetando, eso sí, las leyes de la Iglesia. En la otra vida, también por tu gracia y misericordia, nos ofreces la dicha eterna, la visión beatífica que espero obtener. Gracias. ¡Qué bueno eres, Jesús! ¡Sufro que se esté perdiendo tanto! Dadnos, Señor, sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas, cristianos comprometidos santos. Envía obreros santos a tu mies. Mira que la crisis de la Iglesia es muy grande. Ya lo decía el santo padre Nieto, pero tenía una gran esperanza. ¡Qué bueno has sido ofreciendo a los hombres tu gran poder!
Y nos diste entonces el Bautismo; la puerta de entrada a la Nueva Ley, que es ley de gracia y de amor. Las tres Personas hacen maravilloso efecto en los cristianos: el Padre nos toma como hijos y herederos del Cielo. Tú, Jesús, nos ofreces tu compañía durante todo el itinerario de nuestra vida en el Eucaristía, eres nuestro amigo y nuestro hermano. El Espíritu Santo nos santifica, es el esposo de nuestra alma y la adorna con virtudes sobrenaturales. ¡Te adoro, Jesús, te agradezco y disfruto y gozo con tu Resurrección. Y además me haces disfrutar aún más dándome participación en tus gozos divinos. ¡Qué será el Cielo! Si yo supiera explicarlo... Dadme gracia para hablarlo con calor. Mira que soy muy torpe; todo depende de Ti. Confío.
Mandaste, Jesús, que nos enseñaran a guardar todo aquello que les dijiste en tu predicación. He de vivir vida digna de cristiano. Dijiste: "Mi yugo es suave y mi carga ligera". Ayúdame a guardar todo y a vivir consciente de que "quien no cree, se condenará". He de fomentar la fe en todos los ambientes que pueda con el ejemplo, con la oración, con mi palabra oral y escrita; de todas las formas posibles. Gracias por los campos que me abres, Señor, en esta última etapa de mi vida. Y que me dé cuenta de que creer implica el asentimiento del entendimiento y el compromiso de la propia vida que se adecue a la verdad, porque, como dice Santiago, "la fe sin obras está muerta en sí misma".
"Y sabed que yo estoy con vosotros hasta la consumación de los siglos". Aquí veo, sí la asistencia a tu Iglesia en la fe, en todo. Y veo también la verdad consoladora de tu presencia en el Sagrario. Siempre contigo en el Sagrario; siempre contigo.
APARICIÓN DE JESÚS ANTES DE SUBIR A LOS CIELOS
4ª Semana. Día 4º
3ª meditación
Me represento el Cenáculo. Es una mañana radiante de luz y colorido primaveral. Escucho las palabras que diría Jesús: Voy a preparar un lugar para vosotros. Marcho al Padre; si me amáis, habéis de estar contentos porque me voy al Padre". "Si no me fuese, no vendría el Consolador".
¡Oh misterio de fe y de amor! Era necesario para recibir el Espíritu Santo que Jesús subiera al Cielo. Renunciar incluso a la presencia sensible de Cristo y entonces os envía al Espíritu Santo. Y Él mismo se queda con nosotros en la Eucaristía. He de desprenderme para gozar de la presencia del Espíritu Santo y de la de Jesús en la Eucaristía.
Desprenderse día a día de adherencias inútiles; desprenderme con gozo. Porque Él ha de ser mi única afición y cada día más, según me vaya desprendiendo. ¡Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor! No les dice que se vayan al desierto, han de estar en la misma ciudad de Jerusalén en unión espiritual y como amigos. ¡Cómo iba a cambiar la vida de los Apóstoles! ¡Cómo ha de cambiar la mía! ¡Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor! Con paz, con paciencia, con desprendimiento, aguardar la venida del Espíritu Santo. Pocos días me quedan para terminar estos Ejercicios, comenzados ya hace casi un mes. Deseo que al final descienda sobre mí tu gracia y amor. La vida desde aquí la veo cada vez más con el sentido cristiano. ¡Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor!
Jesús, aquella última entrevista que tuviste con los tuyos no pudo ser triste, aunque sintieran que te fueras a marchar. Era una vida lo que les quedaba por delante. A mí, aunque no sea tan larga como para ellos, algo me queda. Quiero darle a mi vida otro tono; más generoso, más auténtico, más caritativo, menos apegado a las cosas el mundo. Me vas a ayudar y además: ¡Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor! Con la ayuda de Él, conseguiré mucho.
Virgen María, seguro que estuviste allí en aquellos momentos. Con tu sencillez, con tu silencio para que entre ellos hablaran, allí estarías ayudando al recogimientos interior de todos, haciéndoles servicios de cocina, alentándoles en el Espíritu. Ven en mi ayuda pide al Jesús conmigo y al mismo Espíritu Santo: ¡Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor!
Padre celestial, dueño de todo bien. Concede a mi alma un cambio más radical. Será tal vez cuestión de matices, pero que sea más radical, más total. Ayúdame a cambiar a mejor. Y envía tu Espíritu. ¡Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor! Amén.
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
4ª Semana. Día 4º
4ª meditación
Mirar a Jesús mientras sube al monte Olivete con sus discípulos, para de allí elevarse al cielo. El día está espléndido. En el camino les ha ido dando los últimos consejos. Te pido, Señor, en esta oración estar siempre contigo aspirando las cosas de arriba y alegrarme porque vas al Padre, después de haber cumplido tu misión en la Tierra.
Ya han llegado a la cumbre. Se va despidiendo Jesús de cada uno. ¿Qué le diría a la Virgen María? Pensarlo ahora. Ella besaba las manos con sus llagas gloriosas. Ella se encuentra muy serena, aunque sabe que todavía no puede ir con su Hijo a la Gloria. Virgen María, ayúdame a vivir muy alegre este misterio de la Ascensión del Señor. Ya ha cumplido su misión. Deseo acompañarte con amor en este paso glorioso.
Jesús levanta sus manos para bendecirles. Diría una oración que podía ser: "Guarda, Padre, y ampara a éstos que me diste. Vosotros fuisteis testigos de mi vida.! ¡Dadme también a mí, Señor, vuestra bendición; te lo suplico para que estos Ejercicios calen hasta el fondo de mi alma, de manera que siempre influyan hasta el fin de mis días.
Y comienza Cristo a elevarse por su propia virtud. Yo deseo, Señor, al contemplarte, que aunque mis pies permanezcan en el suelo, mi corazón esté siempre contigo en el Cielo. Ayúdame porque se me olvida fácilmente. Deseo seguirte, me gozo contigo, Señor, porque has cumplido tu misión. Contigo van los justo a quienes rescataste del limbo. Aunque me gozo contigo, no puedo evitar esa añoranza porque deseo verte, Señor.
Una nube tapó tu figura, Señor. Ya nadie te vio más, aunque tus discípulos quedaron mirando y mirando. Que en mi vida no tape una nube tu presencia mística, ni la real del Sagrario. Quiero estar siempre contigo y a todas las horas. Que nada ni nadie se interponga entre nosotros, haciendo que pierda tu vista espiritual. Quiero seguir mirando toda mi vida a las alturas, aunque sepa que no te voy a ver hasta que llegue el día de la eternidad. Siempre orar. Pero ayúdame a poner empeño en la oración; no solo a que dedique unas horas al día de una manera material.
Que mi conversación y mi mente esté siempre en el Cielo; pero que pise la realidad presente. Ayúdame a ser de verdad amigo tuyo. Subir contigo, Señor, y con todas tus criaturas, pues en ti vivimos, nos movemos y existimos. Sea mi ascensión una subida al Padre y un retorno con el mundo.
Fue conveniente, Señor, tu pasión, ahora es triunfo tuyo; las almas pueden salvarse. Dame fuerza para saber sufrir mientras estoy en este mundo. Quiero ser testigo tuyo, Señor, como fueron los Apóstoles. Dame tu ayuda y revísteme con la virtud de lo alto. Sé desde el Cielo nuestro intercesor con el Padre.
CONTEMPLACIÓN PARA ALCANZAR AMOR. (PRIMERA)
4ª Semana. Día 5º
1ª meditación
Me encuentro en la presencia del Señor, envuelto en su amor. Él quiere darse del todo a mí. Yo quiero entregarme del todo a Él. Voy a contemplar el amor que Él me tiene y el amor que yo he de tenerle. estoy delante de Él recibiendo beneficios y devolviéndole amor por amor. Me rodean los ángeles que interceden y me ayudan a devolver amor por amor.
Mi mirada se dirige el corazón de Dios y a mi propio corazón. Dios - yo - relación amorosa. Estos dos amores van a ser objeto de esta larga contemplación que prácticamente va a llegar hasta el fina de los Ejercicios.
Señor, concédeme conocimiento interno de tanto bien que he recibido; que pretende hondo en la multitud de cuanto he recibido y en su valor. Tus beneficios me animan a considerar la grandeza de tu amor. Quiero ser agradecido. Quiero corresponder; y amarte con caridad perfecta; no solo con el sentimiento, también y sobre todo con obras de apostolado, de difusión del Evangelio.
Mi oración se eleva a Ti, Dios mío, con todo el fervor. He de ser agradecido. Gracias. He de corresponder a tu amor; ayúdame. A través de todos los Ejercicios veo tu amor creador y tu amor salvador; y te he dado palabra de servirte. En estos días que faltan para terminar los Ejercicios, lleno de agradecimiento, quiero recordar mis propósitos; plasmarlos en la reforma de mi vida, comenzar lleno de amor llevarlos a la realidad. Dame gracia estos días para contemplar tu Bondad divina, tu misma esencia, aunque sea un poquito, Señor, para amarte más, para quererte muchos más. ¡Señor, siempre contigo!
Quisiera, Señor, concretar estos Ejercicios en una vida mucho más perfecta. Y va a ser así porque aunque "nada soy, todo lo puedo en Aquel que me conforta". ¡Que desde ahora, Dios mío, lo obre todo en Ti!
Tú eres, Señor, amantísimo, misericordioso, justo, la misma Bondad. Eres digno de ser amado. ¡Te amo! ¡Virgen María, ayúdame a amarle! Señor, tu amor no tuvo principio ni tendrá fin. Abraza a todos los hombres, a toda la Creación; convertiste la Majestad Divina en criatura humana y a los hombres en hijos de Dios. Me lleno de amor agradecido a Ti. Porque además te poseo sacramentado para ser alimento, amigo y fortaleza. ¡Qué grande, ancho y profundo es tu amor! ¡Padre nuestro!
Está beneficiando continuamente a la humanidad: creación, redención, sacramentos, conservación, los dones particulares de tu Providencia a cada criatura. Todo esto es un acto de amor puro de Ti, amor de comunicación. A través de la creación se despliega tu Omnipotencia, tu Sabiduría, tu Misericordia y tu Bondad. Tú nos mas, Señor, y deseas ser amado por nosotros. Te devolver amor por amor.
CONTEMPLACIÓN PARA ALCANZAR AMOR. 2ª PARTE
4ª Semana. Día 5º
2ª meditación
Yo he des corresponder al amor divino. Y esta respuesta no es otra cosa que imitar las perfecciones divinas. Devolverte, Señor, todo lo mío y devolverme a mí mismo a Ti. Todo es vuestro, Dios mío, no quiero apropiarme algo tuyo. Te lo devuelvo lleno de amor. Dispón de mí según quieras, y cuando quieras. Quiero asemejarme e identificarme contigo en la medida de mis posibilidades. ¡Guarda, sí, en mí la imagen del hombre celeste! Busco mi unión contigo. Unir mi entendimiento al tuyo. Mi alma se siente sobrecogida cuando piensa en tu grandeza. Te adoro con devoción. Deseo y te pido vivir continuamente en tu presencia: Tú eres infinitamente bueno para mi. Eres el ser más amante, más amable, más amado. Deseo, pues, Señor, mantener una presencia calurosa, una verdadera y continua amistad contigo.
Mi amor, Jesús, no debe quedarse en meras palabras. Ayúdame a que se transforme en obras, porque "todo lo puedo en Aquel que me conforta". Sigue, oh buen Jesús, dándome oportunidades para influir en tu Reino. No debe bastarme tener el entendimiento y corazón en Ti. Que he de hacer algo en tu Reino. Ayúdame y dame fuerza en la voluntad para que realice obras por Ti. Deseo estar unido a Ti en la vida práctica y te lo pido, Padre por medio de tu Hijo. Que te encuentre, Señor, también en tus criaturas, porque estás en ellas animándolas y conservándolas. Y así, Jesús, que todo mi trabajo y recreo sea oración.
Yo me ofrezco del todo a Ti. Así lo deseo, ayúdame a que nada me reserve porque "vuestro soy y para Vos nací". por medio de esta entrega total deseo consagrarme a Ti. , estar como desposado con tu voluntad divina.
Tú sabes, Se, que te amo; te lo repito como Pedro: Tú lo sabes todo. Y que el "amor de Dios se derrame en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado". (Rom. 5,5) Adoro tu amor. Adoro tu presencia en todas las criaturas. Adoro tu real presencia en la Eucaristía.
Creo y me apoyo en el Espíritu Santo que ha venido a formar parte en nosotros el divino amor: amor de acción en las obras, de afecto en los sentidos, amor en Cristo. ¡Atráeme con fuerza! ¡Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío! Jesús, Tú has amado al Padre por encima de todo; eres mi mejor modelo de amor a Dios. Todo sea por la gloria de Dios. Enséñame, Jesús, a amar al Padre. Enséñame a vivir unido a la Trinidad.
CONTEMPLACIÓN PARA ALCANZAR AMOR. 3ª PARTE
LOS BIENES DE DIOS. RECORDARLOS
4ª Semana. Día 5º
3ª meditación
Ver los dones que de da el Señor; recordarlos. Pensar cómo he de corresponder. Agradecer.
Aquí estoy, Dios mío, en tu presencia. Voy a recodar todo lo que me has dado a lo largo de mi vid. Me has dado, Señor, el alma, hecha a tu imagen y semejanza y capaz de ser elevada al orden sobrenatural. Y me la has dado sin negocio para Ti. por purísimo amor. Gracias, Señor. Has puesto la felicidad eterna para mí. Gracias., Señor. Has colocado en mi alma el entendimiento con el que puedo discurrir y me pones en él la capacidad de elevarlo hacia Ti. Algún día puede llegar a tu visión intuitiva. Me lo das por puro amor, porque para Ti nada necesitas. Gracias., Señor. Has puesto en mí la voluntad que durará eternamente, igual que el entendimiento. con ella me das capacidad para abrazar y hacer el bien. Todo por puro amor, pues para Ti nada necesitas. Gracias, Señor.
Y me has hecho nacer en una época llena de fe. Era fácil entonces creer y practicar. Y he nacido en una familia piadosa, que me envolvió en amor. Me has hecho crecer en un ambiente sano: catequistas, sacerdotes, buenos ejemplos, escuela. 1Señor, abrasadme en vuestro amor para daros las gracias!
Me has dado un cuerpo tan complejo y tan uno. Una maquinaria de materia orgánica, maravillosa. Muy unido al alma. Podrá participar por toda la eternidad, unido a mi alma en una dicha sin fin. Has puesto en este cuerpo unos sentidos con los cuales me puedo relacionar y valerme. Me sirven para mis necesidades diarias. con ellos puedo gozar de la belleza de la naturaleza, de los paisajes y perfumes, de los manjares agradables, de la música sonora, de millares de placeres solícitos. Gracias, Señor. Has puesto en mi entorno los frutos de la tierra, el calor, las estaciones, los animales, plantas, aves, peces, vestido... En el hogar un nido de amor. Amor conyugal, amor de padres a hijos y de hijos a padres. Y me lo has dado con purísimo amor, pues tu de nada necesitas. ¡Gracias, Señor! Toda la creación es un vasto incendio del amor divino. Parece que todo me está gritando: somos un don de Dios para ti. ¡Gracias, Señor!
Y me has concedido el gran favor de la redención. Lo he ido analizando en estos Ejercicios. Tu Hijo nacido de la Virgen María, muerto y resucitado para salvarnos. Lo voy recordando ahora. Y me das la gracia santificante, la vida divina de Jesús, que vale más que todas las riquezas del mundo. Me das la fuente de la gracia, la oración, los sacramentos, y sobre todo el gran sacramento de la Eucaristía. ¡Cómo te lo podré agradecer, Señor!
¿Y concretando aún más en mi persona? Salud buena durante gran parte de mis sesenta y cinco años; bienestar económico, al menos en lo fundamental. Cultura superior... Padres buenos creyentes y amantes; sacerdocio, esposa excelente; hija buena y responsable; un montón de gracias actuales a lo largo de mi vida. Hambre de Dios , buenos amigos muy piadosos y con ganas de santidad; un trabajo con que saqué adelante mi vida y la de mi familia; mi gran conversión a los quince años; sacarme del atolladero del celibato que era para mí fuente de tristeza y angustia, verdadero callejón sin salida ni vuelta atrás y resultó solucionado gracias al gran Papa Juan XXIII que abrió las puertas. Veo tu mano providente, veo cómo escuchaste mi oración y me has guiado. Has sido a lo largo de mi vida mi guía, mi escudo, mi refugio y fortaleza, mi orientador, mi Padre, mi todo. ¡Gracias, Señor! ¡Gracias, Señor!
CONTEMPLACIÓN PARA ALCANZAR AMOR. 4ª PARTE
LOS BIENES DE DIOS. Trabajo del entendimiento y de la voluntad
4ª Semana. Día 5º
4ª meditación
Dios mío, cuánto has hecho por mí: crearme, conservarme, elevarme al orden sobrenatural, hacerte hombre por mí para salvarme, darte en alimento en la Eucaristía... has creado el Universo con innumerables astros; la materia con células y átomos cuasi infinitos. Has creado la gracia para que yo viva una relación íntima contigo, Dios mío. Son dones de primerísimo amor y que han de despertar en mí el amor a ti. Es lo que me ofreces un verdadero desposorio de amor. ¡Cuántas gracias te doy y te seguiré dando por las perfecciones con que adornas mi naturaleza, y por los infinitos medios que me ofreces para conservarla y desarrollarla! Pues me has dado tanto, concédeme una cosa más: que te ame con todo mi corazón, con toda mi mente; con todas mis fuerzas; con toda mi alma. Que cuanto me has dado para mi bien, te lo devuelva centuplicado, como el siervo bueno y fiel; que no me contente con enterrar mi tesoro sin hacerle producir.
Pide, Dios mío, la razón junto con la equidad y la misma justicia, lo que debo ofrecer a tu Divina Majestad. Padre mío, Dios mío y mi Redentor: te has dado como Padre, amigo y esposo e incluso como alimento en la Eucaristía. Además, quieres dame el Cielo por toda la eternidad. Quisiera entregarme en retorno todo cuanto soy cuanto tengo. Dame gracia para que lo haga de una manera sincera y total. Os suplico que aceptéis mi pobre oferta. Que la haga sin excluir nada, Señor y Padre mío. "Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y poseer; Vos me lo distéis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro; disponed de todo a vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta".
Cogedlo, Padre, como os plazca. Lo hago con afecto de gratitud y deseo llegue a ser caridad perfecta. Vuestro era cuando me lo distéis y vuestro sigue siendo. Al devolverlo no se trata de desdén ni arrogancia, se tata del siervo un tanto inútil, pero que no quiere enterrar su talento, por eso te lo entrego con lo que haya producido. Quisiera que fuera más, pero no he llegado. Cuando me llames definitivamente, irá - ese es mi deseo - más cumplida la medida.
Recibid, Padre, mis obras, mis pensamientos y todas mis cosas más de persona; recibe mi libertad, por favor; que nunca me entre la locura de querer abusar de ella contra tu ley y deseo. Acógela; guárdala, no permitas que jamás me aparte de Ti.
Vuestro soy; para Vos nací. ¿Qué queréis, Señor, de mí? Recibe, Padre, mi haber moral de fama y nombre y de prestigio. No deseo quedarme con nada, porque todo es vuestro. Eso sí, dadme vuestro amor; dadme vuestra gracia para afrontar esta última etapa de mi vida con dignidad sacerdotal y cristiana, con la dignidad del hijo de Dios y amigo de Dios. Te lo pido todo por Cristo nuestro Señor, y unido la Virgen María, nuestra madre.
CONTEMPLACIÓN PARA ALCANZAR AMOR. 5ª PARTE
OMNIPRESENCIA AMOROSA DE DIOS
4ª Semana. Día 6º
1ª meditación
Dios mío, todo me habla de Ti. Todo es como una epifanía. Te haces presente en el mineral por puro amor; con más amor aún en el vegetal, ser animado, y en el animal y más aún en el hombre por cuanto está creado a tu imagen y semejanza. Ayúdame a vivir con ojos de fe para verte en todas tus criaturas.
Sobre todo en el alma en gracia santificante estás presente como en un templo vivo. Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, allí en total intimidad de amor. Te hace presente en mi vida de una manera total en la Eucaristía, primero como alimento en la comunión; como el amigo más íntimo en el Sagrario para oír más de cerca mis súplicas; para recibir más de cerca mi adoración. Te adoro, presente en el Sagrario, para oír más de cerca mis súplicas y recibir mi adoración. Te adoro presente en el Sagrario, Jesús. Permaneces día y noche como en lugar de cita amorosa. Presencia de amigo que es dulzura, expansión e intimidad. Te haces presente como víctima en el sacrificio de la Misa.
Fuera de mí te haces presente en los seres materiales que me elevan a Ti, y más aún en los seres animados y en las personas. Dentro de mi estás presente con todos los grados de presencia posible. Por eso me fijo en la más insigne de las presencias: la inhabitación de la Santísima Trinidad y más aún la real presencia Eucarística en la Comunión y en el Sagrario. ¿Qué más puedo pedir?
Agradezco tu amor y me entrego del todo a Ti como única respuesta. Debo corresponder mirándote presente en todas las cosas como lo han hecho los santos. Nada ni nadie puede ya ser indiferente para mí. Soy un cielo en la tierra al ser templo de la Santísima Trinidad. He de recogerme en mí mismo para hacer actos de fe, esperanza y caridad y de entrega al Señor: "Me entrego a Ti, Dios Padre; me entrego a ti, Dios Hijo; me entrego a Ti, Dios Espíritu Santo". Dadme, Señor, vivir esta presencia tuya alrededor de mí. Cuando vivo, cuando me muevo, cuando estos; en Dios vivimos, nos movemos y existimos. Cuando miro a mi interior, te adoro y te amo, Oh Dios uno y trino. Pero sobre todo, cuando me acerco a comulgar, la fusión contigo es perfecta. Dadme fuerza para no distraerme en esos momentos, para ser más consciente. Y habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida.
CONTEMPLACIÓN PARA ALCANZAR AMOR. 6ª PARTE
DIOS TRABAJA POR MÍ EN TODAS LAS COSAS CREADAS
4ª Semana. Día 6º
2ª meditación
Señor, te miro de una manera especial en la Eucaristía; irradias amor. Deseo hoy mirar cómo el Padre, la Trinidad plena, trabajáis - oh mi Dios único - en preparar todo para servicio del hombre; para mí. Miro el Universo; el sol que me calienta; los planetas del sistema solar; todas las estrellas que son millones y millones de sistemas solares. Detrás de todo estás Tú, mi Dios, dándole fuerza; conservando las leyes que creaste. ¿Y qué diré de las leyes que rigen el mundo animal y vegetal, de los frutos de las plantas y de los animales? Todo se rige con sabiduría y amor, aunque no comprenda cómo puede suceder.
Señor, y trabajas en mí desde el primer momento de mi existencia. Las leyes de tu naturaleza, mis padres que las aplicaron, tu bondad que creó de la nada un alma para mí, han desembocado en fabricar mi persona individual, que jamás se repetirá ni dejará de existir. Y en el orden sobrenatural, todo lo fuiste preparando para mí: mis primeros padres pecaron; prometiste un Redentor y preparaste su venida con los patriarcas y los profetas; hasta que nació en Belén, vivió, sufrió pasión y resucitó. Y todo para tus hombres que se apartaron de ti en su origen. Todo para mí.
Trabajas sobrenaturalmente en mi alma: mi bautismo, mi conversión, los sacramentos, el sacerdocio y el matrimonio. Cada día infundes en mi alma inspiraciones santas. Si correspondo voy aumentando en mí la gracia santificante y los méritos. Y esta actividad tuya en mí es mayor y más delicada que la ejercida en la naturaleza sobre los seres inanimados e irracionales. ¿Cómo te lo agradeceré, Señor? Debiera vibrar siempre como ahora y más, porque solo te debo agradecimiento. Si me pongo a discurrir sobre estos misterios, ayudado por la fe, aumenta más mi embeleso por Ti, mi Dios. Oh Trinidad, primer motor del Universo, el amor te tiene en continuo trabajo por mí. En el Altar, en el Sagrario, en el Celo, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad aboga por mí continuamente. El amor, oh Jesús, te sujetó al trabajo por mí.
Infúndeme, Padre, un amor total de caridad y agradecimiento, en respuesta al que venís mostrando por mí en toda mi existencia.
"Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y poseer; Vos me lo distéis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro; disponed de todo a vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta".
Señor, Tú trabajas por mí. Esto es para volverme loco de amor. No lo haces por tu bien, pues nada necesitas. Es solo por manifestar tu amor hacia los hombres, y en concreto hacia mí. Yo debo trabajar y obrar en todo por Ti, con exclusiva pureza de intención. Ayúdame a no desviarme, a ordenar siempre mi vida. Y ayúdame a confiar, porque, aunque mis fuerzas sean escasas, Tú te encuentras detrás de todo y todo lo puedo en Aquel que me conforta. Siempre me ayudas, y yo debo entregarme. Debo dejar obrar a Ti en mí. "El amor no siente la carga, ni hace caso de los trabajos; desea más de lo que puede y no se queja" (Kempis 1-3 c.5) Enséñame, Señor, a recibirlo todo de tu mano, especialmente lo desagradable.
CONTEMPLACIÓN PARA ALCANZAR AMOR. 7ª PARTE
TODO VIENE DE DIOS, COMO LOS RAYOS, DEL SOL
4ª Semana. Día 6º
3ª meditación
Centro, Señor, en Ti la mirada. Contemplo tu grandeza. Te miro como sol maravilloso de amor, de donde irradia todo bien. Todo cuanto existe es imagen tuya. Las cosas descienden de ti como de su primer principio; descienden de ti, como de su causa ejemplar. Las irracionales son meras huellas o "rastros" de Dios. -... ¡decid si por vosotras ha pasado... - son gotitas de aquel mar sin fondo. El hombre en su naturaleza es verdadera imagen de Dios, como su reflejo. El hombre tiene espíritu y además imita las virtudes y santidad de Dios. El Universo es como un templo grandioso en el que cada criatura es un himno para la gloria de Dios. Las piedras, los bosques y mares, las plantas y las flores, los peces y las aves... todos son un eco del himno eterno de gloria con que se glorifica a sí mismo Dios. ¡Bendecid al Señor mares y ríos, fuentes y aves; bendecid al Señor todas las criaturas! ¡Bendice, alma mía, al Señor!
En el Universo no hay más que una realidad central que es Dios; todas las demás cosas son como imagen flotante de Dios, apariencias de ser, más que realidad, que sirven para conocer las perfecciones de Dios. Pero la naturaleza no es Dios; es un reflejo de Dios.
Ayúdame, Dios mío, a subir de las criaturas, reflejos tuyos, hacia Ti, y a amarte más y más por tu gran gloria. Tu inmensidad se refleja en las dilatadas llanuras, en el horizonte sin fin de los mares y desiertos. ¡Dios mío, qué grande eres! ¡Bendito seas, Señor, Dios del Universo! ¡Y cómo te reflejas en el mundo sobrenatural de la gracia, en la fortaleza de los mártires, la intrepidez de los apóstoles, la candidez de las vírgenes, el heroísmo de los confesores...! ¡Qué reflejo son de Ti las virtudes...! ¡Y los ángeles, y los santos, y la Santísima Virgen María! ¡Bendito seas, Señor, por todos los santos y por la Inmaculada Virgen María!
En todo, Señor y Dios mío, quiero amarte y servirte con todo mi ser, con el corazón de todos los santos y ángeles y de la Santísima Virgen María. Y todo lo bueno mío es un reflejo de tu bondad. Todo desciende de Ti, Señor, como del sol el rayo. ¡Bendito seas, Señor, alabado seas por el bien que has hecho en mi! Gran empeño pones en hacerme imagen viva y sobrenatural, cada vez más participante de tu naturaleza divina; cada vez más hijo adoptivo por la gracia, y con más derecho a la gloria eterna! Haz que mi ser se sienta desarrollado en ti, o mejor aún, que tu ser divino se desarrolle en mí. "Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y poseer; Vos me lo distéis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro; disponed de todo a vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta".
Vengo de Ti, Señor, mi vuelta a Ti ha de ser total y absoluta; hasta perderse mi ser en Ti, como el río se pierde en el mar.
Nunca he de amar nada por sí mismo. Todo por Ti: todo ser creado s digno de amor, porque por Ti fue creado. Lo único que no debo amar es la negación de Dios, el pecado.
Amar a Dios en todas las cosas... Amar todas las cosas en Dios... En Él nos hallamos como en nuestra causa eficiente.... En Él nos encontramos como esponja en el mar. Amar a Dios en Jesucristo y a Jesucristo en Dios. Jesús es la imagen perfecta y sustancial del Padre.
Señor, quisiera vivir en continua comunicación íntima contigo; que todo obstáculo que de mí parte, pueda impedirlo. Te amo, Señor, Padre, Hijo, Espíritu Santo, por tus perfecciones infinitas con mi ser entero, en unión de los santos, los ángeles y de la Virgen María. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío! Sea ésta mi vida desde ahora y por toda la eternidad: un acto continuo de amor a Vos. Colmadme con la gracia de vuestro amor.
CONTEMPLACIÓN PARA ALCANZAR AMOR. 8ª PARTE
INTERCAMBIO DE AMOR
4ª Semana. Día 6º
4ª meditación
Es propiamente la última meditación de los Ejercicios de mes. Ocho meditaciones dedicadas a la contemplación para alcanzar amor. Y podrían ser ochocientas. Señor, ven en mi ayuda. Que no quiero nunca separarme de Ti. Tú te has entregado del todo a mí; es verdad que no solo a mí, pero también a mí, y me has amado con un amor de privilegio. Y he responderte con amor de privilegio. Ese es mi deseo. ¿Cuántos hay tan mimados de Ti como yo? Traído a este mundo, bautizado, eucaristizado, convertido, hecho sacerdote, desposado, reconvertido varias veces, premiado ahora con un mes de Ejercicios. ¿Cómo te tengo que amar? ¿Cómo ha de ser mi vida? Lo cierto es que hasta el presente no he sabido corresponder a tu amor. Nunca mejor que a mis quince años; en aquel cuarto curso de humanidades. Me duele, Señor, no haber sido tuyo como te lo había prometido tantas veces. ¿Al menos me servirá para tener un poco más humildad? He pensado muchas veces sobre el modo de mi total conversión, pero nunca ha llegado. He meditado también mucho en aquella frase de San Pablo: "Nada soy, pero todo lo puedo en Aquel que me conforta". Y sí me he convencido de la primera parte, del "nada soy"; pero la segunda, "todo lo puedo en Aquel que me conforta", nunca se ha grabado del modo debido en mí. Quiero, Jesús, arrancarte ahora, en esta última meditación de Ejercicios, que me concedas de verdad el convencimiento interno de que todo lo puedo en Ti. Que me ayudes a superar mi miseria, pero con la convicción a la vez de que no soy nada, porque si me creo algo, habré echado todo a rodar. Todo lo puedo en Ti, todo lo podré en Ti, pero no como un reto a mi amor propio, que no se trata de esto, sino como una correspondencia a tu amor. Porque amor con amor se paga. Me has dado por una parte lo mismo que a todos los cristianos y sacerdotes, pero por otra, he sido un privilegiado. Lo más grande, el darnos la Eucaristía, el pan vivo bajado del Cielo. ¿Cómo corresponder a tanto amor? Me has excitado continuamente hacia tu amor. Por todo esto mi vida ha de ser un canto continuo a tu amor y a tu misericordia. Ven, Señor Jesús.
Sé que este amor a Ti he de demostrarlo en mi amor al prójimo. He de demostrarlo también en mi espíritu de oración y de mortificación; en mi trabajo por tu Reino. El resto de mi vida ha de ir por estos cauces. Así te lo pido, Padre, por medio de Jesús, por medio de la Virgen María. "Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y poseer; Vos me lo distéis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro; disponed de todo a vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta".
TRINIDAD SANTÍSIMA
4ª Semana. Día 7º
Meditación última
12 abril del 2000 miércoles
Creo con toda la fuerza de mi fe que soy templo vivo de la Santísima Trinidad. Mi Dios , Dios verdadero es el Dios uno y Trino de la Biblia, el Dios de la Revelación. Me siento creado, elevado, redimido por mi Dios. Él, Uno y Trino, me rige y gobierna, me ayuda en su providencia; jamás temeré. Yo debo reaccionar ante esta sublime realidad, y reacciono: Me siento tranquilo y silencioso en su presencia. Me siento en su presencia con profunda humildad. Él en mí y yo en Él. Este Dios, Trinidad, presente en mí inicia el coloquio. Yo he de responder. Dios Hijo: me has amado y te has hecho hombre por mí; y te has hecho Eucaristía. Dios Padre: me has creado; me das al Hijo. Dios Espíritu Santo: estás en mí obrando mi santificación. Os adoro Trinidad santa. Dios mío: has impreso en mí la imagen del Hijo; me has marcado con el carácter indeleble de cristiano, de confirmado y de sacerdote. Te adoro y doy gracias. Me das ayuda y virtudes continuas para vivir en intimidad y oración contigo. Gracias. Te adoro. Me das gozo en el alma para que no olvide esta relación. Gracias.
Contigo, Jesús, tengo como más confianza; no en vano has asumido la naturaleza humana. Por eso, además de pedirte y adorar al Padre en tu nombre, tengo mayor confianza. Deseo identificarme más contigo por la fe y amar. ¡Padre nuestro que estás en el Cielo! ¡Padre! Me gustaría extasiarme en esta palabra como los santos.
Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Enséñame a conocer mejora Jesús; enséñame a escuchar el clamor divino; santifica mi alma.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar. Bendito sea el nombre del Señor. Amén.
En Burlada (Navarra), a 12 de abril del 2000. Conenzados el 12 de marzo.
Josemari Lorenzo.
REFORMA DE VIDA
O
ELECCIÓN DE ESTADO
A partir de la meditación de dos banderas, cada ejercicitante ha de ir pensando y elaborando su reforma de vida, si es persona que tiene ya un estado elegido, o la elección de estado, cuando todavía no lo ha determinado. Todo esto conviene escribirlo con el fin de leerlo con frecuencia después de Ejercicios. Es un medio de perseverancia ALGUNAS IDEAS FUNDAMENTALES Y GENERALES EN EL MES DE EJERCICIOS DE SAN IGNACIO. Plática.
I) ESENCIAL EN ELLOS ES:
a) La meditación del principio y fundamento. (= aceptar el ideal)
b) Purificación del alma (1ª semana)
c) Ofrecimiento total a Cristo. (Rey temporal - Rey eternal)
d) Conocimiento y amor a Cristo. (ª, 3ª y 4ª semana)
e) Ordenación de la vida y de las potencias del alma: El entendimiento (importancia de las dos banderas), La voluntad (importancia de los tres binarios). El corazón (importancia de los tres grados de humildad)
f) Elección de estado o reforma de vida.
g) Introducirse a fondo en la contemplación de la vida de Jesús, pasión, resurrección, para llegar a un conocimiento profundo e interno de Jesús.
h) Llegar a una gran familiaridad con Jesús. Y desembocar en la contemplación para alcanzar amor.
II) Para conseguir todo esto es preciso la reflexión y la oración:
Coloquios. Súplicas. Penitencias. Reflexión. Exámenes.
Vigilancia.
III) En los ejercicios espirituales han de intervenir todas las facultades espirituales: la memoria, el entendimiento, la voluntad, la reflexión y los sentimientos.
Es de notar que la primera semana es fundamentalmente discursiva, pero sin olvidar los coloquios.
La 2ª, 3ª y 4ª son preferentemente de tipo afectivo, procurando esta clase de oración.
IV) Mirar siempre el fin de los Ejercicios Vencerse a sí mismo y ordenar la vida. Es difícil porque se trata de un orden interior.
La traayectoria para ello: Orden, disposición e indiferencia, para así conseguir la salud del alma.
Orden en la vida; disponer el alma a ello, para que pueda mejor amar y servir a su Divina Majestad. el hombre está ontológicamente ordenado cuando se encuentra en gracia de Dios, pero se puede mejorar más y ordenar mejor en este estado de gracia.
Este proceso de ordenación requiere un tiempo. Es un proceso que se da dentro del alma: a) En la inteligencia, cambio de criterio sobre el pecado. b) En la voluntad, detestar el pecado que antes se amaba. c) En el sentimiento: Llegar a la indiferencia; lo cual se dará cuando la "crisis" es profunda. Esta crisis es psicológica y sobrenatural.
Es preciso conocer cuando llega la crisis y su proceso; o sea, la actitud frente a esa crisis.
En todo caso, confianza y libertad hacia el dirigido para que diga lo que le parezca.
V) La tarea del ejercitante es un trabajo espiriutal en el que interviene la gracia de Diosel entendimeinto discurrriendo y desentrañando las verdades y el Director.
Es preciso dejarse iluminar por la luz divina. Hacer pausa para gusatar de lo divino.
Ha de diponerse el ejercitante con ánimo y liberalidad.
VI) En la meditación del Principio y Fundamento es necesario hacer hincapié en idea de lalabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y en la salvación del alma. Tener en cuenta las "muchas moradas que hay en el Cielo". Debe quedar bien remachada la dependencia de Dios y sus títulos. Somos criaturas, siervos, cristianos, hijos, testigos y sacrdotes.
Toda la vida ha de ir orientada a la gloria de Dios, su servicio y el gozo de la gloria.
VII) Disposición: insistir en la indiferencia ignaciana y el uso de las criaturas "tanto cuanto conduzcan a la gloria de Dios". Considerar todo como "estiercol con tal de ganar a Crsito"
Grados de la indiferencia: voluntad de ella; deseo; gusto.
VIII) La primera semana. Fruto: orden perfecto en la via espiritual. Detestar el pecado venial que produce el desorden. Utilizar para ello los medios tracicionales: reflexión, oración....hacer hincapié en la confesión para humillarme y obtener la misericordia de Dios.
Practicar bien en ejercicios el examen particular, el general y el de cada meditacicón.
Practicar en cada meditación la oración preparatoria, la composición de lugar. Hacerlas com empeño, pero con paz.
Empeño en las meditaciones del pecado, hoy más que nunca, por la falta de conciencia de pecado.
Contemplar la misericordia de Dios al librarme del infierno.
IX) Examinarse sobre la consolación y desolación. Consolación = Inflamación del alma, alegría, paz, lágrimas, amor al Señor... Aumenta la fe, esperanza, caridad; atractivo interno.
Desolación = falta de fe, esperanza, caridad; cosas bajas; desasosiego interior; tedio; pereza; tristeza; sequedad.
Reaccionar. En consolación, humildad y realismo; agradecer. En desolación, ver las causas (prueba del Señor o efecto de la tibieza y poco empeño). Y no hacer mudanza en este tiempo.
X) Importante la penitencia y mortificación en este tiempo de ejercicios.
Inistir en los coloquios: a María, a Cristo, al Padre.
Frutos de la primera semana: conocimeinto propio, enmienda, aborrecimiento del pecado.
************************************
XI) Segunda, tercera y curta semanas.
La única figura es Cristo. Conocimiento profundo e íntimo de Él. Conocmiento sobrenatural. Hacer atrayente su figura. Seguir su llamada y su empresa. Divino y humano.
Contemplar su amor universal y particuar.
Crsito necesita de todos para su empresa: también de mí.
Seguirle. Para ello, vivir en gracia, irradiarle en la vida, entrega total.
Su empresa es difícil para los valientes.
TAREA: conocer la hermosura divina y humana de Cristo. Conocer su misterior de amor. Amarle y seguirle. Tenerlo como norma de vida en las tres semanas.
Cada semana tiene su matiz. La segunda, la infancia y vida pública, sus milagros, su estilo de vida. Vino a hacer la voluntad de Dios. Ese puede ser nuestro fruto.
La tercera, pasión y muerte de Jesús. Dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado.
La cuarta, la resurrección. Gozo con Cristo glorioso.
XII) Importancia de la meditación del Rey temporal para seguir la empresa de Jesús. Generosidad. Importancia de la meditación de los tres binarios, para mover la voluntad a poner todos los medios y superar el quisiera con el quiero de verdad.
ALGUNAS NORMAS DENTRO DE LA PRIMERA SEMANA. Plática
1.- Conocerte en tu interior y pensar. ¿Cuál ha sido la causa primera de haberte apartado de Dios? Se trata de pensar cómo vas a combatir en lo sucesivo tu inclinación al mal. Intensificar el dolor de tus pecados. Hacer hincapié en el propósito.
2.- Decidirte a cambiar la orientación de tu voluntad. Si ya estás decidido, intensificar esta decisión. Ponerlo por escrito.
3.- Enfrentarte valientemente con el futuro. Tener en cuenta que la perseverancia es el caballo de batalla de todos. Conviene ir comenzando a pensar en los medios que vas utilizar. Ante todo, quitar impedimentos y ocasiones.
4.- La confesión es el punto de partida. (Si ya la has hecho, el punto de partida comienza en las meditaciones del quinto y sexto día en los Ejercicios de mes.)
5.- La penitencia es esencial en todos los Ejercicios, pero de un modo especial en la primera semana: corregir nuestra voluntad, arrepentirnos, confesión sacramental, propósito. Se trata de cambiar de mentalidad con relación al pecado que es el peor de los males.
6.- Dios está dispuesto a perdonar. Conviene leer, si da tiempo, Ex. 34, 6 y 18,23. Oseas 11,8. Lc. 5,32; 15; y 19,1. Mt. 26,28
7.- Si uno no está bien formado sobre el sacramento de la penitencia, es preciso una instrucción sobre él. DISTINGUIR EL BUEN Y EL MAL ESPÍRITU. Plática
San Juan ya nos sugiere "... No os fiéis de todo espíritu, sino examinad los espíritus, a ver si son de Dios".
Normas de discernimiento de espíritus según San Pablo e Ignacio de Loyola.
Son las siguientes:
- Las obras del espíritu bueno son: caridad, paz, alegría, longanimidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, continencia. Las de la carne: fornicación, impureza, lujuria. (Gal. 5 Ef. 5 Rom. 7 )
- Los dones del espíritu son los que edifican la Iglesia
(1 Cor 14,4)
- La fuerza en la debilidad es otro de los signos de discernimiento del Espíritu según 1 Tes. 1,4 y 2 Cor 2,4...) Así vemos en los Apóstoles que eran pobres e ignorantes y con gran fortaleza llevaron a todas las partes la "Buena Nueva".
Otro signo del Espíritu Bueno es la luz y la paz según 2 Cor. 7,10 Otro, la comunión fraterna 1Cor. 13, que hace respetar y amar
los carismas de los otros.
El criterio supremo de discernimiento según San Pablo es éste: "Nadie, hablando en el espíritu de Dios dice 'maldito es Jesús', ni nadie puede decir 'Jesús es el Señor', sino el Espíritu." (1Cor.12,3) Es decir, proclamar su divinidad, adherirse a Jesús por la fe y el amor, lo cual no es posible más que con la gracia del Espíritu Santo.
Mira también el discernimiento personal tomado todo él de las normas que nos da San Ignacio de Loyola. Te lo transcribo:
- Dios se comunica mediante la palabra que libera; el hombre debe colaborar con su adhesión personal. San Ignacio por eso suele hacer esta petición en la oración, "demandar lo que quiero".
- "Es menester hacernos indiferentes" nos dice San Ignacio: salud o enfermedad, riqueza o pobreza, vida larga o corta... la actitud positiva de indiferencia consiste en optar fundamentalmente por Dios y por su plan sobre nosotros; con indiferencia a cualquier cosa; sólo la mayor gloria de Dios. Dejarse, pues, llevar por el Espíritu.
Ahora conviene recordar lo de consolación y desolación. Llama Ignacio consolación "cuando en el alma se causa alguna moción interior en la cual viene el alma a inflamarse en el amor de su Creador y Señor y, por consiguiente, cuando ninguna cosa criada sobre la faz de la tierra puede amar en sí sino en el Creador de todas ellas... Consolación se llama también a todo aumento de esperanza, fe y caridad y a toda alegría interna que llama y atrae a las cosas
celestiales, y a la propia salud de su alma, tranquilizándola y pacificándola en su Creador y Señor". Entonces el alma avanza con paso decidido. Es necesario aprovechar esta consolación para avanzar en la virtud, para tomar decisiones de apostolado dentro de una gran paz y sin apresurarse.
La desolación I. de Loyola es "como oscuridad del alma, como turbación en ella, moción hacia las cosas bajas y terrenas, inquietud de varias agitaciones y tentaciones que mueven a la desconfianza, sin esperanza y sin amor,
hallándose el alma del todo perezosa, tibia y triste y como separada de su Creador y Señor." Suele ser signo de la acción en nosotros del espíritu malo.
Además de lo anterior, hemos de tener en cuenta estas cosas a la hora de tomar una DECISION según la mayor gloria de Dios. Examinar los propios pensamientos; examinar los motivos, que sean honestos y según la voluntad de Dios, nunca contrarios. Que sean conformes a los mandamientos del Señor, a las bienaventuranzas, al cumplimiento de nuestros deberes profesionales y de estado; que no vulneren los derechos de nuestros semejantes o familiares. Según esto no se deben tomar decisiones que lesionen los derechos de nuestra familia u otras personas. La elección ha de hacerse en tiempo tranquilo; pedir al Señor que oriente nuestra alma hacia su mayor gloria. "En tiempo de desolación, no hacer mudanza".
Es preciso tener en cuenta todas estas cosas en los días de Ejercicios Espirituales y a la hora de tomar una decisión.
Repasa estos apuntes que te vendrán bien.
COMIENZO DE LA SEGUNDA SEMANA PLÁTICA. INSTRUCCIÓN.
OBJETIVOS:
1.- Ir descubriendo lo que debe ser en concreto nuestra entrega a Dios.
2.- Ir descubriendo la propia vocación y la reforma de vida.
3.- Planificar, aunque sea a grandes rasgos, la vida de oración futura.
4.- Acostumbrarse a ir mirando las cosas con los ojos de Dios.
5.- Vivir con intensidad las virtudes teologales: fe, esperanza, caridad.
6.- Reconquista propia para Dios.
7.- Dios quiere de mí cosas grandes. No poner impedimentos.
......................
Gran importancia de las meditaciones del Rey temporal
- En la segunda semana las meditaciones son sobre la contemplación de la vida de Jesús: infancia y vida pública. Imprescindible tener a mano el Nuevo Testamento.
ELECCIÓN DE ESTADO PLÁTICA INSTRUCCIONES.
Y REFORMA DE VIDA.
I) Elección de estado
1.- Durante la segunda semana de Ejercicios Espirituales es el tiempo indicado para hacer la elección de estado: matrimonio, sacerdocio o vida religiosa o celibato en soltería. Resolverla con absoluta pureza de intención.
2.- Pedir luz a Dios para conocer cuál es su voluntad para nuestro caso. Fuerza para seguirla.
3.- Conviene cuando se hace la elección de estado tener en cuenta estas tres normas:
- Limpieza de amor propio.
- Pensar que te consulta eso mismo un desconocido: ¿qué le aconsejarías?
- ¿Qué te parece que te hubiera gustado haber elegido, a la hora de la muerte?
4.- Ser prudente: contar, sí, con la gracia de Dios, pero contar también con las propias fuerzas. No entusiasmarse demasiado.
5.- Es importante el examen de la oración de esos días. (Ver si hay consolación o desolación. Teniendo en cuenta que la consolación viene del buen espíritu; la desolación puede venir del buen espíritu que nos purga; puede venir del malo que quiere quitarnos las ganas de servir a Dios). Llevar a la oración este problema de la elección. En principio estar indiferente a uno u otro estado: fiel a ver la voluntad de Dios.
6.- Ver si hay una especie de "moción irresistible" de la voluntad hacia un estado determinado.
7.- Mirar en mi elección el fin social y el fin individual.
8.- La oración seria para que Dios mueva mi voluntad, según la suya.
9.- Medir los pros y las contras en mis posibles decisiones. Valorar las razones dentro de la misma oración.
10.- Si no se ve con claridad, intensificar la oración. Añadir algunos pequeños sacrificios.
Nota: 1ª En caso de que nuestra vocación sea el sacerdocio, tener en cuenta que solo será confirmada la vocación cuando haya un obispo que nos reciba. 2ª Dado que en la vocación al sacerdocio la Iglesia exige el celibato, una verdadera vocación hoy en día tenía que ser de tal manera que, aunque no quisiera uno ser sacerdote, sí quisiera ser célibe, estando dispuesto a consagrar su vida a Dios en el celibato.
II) La reforma de vida ha de concretarse a lo largo de los Ejercicios espirituales, pero conviene iniciarla a lo largo de la segunda semana.
1.- En ella es preciso explicar la nueva orientación de la vida.
2.- Decidir los ejercicios espirituales diarios, o sea, las prácticas de piedad diarias una vez terminados los Ejercicios.
3.- La eficacia en el trabajo.
4.- El comportamiento y amabilidad con las personas con quien convivo.
5.- El espíritu de caridad con todos.
6.- El espíritu de fe y confianza en Dios.
7.- La humildad.
8.- Equilibrio entre mi reforma interior y exterior. La exterior será proyección de la interior.
9.- Contar con que habrá a lo largo de la vida desolación y aridez y avanzar.
10.- Un punto esencial en toda la reforma es la pureza de intención, sin fines egoístas, sino con relación a la voluntad de Dios.
11.- Se pretende demostrar al Señor con nuestra decisión el amor que le tenemos. Varios modos de oración para Ejercicios Plática Instrucción.
IDEAS:
1.- La mayor parte de los Ejercicios se pasa orando. La oración es el ÚNICO MEDIO de conseguir lo que se pretende. Hay que "dar la lata" al Señor una y mil veces pidiéndole. No cansarse. Aunque sea por escrito, si uno se distrae.
2.- Orar para que nos muestre su voluntad. "Hágase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo".
3.- Pedir humildemente, sencillamente, insistentemente. Esforzarse por ver las cosas con los ojos de Dios. ¡Abrirse generosamente a la gracia!
4.- Es muy importante antes de comenzar un rato de oración ponerse en la presencia de Dios. Estar un rato con este pensamiento. Imaginar y hacer actos de fe. Antes de las meditaciones hacer también la oración preparatoria que es muy sencilla, pero hacerla muy despacio. Ésta es una fórmula sencilla: "Señor, que todas mis intenciones, acciones y operacions vayan dirigidas solamente a tu mayor gloria". (Esta es la oración que recomienda San Ignacio).
5.- No olvidemos que en nuestra petición es necesario la humildad, la confianza y perseverar; insistir.
6.- En las meditaciones sobre temas del Evangelio es imporante hacer la composición de lugar: imaginar el hecho que vamos a meditar. Imaginarlo con viveza.
7.- En el coloquio final de la oración: conversar con el Padre, con Jesús, con la Virgen María.
9.- No dudar en emplear el escrito, como una carta al Señor, si por lo que sea abruman las distracciones.
9.- Jesús oró en el Huerto repitiendo la misma frase: "Padre, si es posible, pase de mi este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya". Muy buena oración la de este estilo. Se llama oración de simplicidad. A veces Dios premia con gran facilidad en este tipo de oración y hay personas que pasan horas repitiéndole con gusto al Señor lo mismo. Como una madre o como un enamorado que repite lo mismo....